viernes, 20 de mayo de 2022

Ayacucho, 31 de marzo de 2022

Ayacucho, 31 de marzo de 2022

 


S.E.R. Salvador Piñeiro

Arzobispo Metropolitano de Ayacucho

Presente.-

 

“¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión?” (Lc 11, 11-12)

Estimado padre y pastor de esta iglesia particular. En mi última misiva del 07 de febrero de 2022, le manifesté por escrito mi intención de continuar la formación para el sacerdocio ministerial católico. Días después conocí su parecer en una brevísima conversación informal que tuvimos frente a la Catedral, donde le manifesté que me sentía “como oveja sin pastor”, a lo cual usted me respondió “yo soy tu obispo, ten paciencia”.

Monseñor, algunos sacerdotes de esta arquidiócesis me han animado a estar cercano y comunicativo con usted, me han orientado a manifestarle nuevamente mi intención de servir a la Iglesia. Le recuerdo, como ya se lo he dicho repetitivamente, que mi llegada al Perú y específicamente a Ayacucho, ha tenido como principal intención buscar la oportunidad de continuar respondiendo al llamado del Señor.

Aunque desconozco su opinión personal sobre mí, puedo intuirla (y queriendo equivocarme) generalizando un poco las experiencias que usted ha vivido al recibir a personas foráneas en esta arquidiócesis. Estoy seguro que han sido muchas las bendiciones al respecto, pero también comprendo que haya habido resultados no tan buenos; ante esto solo puedo expresar, lo que siempre he creído, que la vocación es un don sobrenatural y en este sentido la Iglesia hace un “voto de confianza” en la rectitud de intención de aquellos varones que se sienten llamados por Dios.

Monseñor, usted me pide que tenga paciencia, y la he tenido, yo le suplico que tenga confianza, y en un acto de caridad cristiana considere mi petición, pues, “también los perritos, debajo de la mesa, comen de las migas que dejan caer los niños”. (Mc 7, 28)

Monseñor, usted es conocedor de la formación sacerdotal, confío en su buen juicio y criterio para manejar la situación de las vocaciones en su arquidiócesis, pero, solo me queda manifestarle, como me han iluminado algunos sacerdotes, que el “año de pastoral” es el mecanismo más idóneo para que ustedes puedan conocerme como persona y joven con una llamada divina. Aunque no tengo nada, estoy dispuesto a dejarlo todo por seguir al que me ha elegido, pues, “todo lo considero basura con tal de ganarme a Cristo”. (Fil 3, 8)

Suyo en Cristo.

P.A

García

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