LIBRORUM
El sábado 5 de marzo de 2022
recibí la donación íntegra de la biblioteca personal del fallecido padre Ramón
Emilio Pernía Noguera. Se trata de aproximadamente 5.000 libros o más. ¿Cómo
fue posible esto? ¿Acaso yo quería esos libros? Por supuesto que sí los quería,
pero no me los dieron cuando yo los quería, sino cinco años después, porque “los
tiempos de Dios son perfectos” y “todo llega a su tiempo”, además “lo que es
del cura va para la iglesia”. Aquí les cuento la historia.
Soy ahijado de agua (pseudo
bautizo recibido recién nacido) de Elda Pernía, una sobrina del padre Ramón
Emilio Pernía Noguera. Mi madrina Elda una vez me invitó a visitar al padre
Pernía, concretamente fue en agosto de 2016. Ese día, al llegar a su casa en
San Juan de Lagunillas, conseguimos al padre Pernía leyendo un libro en
francés, cuestión que nos fascinó, en su mesa de noche había libros en francés
e italiano. El padre en realidad estaba releyendo aquel texto franco. Aquella
vez no vi su biblioteca, sino que simplemente lo saludé, conversé con él unos
minutos y luego regresamos a La Playa. Mi madrina aprovechó para que el padre
le bendijera dos garrafas de agua y a mí me bendijo dos anillos. Desde esa
ocasión supe que el padre Pernía toda su vida había sido un buen lector y por
eso poseía gran cantidad de libros, no supe cuántos, pero sí que eran miles y
miles.
El padre Pernía falleció el 29 de
abril de 2017, a los 91 años de edad. Pude participar de su funeral en compañía
del seminarista Carlos Alberto Vivas Guerrero y Monseñor Eduardo Contreras,
quién era primo del padre Pernía, ambos oriundos de Mesa de Quintero, Guaraque,
en los pueblos del sur de Mérida. Cuando se supo del fallecimiento del padre,
el rector del seminario nos mandó a llamar a Carlos y a mí para decirnos que
participaríamos de los actos fúnebres, pues el padre Pernía había sido un
abnegado sacerdote en Bailadores y merecía la presencia de al menos dos de los
seminaristas del Municipio Rivas Dávila.
Pbro. Ramón Emilio Pernía Noguera |
Algún tiempo después de la muerte
del padre, la familia más cercana empezó a conversar sobre el destino de sus
libros, que eran muchos y con urgencia se necesitaba reubicarlos para evitar su
deterioro y propiciar su uso. El mejor candidato para recibir el tesoro
bibliográfico era el mismo Seminario Arquidiocesano San Buenaventura de Mérida,
a quien la familia propuso en primera instancia la donación total de los
libros, pero, afortunadamente el seminario no tuvo interés en eso, nunca
enviaron un carro a buscar los libros, pues dijeron aceptar la donación con la
condición de que los llevaran hasta el mismo seminario.
Pbro. Ramón Emilio Pernía Noguera en Bailadores. |
Como el destino de los libros era
el seminario, mi madrina Elda me llevó de nuevo para San Juan de Lagunillas, a
la casa que había sido del padre Pernía, para buscar uno o dos libros que la
familia estaba dispuesta a regalarme, eran uno o dos, porque todos ya estaban
destinados al seminario. Esa vez seleccioné dos libros, la Biblia de la
Biblioteca de Autores Cristianos (Nácar-Colunga) y otro libro que no recuerdo
cuál era. Lo cierto fue que esa vez, haciendo la selección, moví algunos textos
y los fui reubicado por torres de libros, y providencialmente una de esas
torres cayó dentro de una caja vacía, lo que interpretamos los presentes como
un permiso del padre para llevar más libros. Esa vez en total fueron 120 libros
los que traje a casa, pero, ya había conocido todo el valioso material que dejaba
atrás y era más la tristeza por lo que dejaba que la alegría por lo que había
conseguido.
Pasaron los años y, estando yo
aquí en el Perú, en este año 2022, recibí la gran noticia comunicada por mi
madrina. Ella venía de regreso de Mérida a La Playa, y justo frente a la
entrada de San Juan de Lagunillas vio el carro de su sobrino Tony, él había
sido el encargado de cuidar al padre Pernía hasta su muerte y por ende era el
propietario de sus pertenencias, entre ellas los libros. Mi madrina sintió
ganas de regresar para saludarlo y lo primero que Tony le dijo es que quería
regalarme los libros del padre, ya que el seminario nunca fue a buscarlos y se
estaban deteriorando pues estaban prácticamente abandonados en un cuarto.
Concretamente fue así, él pensó en mí y recordó que yo era ahijado de su tía
Elda.
Mi madrina no cabía en sí misma
de la alegría que sintió por esa noticia, y con el mismo entusiasmo me envió
audios por WhatsApp, los mismos que tuve que reproducir varias veces para poder
creer lo que me estaba diciendo.
El sábado 5 de marzo de 2022 fueron a buscar los libros en un camión que facilitó Juan Alí Roa Ramírez, esposo de mi hermana Reylis Aurisbel García. En el camión fueron dos obreros, Miguel y Enrique, y mi madrina Elda. De ese día recopilé todos los videos que me envió madrina, quien me mantuvo al tanto de cada paso que daban. El vídeo completo está en mi canal de YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=WZzbPOQo9ug
Los libros finalmente fueron
ubicados en la sala de mi casa en La Playa el lunes 7 de marzo, y allí
permanecieron, en el piso, hasta que se logró comprar cuatro estantes metálicos
que, una vez fijados en la pared, sirvieron para organizar gran parte de la
biblioteca. Y es así como recibí, cinco años después, lo libros que estaban
destinados para mí.
Todavía siento el enorme
compromiso de, cuando regrese a Venezuela, ponerme a arreglar, catalogar y
contabilizar todos los libros, que sé, pasan de los 5.000 textos de índole
teológica y filosófica, al tratarse de un sacerdote, aunque sé que puedo
encontrar muchas sorpresas literarias allí.
Mi pasión por los libros se ha
ido incrementando día a día. No hay un día en que no revise o lea uno de mis
libros. Acá en el Perú ya empecé a formar mi pequeña biblioteca, pero no me
preocupo de nada, porque sé que tengo una enorme biblioteca que me espera en mi
casa. Dios quiera y algún día pueda disfrutar de todos esos maravillosos
libros, allá en Venezuela o, por qué no, aquí en el Perú. No descarto la idea
de fijar mi residencia en este país y eventualmente traer los libros para acá.
Sé que sería una inversión muy costosa, pero valdría la pena, pero para eso
primero es necesario hacer una buena selección y así sí saber cuáles están
aptos para trasladar, porque sé que hay muchos libros antiguos y otros muy
deteriorados.
Esta buena noticia la comuniqué
en confianza a mi amigo el licenciado Néstor Abad Sánchez, pues él es un
bibliófilo y no sé si bibliómano, y le puse a su disposición cualquier texto
que quiera consultar, pues se sabe que el padre Pernía tenía muy buena
sensibilidad histórica y esto beneficia el constante trabajo de Néstor Abad
Sánchez y todos los que nos dedicamos a escribir y a hacer historia.
Finalmente hago una merecida
aclaratoria: el nombre de mi biblioteca personal es “Biblioteca Personal
Presbítero Ramón Emilio Pernía Noguera” y esta decisión la tomé mucho antes de
haber recibido los libros del padre, pues, desde siempre supe que el padre Pernía
era un ejemplo a seguir en mi formación sacerdotal y en mi afán por leer,
tener, cuidar y valorar los libros.
En este blog ya he publicado un
catálogo o inventario de todos mis libros, que suman casi 2000, en cuya lista
evidentemente no están incluidos los libros del padre Pernía que he recibido en
merecida donación.
P.A
García
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