lunes, 12 de agosto de 2019

Resumen de la historia de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba

LA CONSOLACIÓN DE TÁRIBA[1]

Imagen de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba

         La comunidad indígena de los Táribas ocupaban los terrenos cercanos al río Torbes, al noreste de San Cristóbal. Fueron descubiertos en 1547 por Alonso Pérez de Tolosa y Diego de Losada. La conquista encomendó a los padres Agustinos la evangelización de estas tierras, encargándose de esto hacia la segunda mitad del siglo XVI.

         La devoción a Nuestra Señora de la Consolación se debe a santa Mónica, madre de san Agustín de Hipona, es por eso que quienes llevaron la imagen de Nuestra Señora de la Consolación a la población de Táriba fueron los misioneros agustinos, pues, dos de ellos hubieron de ir enviados desde San Cristóbal con la imagen pintada sobre una tabla y sin más equipaje que sus breviarios, los libros de oración cotidiana.

         Estos padres partieron a oscuras con la misión de evangelizar a los Táribas, encontrándose por el camino un obstáculo natural, el río Torbes, el cual atravesaron sin mayor dificultad, y para esto ataron la tablita a una caña amarga, la misma que les sirvió de bastón y luz para apoyarse al cruzar el río. Al llegar a la altiplanicie fijaron la caña con la imagen y en ese mismo lugar construyeron una primitiva ermita, donde celebraban la Eucaristía.

         La evangelización se efectuó consecuentemente en aquel lugar, es por eso que, años más tarde, cuando la comunidad sufre el asalto de los indios Guásimos y Capachos, fue una india cristiana la que logró rescatar la imagen, pues todos los habitantes huyeron, incluidos los padres agustinos quienes se ampararon en su convento de San Cristóbal. Aquella mujer llevó la imagen a su casa y la ubicó en un pequeño altar, allí al correr los años se fue deteriorando su arte, por eso quedó olvidada en una despensa de maíz.

         Entre los años 1591 y 1619, Juan Ramírez de Andrade, oriundo de Pamplona, Colombia, visitó a su amigo Alonso Álvarez de Zamora, residenciado en Táriba. Juan organizó un juego con los hijos de Alonso, éstos eran Pedro, Jerónimo y Antonio, quienes buscaron en la despensa de la casa una tabla que les sirviera de paleta, para continuar su partida de bolas. Jerónimo se topó con aquella tabla que no presentaba imagen alguna, y al querer partirla golpeándola contra una piedra, sonaba aquel golpazo como un tambor, a lo que fue reprendido por su madre, quien les increpó al tratarse de una tabla sagrada, pues había contenido una imagen de la Madre de Dios.

         Alonso ordenó a su hijo que le colocara un cordón al cuadro y lo reubicara en la despensa. Como a las cuatro de la tarde, de aquella despensa salían grandes resplandores, en seguida pensaron que se incendiaba, al acudir todos en grupo se percataron que no eran llamas de fuego, rápidamente divisaron el cuadro con una preciosa Imagen de Nuestra Señora, acto seguido fueron a avisar al Vicario de la Villa de San Cristóbal, regándose el milagroso espectáculo por todo el pueblo, de inmediato fue reconocido el milagro y desde entonces la devoción a Nuestra Señora de la Consolación de Táriba marca un antes y un después en la historia del catolicismo en el Táchira y Venezuela.

         El cuadro de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba “es de pincel la tabla, que estando rajada por medio y trasluciéndose se ha cerrado, sin rastro, ni señal de haber padecido, ni el cuadro ni lo pintado. Está la Virgen Madre de Dios con el Hijo en los brazos y unas lámparas en lo alto”. Esta milagrosa pintura, de autor desconocido, seguramente fue realizada antes del año 1575, ya que la Virgen aparece sin “correa” o “cinta”; y es que para 1575, el Sumo Pontífice Gregorio XIII unificó la devoción de la Virgen de la Consolación a la de la Virgen de la Cinta, siendo a partir de entonces que la imagen de la Consolación es pintada con correa.

         El 12 de marzo de 1967, a las 9:20 p.m. Su Eminencia Reverendísima José Humberto Cardenal Quintero Parra coronó la imagen de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba, su festividad se realiza el 15 de agosto. 

         Ni el Hermano Nectario María, ni el padre Fernando Campo del Pozo, hacen mención en sus historias de la Virgen de la Consolación de Táriba del detalle que la tabla presenta y que la tradición más fuerte ha mantenido, al sostener que la misma fue golpeada por una hachuela cuando intentaron partirla para hacer de ella la paleta que necesitaban. En la siguiente imagen se puede evidenciar cómo la tradición representó aquel momento previo a la intención de los tres jóvenes de valerse de la misteriosa tabla.

Vitral en la Basílica de la Consolación de Táriba


“Gloria en los cielos y en la tierra, gloria”,
el Táchira repite con fervor.
¡Gloria a la Virgen que alumbró su historia!
Para la Reina un himno de Victoria,
para la Madre, un cántico de amor.

P.A
García



[1] Campo del Pozo, Fernando, Historia documentada de los Agustinos en Venezuela durante la época colonial, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1968, p.p. 121-125

1 comentario:

  1. Felicitaciones por este esfuerzo intelectual. Refuerza la identidad mariana de la entidad tachirense. Un fraterno abrazo. NGZ

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