SACERDOTE EJEMPLAR
Querido
padre Eusebio:
De parte
de los seminaristas de la Arquidiócesis de Ayacucho, quiero hacerle extensivo
nuestro agradecimiento por estos años en los que ha servido en este Seminario
San Pío X de Huancayo. Usted conoce a algunos de nuestros hermanos desde hace
años; a otros nos ha recibido recientemente, pero todos, sin duda alguna, le
guardamos el mismo cariño y el mismo respeto. Por supuesto, nos entristece que
tenga que irse, pero sabemos que asumirá la nueva misión que le encarga la
Hermandad de Operarios Diocesanos con la alegría y el optimismo que lo
caracterizan, y que es precisamente lo que nos ha enseñado en nuestras clases,
en las Eucaristías y, por supuesto, en la dirección espiritual. Nos ha enseñado
a ser obedientes y a ver la voluntad de Dios en las decisiones de los
superiores.
Llega
entonces el momento de despedirlo. Queremos decirle que lo recordaremos siempre
con mucho cariño. Esperamos mantener el contacto vía telefónica, como usted
mismo lo ha sugerido, para cualquier consulta o necesidad que tengamos. Sabemos
que en usted encontraremos ese consejo oportuno y esa voz de sacerdote y de
anciano que nos ilumina y nos enseña lo que debemos hacer, porque usted ya ha
vivido y tiene una experiencia profunda, sobre todo en este campo de la
formación sacerdotal.
Padre
Eusebio, muchísimas gracias por su presencia, por su testimonio, por su
perseverancia. Cuando orábamos por su salud, lo hacíamos con mucha fe, y cuando
lo vimos regresar de España, luego de su operación y de su recuperación, nos
dimos cuenta de dos cosas: en primer lugar, que la oración tiene poder, y en
segundo lugar, que en usted había ese ánimo y entusiasmo por seguir
acompañándonos, por concluir su tarea con nosotros en este seminario. Eso se
agradece; es un gran testimonio y lo vemos como un ejemplo a seguir.
Ahora,
la nueva comunidad que lo recibirá —en cualquier parte del mundo donde esté— de
seguro sabrá reconocer lo que nosotros hemos tenido: un sacerdote valioso,
importante, que tiene muchísimo que aportar a la formación de los jóvenes
seminaristas y futuros sacerdotes.
Gracias,
padre Eusebio. Gracias a la Hermandad de Operarios Diocesanos por permitirnos
compartir con sacerdotes como usted, a quien siempre recordaremos con mucho
cariño. Esperamos que tenga un trabajo muy fructífero en su nueva misión.

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