SICUT COLUMBA SUPER IPSUM
Todas
las tardes asisto con regularidad a la Santa Misa de 6:00 p.m. que normalmente
preside Mons. Salvador Piñeiro García-Calderón, Arzobispo Metropolitano de
Ayacucho, en su imponente Iglesia Catedral de Nuestra Señora de Las Nieves, en
esta ciudad serrana. Asistir a una Misa con monseñor Salvador presidiendo es
una experiencia espiritual siempre nueva y fortaleciente para todo aquel que
vaya con deseo de encontrar a Jesús en el milagro de la Eucaristía.
Monseñor
Salvador tiene una manera muy hermosa de celebrar la Santa Misa. Siempre
concentrado en lo que hace, pausado, reflexivo, espiritual y sobre todo devoto
y cuidadoso de la sagrada liturgia, dando la mayor importancia a la Eucaristía,
haciendo de su celebración un auténtico acto cristocéntrico.
Sus
homilías diarias suelen ser muy cortas, pero con contenido evangélico, siempre
dejando un punto de meditación y acción de gracias a Dios por la Palabra suya
escuchada solemnemente. Siempre respeta un silencio propicio luego de predicar,
momento que aprovecha para ir hasta su Sede y sentarse unos instantes, dando
tiempo a la asamblea reunida para que las palabras de su homilía hagan eco y
queden impregnadas en las almas, momento de meditación y silencio agradable
para que, una vez se deje de escuchar la voz del pastor, hable en nosotros el
Pastor de pastores, Jesucristo nuestro hermano y Señor.
Monseñor
Salvador acostumbra hacer las preces de manera espontánea, manteniendo
fidelidad con el orden de las mismas, pidiendo siempre en primer lugar por el
Santo Padre, el Papa, sus intenciones de pastor universal, la Iglesia, los
presentes y finalmente algunas peticiones particulares, dependiendo de la fecha
o intención de la Misa que celebra, en la que siempre menciona al difunto
encomendado por sus familiares presentes.
Hoy,
sábado 6 de agosto de 2022, ocurrió un hecho maravilloso que pudimos presenciar
en primera persona los que estuvimos allí presentes, y fue que, en el momento
de las peticiones, monseñor Salvador pidió a todos que oráramos por él,
especialmente en este día en que recordaba su XI aniversario de nombramiento
como arzobispo de Ayacucho, por disposición del Santo Padre Benedicto XVI, y
mientras decía estas palabras, justamente del retablo principal que se
encontraba a sus espaldas, salió volando suavemente una paloma, que se posó en
su cabeza, sobre su solideo, deteniéndose allí escasamente algunos segundos,
hasta que fue removida por un sereno gesto con la mano que le hizo el mismo
obispo.
En la
catedral se sintió un murmullo de admiración, los que estábamos allí quedamos
asombrados, pues era una hermosa coincidencia que justo a las palabras de
petición de oración, una paloma, que es un ave muy simbólico en el ámbito
bíblico, se haya posado sobre la cabeza de aquel que es la cabeza visible de la
Iglesia Católica ayacuchana.
El
gesto de Monseñor también llamó mucho la atención, pues cualquier otro hubiese
reaccionado con mayor perturbación, al sentir un ave en la cabeza, pero él no,
sereno, sencillo y humilde, llevó su mano derecha a la cabeza para despedir a
la inocente paloma que se había reposado en su solideo. La espiritualidad que
vive Monseñor Salvador le hace ser un hombre de Dios que transmite paz, lo que
predica incansablemente.
El
hecho que les narro aquí quedó grabado para la posteridad gracias a la
transmisión en vivo que hace la página de Facebook de la Basílica Catedral, de
ahí puedo dejarles las palabras textuales con las que monseñor Salvador pidió
oración: "Yo les pido también una oración por mí. Hace once años, un día
como hoy, el papa Benedicto me encargó la Iglesia de Ayacucho. Roguemos al
Señor." Puedes ver el vídeo aquí: https://youtube.com/shorts/isp-vqClTs0?feature=share
Otra
cuestión que sumó extrañeza al evento fue que la paloma, una vez despedida de
la cabeza del obispo, se posó en el piso de la catedral y no alzó más el vuelo,
por el contrario, estuvo dando vueltas "caminando" por el altar y
otros sectores del presbiterio de la catedral, por lo que algunos de los
presentes se distrajeron para grabarla con sus teléfonos móviles.
Monseñor
Salvador Piñeiro García-Calderón nació en Lima. Actualmente tiene 73 años de
edad, 49 años de ordenación sacerdotal y 20 de ordenación episcopal, de los
cuales 11 los ha vivido y servido en la Arquidiócesis de Ayacucho. Dentro de
dos años, apegado a las normativas de la Iglesia, deberá presentar su renuncia
al cargo, cuestión que solo podrá aceptar el papa Francisco, quién debería asignar
el nuevo arzobispo, o dejar algún tiempo más al obispo en su sede.
Oremos
por nuestros obispos, nuestros pastores, padres, maestros y guías.
P.A
García
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