Comentarios de Camino (191)
San Josemaría Escrivá de Balaguer, autor de Camino y fundador de la Obra de Dios |
Camino 191:
Véncete
cada día desde el primer momento, levantándote en punto, a hora fija, sin
conceder ni un minuto a la pereza. Si, con la ayuda de Dios, te vences, tendrás
mucho adelantado para el resto de la jornada. ¡Desmoraliza tanto sentirse
vencido en la primera escaramuza!
La
exigencia, es propia de un alma enamorada, pues a través de una vida llena de
pequeñas mortificaciones, se va formando la conciencia para hacer de lo más insignificante,
un acto realizado con y por amor al Amor de los amores, Jesucristo el Señor.
Meditemos
cómo en medio de nuestra propia experiencia, como nos lo ejemplifica san
Josemaría, la hora de levantarse por las mañanas ha de ser momento privilegiado
para decirle un sí radical y definitivo a la voluntad de Dios, que abre
nuestros ojos a un nuevo día, a una nueva oportunidad para ser mejores que ayer.
El
descanso nocturno debe ser, para nosotros los cristianos, el momento para
recobrar las fuerzas desgastadas por el apostolado realizado en el día, que nos
mantiene siempre en movimiento. Un buen día siempre comienza con una buena
noche, es por eso que es sagrado el momento de descanso, pues el mismo Dios,
descansó después de haber creado al mundo.
Es
muy loable la acción de gracias al Padre justo después de levantarnos,
fomentemos jaculatorias que expresen nuestra gratitud a Dios por el nuevo día. ¡Gracias
Señor por este día que comienza!
En
este punto de Camino, podemos ver
reflejado el ritmo de vida de los santos, quienes desde el primer momento del
día rechazaban el pecado; bien conocemos que la pereza es la madre de todos los
vicios, aparte de ser un pecado capital.
Le
decimos no a la pereza cuando al sonar el despertador, nos levantamos de
inmediato para dar gracias a Dios, para decirle “Señor hoy serviré” y para iniciar con mucho entusiasmo las
actividades del nuevo día.
Querido
lector, el alma domina al cuerpo, la voluntad está por encima de los deseos cómodos
del cuerpo, solo necesitamos estar enamorados de un ideal, de una persona, de
Jesucristo, para hacer esos pequeños actos de amor.
Que
veamos el momento de levantarnos como el milagro de la curación de la suegra de
Pedro, quien al ser sanada por Jesús de sus males, se puso de inmediato a servirles.
Señor
nuestro, danos la gracia de responderte siempre con amor, desde el primer
instante en que nos llamas a amarte y a servirte en los hermanos. Amén
P.A
García