HISPANIA: FINIS TERRAE
En las Sagradas Escrituras solo hay
tres referencias directas al mundo hispánico, una en el Antiguo Testamento y
dos en el Nuevo Testamento. Conozcamos brevemente estas citas bíblicas para saber
qué noticias tenían los judíos sobre España, la región cuyos hombres 1492 años después
de Cristo llegaron a nuestra América, heredándonos el idioma, cultura y
religión.
La primera cita se ubica en (1 Macabeos
8, 1-4), cuyo contexto narra el pacto de Judas con Roma: Judas, principal
personaje de este libro, había escuchado noticias sobre los romanos, sobre su
poder y capacidad de entablar amistad con todos los pueblos que a ellos
recurrían. Estos romanos le contaron a Judas sus proezas bélicas en las Galias,
es decir, Francia, y “todo lo que habían
hecho en tierras de España para
apoderarse de las minas de plata y oro que hay allí, cómo habían sabido
mantener su dominio en todo el país con paciencia y prudencia, y eso que estaba
muy lejos”.
El texto menciona a España y a Francia (las Galias) y habla sobre la prosperidad del Imperio Romano en
estas tierras que eran consideradas el fin del mundo (finis terrae), donde solían explotarse las minas de oro y plata.
El primer libro de los Macabeos se escribió aproximadamente dos siglos antes de
Cristo, y para el tiempo en que Nuestro Señor predicó, España seguía formando
parte del Imperio.
Jesús mismo vivió bajo el Imperio de Roma, donde “una treintena de legiones, de cinco mil
hombres cada una, más otras tropas auxiliares aseguraban el control absoluto de
un territorio inmenso que se extendía desde España y las Galias hasta
Mesopotamia; desde las fronteras del Rin, el Danubio y el mar Muerto hasta
Egipto y el norte de África”[1].
La patria chica de Jesús fue Galilea, pero en su generalidad él vivió bajo
el gran Imperio Romano, en el mismo territorio que alcanzaba su dominio hasta España,
gobernado por el Emperador Tiberio. Los romanos llegaron a Palestina 63 años
antes de Cristo, con la entrada del General Pompeyo en Jerusalén. Cristo nació
siendo Emperador de Roma el gran Cesar Augusto.
Más adelante, en la cronología de la
historia bíblica, tenemos en la carta de san Pablo a los Romanos la segunda y
tercera referencia al territorio español. Apenas 25 años después de la pasión,
muerte y resurrección de Cristo, Pablo quiere ir a España. Leemos en el
capítulo 15, dentro de lo que se conoce como la misión de Pablo para los paganos, en los versículos del 23 al 29,
que el Apóstol ha culminado su evangelización en oriente y desea visitar Roma y
España: “espero verlos de paso en
mi viaje hacia España y confío que
me ayudarán a proseguir mi viaje, después de gozar un poco de su compañía”. Pablo,
mientras escribía esta carta en Corinto, se dirigía a Jerusalén, pues llevaba
ayuda monetaria a los cristianos hebreos, pecunia que había recolectado gracias
a la generosidad de los creyentes de Macedonia y Acaya, quienes habían “decidido solidarizarse con los cristianos
pobres de Jerusalén”. San Pablo habla con firmeza, “Cuando haya concluido este asunto, garantizando la entrega de la
colecta, me dirigiré a España
pasando por la tierra de ustedes. Y sé que, cuando llegue a visitarlos, lo haré
con todas las bendiciones de Cristo”, explicaba a los cristianos de Roma.
¿San Pablo estuvo en
España?
En las anteriores citas de la carta a los Romanos se tiene
la base bíblica fundamental para pensar que Pablo estuvo en territorio español,
y si lo hizo, seguramente fue con la ayuda económica de los cristianos romanos.
Al respecto se conoce que: “Sobre los
azares posteriores de la vida de Pablo, no dice una palabra el libro de los
Hechos. Todo hace pensar que el proceso acabó con una absolución y que Pablo
llevó a cabo su proyecto de viaje a España y visitó una vez más el oriente
helenístico. Esto último lo suponen las cartas pastorales, que hablan de
sucesos y situaciones que sólo encajan en un período así de su vida”[2].
Un discípulo de Pablo, san Clemente Romano, en su carta a los Corintios del
año 95 asegura que el Apóstol de los gentiles estuvo en Occidente (España).
La tradición de la
Iglesia ha mantenido durante dos mil años una frívola huella de la presencia de
Pablo en España, y es su conexión con la “Provincia
Tarraconense, y más concretamente con la ciudad de Tarragona”, donde existe
una “basílica paleocristiana del siglo IV
muy unida cultualmente al Apóstol de los gentiles y a Santa Tecla, aquella joven
de Iconio que, según los apócrifos Hechos de Pablo y Tecla, fue convertida por
San Pablo y permaneció unida a él para siempre”[3].
El famoso biblista español Luis Alonso Schökel no está de
acuerdo en afirmar que Pablo haya pisado suelo español, al respecto opina que:
“El viaje a España probablemente no se
llevó a cabo; el viaje a Roma tendrá otro carácter e itinerario; el gozo de la compañía
estará limitado por la prisión. Sólo la carta llegará a Roma, a España y a
todos los países del mundo”[4].
Luis Alonso Schökel encuentra consuelo en
afirmar que sólo las epístolas paulinas llegaron a España, como a todos los
países del mundo.
P.A
García
[1] José Antonio Pagola, (2007), Jesús, aproximación histórica, Editorial
PPC, Madrid, España, p. 10
[2]Hubert Jedin, (1966), Manual de Historia de la Iglesia, Tomo
Primero, Editorial Herder, Barcelona, España, p. 174
[3] Jesús Álvarez Gómez, (2001), Historia de la Iglesia, I. Edad Antigua,
Editorial Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, p. 79
[4] Luis Alonso Schökel, (2008), La Biblia de Nuestro Pueblo, Ediciones
Mensajero, Bilbao España, p. 1806
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