El Perú y Venezuela: hijas de un mismo padre
Cada
28 de julio, la República del Perú festeja con algarabía su independencia del
imperio español, ocasión que aprovecha para conmemorar a los protagonistas de este
acontecimiento histórico, en cuya lista figuran multitud de hombres y mujeres
de diversas nacionalidades. Ciertamente, hablar de la independencia del Perú es
hacer memoria y justicia a la verdad, y precisar que, peruanos, bolivianos,
ecuatorianos, colombianos y venezolanos pelearon unidos por ver derrotadas las
últimas cadenas ibéricas opresoras en territorio americano.
“El
Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los
pueblos y por la justicia de causa que Dios defiende…”, fueron las palabras
pronunciadas por el argentino don José de San Martín, el 28 de julio de 1821,
pero no fue sino hasta el 9 de diciembre de 1824, cuando se hicieron efectivas,
gracias al desempeño militar del venezolano Antonio José de Sucre y todos los
héroes anónimos que apoyaron y materializaron dicha victoria en la Pampa de
Ayacucho. Sucre, quien secundaba a Bolívar en ingenio y gloria, lideró la
batalla en la que moría el Virreinato y nacía la República libre e
independiente del Perú.
Doscientos
un año más tarde, nos encontramos aquí, disfrutando de la libertad y soberanía
que ganaron para nosotros Bolívar y San Martín. Esta fiesta peruana es en
realidad una fiesta americana, pues aunque seamos del norte o del sur, todos
nos vemos involucrados en la misma, por la verdad histórica de colaboración e
ímpetu de nuestros libertadores, y en este sentido, mirando desde el presente
al pasado, pero con la mirada puesta en el futuro, podemos afirmar que la unión
de aquellos hombres valientes nos sigue invitando a trabajar de la mano por
nuestros países, para garantizar la vigencia valiosa de las palabras que
entonamos con orgullo en el Himno Nacional: “Somos libres, seámoslo siempre.”
El
Perú y Venezuela son repúblicas hermanas, hijas de un mismo padre, y desde
siempre han coexistido en mutua colaboración. Los diversos gobiernos de uno y
otro estado han mantenido estrechísimas relaciones, de las que se han
beneficiado ambos países suramericanos. Específicamente, esta ciudad de
Ayacucho y su victoria definitiva, sirvió de inspiración para que en 1924,
primer centenario de aquel 9 de diciembre, el Gobierno venezolano presidido por
el general Juan Vicente Gómez, fundara la ciudad capital del estado Amazonas
con el nombre de Puerto Ayacucho. Más adelante, los sucesivos mandatarios
venezolanos tuvieron la iniciativa de dejar para esta ciudad varias obras de
infraestructura, las cuales se mantienen en pie, como por ejemplo: el
majestuoso monumento del Obelisco en el Santuario Histórico de la Batalla de
Ayacucho, el Coliseo Cerrado “Ciudad de Caracas”, el Estadio “Ciudad de
Cumaná”, la pista Ayacucho – Quinua y la Institución Educativa “República
Bolivariana de Venezuela”.
La
convivencia de los habitantes del mundo ha sido tan movida como integradora, y
el fenómeno migratorio ha estado presente en nuestros países desde el momento
de la fundación de los mismos. Pero, en épocas más recientes, recordemos
brevemente el éxodo de peruanos en las décadas de los 80 y 90, cuando la triste
escena del terrorismo obligó a miles de peruanos a salir de este país; sabemos
que muchos de ellos encontraron refugio seguro y una segunda oportunidad para
emprender sus vidas en la Venezuela próspera, petrolera y acogedora. Quién
podría imaginar que tan solo 20 años más tarde, fueron los venezolanos los que,
por diversos motivos, salieron de su país llegando al Perú, en busca de nuevas
oportunidades, algunos de ellos en situaciones muy marginales. En todo esto, la
historia nos ha enseñado que, aquel popular adagio latino es casi una sentencia
del destino: “Hodie mihi, cras tibi”, hoy
por mí, mañana por ti.
La
hospitalidad y mano amiga del Perú para con los venezolanos es tal, que aproximadamente 1.300.000 migrantes habitan
esta república, convirtiéndose el Perú en el segundo país, después de Colombia,
con mayor presencia de migrantes de esta nacionalidad. Pero no ha sido fácil
para ninguno, pues las dificultades han aforado en ambas partes, a nosotros, los
foráneos, por la constante brega de sobrevivir lejos de casa, y a ustedes, los
locales, por tolerar a quienes delinquen, los que siendo minoría, hacen ruido y
dejan en mal estima a sus propios connacionales. Que no quede duda: los buenos
somos más.
Finalmente,
como venezolano puedo decir que me siento profundamente agradecido con el Perú
y con los peruanos, por recibirme en esta hermosa nación, por darme la
oportunidad de desempeñarme laboralmente, en la vocación docente, tan noble,
tan delicada y tan provechosa para forjar las conciencias de las generaciones
del hoy y del mañana. Venezolanos y peruanos somos hijos de Bolívar, de su
ideal libertario y de su sueño de integración de la América toda, donde todos
cabemos y podemos vivir de la mano, aportando lo mejor de nosotros mismos para
el provecho común. Sigamos unidos, superando dificultades y apostando por el
bienestar de todos los hermanos. Viva la independencia de los pueblos, viva la
soberanía de las naciones, viva Bolívar, Sucre y San Martín, viva Venezuela y
viva el Perú. Muchas gracias.
P.A
García
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