La letanía de los santos que más amaron a los pobres
El Santo Padre León XIV en su primer documento pontificio de
carácter magisterial, -su exhortación apostólica Dilexi te- propone y
desarrolla una lista de santos y santas que se han caracterizado por un amor
especial a los pobres, y a través de los pobres al mismo Señor. Estos
cristianos lograron la santidad por su entrega, reconocimiento y servicio de
Cristo en los más desfavorecidos del mundo. A ellos, pues, podemos rogar para
tener nosotros sus mismos sentimientos y dedicarnos al hacer el bien siempre y en
todo lugar a los más pequeños, los desposeídos, los maginados y desamparados.
La lista la conforman un total de cuarenta santos
mencionados por el Papa, que ahora presento ordenados cronológicamente, desde
los primeros siglos del cristianismo hasta la época contemporánea. Cada uno de
ellos, a su modo, encarnó el Evangelio del amor y del servicio, siendo
testimonio vivo de la caridad que nace del encuentro con Cristo.
Y al
final, me tomo la libertad de agregar un último santo, canonizado
recientemente, cuyo ejemplo en el ejercicio de su profesión destaca por la
caridad y la entrega a los pobres, signo luminoso de que la santidad sigue
floreciendo en nuestros días desde el trabajo ordinario.
1.
San Pablo,
que siempre se acordó de los pobres en su ministerio (Ga 2,10). (Dilexi te, n° 33).
2. San
Ignacio de Antioquía, que camino del martirio, exhortaba a los fieles
de la comunidad de Esmirna a no descuidar el deber de la caridad para con los
más necesitados. (Dilexi te, n° 39).
3. San
Justino Mártir, destacó que en el centro de la liturgia cristiana
no se puede separar el culto a Dios de la atención a los pobres. (Dilexi te, n°
40).
4. San
Cipriano de Cartago, que durante una peste en la esta ciudad recordó a
los cristianos la importancia del cuidado de los infectados. (Dilexi te, n° 49).
5. San
Lorenzo, diácono, que mostró a los pobres a las
autoridades romanas, diciendo: “Estos son los tesoros de la Iglesia”. (Dilexi
te, n° 38).
6. San
Basilio Magno, que no vio contradicción entre la vida de oración
y recogimiento de los monjes y la acción en favor de los pobres. (Dilexi te, n°
53).
7. San
Gregorio Nacianceno, que, refiriéndose a la atención a los pobres,
invitó a sus contemporáneos con etas palabras: “visitemos a Cristo, curemos a
Cristo, alimentemos a Cristo, vistamos a Cristo, hospedemos a Cristo, honremos
a Cristo…”. (Dilexi te, n° 118).
8. San
Juan Crisóstomo, que expresó “La limosna es el ala de la oración;
si no le das alas a la oración, no volará”. (Dilexi te, n° 118).
9. San
Ambrosio de Milán, que manifestó “Lo que das al pobre no es tuyo, es
suyo. Porque te has apropiado de lo que fue dado para uso común.” (Dilexi te,
n° 43).
10.
San Agustín de Hipona,
que vio en el pobre no sólo a alguien a quien se ayuda, sino la presencia sacramental
del Señor. (Dilexi te, n° 44).
11.
San Benito de Nursia,
que apuntó en su Regla monástica “Mostrad sobre todo un cuidado solícito en la
recepción de los pobres y los peregrinos, porque sobre todo en ellos se recibe
a Cristo”. (Dilexi te, n° 55).
12.
San Gregorio Magno,
que amonestó a sus fieles, diciendo: “Todos los días, si lo buscamos, hallamos
a Lázaro, y, aunque no lo busquemos, le tenemos a la vista. Ved que a todas
horas se presentan los pobres y que ahora nos piden ellos, que luego vendrán
como intercesores nuestros…”. (Dilexi te, n° 108)
13.
San Bernardo de Claraval,
que “reclamó con decisión la necesidad de una vida sobria y moderada, tanto en
la mesa como en la indumentaria y en los edificios monásticos, recomendando la
sustentación y la solicitud por los pobres.” (Dilexi te, n° 58).
14.
San Juan de Mata,
fundador junto con san Félix de Valois de la Orden de la Santísima Trinidad,
Redención de Cautivos (trinitarios), con el carisma específico de liberar a los
cristianos esclavizados. (Dilexi te, n° 60).
15.
San Félix de Valois,
que junto con san Juan de Mata vivió el lema “Gloria Tibi Trinitas et
captivis libertas (Gloria a Ti, Trinidad, y a los cautivos libertad)”.
(Dilexi te, n° ).
16.
San Francisco de Asís,
que tomó la pobreza como esposa, e imitó a Cristo pobre, desnudo y crucificado.
(Dilexi te, n° 64).
17.
Santa Clara de Asís,
fundadora de la Orden de las Damas Pobres (clarisas), que con su “vida orante y
oculta fue un grito contra la mundanidad y una defensa silenciosa de los pobres
y olvidados.” (Dilexi te, n° 65).
18.
Santo Domingo de Guzmán,
fundador de la Orden de Predicadores, que junto a sus hermanos vivió entre los
pobres y aprendió la verdad del Evangelio “desde abajo”, como discípulos del
Cristo humillado. (Dilexi te, n° 66).
19.
San Pedro Nolasco,
que con el apoyo de san Raimundo de Peñafort fundaron la Orden de la
Bienaventurada Virgen María de la Merced (mercedarios), para ofrecer su propia
vida a cambio de los esclavos. (Dilexi te, n° 60).
20.
San Raimundo de Peñafort,
que, con los mercedarios de san Pedro Nolasco, añadió un cuarto voto a la
pobreza, castidad y obediencia, el de Redención, por el que prometen “dar la
vida como Cristo la dio por nosotros, si fuere necesario, para salvar a los
cristianos que se encuentran en extremo peligro de perder su fe, en las nuevas
formas de cautividad.” (Dilexi te, n° 60).
21.
San Juan de Dios,
que fundó la Orden Hospitalaria, creando hospitales modelo que acogían a todos,
independientemente de su condición social o económica, y viviendo el lema
“¡Haced el bien, hermanos!”. (Dilexi te, n° 50).
22.
San Camilo de Lelis,
fundador de la Orden de los Ministros de los Enfermos (los camilos), dedicándose
a “servir a todos los enfermos con el mismo afecto que una madre amorosa suele
asistir a su único hijo enfermo.” (Dilexi te, n° 50).
23.
San José de Calasanz,
fundador de la Orden de Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las
Escuelas Pías (escolapios), con la que educó a los jóvenes pobres de Roma en la
ciencia profana y la sabiduría del Evangelio. (Dilexi te, n° 69).
24.
San Vicente de Paúl, fundador junto con santa Luisa de Marillac de las Hijas
de la Caridad, congregación femenina de especialísima atención a los más
necesitados. (Dilexi te, n° 51).
25.
Santa Luisa de Marillac,
que recordó a sus hermanas de congregación que habían “recibido una bendición
especial de Dios para servir a los pobres enfermos en los hospitales.” (Dilexi
te, n° 51).
26.
San Juan Bautista de La Salle,
que fundó a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, para ofrecer educación
gratuita, sólida formación y ambiente fraternal a los hijos de los obreros y
campesinos. (Dilexi te, n° 69).
27.
San Benito Menni,
fundador de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. (Dilexi
te, n° 79).
28.
San Marcelino Champagnat,
fundó el Instituto de los Hermanos Maristas de las Escuelas, para dedicarse “de
lleno, en una época en la que el acceso a la educación era todavía privilegio
de unos pocos, a la misión de educar y evangelizar a los niños y jóvenes, sobre
todo a los más necesitados”. (Dilexi te, n° 70).
29.
San Juan Bosco,
fundó la Pía Sociedad de San Francisco de Sales (salesianos), obra basada en
los tres principios del “sistema preventivo”: razón, religión y amor, para
educar a los jóvenes más marginados. (Dilexi te, n° 70).
30.
San Juan Bautista Scalabrini,
“obispo de Piacenza, fundó los Misioneros de San Carlos para acompañar a los
migrantes en sus comunidades de destino, ofreciéndoles asistencia espiritual,
jurídica y material.” (Dilexi te, n° 74).
31.
Santa Francisca Javier Cabrini,
patrona de todos los migrantes, construyó en Estados Unidos “escuelas,
hospitales y orfanatos para multitud de desheredados que se aventuraban a
buscar trabajo en el nuevo mundo.” (Dilexi te, n° 74).
32.
Santa Katharine Drexel,
estadounidense, fundó las Hermanas del Santísimo Sacramento, para atender a los
grupos más desfavorecidos de Norteamérica (Dilexi te, n° 79).
33.
San Carlos de Foucauld,
apóstol de los pobres del Sahara, (Dilexi te, n° 79).
34.
Beato Antonio Rosmini,
fundó el Instituto de la Caridad, en “el que la ´caridad intelectual´ junto con
la ´material´ y, en la cúspide, la ´espiritual-pastoral´ se presentaba como una
dimensión indispensable para cualquier acción caritativa que mirase al bien y
al desarrollo integral de la persona.” (Dilexi te, n° 70).
35.
San Juan XXIII,
pionero de la opción por los pobres, cuando dijo, al iniciar el Concilio
Vaticano II: “La Iglesia se presenta como es y como quiere ser, como Iglesia de
todos, en particular como la Iglesia de los pobres.” (Dilexi te, n° 84).
36.
San Pablo VI,
abogado de los pueblos pobres, que en su encíclica Populorum progressio,
expresó que nadie puede considerarse autorizado a “reservarse en uso exclusivo
lo que supera a la propia necesidad cuando a los demás les falta lo necesario” (Dilexi
te, n° 86).
37.
San Óscar Romero,
arzobispo de San Salvador, que fue martirizado porque “sintió como propio el
drama de la gran mayoría de sus fieles y los hizo el centro de su opción
pastoral.” (Dilexi te, n° 89).
38.
San Juan Pablo II,
gran pontífice de nuestros tiempos que nos recordó que “en la persona de los
pobres hay una presencia especial [de Cristo], que impone a la Iglesia una
opción preferencial por ellos.” (Dilexi te, n° 79).
39.
Santa Teresa de Calcuta,
fundadora de las Misioneras de la Caridad e icono universal de la caridad
vivida hasta el extremo en favor de los más indigentes y descartados por la
sociedad. (Dilexi te, n° 77).
40.
Santa Dulce de los Pobres,
el ángel bueno de Bahía (Brasil), fundó una de las mayores obras sociales del
país, atendiendo a miles de personas al día, sin perder nunca su dulzura,
haciéndose pobre con los pobres por amor al sumamente Pobre. (Dilexi te, n° 78).
41.
San José Gregorio Hernández
Cisneros.
Este último (que yo agrego a estas letanías), san
José Gregorio Hernández, canonizado el 19 de octubre de este año por el papa
León XIV, es el primer santo venezolano, conocido con cariño como el Médico de
los pobres. En el ejercicio de la medicina se distinguió por su profunda bondad
y generoso desprendimiento. Era costumbre suya regalar las medicinas a los
enfermos más necesitados y, en no pocas ocasiones, en lugar de recibir una
remuneración, él mismo ofrecía ayuda económica a sus pacientes.
De él se recuerda una frase que expresa con
sencillez su grandeza de alma: “La mayoría de estas personas no tienen
recursos; no les voy a negar la consulta ni hacerles pasar la pena de decirme
que no tienen dinero. Dios ayudará”.
San José Gregorio Hernández es, así, un testimonio
luminoso de la caridad cristiana vivida en el ejercicio profesional, un modelo
de servicio desinteresado y de amor concreto hacia los más pobres y enfermos.
El papa Francisco[1]
destacó que san José Gregorio Hernández fue un hombre humilde, amable y siempre
dispuesto a servir, movido por un profundo deseo de vivir para Dios y para los
demás. Su fragilidad física no lo encerró en sí mismo, sino que lo hizo más
compasivo y atento al sufrimiento ajeno. Confiando siempre en la providencia,
José Gregorio orientó su vida a lo esencial, entendiendo que su vocación médica
era una forma concreta de cumplir la voluntad de Dios, al curar a los enfermos,
consolar a los pobres y dar testimonio de fe con su ejemplo más que con
palabras. De este modo, asumió su profesión como un auténtico “sacerdocio del
dolor humano”, expresión viva de su celo apostólico y caridad cristiana.
La pobreza que caracterizó su vida se transformó en
una inmensa riqueza espiritual que atrajo a muchos hacia Dios. Su proceso de
beatificación y canonización fue uno de los más anhelados por el pueblo
venezolano: durante décadas se elevaron oraciones y se buscó con perseverancia
el milagro que lo llevara a los altares. Finalmente, se comprobó un hecho
extraordinario atribuido a la intercesión del “médico de los pobres”.
Para su canonización, el camino fue distinto. El
papa Francisco dispensó la exigencia de un segundo milagro, considerando que el
santo gozaba ya de una profunda y extendida fama de santidad. Además, en el
proceso se registraron más de tres millones de testimonios de personas que
afirmaron haber recibido favores por su intercesión. Todo ello confirma que,
verdaderamente, el Señor enaltece a los humildes.
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