martes, 3 de julio de 2018

Exégesis Sinóptica. La confesión de Pedro.( Mateo 16,13-17)


Exégesis de Mateo 16, 13-17

La confesión de Pedro


El autor del evangelio según san Mateo

Según la tradición mencionada desde Papías de Hierápolis, cerca del 140, se atribuye la autoría del primer Evangelio, seguramente escrito en hebreo (según Papías) a Mateo el recaudador, quien formó parte de los Doce Apóstoles de Jesús de Nazaret. Estudios avanzados, al analizar el texto transmitido arrojan como resultado que se trata de un original escrito en griego, y no una traducción. Mateo es presentado como un judeocristiano de lengua griega, con una posible formación rabínica, que pone en su contexto los dichos de Jesús, proclamándolo al mismo tiempo Mesías de todas las naciones. Mateo, en su obra escrita da referencias de sí mismo, y lo hace en el capítulo 13, versículo 52, aseverando que era él “un letrado que entiende del reinado de Dios”[1]

Fecha de composición del evangelio según san Mateo

En cuanto a la fecha de su composición, hay que aclarar que Mateo es conocedor de la fecha de la famosa destrucción de Jerusalén, por Tito, hacia el año 70 después de Cristo, y en su experiencia experimentó en carne propia la separación de la nueva comunidad de fe cristiana de la sinagoga judía, ocurrido entre el 85 y 90 d.C; es por esto que la fecha más próxima, y aceptada por la mayoría de los estudiosos de las Sagradas Escrituras es la década de los 80. El lugar de redacción fue Antioquía, según la mayoría de las opiniones.[2]

La confesión de Pedro: Mateo 16, 13-17

Ahora, teniendo claro el autor, fecha y lugar de composición del evangelio de Marcos, se da el siguiente paso, que es analizar detalladamente el texto en cuestión. El texto bíblico que a continuación se presenta, es tomado de la traducción de las Sagradas Escrituras de la Biblioteca de Autores Cristianos (Nácar-Colunga)[3], la misma traducción y notas será utilizada para la versión de Mateo y Lucas más adelante:

13 Viniendo Jesús a la región de Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? 14 Ellos contestaron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías u otro de los profetas. 15 Y Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? 16 Tomando la palabra Simón Pedro, dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. 17 Y Jesús, respondiendo, dijo: Bienaventurado tú, Simón Bar Jona, porque no es la carne ni la sangre quien esto te ha revelado, sino mi Padre, que está en los cielos.

Confesión de Pedro: Marcos 8,27-30

27 Iba Jesús con sus discípulos a las aldeas de Cesárea de Filipo, y en el camino les preguntó: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 28 Ellos le respondieron diciendo: Unos, que Juan Bautista; otros, que Elías, y otros, que uno de los profetas. 29 Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Mesías. 30 Y les encargó que a nadie dijeran esto de Él.

La confesión de Pedro: Lucas 9,18-21

18 Aconteció que, orando Él a solas, estaban con Él los discípulos, a los cuales preguntó: ¿Quién dicen las muchedumbres que soy yo? 19 Respondiendo ellos, le dijeron: Juan Bautista; otros, Elías; otros, que uno de los antiguos profetas ha resucitado. 20 Díjoles Él: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro, dijo: El Ungido de Dios 21 Él les prohibió decir esto a nadie…

Análisis sinóptico de las tres versiones evangélicas

         El contexto geográfico en el que Mateo y Marcos ubican la escena es la ciudad de Cesárea o Cesarea, la cual se halla ubicada al pie del monte Hermón y cercana a una de las fuentes del río Jordán. Antiguamente esta localidad era conocida con el nombre de Paneas, hoy en día se le llama Banias, restaurada por el tetrarca Filipo, hermano de Herodes. Esta ciudad fue llamada Cesárea de Filipo principalmente en honor del César, luego por el nombre de su fundador, distinguiéndose así de las otras tantas Cesáreas que para el momento existían.[4]

         Ante la pregunta de Jesús a sus discípulos, sobre su persona, ellos revelan que para la gente Jesús era un profeta, ahora bien, este título de profeta, que Jesús sólo de manera indirecta y velada reivindica, pero que la gente le otorga claramente, tenía valor mesiánico. Pues el espíritu de profecía, extinguido desde Malaquías, debía reaparecer, según esperaba el Judaísmo, como una señal de la era mesiánica, o en la persona de Elías, o en forma de efusión general del Espíritu.[5]

         Jesús marcha al extranjero para instruir a sus discípulos, y no lo hace imponiéndose, sino que lanza una pregunta a quienes siempre le habían acompañado, pregunta que para Jesús sería la conclusión que éstos han sacado de la convivencia con él, y en este caso, Pedro, el “prototipo de discípulo” habla en nombre de los Doce.[6] Para el grupo Jesús era un Profeta, para Pedro Jesús es el Mesías, Hijo de Dios vivo, confesión de fe que le valió una misión en la naciente Iglesia, ser la roca sobre la cual Jesús edificaría su comunidad de fe.
        
Visión en conjunto según Giuseppe Ricciotti

         Se acercaban Jesús y sus discípulos a Cesarea de Filipo. Lo hacían siguiendo la calzada y estaban ya a vista de la ciudad. Justo al frente de ellos se levantaba la solemne roca en que dominaba el templo de Augusto. Es en este contexto donde Jesús pregunta a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Ellos le contestaron confusamente: ¡He oído decir que eres Juan el Bautista! Y otro: ¡Hay quien dice que eres Elías! Y otro más: ¡Según algunos, eres Jeremías! No faltó quien expusiera la opinión, más vaga, de que el Señor fuera algún antiguo profeta resucitado.

         Como se vio, las opiniones referidas eran variadas, Jesús por su parte no les dio mayor importancia. Terminadas las respuestas, Jesús fue a lo que realmente le importaba, por eso les preguntó: y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Los discípulos experimentaron un sobresalto, pasados algunos segundos, el silencio se tradujo en palabras por parte de Simón Pedro. Y no podían ser de otro que de aquél, el más impetuoso entre los adictos: ¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo![7]

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         Aquellos que están con Jesús le reconocen como Mesías, el Salvador. Una comunidad cristiana se fundamenta con el encuentro personal con Cristo, como los Doce, que estaban día y noche con Jesús, y que por boca de Pedro confiesan la fe en Él.

         Hoy más que nunca estamos llamados a respondernos esta pregunta: ¿Quién es Jesús para mí? Y de allí obtendremos nuestra confesión de fe en el Señor que nos ha llamado a estar con él. Jesús es el Rey, el Hijo de Dios, es Dios mismo, pero es Hombre verdadero, por ende el único mediador entre Dios y los hombres.

P.A
García




[1] MATEOS, Juan y SCHÖKEL, Luis Alonso., Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad. Madrid, España 1974, p. 38.
[2] SCHÖKEL, Luis Alonso., La Biblia de nuestro pueblo, Nuevo Testamento, Ediciones Mensajero. Bilbao, España 2011, p. 40.
[3] NÁCAR, Eloíno y COLUNGA, Alberto., Sagrada Biblia, Ediciones Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, España 1965.
[4] NÁCAR, Eloíno y COLUNGA, Alberto., Sagrada Biblia, Ediciones Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, España 1965, p. 1002.
[5] UBIERTA LÓPEZ, José Ángel., Biblia de Jerusalén, Ediciones Desclée De Brouwer. Bilbao, España 2009, p.p 1443-1444.
[6] MATEOS, Juan y SCHÖKEL, Luis Alonso., Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad. Madrid, España 1974, p.82.
[7] RICCIOTTI, Giuseppe., Vida de Jesucristo, Ediciones Luis Miracle. Barcelona, España 1951, p. 437.

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