EL
MAESTRO ECKHART
LA IDEA DE DIOS
Introducción
El tema de Dios,
es como su mismo objeto de estudio, es decir, infinito. El Dios oculto de la
Revelación no se hace conocer solamente a través de los testimonios que da de
su obra y cuyo significado desentraña la teología especulativa. Se revela
también directamente al alma. Es el «Dios sensible al corazón», cuyo fuego
consumió el alma de Pascal[1], pensador cristiano
francés del siglo XVII, que formuló a su vez, unas expresiones que alcanzaron
fama rápidamente: «el Dios de los filósofos» y «el Dios de la fe». En primer
lugar, el Dios de los filósofos sería lo que llega a conocer el hombre a través
de su inteligencia natural, mientras que el Dios de la fe es el que se ha
revelado a los hombres en Jesucristo[2].
En el presente
trabajo, se verá implicado el tema de la idea de Dios en el teólogo alemán
Eckhart de Hochheim, sintetizando de manera razonable los postulados de este eminente
pensador cristiano, dejando claro que, al hablar de Eckhart se está hablando de
mística y escolástica; el Maestro Eckhart fue lo que anheló ser, un maestro de
vida, cuyas ideas tuvieron aceptación después de ser discutidas y condenadas.
Como veremos, el pensamiento del Maestro Eckhart tuvo su momento difícil, sin
embargo, hoy en día es considerado un aporte valiosísimo para la filosofía y la
teología.
Biografía del Maestro Eckhart: el autor estudiado nació en la ciudad de Hochheim
hacia 1260, pudo haber sido discípulo del san Alberto Magno. Falleció en
Colonia en 1327[3]. Perteneció a la Orden de
Predicadores, ingresando al Monasterio de Erfurt, recibió el título de Magister Sacrae Theologiae “Maestro en
Sagrada Teología” en 1302[4].
El Maestro Eckhart, después de estudiar en París dedicó su vida desempeñando
varios cargos como superior de la Orden Dominicana, con ello visitó numerosos
monasterios lo que le dio la oportunidad de destacarse en la predicación,
fundando así un nuevo movimiento místico[5].
El maestro Eckhart fue célebre por sus
enseñanzas en las universidades, además de esto su fama creció por la
predicación, ya que su cualidad en los sermones era una encantadora
naturalidad. Fue su cátedra un recinto verdaderamente escolástico, sin embrago,
se le ha querido representar como precursor del protestantismo y del moderno
panteísmo[6].
Obras del Maestro Eckhart y controversias: A
pesar de ser el iniciador del pensamiento filosófico alemán, y de haber incluido
este idioma como leguaje filosófico y teológico[7],
se dice que escribió la mayor parte de sus obras en latín[8].
De las obras de este autor escolástico sobresalen las siguientes: Reden der Unterweisung, Quaestiones
parisienses, Libros de las consolaciones divinas, Liber benedictus, Opus
tripartitum[9].Eckhart
y su doctrina fueron condenados dos años después de su muerte, en 1329, sin
embargo, la Iglesia reconoció el error de esta medida[10].
Más que por equivocaciones doctrinales, el Maestro Eckhart fue malinterpretado
a causa de las bruscas querellas teológicas entre dominicos y franciscanos, lo
que lo llevó en 1327 a comparecer ante el Arzobispo de Colonia que era de la
orden contrincante, todo concluyó con la condenación de 28 proposiciones por
parte del Papa Juan XXII[11],
aunque su ortodoxia fue defendida por uno de sus discípulos, Henry Suso[12].
Por esta condenación y por figurar este
autor al frente de los místicos alemanes se ha llegado a creer que la doctrina
católica estaba en pugna con el misticismo. Lo particular es que el misticismo
alemán en Eckhart fue esencialmente intelectualista, no hablando de unión por
amor sino por entendimiento[13].
La idea de Dios en el Maestro Eckhart: al
profundizar en el pensamiento sobre Dios de este teólogo conviene dejar claro
desde el principio que el Maestro Eckhart predica el desinterés y lo coloca por encima del amor, esto en relación a la
comunión con Dios y los hombres. Según Eckhart, una razón de ello es que aunque
«lo mejor del amor es que me fuerza a amar a Dios», es mejor para mí «mover a
Dios hacia mí que yo moverme hacia Él, pues mi bienaventuranza eterna consiste
en que yo y Dios seamos uno, y Él puede encajarse y unificarse mejor conmigo
que yo con él». En principio se está manifestando la prontitud que tiene Dios
para acercarse al ser humano, para encontrarlo. Otra razón es que «el amor me
obliga a sufrir por amor de Dios, en tanto que el desinterés me hace sensible
únicamente a Dios» (esto me lleva a «no poder recibir sino a Dios»)[14].
Todo
esto lleva a considerar al Maestro Eckhart como un místico, y, además, como un
místico para el cual la teología negativa es superior a la positiva, como se
verá más adelante[15].
Se
ha indicado que las fuentes de la teología negativa y mística del Maestro
Eckhart se hallan en la tradición neoplatónica y del Pseudo-Dionisio. Hay que
tener en cuenta, sin embargo, que el Maestro Eckhart, aún si lo consideramos
como un místico, no es simplemente un místico que traduce los términos de la
teología en términos de alguna "experiencia personal". El Maestro
Eckhart es asimismo teólogo, y no siempre su teología es "negativa".
Lo que sucede es que, como consta ya en sus diversas obras, la idea que el Maestro
Eckhart se hace de Dios es una idea en la que aunque hay igualdad entre el esse de Dios y su intelligere, lo que hubo en un principio era el intelligere (el "Logos", la "Palabra"),
por lo que el esse o el hecho de ser
un ens no es por sí mismo un predicado
suficiente. De ahí que, desde el punto de vista del "mero ser" (que
no es el "pleno ser" o el "ser en pureza), Dios aparezca como
algo que "no es"[16].
Pero
para el pensamiento eckhartiano Dios no es simplemente ser, porque es "más
que ser". Cierto que en el posterior Opus
tripartitum, el Maestro Eckhart declara que Dios es esse. Pero este esse es perfecta
y completa unidad, la cuales la unidad del intelligere.
Ahora bien, puesto que nada hay fuera de la perfecta unidad, puede concluirse que
nada hay fuera de Dios. Esta es, una de las tesis que han llevado a algunos
pensadores a considerar al Maestro Eckhart como un autor panteísta, por pensar
que todo está en Dios. Pero decir que "fuera de Dios no hay nada" es
como decir que "fuera de la Existencia nada existe", o, si se quiere,
que todo lo que existe se mide por su relación con la Existencia. Por otro
lado, no hay, según el Maestro Eckhart, nada tan distinto de Dios, el Creador,
como lo creado y las criaturas. Así, pues, parece que el Maestro Eckhart
subraya tanto la fusión como la separación[17].
Ahora
daremos un paseo por el pensamiento del Maestro Eckhart como teólogo, al
respecto él tiene varias consideraciones para la idea de Dios, la primera de
ellas es plantear a Dios como pensamiento puro, y es que en
la doctrina sobre Dios hace Eckhart siempre hincapié en que debemos antes decir
lo que no es Dios que lo que es, (esto explica la llamada teología negativa).
Por ello no quiere atribuir a Dios ni siquiera el concepto de ser. Para Eckhart
Dios es entendimiento y entender (intellectus
et intellegere). Con ello queda Dios bien definido como algo al margen de
toda la realidad creada. Sin embargo, se pensó en tiempos de Eckhart, y después
también, que con esa tesis se parecía quitar el ser a Dios. Pero, como la misma
historia lo manifiesta, ya Aristóteles definió así a Dios; y asimismo santo
Tomás de Aquino dice que, en Dios, entendimiento y esencia son idénticos; y, en
san Alberto Magno, Dios es el intellectus
universaliter agens y produce, en cuanto tal, la primera inteligencia[18].
La
segunda consideración del Maestro Eckhart es ver a Dios como plenitud de ser. Y es que Eckhart puede también decir que el ser es Dios: ese est Deus. Siendo esta la primera
tesis de su obra Prologus generalis. Con
esto quiere decir: Dios es el ser, o lo que es lo mismo, la plenitud del ser.
Todo ser emana de Él. «Dios todo lo ha hecho, no de forma que queden las cosas
fuera de Él, como hacen los artífices manuales, sino que lo llamó de la nada,
del no ser al ser, para que encontraran este ser, lo recibieran y lo tuvieran
en Él». Ahora entendemos en qué sentido es Dios la plenitud del ser[19].
Y
como tercera consideración, el Maestro Eckhart hace algunas disquisiciones
sobre la Existencia de Dios, donde salta
a la vista el platonismo cristiano del Maestro Eckhart cuando se pregunta si
Dios existe, a lo que su respuesta es en efecto: «El ser es el ser de Dios» (ese est essentia Dei sive Deus; igitur Deum
ese, verum aeternum est; igitur Deus est.). Así como las cosas blancas no son
blancas sin la blancura, así tampoco son las cosas que existen sin Dios. Sin Él
sería el ser una nada. En este sentido tampoco esto es panteísmo, sino la
aplicación de la idea de participación al mundo de la existencia. Por un lado
asegura Eckhart, apoyado en la teoría de las ideas, que las cosas sólo están en
Dios en su ser «esencial», es decir, ideal, ejemplar, y Dios a su vez en ellas;
y por otro lado nos dice ahora que también el ser espacial y temporal participa
de Dios; pues cuando habla de existencia ciertamente entiende este mundo[20].
Cosa
muy parecida a los planteamientos de Platón, cuando pretende explicar el mundo
de las ideas, donde está la esencia de las cosas, cuyas imágenes e imitaciones
están en la tierra, es decir, en este mundo.
Nicolás
de Cusa será partidario del pensamiento del Maestro Eckhart, es por ello que
ellos dos verán en Cristo una vía más intuitiva para nuestro mejor «yo», ya que
Cristo es la palabra encarnada. En todo esto, Eckhart considera que si el alma
humana fuera solo eso, no sería creada. Pero, por participar el alma de Dios,
hay algo divino en ella, pensamiento paralelo al de Clemente de Alejandría, pero
por participar sólo y no ser por tanto totalmente divina, se da en ella lo
creado. Es el punto donde el hombre es un medio entre dos mundos, se conoce
como perteneciendo a lo divino con auténtica participación[21].
P.A
García
[1] Daniélou, J. (2003). Dios y
nosotros. Madrid España. Ediciones Cristiandad. (p. 215).
[2] Lobo, G. (2003). Dios uno y
Trino. Caracas Venezuela. Ediciones RIALP. (p. 16).
[3] Enciclopedia Universal Ilustrada
(1924). Tomo XVIII (Parte II). Madrid España. Espasa Calpe. (p. 2769).
[4] Ferrater. J. (1990). Diccionario
de Filosofía. Tomo II. Barcelona España. Alianza Editorial. (p. 885).
[5] Hirschberger, J. (1977).
Historia de la Filosofía. Tomo I. Barcelona España. Editorial Herder. (p. 432).
[6] Enciclopedia Universal Ilustrada
(1924). Tomo XVIII (Parte II). Madrid España. Espasa Calpe. (p. 2770).
[7] Ferrater. J. (1990). Diccionario
de Filosofía. Tomo II. Barcelona España. Alianza Editorial. (p. 886).
[8] Hirschberger, J. (1977).
Historia de la Filosofía. Tomo I. Barcelona España. Editorial Herder. (p. 432).
[9] Ibídem (p.p 432-433).
[10] Ibídem (p. 432).
[11] Ferrater. J. (1990). Diccionario
de Filosofía. Tomo II. Barcelona España. Alianza Editorial. (p.p 885 - 886).
[12] Copleston, F. (). Historia de la
Filosofía. Tomo III.
[13] Enciclopedia Universal Ilustrada
(1924). Tomo XVIII (Parte II). Madrid España. Espasa Calpe. (p. 2770).
[14] Ferrater, J. (1990). Diccionario
de Filosofía. Tomo II. Barcelona España. Alianza Editorial. (p. 886).
[15] Ibídem (p.886).
[16] Ferrater, J. (1990). Diccionario
de Filosofía. Tomo II. Barcelona España. Alianza Editorial. (p. 886).
[18] Hirschberger, J. (1977). Historia
de la Filosofía. Tomo I. Barcelona España. Editorial Herder. (p. 438).
[20] Ibídem (pp. 439-440).
[21] Hirschberger, J. (1977). Historia
de la Filosofía. Tomo I. Barcelona España. Editorial Herder. (pp. 441-442).