sábado, 22 de febrero de 2020

Juan de Dios Peña Rojas cuenta cómo fue su llamado al episcopado

JUAN DE DIOS
Mons. Juan de Dios Peña Rojas

Los obispos son sucesores de los Apóstoles del Señor. Están llamados a una entrega más exigente por el pastoreo del Pueblo de Dios. El episcopado es el primer grado del Orden Sacerdotal, y es el último en recibirse, después del Diaconado y del Presbiterado. Existe una errónea concepción del carácter sacramental del Episcopado, pues se piensa que es una consagración, pero no es así, por consiguiente no podemos hablar de “consagración episcopal” sino más bien de “ordenación episcopal”.

Mons. Juan de Dios Peña Rojas es el actual Obispo de la Diócesis de El Vigía – San Carlos del Zulia, él nos comenta, a continuación, detalles sobre su llamado al episcopado. Sus palabras son transcritas a continuación, con algunos arreglos personales, para lograr una óptima narración.

Mons. Juan de Dios comenta: Recibí una llamada del Sr. Nuncio Apostólico en Venezuela Mons. Aldo Giordano mientras regresábamos de unas ordenaciones en Machiques. Lo primero que hizo, después de saludarme afectuosamente, fue preguntarme por el Seminario San Buenaventura de Mérida, institución de la cual yo era Rector, cosa que me preocupó un poco, pues meses anteriores habíamos tenido una Visita Apostólica, es decir, una supervisión, y me imaginé que tenía alguna observación para nosotros en Mérida. Serenamente le expresé la situación normal del Seminario, y después de esto, una vez que había logrado envolver mi mente en el tema del Seminario, dijo que me llamaba para comunicarme que el Papa Francisco me había elegido Obispo de la Diócesis de El Vigía – San Carlos del Zulia. Era una coincidencia que en ese preciso momento nos encontráramos en los límites de la Diócesis, por lo que el Sr. Nuncio precisó que así eran las cosas de Dios.

Después de comunicarme tan impactante noticia, de la cual yo quedé frío, el Nuncio dijo que me daba un día para pensarlo, y que solamente podía consultarlo con mi Obispo, Mons. Porras y con mi director espiritual. Al día siguiente debía llamarlo para darle una respuesta. Me despidió deseándome una noche tranquila, a pesar de semejante noticia. Yo nunca pensé ir a El Vigía y mucho menos de Obispo.

Esa noche, iba de regreso al Seminario, pero no llegué a Mérida, pues pernocté en Lagunillas, en la casa de retiros de las Hermanas Dominicas de Santa Rosa de Lima, y no pude dormir nada, no por la noticia, sino porque cerca de aquel lugar está la laguna de Urao y algunos acostumbran a festejar en sus inmediaciones con música en alto volumen. Los vallenatos de aquella noche no me dejaron dormir.

Al día siguiente, con la pesadumbre de no haber descansado nada, me fui a hablar con Mons. Porras. Al expresarle la decisión del Santo Padre, él me recordó que nosotros estamos formados para la obediencia, y que aun pudiendo decir que no, teníamos que ver en esa decisión del Papa Francisco la voluntad de Dios.

Yo no quise molestar al Nuncio ese mismo día, que era domingo, por lo que pensé en devolverle la llamada al día siguiente, sin embargo, noté en mi teléfono una llamada perdida de un número capitalino y efectivamente era el Nuncio, que no esperó mi llamada y decidió él mismo volver a contactarme para saber mi respuesta. Cuando le dije que sí, me pidió que hiciera una carta escrita a mano, para enviarla personalmente al Papa y éste supiera mi respuesta.

No tenía a la mano papel bond, por lo que pedí a uno de los sacerdotes formadores dos hojas blancas, no le dije para qué las quería, gracias a Dios y me dio como veinte hojas, pues dañé más de la mitad, no porque estuviera nervioso, sino porque uno pierde la costumbre de escribir a mano, puesto que ahora todo es computarizado. Me equivoqué varias veces, y empezaba de nuevo, hasta que por fin logré hacer la carta y fue enviada de inmediato al Santo Padre.

Todo esto ocurrió el 14 de marzo de 2015, mi nombramiento se hizo público el 17 de abril del mismo año. El 16 de marzo se le hizo la consulta de rigor al Estado venezolano, y justo al mes se hizo público el nombramiento por parte de la Santa Sede. En Venezuela, para ser elegido obispo, es necesario ser venezolano, además de hacer una consulta al Estado, con la espera de 30 días por la respuesta.

P.A
García

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