lunes, 21 de marzo de 2022

Biografía del presbítero Antonio Crespo Barboza (1954-2021)

Padre Antonio Crespo Barboza

“Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios”. (Heb 5, 1)

El padre Antonio Crespo Barboza nació en la población de San Juan de Llanza, distrito de Luricocha, provincia de Huanta, el domingo 17 de enero de 1954, en un cristiano hogar conformado por don Gregorio Crespo Montes y doña Agustina Barboza Paredes, siendo el segundo de 5 hermanos: Alejandrina, la mayor, y menores que él Rosa María, Teodosia y Patricia, todas ellas docentes. Su madre fue una mujer muy dedicada a las catequesis y enseñanza de los niños.

En su infancia vivió con sus padres hasta la edad de 12 años, realizando los estudios de educación primaria en la escuela de San Martín de Luricocha. Desde temprana edad entró en contacto con los sacerdotes párrocos de Luricocha, especialmente con el padre José María Guevara y el padre Sixto Poma, quienes fueron sus primeros formadores en la fe y en la futura vocación sacerdotal. De ellos aprendió el valor del seguimiento de Cristo y un profundo amor por Jesús Eucaristía y por la Santísima Virgen María. Luego, con la guía del párroco José María Guevara, el joven Antonio se trasladó a la ciudad de Ayacucho, para ingresar al “Colegio Salesiano San Juan Bosco”, institución dirigida por los sacerdotes de dicha congregación religiosa, donde reforzó su ideal sacerdotal y temple espiritual. Al terminar sus estudios secundarios, decide viajar a la capital de la República, para cursar estudios superiores en la limeña Universidad “Marcelino Champagnat” con sede en Miraflores, la que entonces era conocida como “Escuela Normal Santo Tomás de Aquino”. Al concluir sus estudios de Filosofía y Teología, con 26 años de edad, retorna a Ayacucho, donde fue ordenado sacerdote en la Catedral de la ciudad, por Su Excelencia Reverendísima Monseñor Federico Richter Fernández-Prada, segundo arzobispo de Ayacucho, el lunes 8 de diciembre de 1980, Solemnidad de la Inmaculada Concepción. En la ceremonia estuvieron presentes sus padres, hermanos y familiares, y a partir de ese momento el padre Antonio representó un motivo de orgullo y un ejemplo a seguir para todos los suyos. Ordenado sacerdote del Altísimo celebró su primera Santa Misa en la iglesia San Antonio de Padua de Luricocha, la misma en la que había vislumbrado su llamada divina. Tiempo después realizó estudios de posgrado en la ciudad de Roma, Italia, donde residió por 3 años, teniendo la importante oportunidad de conocer personalmente al Santo Padre san Juan Pablo II en la ciudad del Vaticano.

El padre Antonio Crespo Barboza realizó una impecable labor sacerdotal. Sus trabajos y esfuerzos dejan constancia de su abnegada entrega por el Reino de Dios, con carácter recio y paternal solicitud. La primera parroquia que le fue asignada fue la de Sivia, en la zona del VRAEM, donde trabajó los primeros tres años de su joven ministerio sacerdotal, llevando a cabo innumerables trabajos sociales en la comunidad y en el convento actual de la Orden de los Franciscanos. Luego se destacó en el distrito de Tambo, provincia La Mar, desempeñándose paralelamente como docente en el área de educación religiosa, perteneciente a la ODEC, campo al que dedicó sus mayores esfuerzos académicos. Su tercera parroquia fue la iglesia matriz de Huanta, consagrándose por completo a atender con paciencia y caridad a sus muchos feligreses y también a las mejoras estructurales del templo parroquial. Su cuarto destino, ya en la plena madurez sacerdotal, fue en la ciudad de Ayacucho, haciéndose cargo de la iglesia San Francisco de Paula, por un espacio de 10 años. Casi en los últimos tiempos de su vida sacerdotal se hizo cargo de la parroquia de Santa Ana, luego colaboró en la capellanía de Santo Domingo y finalmente en la capellanía de San Juan de Dios. En ese largo lapso de tiempo no dejaba de atender a los adolescentes y jóvenes, tanto del catecismo, como en su labor de docente en el área de educación religiosa y Teología. Entre otros cargos arquidiocesanos, el padre Antonio fungió como Vicario General y Canónigo de la Catedral, cuya labor la ejerció con paciencia, humildad, sencillez y cercanía pastoral a las almas. Se preocupó por las vocaciones sacerdotales, de tal modo que apoyó a varios seminaristas, algunos de ellos sacerdotes hoy en día.

Ayacucho, a pesar de ser una ciudad muy religiosa y con gran cantidad de templos, tiene zonas en las periferias donde no hay sacerdotes, en este sentido, el padre Antonio se dirigía los domingos a estos lugares para celebrar la Santa Misa. Atacocha, Colca, Pihua, San Pedro de Cachi, Yanacusma, San Pedro de Pischa, Piscotambo, Vinchos, Huayllapampa, Jasanjai, Pampacangallo, entre otros, fueron algunos de los pueblos que el padre Antonio asistió para llevar el Pan y la Palabra de vida eterna, organizando fervorosas festividades religiosas, en las que se volcaba la participación de la feligresía y se compartía los alimentos como una sola gran familia, como verdaderos hijos de Dios. En la zona de Piscotambo realizó varias obras, tales como una iglesia y un comedor. El terreno destinado para dichas estructuras se encontraba en un proceso judicial, el cual fue asumido por el padre Antonio, encontrando la solución junto con la población, acto seguido surgió la fundación de un comedor, el mismo que hoy en día lleva el nombre del “Padre Antonio Crespo Barboza”, donde sus tres hermanas continúan apoyando con el cercado, donando cemento y otros materiales, en continuidad con el legado altruista de su hermano sacerdote. En el emprendimiento de estas obras, el padre Antonio gestionó ayudas solidarias que traía desde los Estados Unidos; ropa, víveres y juguetes, entre otras cosas que repartía equitativamente a las personas más necesitadas y de extrema pobreza en todo el departamento de Ayacucho. Tenía un alma generosa y desprendida, sabía reconocer las necesidades de los demás y acudía en la ayuda de todos. Nunca dejó con las manos vacías a quienes acudían a él para ganarse el pan de cada día. Apoyó notablemente a los jóvenes de los coros parroquiales donde fue párroco y en calidad de voluntariado desbordó en atenciones con los jóvenes Américo Huamán Mayhua y Erickvy Dino (entre otros muchos), quienes a su vez le apoyaron en varias misiones. Durante el proceso de las misiones es digno de mencionar a los jóvenes Jesús, Virgilio e Ismael, quienes apoyaron como acólitos en las celebraciones de las misas.

Llegada la pandemia mundial por el COVID-19, el padre Antonio siguió celebrando la Santa Misa casi de manera presencial con reducido número de asistentes, pues le costó trabajo adaptarse a las nuevas tecnologías para la trasmisión virtual de las celebraciones, en este sentido siguió contactándose con las personas y atendiendo sus necesidades espirituales. Se desconoce cómo llegó a contraer el virus, el mismo que lo llevó a la muerte el lunes 22 de marzo del 2021, con 67 años de edad y 41 años de vida sacerdotal. Los restos mortales del padre Antonio Crespo Barboza reposan en el Cementerio de Uchuypampa, en las afueras de la ciudad de Ayacucho, Perú.

Hoy, al cumplirse el primer aniversario de su encuentro con el Padre Celestial, sus hermanas encargan la elaboración de esta breve semblanza biográfica, para reavivar la memoria de quien en vida fue un instrumento fiel de Dios para el servicio del pueblo en las cuestiones espirituales y materiales.

Padre Antonio Crespo Barboza, sacerdote para la eternidad. Paz a su alma.

P.A

García

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