MENSAJE DE NAVIDAD
Un grito de júbilo resuena en nuestra tierra;
un grito de alegría y de salvación en las riendas de los pecadores. Hemos oído
una palabra buena, una palabra de consuelo, una frase rezumante de gozo, digna
de todo nuestro aprecio: “hoy les ha
nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor” (Lc 2,11).
Al llegar la Navidad queremos recordar
el momento más importante de la historia: cuando Dios deja el cielo para
hacerse hombre. Es algo maravilloso, pues nuestro Dios, que es tan grande y que
hizo todo el universo, se hace un niño tan pequeño que sólo sabía llorar y
dejar que su madre le cogiera en brazos para darle de comer. Como vemos, es
algo tan increíble, que cada año tenemos que volver a celebrarlo, pues no
podemos dejar que se olvide un momento tan importante para todos los hombres. A
partir de ese día, los que deseamos amar a Dios lo tenemos muy fácil, porque
Dios ha querido hacerse tan chico que a todos nos entran ganas de quererle.
Esta Navidad del año 2021 es la segunda
que vivimos en medio de la pandemia mundial. Son muchas las personas que
lamentablemente no compartirán con nosotros esta fecha religiosa y familiar,
sin embargo, tenemos la firme esperanza de que ellos, al estar con Dios, pueden
disfrutar de él, es decir, ellos viven su Navidad en el cielo. Es más, la
auténtica Navidad es encontrarnos cara a cara con Dios, por lo que podríamos
decir, sin temor a equivocarnos, que los que han dejado este mundo para ir a
Dios, han vivido una auténtica Navidad, pues Dios ha nacido en ellos y ellos en
Dios.
Los cristianos sabemos que la Navidad
es Jesús, y también reconocemos que vivimos inmersos en medio de una sociedad
comercializadora, superficial y consumista, en la que veces nos involucramos demasiado,
pero, al final de la jornada, cuando observamos piadosos las estatuillas del
Belén de nuestros hogares, reconocemos indudablemente que el auténtico sentido
de la Navidad es contemplar al recién nacido, el Niño Jesús, en brazos de María
y con José como custodio. Así como la Sagrada Familia de Nazaret es el centro
de la Navidad, de igual manera nuestras familias deben reunirse en torno a la
fe para celebrar con fervor el nacimiento de nuestro Dios y Señor.
La ausencia de la fe en los corazones
de los hombres hace de las fiestas navideñas un sinsentido, un simple propósito
mundano para derrochar dinero en regalos, comidas, ropas y licores. Los
cristianos sabemos que esto se aleja abismalmente de la festividad religiosa
llamada la “Natividad del Señor”, que se festeja litúrgicamente con el rango de
“Solemnidad”. Este día lo más importante es asistir devotamente a la Santa Misa
y compartir en familia.
Los templos, como nuestros hogares, han
sido previamente decorados y ornamentados, de igual modo hemos hecho
espiritualmente con nuestros corazones, pues durante el tiempo del Adviento
hemos preparado la venida del Señor.
Como José y María, esta noche muchos
siguen buscando posada. Pensemos en tantas familias que buscan refugio, comida,
bienestar y paz en el alma, pero lamentablemente no tienen nada. Nosotros
agradezcamos a Dios en esta Navidad por el don de la familia, la salud, el
trabajo que tenemos, los estudios que realizamos, las cosas que sabemos, porque
hay muchos hermanos nuestros que no tienen lo que nosotros sí, y aun en sus
carencias son capaces de dirigir la mirada al cielo y agradecer al Todopoderoso
porque están vivos y quieren seguir luchando por estabilizar sus vidas.
El Niño Dios acoge todas nuestras
oraciones, él sabe lo que nos alegra y lo que nos aflige. Adornemos el pesebre
de Jesús con nuestras buenas obras e intenciones. No dejemos de pedir, pero
tampoco dejemos de agradecer, y recordemos siempre que hay más alegría en dar
que en recibir, por eso Dios mismo se nos ha dado en su nacimiento carnal, para
demostrarnos que el donarse completamente es el mejor y más auténtico camino
del amor que nos lleva a la felicidad.
A todos nuestros lectores les deseamos
una feliz y familiar Navidad 2021 y un bendecido y provechoso año nuevo 2022.
Con Dios todo sin Dios nada.
P.A
García
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