jueves, 12 de octubre de 2023

12 de octubre, Día de la Hispanidad

HISPANOAMÉRICA Y NO LATINOAMÉRICA


Los pueblos son el resultado de la herencia de sus antepasados, los mismos que han recibido, han aportado y han mezclado su cultura, idioma y religión con las de los venidos de tierras lejanas. Ninguna nación del mundo puede jactarse de ser "pura", pues todos tenemos un poco de aquí y de allá. En el caso de los pueblos del continente americano es de opinión común el reconocimiento a la hispanidad, a la herencia española, que impregna hasta los días actuales nuestra sociedad, tal es así que, unos han preferido denominar  a esta región geopolítica como Hispanoamérica, principalmente por el catolicismo y el castellano como religión y lengua obtenidas de aquel 12 de octubre de 1492, cuando el almirante Cristóbal Colón divisó las islas caribeñas, en cuyos periplos posteriores, ya en su tercer viaje para ser exactos, descubrió las aguas del Orinoco para así estar seguro de haber llegado por fin a tierras continentales.

El 12 de octubre es, pues, propiamente el Día de la Hispanidad, aunque por decreto en nuestro país deba llamársele "Día de la Resistencia Indígena…", pero no es este el momento para abordar opiniones políticas sobre el tema, ahora lo más importante es recordar el origen de esta fecha y su aporte para nosotros, que tenemos una misión concreta, la de hacer presente a Dios en todos los ámbitos del mundo a través de la predicación del Reino de los Cielos, siendo precisamente este el ideal que compartían los Reyes Católicos Fernando e Isabel a finales de aquel lejano siglo XV de nuestra era.

Decíamos al principio que los pueblos son la adición de diversos caracteres, en cuya mezcla radica su riqueza, y este encuentro de diversidades no anuló a unos en salvaguarda de otros, sino que, por el contrario, se conformó una mezcla tan natural y necesaria, que ahora no podemos pensarnos sin ese pasado de luces y sombras con el que debemos reconciliarnos, y en este sentido, Venezuela no ha sido la excepción, pues, por ejemplo, fue uno de los primeros territorios explorados por los grandes intelectuales, geógrafos y navegantes venidos de Europa, entre ellos Américo Vespucio, quién después inspiró el nombre del continente; fue él quien encontró similitudes en los pueblos costeros del Lago de Maracaibo, que alzaban sus chozas por sobre las aguas, con la ciudad italiana de Venecia, y así surgió el nombre de nuestra nación: Venezuela, es decir, "la pequeña Venecia". Sin olvidar que fue en nuestro suelo patrio donde se celebró por primera vez una Santa Misa en territorio firme americano, en Santa Ana de Coro. Ahí la evidencia de que también nosotros hemos sido protagonistas de la historia.

Hasta el momento hemos enfatizado nuestro discurso guiados por el aspecto religioso, sin embargo, este no es el único en que podamos detenernos, aunque sí el más importante. Pensemos ahora en la natural organización de la sociedad que la hispanidad nos legó, una cultura en la que se centraba el poder administrativo, religioso, político, económico y cultural alrededor de las plazas mayores de los pueblos fundados con la venia del Monarca ibérico que, aunque alejado por la inmensidad del océano Atlántico, siempre se preocupó por llevar su bandera cristiana civilizadora a todos los lugares donde sus emisarios pudiesen llegar, procurando mediante Cédulas Reales y decretos el respeto y consideración de los habitantes de estas tierras llamadas equivocadamente “Indias Occidentales”. En este sentido, la historia de América no puede entenderse sin España y la historia de España no puede entenderse sin América, y es que alguna vez fuimos lo mismo y, llegado el tiempo oportuno, cual hijo que desea dejar de depender de sus padres, los pueblos americanos vislumbraron su emancipación porque ya se sentían con la mayoría de edad como para autogobernarse y seguir adelante en la consolidación de sus ideales, aunque bien sabemos, este cambio costó la vida de miles de personas, tanto americanas como peninsulares, ambas bajo idénticos criterios jurídicos dependientes de la Corona española, de ahí que se pueda concluir que las guerras independentistas fueron de facto una guerra entre hermanos...

Pero el 12 de octubre no es propiamente un día para recordar las independencias, sino más bien para fomentar la unidad que indiscutiblemente formamos como resultado de aquella descabellada aventura del genovés don Cristóbal Colón y el grupo de arriesgados hombres que le acompañaron, quienes pretendían llegar a la India por el occidente, sin saber que en medio se encontraba un nuevo continente, de ahí la expresión, "el encuentro de dos mundos".

Que hubo resistencia, es cierto, pero no más que aquella que se ciega al cambio porque ignora su benevolencia; que hubo mestizaje, también lo es, y al mirarnos las caras ahora, somos nosotros mismos la certeza de esto, pues, ¿qué somos?, un pueblo mestizo. Pues al final no quedó mayor remedio que ceder cada uno para poder encontrarse en la constitución de una misma población, con las diferencias naturales de cada cual, pues, por ejemplo, no podemos comparar el carácter bélico de tribus como los Caribes en nuestra costa venezolana con la tranquilidad y mansedumbre de los Taínos del actual Puerto Rico y República Dominicana. En cada zona fue distinto el proceso, pero en todas ellas venció el signo de la Cruz gloriosa de Cristo.

Pero, hablar de hispanidad es reconocer también que con la llegada de los españoles a estas tierras vinieron con ellos no solo epidemias y enfermedades que diezmaron la población, sino también las Iglesias, para dar culto al Dios verdadero, las escuelas y universidades, para enseñar las ciencias y las artes a todos, los hospitales, para sanar las enfermedades con la medicina del momento, los orfanatos y asilos, para atender las necesidades de los más pobres... en fin, una “civilización” aportando a otra “civilización” lo mejor que podía ofrecer. En aquel momento no había mejores ni peores, sino pensamientos, costumbres e idiosincrasias distintas que se encontraron y caminaron juntas hasta nuestros días.

Finalmente, no podemos olvidarnos que, junto a este Día de la Hispanidad, recordamos también a nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, que es la única aparición de la Santísima Virgen María antes de ser Asunta a los cielos en cuerpo y alma, pues como lo narra la tradición, se apareció al apóstol Santiago para darle fuerzas en su misión evangelizadora en las tierras de la Hispania romana. Y así es, María es una madre bondadosa que se preocupa por sus hijos y de igual forma como salió presurosa a ayudar a su prima Isabel, lo hace también corriendo detrás de nosotros para sostenernos con su omnipotencia suplicante.

María es la madre de la Hispanidad, es el orgullo de nuestra raza, a ella le pedimos de manera especial por tantos hermanos venezolanos que están saliendo del país en busca de mejores condiciones de vida para ellos y los suyos. María, Consuelo para los migrantes, interceda por los hispanos en su día.

P.A

García

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