BUROMAQUENA
En la parte norte (zona baja) del
territorio ocupado por los indios “Bailadores”, existe un sitio intermedio (La
Playa) que fue habitado por un español de nombre Francisco de Escalante, dedicando
éste sus amplios terrenos a la crianza de ganado y a la siembra de maíz y
tabaco. Fray Pedro Simón nos da noticias de esto al mencionar la trágica muerte
(posiblemente de Francisco de Escalante) y sus familiares a raíz del terremoto
del 3 de febrero de 1610. El fraile franciscano comentando el alud sísmico del
terremoto detalla:
Aunque muy mayor la de
haber cogido debajo tres muchachos españoles de hasta diez o doce años y un
indio gandul que estaba con ellos, a la sazón, a la mitad del sitio donde quedó
plantado [el cerro que voló]. Que con estos y otros dos hijos y un
sobrino de Francisco de Escalante, que quedaron enterrados entre las ruinas de
una casa, que también cayó en el mismo valle, y los muchos que murieron,
españoles e indios, hombres y mujeres, en la ciudad y otras partes, pasaron de
sesenta personas, que para las pocas que tiene aquella tierra, fue muy gran
cantidad[1].
Los sembradíos que quedaron enterrados
por el desplazamiento del cerro, como hemos dicho, pertenecían al español
Francisco de Escalante, y las víctimas en sus tierras fueron 7 en total. Estas
tierras hoy en día son ocupadas por el pueblo de La Playa, pues como
consecuencia del terremoto, el aspecto geográfico cambió totalmente, de un
aspecto naturalmente inclinado, como las cuencas y riveras de un río, a una
meseta semi-inclinada, casi plana.
Pero,
veamos ahora el nombre indígena de estas tierras, que como es de suponer no
tuvo mayor fuerza, pues no se conservó hasta nuestros días. Ahora consideremos
el dato histórico de concesión de tierras que menciona Don Tulio Febres-Cordero:
Año de 1635 […]. 12 A Juan Fernández de la Oya, residente en
Mérida, una estancia de ganado mayor en el sitio llamado Buromaquena, tierras
que Francisco de Escalante sembró en un tiempo y estaban vacías a espaldas de
los Bailadores, aguas vertientes a los Guaruríes y a orillas de la quebrada
llamada desde su nacimiento Buromaquena, como queda dicho[2].
Don Tulio Febres-Cordero hace un
resumen de los otorgamientos de tierras que se concebían en el territorio de
Mérida por sus gobernadores. Para el año de 1635, el Gobernador y Capitán
General de Mérida era don Alonso Fernández Valentín, y éste concede a Juan Fernández de la Oya los terrenos
que se encontraban vacíos y que habían pertenecido 25 años antes a Francisco de
Escalante, en estos mismos terrenos está enclavada La Playa. Su nombre indígena
es Buromaquena, que tiene un parecido toponímico con la vecina Murmuquena (Zea)
y el pueblo de Umuquena en el Táchira.
Es muy posible que el otorgamiento de
tierras haya tenido como motivo principal el abandono de las mismas por parte
de su antiguo dueño, que en 1610 había sufrido las consecuencias del terremoto,
ya que, todo lo que una vez trabajó, quedó bajo el cerro y éste bajo agua, por
la gran laguna que se formó al pie del “ancón de Suárez” hoy día sector Rincón
de la Laguna.
Lo que nos anima a pensar que
evidentemente Buromaquena es el nombre indígena de La Playa, es la relación de
datos que presenta primero Fray Pedro Simón y luego Don Tulio Febres-Cordero,
como por ejemplo la quebrada del mismo nombre “Buromaquena”, pues según Fray
Pedro Simón en “el asiento de donde
se levantó el cerro [que se desplomó], […]
comenzó luego a salir un buen golpe de agua que permaneció en sus corrientes
algunos días”[3].
Explica el sacerdote historiador que comenzó a salir una quebrada, lo que
significa que antes no existía, relacionándose con lo que presenta Don Tulio
Febres-Cordero cuando dice que “la
quebrada [que nació fue] llamada
desde su nacimiento Buromaquena”[4].
La Playa es y será siempre La Playa. No
existe pretensión alguna de modificar su nombre, solo es menester dar a conocer
cómo se le llamó en los años posteriores al terremoto de 1610: “La Playa debe seguir siendo La Playa. Así
fue como la llamaron nuestros padres y así es como debe seguírsela llamando. No
deseamos que […] se le adjudique ningún nombre ni de santo, ni de apóstol, ni
de héroe; queremos que conserve el mismo nombre que, por razones no propiamente
casuales, se le dio hace muchísimo tiempo”[5].
P.A
García
[1] Fray Pedro Simón, Noticias Historiales de Venezuela, Caracas, Biblioteca Ayacucho,
Tomo II, 1992, p. 135.
[2] Febres-Cordero, Tulio, Obras Completas, 2da Edición, San
Cristóbal, Taller Litográfico Lila, Tomo I, 1991, p.p. 193-194.
[3] Fray Pedro Simón, op. cit.
[4] Febres-Cordero, Tulio, op. cit.
[5] Escalante, Gregorio, Estudio Integral de la Aldea La Playa,
Informe Preliminar, La Playa, 1975, p. 4.
Excelente publicación.
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