domingo, 17 de mayo de 2020

Sobre la muerte de Judas Iscariote, el traidor.

PRODITOR



“…et Iudam Iscarioth, qui fuit proditor”
Lucas 6, 16
        
La suerte de un traidor es la perdición. Traicionar a un amigo significa asesinarlo y de igual manera dar muerte a la amistad. En la lectura bíblica sobre los pasajes de la traición de Judas Iscariote, conocemos cómo el Diablo entró en él, y levantándose de la mesa junto a Jesús, salió para entregarlo a sus enemigos, convirtiéndose en uno de ellos por  “treinta monedas de plata”, (Mt 26, 15,) pero, “¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!” (Mt 26, 24). Comprendamos de una vez que nuestro Dios no castiga, pero el mal en sí mismo conlleva un castigo. Quien obra mal contradice completamente la vocación a la que fue llamado. El pecado se perdona, pero el delito se paga.

Antes de hablar de la muerte, hablemos sobre la traición de Judas, y en este sentido es menester comprender que aquel pobre hombre actuó con plena libertad y movido por Satanás, lo que entrevé la acción de Satanás que actúa en el corazón del ser humano, sin embargo, el Señor no sufre con impotencia el golpe de la traición, ni le toma por sorpresa el plan de Satanás, sino que, Él mismo da la orden de empezar. A Jesús nadie le quita la vida, Él mismo la da.

Lo que interesa en este artículo no es precisar si Judas se condenó o no por su traición. Eso es cosa de Dios. Aquí lo importante es hacer un brevísimo análisis de las dos versiones que tiene la Sagrada Escritura sobre la muerte del Apóstol Traidor. Sí, dos versiones de un mismo hecho. Los textos a conocer los presenta Mateo en su evangelio y Lucas en sus Hechos de los Apóstoles. Estamos tratando con dos tradiciones distintas, puesto que distintos son los autores, pero un mismo hecho en común y verídico, el trágico final del Proditor Domini, del Traidor del Señor.

Lo que el evangelista Mateo nos comenta sobre la muerte de Judas Iscariote lo ubicamos en (27, 3-8), en resumen explica que Judas, después de traicionar a Jesús, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata, consciente de que había pecado entregando sangre inocente, tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó. Hasta aquí parece que el final de Judas fue ahorcarse. Luego, los sumos sacerdotes compraron con las monedas el Campo del Alfarero como lugar de sepultura para los forasteros, siendo por esta razón que aquel lugar se llamó «Campo de Sangre».

Por su parte, Lucas en sus Hechos de los Apóstoles (1, 18-19) comenta, en resumen, que Judas compró un campo con el precio de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas, evento trágico que fue conocido por todos los habitantes de Jerusalén de forma que el campo se llamó en su lengua Haqueldamá, es decir: “Campo de Sangre”. Esta explicación, traducida del arameo, la incluyó Lucas para que sus lectores comprendieran mejor las palabras de Pedro, puesto que el fin de Judas no había sido narrado ni en su Evangelio ni en sus Hechos. Vemos cómo Lucas no se pone de acuerdo con Mateo sobre la manera en la que muere el Traidor. Percibamos ahora las similitudes de los dos relatos.

El precio de su pecado no trajo prosperidad a Judas puesto que la suerte de un traidor es la perdición. Lo que los dos evangelistas repiten es lo que más impresionó a aquella comunidad cristiana, y en conclusión, Judas se arrepiente de su mal obrar y busca acabar con el remordimiento quitándose la vida. Con el dinero de la entrega de Jesús, treinta monedas de plata, fue comprado un campo, que es conocido como “Campo de Sangre”. Para Mateo, el campo fue comprado por los judíos, mientras que para Lucas, el campo lo compra el mismo Judas, aquí lo importante es que el “Campo de Sangre” es el resultado de la inversión de las treinta monedas de plata, ya que no se podía destinar para otra cosa. Estudiosos piensan que Judas se cuelga, probablemente con su cinto; éste se rompe, o se suelta de la rama, y su cuerpo se precipita contra las rocas, con lo que queda reventado. De esta forma se unen y se complementan las dos tradiciones Mateo-Lucas.

Haqueldamá es un pequeño terreno en Jerusalén, que se llamaba “Campo del alfarero” antes de la muerte de Cristo, como lo explica (Jer. 19), este campo fue destinado a ser cementerio de extranjeros, ya que, no podía dedicarse a sepultura de judíos. En la actualidad este campo puede localizarse casi con certeza en el lado sur del valle de Hinom, donde existen multitud de tumbas de los cruzados.

Judas Iscariote era hijo de un Simón, y recibió el nombre de Iscariote para distinguirlo del otro apóstol que también se llamaba Judas. Por lo general, su apelativo se interpreta como significando que Judas era originario de Queriot, lo cual indicaría que no era galileo. Judas siguió a Jesús por las ventajas materiales que obtendría gracias al establecimiento del Reino mesiánico. A Judas le había sido confiado el cuidado de la bolsa común, era el ecónomo de los trece, pero se dio a la avaricia; traicionó la confianza de sus amigos, apropiándose de una parte del dinero.

Señor, que nunca Satán siembre en mi alma el deseo de traicionarte,
ni de traicionar a mis amigos,
y que sepa acoger con bondad al que conmigo lo hiciere.
Amén.

P.A
García

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