sábado, 9 de julio de 2016

Reflexiones sobre Lumen Fidei


LUMEN FIDEI
“LA LUZ DE LA FE”
Monseñor Luis Alfonso Márquez con el Papa Francisco en Roma.

         ¿Usted cree que la fe sirve en los tiempos de hoy?¿No será algo pasado de moda?¿Por qué?

         Después de haber leído detenidamente la Carta Encíclica Lumen Fidei “la luz de la fe” del Sumo Pontífice Francisco, podría llegar a la certeza de      que en nuestros tiempos la fe, “que consiste en la disponibilidad para dejarse transformar una y otra vez por la llamada de Dios” (LF, 13) puede llegar a considerarse como algo que ha pasado de moda, sin embargo, no es así, ya que el hombre experimenta en su existir la llamada de Dios, “la fe es la respuesta a una Palabra que interpela personalmente, a un Tú que nos llama por nuestro nombre” (LF, 8). Así como Dios llamó a Abrahán a conocerlo, así sigue llamándonos a nosotros, día a día, es decir, que es una acción actual, el Dios vivo nos llama a amarle, de esta manera no es algo pasado de moda, y en este sentido la fe es una respuesta de amor a una llamada hecha por amor, y a la luz de esta Carta Encíclica, “en la fe, don de Dios, virtud sobrenatural infusa por él, reconocemos que se nos ha dado una gran Amor, que se nos ha dirigido una Palabra buena, y que, si acogemos esta Palabra, que es Jesucristo, Palabra encarnada, el Espíritu Santo nos trasforma, ilumina nuestro camino hacia el futuro, y da alas a nuestra esperanza para reconocerlo con alegría” (LF, 7). La fe sirve en nuestros tiempos, es muy importante ya que, “la fe, que recibimos de Dios como don sobrenatural, se presenta como luz en el sendero, que orienta nuestro camino en el tiempo” (LF, 4)

         ¿Por qué la fe en Jesús es la máxima expresión de la fe?

         Reconocemos que nuestro Señor Jesucristo es la Palabra de Dios hecha Hombre, sabemos por los textos sagrados que Cristo nos reveló al Padre Dios, al Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob; por sus hechos, sus milagros y su misión predicadora del Reino de los Cielos, Cristo se convierte en la máxima expresión de la fe, ya que esta, la fe, consiste en un encuentro personal, en un conocer íntimo y Jesús, al venir al mundo, al caminar entre nosotros se hizo personal, amigo de todos, todos lo tocaron, lo palparon, hablaron con él, escucharon su predicación, es decir, se dejó conocer por sus discípulos. “La historia de Jesús es la manifestación plena de a fiabilidad de Dios” (LF, 15). “La fe cristiana está centrada en Cristo, es confesar que Jesús es el Señor, y Dios lo ha resucitado de entre los muertos (Rm 10,9)” (LF, 15)

         ¿Por qué la fe no es únicamente una opción individual que se hace en la intimidad del creyente, como relación única y exclusiva entre Dios y yo?

         La fe es algo individual, pero también es comunitaria, ya que si una persona dice: yo creo en Dios, y otra persona dice lo mismo, las dos personas están creyendo en el mismo Dios revelado, una creerá de un modo, la otra de otro modo pero estarían creyendo en Dios y podrían decir “creemos en Dios” y así la fe se convertiría en algo comunitario, además “el acto de fe individual se inserta en una comunidad, en el ´nosotros´ común del pueblo que, en la fe, es como un solo hombre, ´mi hijo primogénito´ como llama Dios a Israel (Ex 4,22)” (LF, 14), es decir, la fe como encuentro con Dios se basa en lograr la salvación que Dios desea darnos, como la salvación es para todos, la fe es también comunitaria.

         ¿Cómo explicarías la siguiente afirmación: “La fe no aparta del mundo ni es ajena a los afanes concretos de los hombres de nuestro tiempo”?

         Esta afirmación la encontramos en el numeral 51 de la Lumen Fidei, y personalmente considero que hace referencia a que este don sobrenatural de Dios no nos aparta del mundo ni es ajeno a los afanes de nosotros los hombres, porque precisamente el afán del hombre es el bienestar común y la justicia y a su vez estos sentimientos vienen puramente de Dios, de su amor y de su bondad infinita. Por la fe conocemos a Dios y le amamos, y este conocimiento y amor lo expresamos en nuestros hermanos de manera que la fe no se aparta del mundo, sino que nos ayuda a verlo con los ojos de Dios.

         ¿Cómo ilumina la fe nuestro trato con los demás, nuestros sufrimientos y dolores, nuestras tareas de cada día?

         “Asimilada y profundizada en la familia, la fe ilumina a todas las relaciones sociales. Como experiencia de la paternidad y de la misericordia de Dios, se expande en un camino fraterno” (LF, 54). En ese camino fraterno, iluminado por la fe en Dios como Padre misericordioso, se va llevando el trato con nuestros hermanos, se van superando los sentimientos de dolor, se van haciendo las ocupaciones diarias con los ojos puestos en Dios y de la mano de nuestros hermanos. A través de la luz de la fe podemos encontrar la solución a nuestros problemas, podemos confiar en Dios y en nuestros hermanos, la luz de la de ilumina el peregrinaje de este mundo y lo hace eclesial, comunitario y fraterno.

P.A
García


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