lunes, 12 de febrero de 2018

Exégesis bíblica de Lucas (1, 26-38) haciendo uso del Método Teológico.

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

Lucas 1, 26-38:
26 Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» 29 Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. 30 El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; 31 vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. 32 El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; 33 reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» 34 María respondió al ángel: « ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» 35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. 36 Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, 37 porque ninguna cosa es imposible para Dios.» 38 Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue.
         Datos biográficos de san Lucas Evangelista

Lucas es para la Tradición católica el indudable autor del tercer Evangelio, mejor conocido como “según san Lucas”, este personaje es reconocido por la mayoría de los historiadores como el “médico querido” del apóstol san Pablo (Col 4,14; Flm 24)[1]. En principio Lucas no era un apóstol testigo presencial de la vida terrenal de Jesús, por ello es difícil explicar cómo el nombre de Lucas fue unido posteriormente a este evangelio, sin embargo, como ya se ha mencionado, la Tradición de la Iglesia así lo dará por entendido, además de predicar que este evangelista era soltero, trabajó en Acaya (Grecia) y murió a los ochenta y cuatro años. El catolicismo celebra su fiesta litúrgica el 18 de octubre[2]. Finalmente es necesario acotar que tanto el evangelio según san Lucas como los Hechos de los Apóstoles eran dos partes de una misma obra compuesta probablemente en Grecia, donde Lucas conservó el testimonio de la comunidad primitiva, en la que se encontraba la Santísima Virgen María, y de donde obtuvo los relatos de la infancia de Jesús[3].

         Contexto histórico del evangelio según san Lucas: Esta obra literaria lucana es ubicada en la segunda generación de los cristianos, cuando éstos se expanden y se asientan inmersos en el mundo dominado por Roma, por ello es objetivo de Lucas presentar el ideal Cristiano como apto e inofensivo para la sociedad romana, especialmente como una práctica religiosa que cambie la violencia de las armas y guerras por la fuerza del Espíritu que convirtió a muchos hombres a Jesús de Nazaret[4]. Lucas cuando escribe se apertura al mundo helenista y a la realidad política del Imperio, con una actitud nueva respecto de la espera escatológica, ubicándose fuera de Palestina vive en un mundo cultural y religioso muy alejado del judaísmo de la época de Jesús, y, sin embargo, este escritor sagrado se siente en continuidad con la herencia del Antiguo Testamento[5].

         Para explicar las peculiares características de los primeros capítulos de Lucas, donde se ubica el texto a analizar, algunos exégetas has sugerido que para la redacción de estos dos capítulos Lucas pudo usar una o varias fuentes escritas. Algunos han emitido la hipótesis de un documento pre-lucano o de documentos escritos en griego, lo que explicaría la diferencia de estilo respecto del resto de la obra; otros han razonado que la fraseología tan claramente semítica es prueba de que Lucas incorporó en este lugar una narración de la infancia de Jesús que habría sido traducida de un texto, o diversos textos, escritos originalmente en hebreo o arameo[6].

         Análisis del texto lucano

El texto a analizar, (Lucas 1, 26-38), es titulado como el “anuncio del nacimiento de Jesús”, el cual se ubica en un pequeño lugar de Galilea, fuera de las grandes instituciones religiosas de Israel. Lucas se esfuerza por narrar un origen nada común para el gran personaje de su obra, Jesús, que es descrito, sin embargo, con los rasgos del Mesías del Antiguo Testamento (Is 7, 14; 9,6; 2Sm 7, 14-16) y como Hijo de Dios, o su equivalente Hijo del Altísimo, un título con el que Lucas quiere describir la relación misteriosa que le une al Padre. Pero en este relato no se queda en lo ficticio y extraordinario; todo lo contrario: en primer lugar, para él es muy importante establecer unas coordenadas histórico-temporales: ya había dicho que se trataba del tiempo del rey Herodes y que lo que ahora viene sucedió a los seis meses de la concepción de Isabel; y una coordenada espacial: Nazaret, no el lugar más importante, sino la periferia.

Lucas estructura su evangelio de la infancia en torno a la figura de María, quien es presentada como la prometida de José. Pero esta promesa, o esponsales, era considerada por la ley de Israel como un contrato solemne. Sin embargo la pareja no vivía bajo el mismo techo hasta que se realizaba la boda, según la costumbre, un año después de los esponsales, lo cual explica la pregunta de María en (Lc 1, 34). A pesar de la importancia de María en el evangelio de la infancia de Lucas, es José el que entronca a Jesús con la familia de David (Lc 1, 27), cumpliéndose así el propósito general de la esperanza mesiánica: un descendiente de David sería el Mesías de Israel. Y aunque María no pide ningún signo, como hizo Zacarías (Lc 1, 18), se le da una garantía de la autenticidad del mensaje: su parienta Isabel, que era estéril, va a dar a luz un hijo. Las palabras del ángel concluyen con el mismo mensaje que recibieron Abrahán y Sara cuando dudaron de la noticia del nacimiento de su hijo (Lc 1,37; ver Gn 18,14). Todo es obra del Espíritu a quien Lucas mismo describe, mediante la ley de paralelismo, como el poder o la fuerza de Dios (Lc 1,35). Nos encontramos aquí con un tema que se remonta al Antiguo Testamento. El Espíritu de Dios ya estaba presente con su fuerza en (Gn 1,2) para realizar la gran obra de la creación. Aquí, ese mismo poder, se hace de nuevo presente en el momento en el que María, con su obediencia a la palabra de Dios, se nos presenta como prototipo ideal del creyente[7].

En este relato hay dos protagonistas, María y la Palabra. María es símbolo de una porción de la humanidad que a pesar de las situaciones históricas de marginación, rechazo y abandono por parte de la oficialidad socio-religiosa, confía, espera y está abierta al querer divino. La Palabra, Dios, que se pronuncia pero no en el centro donde todo parece que está dicho y decidido, porque viéndolo bien, Dios mismo ve que allí no hay cabida para él.

En la anunciación, se ve como la representación de este acontecimiento se inspira en varios pasajes del Antiguo Testamento, en particular en la aparición del ángel a Gedeón, (Jc 6, 11-24) y con el anuncio del nacimiento de Sansón, (Jc 13, 2-7). La dignidad del niño que nacerá se evoca con alusiones a las promesas del Antiguo Testamento, sobre todo las hechas a David y a su linaje. En Lucas 1, 28 está el alégrate, que es la llamada al júbilo mesiánico, eco de la llamada de los profetas a la Hija de Sión, y como ésta, motivada por la venida de Dios entre su pueblo[8].

María fue visitada por un ángel, y estos son los mensajeros, seres sobrenaturales que rodean el trono de Dios y que comparten el gozo de Dios. Los ángeles son seres celestiales y su labor consiste en servir a Dios. En el cielo adoran a Dios y en la tierra actúan como mensajeros de Dios, para transmitir su Palabra a la humanidad. Los ángeles ayudan también a las personas[9].

P.A
García



[1] SCHöKEL, Luis Alfonso., La biblia de nuestro pueblo. Nuevo testamento, Ediciones Mensajero. Bilbao, España 2011, p. 158.  
[2] JERÓNIMO, san., Comentario bíblico, san Jerónimo, Tomo III, Nuevo Testamento I. Ediciones Cristiandad. Madrid, España 1971, p.p. 296-297.
[3] Sociedad Bíblica Católica Internacional., La biblia latinoamericana, Editorial Verbo Divino. Publicación San Pablo, Madrid, España 2005, p. 106.
[4] SCHöKEL, Luis Alfonso., op. cit. p. 157.
[5] GUIJARRO, Santiago., [et. al.] Comentario al Nuevo Testamento, Editorial Verbo Divino. Madrid, España 2002, p. 187.
[6] MCHUGH, Jhon., La madre de Jesús en el Nuevo Testamento, Editorial Desclée de Brouwer. Bilbao, España 1979, p. 52.
[7] GUIJARRO, Santiago., [et. al.] op. cit. p. 194.
[8] UBIETA, José Ángel., Biblia de Jerusalén nueva edición totalmente revisada, Editorial Desclée de Brouwer, Bilbao, España 2009, p. 1492
[9] RUIZ-GARRIDO, Constantino., Diccionario bíblico abreviado, Editorial Verbo Divino, Madrid, España 1995, p. 25.

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