domingo, 14 de junio de 2020

La “Biblioteca de Nehemías”, la primera de la Biblia.

Bibliothecam


         La palabra Biblioteca significa “colección de libros”, al igual que Biblia. San Clemente, Padre Apostólico y discípulo de San Pablo fue el primero en usar el término “Biblia” para el Canon Sagrado, pues era una colección de textos. Hay quienes ven el origen del término en la antigua ciudad fenicia llamada Biblos, situada en la costa mediterránea entre Trípoli y Beirut, importante por ser centro comercial y religioso, rico en madera, cobre y papiro, que fue soporte donde empezó a plasmarse los textos de manera más económica y fácil, en comparación con la piedra o la cerámica.

         El que posee una biblioteca y se esfuerza por hacerla crecer, ha conocido el valor del libro como instrumento poderoso de conocimiento. Una biblioteca, para un bibliófilo, es su razón de vivir. En el presente artículo trataré de darles a conocer al primer Bibliófilo del que se tenga noticia en las Sagradas Escrituras: Nehemías.

         ¿Qué hizo Nehemías para que la Biblia nombrara su Biblioteca?
Conozcamos la cita bíblica de todo este asunto. Nos ubicamos en el segundo libro de los Macabeos, capítulo dos y versículo trece.

“Lo mismo se narraba también en los archivos y en las Memorias del tiempo de Nehemías; y cómo éste, para fundar una biblioteca, reunió los libros referentes a los reyes y a los profetas, los de David y las cartas de los reyes acerca de las ofrendas”

         Nehemías, hijo de Jakalías, fue un profeta del Antiguo Testamento, no sacerdote, con libro histórico propio en la Biblia. Fue gobernador de Judea e insigne reorganizador de la comunidad judía después del exilio.

Este personaje, se preocupa de recoger los libros sagrados. Es el primer testimonio sobre la formación del canon de libros sagrados del Antiguo Testamento. Pero no se trata solo de una biblioteca sagrada, pues ya existía en tiempos de Nehemías la primera colección formada por los cinco libros del Pentateuco, sino que, además le agrega las cartas de los reyes sobre las ofrendas, que designan la colección de epístolas emanadas de la corte persiana, en las que se autorizaba a los judíos la restauración del templo. Estos libros aunque ocupaban un lugar de honor y eran considerados también como sagrados, ciertamente eran textos más de índole cultural y política.
        
Analicemos el proceder del primer bibliófilo de la Biblia. Nehemías, con la intención precisada de fundar una biblioteca, toma la decisión de reunir los libros referentes a los reyes y a los profetas, los de David y las cartas de los reyes acerca de las ofrendas. Estamos tratando con el primero de los profetas que se preocupa de preservar la sabiduría contenida en los textos, es ciertamente el primer bibliófilo, el primer bibliotecario, el primer coleccionista de libros, sagrados y culturales que menciona la Biblia. No tardemos, entonces, de canonizarlo como el Patrono de las Bibliotecas: San Nehemías, profeta.

         Después de Nehemías, Judas hace algo similar: “De igual modo Judas reunió todos los libros dispersos a causa de la guerra que sufrimos, los cuales están en nuestras manos” (II Macabeos 2, 14). La diferencia entre la Biblioteca de Nehemías y la de Judas es que la primera desapareció, y la segunda se conservó un poco más. No esperemos tampoco para canonizar a Judas como el Patrono de las Bibliotecas Públicas, dejando el Patrocinio de Nehemías a las Bibliotecas Privadas (no porque éstas estén destinadas a desaparecer).

“Lo que de ellas se saca, hijo mío, es ilustrarse. Componer muchos libros es nunca acabar, y estudiar demasiado daña la salud.”
(Eclesiastés 12, 12)

P.A
García

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