sábado, 15 de enero de 2022

Un recuerdo un tanto vergonzoso, pero no tanto.

SOCIEDAD BOLIVARIANA ESTUDIANTIL

Foto de mi segundo grado de primaria

En una ocasión, mientras estudiaba con la profesora Elena Sánchez el cuarto grado de primaria, por allá en el año 2006, en mi querida Escuela Bolivariana “Flor de Maldonado” de La Playa, fuimos convocados algunos alumnos que quisiéramos formar parte de la Sociedad Bolivariana Estudiantil, una organización encargada de instituir estudiantes con suficiente información sobre el padre de la Patria, el Libertador Simón Bolívar. No recuerdo si yo me apunté voluntariamente o tal vez la maestra me envió representando al salón, lo cierto es que ahí estaba metido con mucha ilusión, la típica ilusión infantil que me acompaña hasta ahora, la de querer “saberlo todo”.

Por fortuna formé parte de este grupo de niños patriotas y un buen día nos correspondió participar de una actividad de la Sociedad, para lo cual nos prestaron unas boinas de gabardina azul marino, del mismo color que el pantalón del uniforme escolar, sobre el pecho una cinta tricolor sujetada con un pequeño alfiler y salimos de la escuela hacia la población de Bailadores, capital del municipio, donde nos encontraríamos con los demás estudiantes de las distintas escuelas, todos miembros de la misma Sociedad Bolivariana.

El punto de concentración fue la Casa de la Cultura del Municipio Rivas Dávila. Recuerdo aquel maravilloso lugar de estructura colonial y ambientada con mil y un motivos culturales, históricos, literarios, pictóricos, artísticos, etc. El motivo del encuentro era recibir una charla magistral sobre la vida de Bolívar, a cargo del licenciado Néstor Abad Sánchez, Director de Cultura de Bailadores (INMUCU). Recuerdo que estuvimos todos muy atentos a sus palabras, sentados en el suelo, éramos un grupo numeroso. Quedamos admirados al escucharle relatar hechos significativos de la vida del Libertador como si él mismo hubiese estado allí, acompañándolo en primera persona. Sin duda alguna fue una conferencia magistral y todos quedamos muy contentos, con las ganas de aprender más sobre este héroe venezolano, el más importante que ha parido la Patria de la que él mismo es el padre. Sí, Bolívar es a la vez hijo y padre de Venezuela.

Regresamos a la escuela de La Playa y, cuando llegamos al salón de cuarto grado, nos esperaba la profesora Elena Sánchez, quien curiosa e interesada me preguntó cómo nos había ido, pues ella se había quedado en La Playa y nosotros habíamos subido a la actividad con otra maestra, la encargada de la Sociedad, cuyo nombre no recuerdo. Yo muy animado empecé a imitar al prodigioso conferencista, haciendo tal como él había hecho, traté de imitar su tono de voz, expresiones corporales y un poco repetí lo que había memorizado de su discurso, pero lo hice con tono jocoso e hiperbólico, cuando fui interrumpido por la profesora Elena Sánchez para decirme que el conferencista era su hermano, el licenciado Néstor Abad Sánchez. Aunque no había dicho nada malo sobre él, quedé muy apenado por la coincidencia. “Pasé la pena.”

 ***

Ese cuarto grado de primaria, recuerdo, lo estudiamos en un salón muy pequeño, que antes había sido depósito de la escuela y se ubicaba en la parte final de la estructura. El salón no medía ni la mitad de un salón convencional, tal vez no seríamos más de 15 niños allí, pero el espacio siempre fue muy reducido, por lo que, una vez, mientras volteaba hacia el escritorio de la maestra, sin querer tiré al suelo una pequeña imagen del Niño Jesús, la cual quedó fraccionada en mil minúsculos pedazos, es decir, irreparablemente dañada; lloré por lo ocurrido y de inmediato fui consolado por la maestra.

Ese año escolar fuimos el primer grado de niños que recibía a la profesora Elena Sánchez, que a pesar de vivir justo frente a la escuela, había trabajado como docente en otras escuelas del municipio y llegaba por primera vez a ejercer su labor pedagógica (por cierto de modo excelente) en La Playa. Recuerdo también que en ese cuarto grado fue cuando por primera y última vez compartí grado con mi primo Raúl Hernando Riobó Calatayud, con quien fui muy cercano toda la infancia hasta ese 2006, cuando él se fue a vivir a Cabudare, estado Lara, por motivos laborales de su mamá. Ese mismo año fue también el último que compartí con mi buen amigo Fernando José Espinoza Sandoval, pues al final del año él tuvo que repetir de grado y yo pasé a estudiar quinto grado, año en el que estuve por última vez en La Playa, desde septiembre hasta diciembre, pues en enero de 2007 me fui a la Escuela de San Pablo, pues había sufrido algunos inconvenientes con la profesora de quinto, pero ese cuento es harina de otro costal, y quedará para una próxima ocasión.

Aprovecho ahora mismo, antes de que se me olvide -cosa que difícilmente puede ocurrir- para escribir los nombres de mis docentes en los diferentes grados de la etapa primaria, dejo para después la inicial y la secundaria o bachillerato:

1-    Primer grado: La docente oficial era la profesora Alicia (no recuerdo el apellido), pero ella fue operada de la columna vertebral ese año y por tal motivo fuimos atendidos la mayor parte del tiempo académico por la profesora Teresa Molina de García, conocida y amiga de la familia por su cercanía en el sector de Las Delicias, quien fue muy tolerante conmigo, pues con seis años de edad, me quedaba dormido por las tardes sentado en los inmensos pupitres de hierro y madera (nuevos, pesados e incómodos para unos niños tan pequeños).

2-    Segundo grado: estuvimos con la profesora Beatriz Rosa, tovareña, quien tenía también una hermana en la misma escuela. Recuerdo que con ella el comportamiento de alguno de mis compañeros no fue el adecuado, y en una ocasión lloró desconsoladamente frente a nosotros, pues manifestaba no aguantar más. Mientras estudiaba segundo grado, me apunté en uno de los cursos que dictarían distintos profesores a los de cada grado. Fue así como llegué al salón de la profesora Betsaida Barillas (prima), para el curso de matemática, y una tarde, faltando 5 minutos para la salida (4:00 p.m.) le pedí permiso para ir al baño, pero ella me dijo que ya casi saldríamos, por lo que debía esperar unos minutos, pero yo no pude evitar la micción sentado en el salón. Llamaron a mi mamá y vino a buscarme. Recuerdo sus palabras de aliento: “usted tranquilo, normal, no ha pasado nada, eso le puede pasar a cualquiera, llegamos a la casa y de cambia y listo…”

3-    Tercer grado: este año estuve con la profesora Betsaida Barillas. Fue un año maravilloso. Recuerdo siempre la exposición que hice sobre la Berenjena, por cierto, con una compañera que aparece en la foto de este artículo, la primera de izquierda a derecha.

4-    Cuarto grado: con la profesora Elena Sánchez…

5-    Quinto grado: de septiembre a diciembre en La Playa con la profesora Alicia Alarcón, tovareña, para ella dedicaré otro texto aparte, ya que hay algo relevante de contar. De septiembre a julio en San Pablo con la profesora Carmen (no recuerdo el apellido). En ese quinto grado también tengo una anécdota que contar sobre una golpiza que recibí recién llegado a la nueva escuela.

6-    Sexto grado: la primera semana de clases con el profesor Carlos Guerrero, pero él después se fue de la escuela a trabajar en cargos administrativos en el municipio referente a Educación. El resto del año con la profesora Nadir Montoya, excelente profesora. En sexto grado también tengo una anécdota de una pelea con una niña evangélica, pero quedará para otra ocasión.

P.A

García

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