jueves, 30 de agosto de 2018

Un seminarista que se quedó para siempre en la Gran Sabana

EDUARDO ANDRÉS VÁSQUEZ LÓPEZ

Seminarista Eduardo Andrés Vásquez López, de 23 años de edad, fallecido en Gran Sabana el miercoles 15 de agosto de 2018, Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen al cielo.


     En el primer aniversario de su partida a cielo
15 de agosto de 2018/2019

        
La “Gran Sabana” es un espacio geográfico dentro del territorio venezolano, enclavado en el Escudo Guayanés, la formación geológica más antigua de la tierra, estimándose su existencia desde hace unos 3.000 millones de años. Gran Sabana es denominada, según los indígenas pemones, Wüktá (región de cerros), pues su característica principal son los grandes “tepuyes” que dibujan en el horizonte un esfuerzo de la tierra por alcanzar el cielo.

         A este paraíso terrenal nos dirigimos un grupo de 17 seminaristas y 3 sacerdotes procedentes de diversas diócesis del país, para llevar a cabo el III Campamento Misionero en el Vicariato Apostólico del Caroní, organizado por las Obras Misionales Pontificias (OMP). Al frente de estas misiones estaba el sacerdote trujillano Joel Matheus, encargado del departamento para los sacerdotes, religiosos y seminaristas de las OMP.

         Llegamos a Santa Elena de Uairén, capital del Municipio Gran Sabana y sede del Vicariato, el miércoles 8 de agosto, poco antes de las 11:00 p.m. El viaje estuvo caracterizado por la incertidumbre de llegar rápido al lugar de misión, la mayoría de los participantes no conocíamos Gran Sabana; Eduardo Andrés, un joven seminarista de Barquisimeto iba en el segundo puesto detrás del chofer, y a su lado el padre José Gabriel Peña, director espiritual y formador del Seminario Divina Pastora de Barquisimeto. Yo iba justo al lado del padre Gabriel, y a mi lado el seminarista Cristhian Fabián Márquez Pereira, de Santa Cruz de Mora.

         Al estacionarse el autobús frente a la Catedral de Santa Elena, se subió un anciano de barba blanca, vestía una camisa de rayas, un pantalón marrón y unas sandalias; algunos pensamos que era el portero o jardinero de aquel lugar, pero con voz débil y bastante varonil nos dio la más cordial bienvenida, se trataba del Excelentísimo Monseñor Felipe González, Vicario Apostólico del Caroní. Esa noche cenamos y después de una larga reunión se acordaron los lugares de misiones para todos los seminaristas. Eduardo Andrés fue destinado a la comunidad de Roekén, en compañía de Douglas González, un seminarista nativo de esa comunidad.

         En mi caso me correspondió misionar en la comunidad de San Ignacio de Yuruaní, haciendo equipo con el seminarista Rubén Darío Hernández, quien a su vez era compañero de Eduardo Andrés, ambos iniciarían el tercer año de Teología en el nuevo año académico 2018-2019.

         En la mañana del miércoles 15 de agosto, festejando la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo en cuerpo y alma, Rubén Darío y yo nos dirigimos con un reducido número de niños y jóvenes de San Ignacio de Yuruaní a la Quebrada de Jaspe, un lugar turístico de belleza incomparable. Después de disfrutar de aquella belleza natural, siendo las 12:00 p.m. decidimos regresar a la comunidad. Tuvimos que esperar durante una hora aproximadamente alguna cola, pues, en aquel lugar, como en toda Venezuela, está muy dificultoso el traslado en trasporte público. Al llegar a San Ignacio de Yuruaní la noticia más trágica nos esperaba, un seminarista había fallecido.

         Esa mañana, Eduardo Andrés y Douglas, en compañía de algunos niños de la comunidad, se dirigieron hacia un río donde trabajaban algunos mineros. Eduardo había manifestado que quería conocer “la mina” y antes de salir le expresó a la capitana de la comunidad: “Yo ya estoy listo, así me voy, cuando Dios disponga, cuando Dios llame yo ya estoy listo”, obviamente hacía referencia a su salida hacia la mina, pero esas palabras quedaron muy grabadas en la mente de la capitana, quien después me lo contó con inquietud. Antes de partir, expresando su agotamiento por los días de misión dijo que dormiría como por tres días después de llegar de la mina.

Eduardo Andrés Vásquez López

         El paseo empezó hacia las 10:00 a.m. Siendo las 12:15 p.m. decidieron regresar. Al pasar por el río, Eduardo Andrés quiso darse una sumergida, antes de ir a almorzar, Douglas se quedó con los niños en la orilla del río. Eduardo Andrés cruzó nadando por encima de un antiguo pozo minero, el cual tenía una profundidad aproximada de 9 metros. Douglas y los niños notaron algunos gritos de desesperación, vieron las manos de Eduardo Andrés salir por dos veces del agua, nunca pensaron que se estuviera ahogando. Rápidamente Douglas se lanzó a su rescate, pero todo esfuerzo fue inútil, Eduardo Andrés estaba en el fondo del pozo, era mediodía y la luz del sol lo iluminaba con un solo rayo, su cuerpo se distinguía en el fondo de aquel pozo de agua fría.

         Rápidamente fueron en busca de ayuda, llegaron algunos hombres pero no lograron alcanzar la profundidad a la que se encontraba Eduardo Andrés. Tristemente, hacia las 12:45 p.m., un minero buen nadador logró sumergirse y sacó el cuerpo sin vida del joven seminarista. Fue trasladado hasta la casa comunal y allí fue vestido. Aquella comunidad nunca olvidará esta escena tan penosa, un seminarista diocesano murió en esa tierra de misión.

         El cuerpo de Eduardo fue trasladado primero a hombros, luego en lancha y finalmente en un vehículo Toyota hasta el hospital de Santa Elena de Uairén, allí le esperábamos Rubén Darío y yo, estaba también Mons. Felipe González, quien no pudo disimular su profundo dolor por tan lamentable pérdida. Recibimos el cuerpo envuelto en una hamaca que le había sido obsequiada días antes por una persona de Roekén. Al día siguiente fue preparado y vestido con su sotana misionera, no quisimos revestirle el roquete para evitar que se manchase y le diera mal aspecto al cuerpo dentro del ataúd. La sotana que le identificó como seminarista admitido a las Sagradas Órdenes del Diaconado y Presbiterado fue la prenda gloriosa que se llevó a la tumba.

         Antes de salir de Santa Elena de Uairén, por petición de Mons. Felipe, el cuerpo fue llevado a la Catedral, donde se tuvo una Misa por su eterno descanso, en las palabras de la homilía Mons. Felipe expresó que las aguas del bautismo que una vez habían sido derramadas sobre la cabeza de Eduardo ahora convertidas en las frías aguas de un río sabanero le habían sumergido para llevarlo a la eterna morada celestial.

         A pesar de todos los esfuerzos que se hicieron para llevar a Eduardo Andrés a Barquisimeto en avión, su cuerpo fue trasladado por tierra hasta su ciudad natal, donde fue sepultado en la tarde del sábado 18 de agosto de 2018. La presencia de seminaristas, sacerdotes y fieles barquisimetanos fue de centenares, familiares, amigos y conocidos esperaron con angustia el cuerpo de Eduardo para darle cristiana sepultura.

         Es difícil expresar el dolor tan grande que se siente ver partir de este mundo a un hermano seminarista. Eduardo Andrés fue un joven alegre, muy animado y con un entusiasmo juvenil característico de alguien que amaba lo que hacía. La música era su pasión. 

Caricatura de Eduardo Andrés Vásquez López


       Los indígenas pemones interpretaron aquella tragedia de la manera más cristiana posible, pues se oyó decir que la Virgen, en el día de su gloriosa asunción al cielo, no quiso subir sola, por eso se llevó consigo a nuestro hermano Eduardo Andrés Vásquez López, de 23 años de edad. Otros, un poco más míticos, expresaron que la Gran Sabana se quedaba con el alma de aquella persona que le agradaba sobremanera.

         Los seminaristas y sacerdotes participantes de este campamento misionero nunca olvidaremos el testimonio de Eduardo Andrés. La Gran Sabana tampoco olvidará la tragedia, y para perpetuar su memoria decidieron poner su nombre a la escuela de aquella comunidad.

         Eduardo Andrés desde el cielo cuidará de todos los seminaristas de Venezuela. Paz a sus restos.

            Puedes ver un vídeo de Eduardo Andrés cantando y tocando el cuatro en este link: https://www.youtube.com/watch?v=tIG9ipc0FN4

P.A
García

Algunas fotos de recuerdo:




sábado, 25 de agosto de 2018

Unas coplas para la coplera…

FELIZ CUMPLEAÑOS MAMÁ



En la vida hay muchas razones para celebrar
Para agradecer al Señor que es un buen Padre
Y en este día tres de agosto, un día tan especial
Quiero destacar el cumpleaños de mi madre.

Cincuenta años de vida en este mundo
Está cumpliendo este ser tan especial
Por eso después de la Santa Misa
Nos disponemos a festejar.

Cincuenta años no parecieran que cumple
Le ponemos más bien treinta y cinco
Es que mi madre es muy bella y guapa
Lo digo con propiedad y buen ahínco.

Mujer nacida en esta población de La Playa
En la casa del nono Claudio y la nona Tomasa
Con sus padres allí vivió el tiempo necesario
Hasta que la vida y la lucha les dio una casa.

Eva Angelina fue su madre, guerrera negra de esta zona
Pedro Julián fue su padre, honesto y trabajador
Ellos nunca se casaron pero el testimonio les adorna
Lo que en vida y hoy difuntos fue un verdadero amor.

Al bautizarla la llamaron Clara Tahís
Fueron los nombres que lleva hasta el presente
El primero por amistad con una monja
El segundo por la hija de un presidente.

Pero algo le faltaba a la pequeña niña
La pareja decidió contar con gracia
Justo al año en la familia nacería
Su hermanita la morena Atanasia.

Eran dos las criaturas de doña Eva
Pero les sobraba el motivo de vivir
Y para acompañar a sus hermanas
Nació el menor de todos, Vladimir.

La familia llevó sus días en alegría
Las gallinas, los cochinos y todo eso
Los caballos, las pistolas, los vestidos
Sin olvidar a la vaca cara e‘queso.

Siempre cuenta con alegría las tremenduras
Que de niña hizo con sus hermanos y en la escuela
Pues no hubo noche en la que se salvara
De doña Eva y una buena pela.

La que fue pequeña y muy tremenda
Creció y encontró su primer y único amor
Conoció al joven Reinaldo García
En la cancha, en los juegos de voleibol.

Y fueron tres hijos los que tuvieron
Reyna Thais la primera de los tres
De segunda Raymar Thalía
Y el tercero es Pedro Andrés.

El esfuerzo de todos los días
Lo vio cumplido en aquella ocasión
Cuando en san Bernardino en Caracas
Se graduó de Licenciada en Educación

Su primera misión fue en la comunidad de Las Tapias
Alegre como siempre todos los días a trabajar
Enseñando a los pequeños la letras y juegos
En aquel hermoso Multihogar.

De ahí se subió al páramo de Mariño
A sacar sus promociones de sexto grado
A pesar de los esfuerzo por llegar
Ése es su lugar de más agrado.

Sus compañeras de trabajo resaltan
Su prontitud, alegría y disposición
En todo momento y circunstancia
Tahís le pone el corazón.

Hoy sus hijas desde Perú la felicitan
Junto Paula Valeria su pequeña nieta
También Omaña su yerno de siempre
Que la quiere y la respeta.

Tal vez hoy lo más cruel es la distancia
Pero el amor nunca se acaba
Sabemos que a mi madre que es guerrera
Que la pare nunca existirá nada.

En su entrega a Dios y al prójimo
Ha recibido burlas y malentendidos
No importa, solo Dios y ella saben
Lo bueno que es estar sin marido.

Pido a Dios en este día que la bendiga
Que le dé larga vida y la libre de todo mal
Pues ha venido a este mundo a ser alegría
Y más que eso, a ser una madre sacerdotal.

(03-08-2018)

P.A
García

El Padrenuestro, Avemaría y Gloria en Pemón


LAS PRINCIPALES ORACIONES EN PEMÓN



       A propósito de las misiones de las Obras Misionales Pontificias en el Vicariato Apostólico del Caroní, en el Estado Bolívar, en las que participé por parte del Seminario de Mérida, tuve la oportunidad de conocer esta lengua Pemón, acervo de las tradiciones y cultura de esta etnia indígena.

       Las principales oraciones del cristiano en Pemón, que a continuación voy a presentarles, son extraídas del texto Historia Sagrada, escrito por el R. P. Cesáreo de Armellada, Misionero Capuchino, y publicado para el mes de febrero de 1946.

El Padrenuestro en Pemón:

Inna Potori, kak po tesen; tenamasen a-yesek; achike inna piak inna epuru-pe; a-maimu an-koneka-pai inna man, tare non po chima, kak ponkon-da i-koneka uarante. Uei kaichare kouam-pue-tok-ten ke sereuare inna repake; a-yenu yapai inna dekaton makuyi mokake, t-enu-kon yapai tesemai para inna tuarimateponkon veuka inna-da uarante-re; auare puek ataumipan namai inna puika-teke; makui, inna deparan, inna piapai embeke. Amen.

El Avemaría en Pemón:

Atauchimbake, María, krasia (auka) a-nta puekeren: Potorito ichi a-dau-re; uaki-pe av-ichi tukare-re uerisan yen-tai; uaki-pe nere ichi a-yeunan dapaino, a-rume Jesús.
Santa María Potorito dan, inna pona, te-makuyi kenakon pona, e-puiremake sereuare, inna eriki yaktai nere. Amen.

El Gloria en Pemón:

Yun, Mumu-re, Ekaton Santo-re poinoma-pai man.
Etiakte-pe ichipue uarante, sereuare, teuere-re. Amen.
P.A
García