Hace
tiempo recibí una donación de libros católicos que pertenecieron al distinguido
padre Ramón Emilio Pernía Noguera. La donación me fue hecha por sus familiares
más cercanos, a quienes agradezco el gesto tan valioso.
Revisando los textos adquiridos conseguí una nota autógrafa del padre Pernía, que estaba en la Biblia Nácar-Colunga, edición de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) Madrid 1965. La nota, me parece, es un resumen de una idea principal para la predicación, que pudo haber utilizado el padre Pernía en Bailadores o en alguna de las parroquias por donde pasó sembrando el Evangelio con abnegación.
Revisando los textos adquiridos conseguí una nota autógrafa del padre Pernía, que estaba en la Biblia Nácar-Colunga, edición de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) Madrid 1965. La nota, me parece, es un resumen de una idea principal para la predicación, que pudo haber utilizado el padre Pernía en Bailadores o en alguna de las parroquias por donde pasó sembrando el Evangelio con abnegación.
La imagen de la nota autógrafa está
escaneada, y ya se las he puesto arriba, ahora me permito transcribir
textualmente su contenido, en todo caso, para facilitar su lectura:
El problema del infortunio del justo.
La Escritura repite muchas veces, como un
axioma, que Dios da a cada uno según sus obras. Todos aceptamos este principio,
que es de elemental justicia, como la cosa más natural, porque responde
enteramente a los sentimientos de equidad impresos en el corazón del hombre.
Pero cuando se miran las cosas de tejas abajo, parece que tal principio flaquea
no pocas veces, pues se ven justos en la miseria e impíos en la prosperidad. Y
al flaquear el principio es como si la misma justicia divina se tambalease,
viniendo a poner a dura prueba la fe de los creyentes en Dios.
La profundidad
teológica de esta nota es evidentemente prodigiosa, pues, hace primero una
justificación bíblica –La Escritura
repite muchas veces- de lo que es la
justicia divina, para luego ponerla en duda, sin embargo, el título de la
nota no es éste, sino El problema del
infortunio del justo, dejando claro que la cuestión en reflexión no es en
sí la justicia de Dios, sino el infortunio
o desgracia del santo, desgracia que
por contradictoria no deja de ser frecuente.
En la
reflexión se pone de manifiesto la natural manera de pensar del hombre, pues en
su corazón anidan impresos sentimientos
de equidad, es decir, aquella acostumbrada ley de retribución tan presente
en el Antiguo Testamento, pero que, ahora es puesta en crisis, pues se pueden
ver en desgracia a los que obran el bien, y, así mismo, se pueden ver en
bonanza a los que obran el mal. Esta situación no es para nada insignificante,
pues llega a poner a dura prueba la fe de
los creyentes en Dios.
El padre
Pernía hubo de predicar la justicia divina como la cosa más hermosa que podamos
pensar, pues en esta vida no hay mal que por bien no venga, y cuando un justo
se ve en desgracia, no solamente se tambalea la justicia divina y la fe del
creyente, sino que se abre un mundo de oportunidades, pues Dios es un Dios de
oportunidades, y sus privilegiados son los pobres y marginados, los rechazados
por los poderosos.
Por más que
vengan desgracias para el justo, Dios está con él, y para un alma agradecida no
pasan desapercibidos los dones y oportunidades de Dios, basta con tener grabado
en el corazón esa hermosa trilogía católica, las bien llamadas virtudes teologales:
Fe, Esperanza y Caridad, en latín se ven mejor: Fides, Spes et Charitas. Bien dicho el dicho: Ubi charitas et amor Deus ibi est: Donde hay caridad y amor ahí
está Dios.
P.A
García
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