OPUS DEI
Hoy es 2 de octubre de 2022, y hace 94 años, en Madrid, España, el joven sacerdote Josemaría Escrivá fundó el Opus Dei (la Obra de Dios). A continuación, contaré cómo conocí la Obra y cómo ha sido mi relación con esta hermosa familia desde entonces hasta ahora.
En mi
infancia fui un apasionado telespectador del canal católico EWTN, allí veía embelesado
los programas de la Madre Angélica, que por alguna razón me llamaban muchísimo
la atención, con lo cual me sentía identificado con la pequeña niña que fungía
como introducción a los episodios; ella muy sonriente, corriendo hacia la sala
de su casa para ver a la Madre Angélica en compañía de su tierna mamá. La alegría
y premura mías eran las mismas que la de aquella, pero no la compañía.
Los domingos
por las tardes, transmitían por aquel maravilloso canal, algunas de las
tertulias que san Josemaría Escrivá tuvo con sus hijos españoles e hispanoamericanos.
Recuerdo ver infinidad de veces su conversación en Altoclaro, una hermosa casa
de retiros en el estado Miranda, Venezuela, la cual había recibido la última visita
del fundador de la Obra en febrero de 1975, meses antes de morir en Roma. Esa tertulia
en particular me llenaba de mucha paz, pues imaginaba a aquel padre dirigiendo
sus palabras a los venezolanos, palabras proféticas y motivadoras, dichas
especialmente para mí.
Pasaron los
años y llegué al seminario mayor San Buenaventura de Mérida. En el curso
propedéutico, conocí a un joven de la Diócesis de El Vigía – San Carlos del
Zulia, llamado Ricardo Daniel Quevedo Contreras, y una vez estando con él en la
biblioteca de la casa de formación, dimos con un pequeño librito, de piel,
hojas biblia y 999 numerales de reflexión y meditación, habíamos conseguido un coqueto
ejemplar de “Camino” la obra cumbre de la espiritualidad de este sacerdote
español y su Obra. Ricardo y yo quedamos conmovidos por el hallazgo, nos
pareció algo importante y decidimos googlear un poco, para saber más sobre san
Josemaría, y fue así como supimos que había fundado el Opus Dei y, además, que había
un centro para hombres en Mérida, la ciudad donde nos encontrábamos. Hicimos planes
y el miércoles más próximo decidimos ir a aquel lugar.
Los miércoles
por la tarde los teníamos libre, de 1:00 p.m. a 6:00 p.m. Según la dirección
que nos arrojó la web, debíamos bajar hasta la urbanización Las Tapias, a la
altura del Museo de Ciencias y Tecnología. Fuimos a esa dirección, nos desorientamos
un poco, pero, preguntando a algunas personas, llegamos al Centro “Los Nevados”,
allí tocamos el timbre y salió un joven muy serio, nos presentamos como
seminaristas en busca de algún sacerdote, aquel joven nos aclaró que no se encontraba
el padre Max, que era el sacerdote de esa casa, pero que en sustitución suya estaba
el padre Cuan. Ricardo y yo sin saber de quiénes nos hablaba le dijimos que
igual queríamos hablar con algún sacerdote. Nos hizo pasar y nos condujo hasta el
oratorio de la casa.
En el
oratorio hicimos una breve visita al Santísimo Sacramento. En aquel lugar se
podía respirar una espiritualidad única y novedosa y paz, mucha paz. Ricardo y
yo no salíamos del asombro, pues estábamos encontrando lo que buscábamos en la
Obra de Dios y de san Josemaría.
Salimos del
oratorio con el joven y nos dirigimos hacia una pequeña sala de recibo. Allí esperamos
algunos minutos mientras llegaba el padre Cuan. El silencio reinaba, de afuera
oímos unos pasos que venían de la escalera de madera. Entró en la sala de
recibo un sacerdote, vestido de sotana blanca, nos saludó amablemente y
preguntó quién de los dos quería conversar primero, haciendo señas para que
alguno abandonara la sala, pero rápidamente le manifestamos que veníamos los
dos en plan de conocer un poco sobre el Opus Dei. Se sentó y conversamos largo
rato, al principio todo muy frío y protocolar, pero ya luego entramos en
confianza y quedamos convencidos de que aquella obra era realmente una Obra de
Dios.
El padre
Cuan nos invitó para que viniéramos de nuevo el miércoles siguiente, pues
quería que le acompañáramos en una romería hasta la iglesia de Santiago Apóstol
de la Punta.
Por razones
obvias, aquella visita al Centro “Los Nevados” se efectuó en el mes de marzo de
2014. La romería consistió en el piadoso rezo de tres rosarios, el primero fue
del Centro hasta la iglesia, en plena calle, los tres, rezando. El segundo fue
en la iglesia, y el tercero fue de la iglesia al Centro. Allí nos despedimos
del padre Cuan y quedamos para próximos encuentros. Desde esa fecha empecé a
conocer la vida de san Josemaría y su obra, el Opus Dei.
En lo sucesivo
de la formación en el seminario, mis directores espirituales fueron sacerdotes
del Opus Dei, el primero fue el padre Max Thompson, el segundo fue el padre
Julio Cuan, y el tercero fue el padre Jaime Molina. Con todos tuve una buena
relación de amistad y cercanía, pero he compartido más con el padre Jaime
Molina. Otro sacerdote que me ha hecho mucho bien es el padre Martín Carbonell,
a quien conocí en Caracas, en uno de mis viajes a Altoclaro. Con el padre
Martín siempre mantengo contacto vía telefónica, además de recibir mensualmente
sus “entregas” por correo electrónico.
El Opus
Dei me ha hecho mucho bien. Creo en la santidad de san Josemaría, del beato Álvaro
del Portillo y también creo que algún día llegará a serlo don Javier
Echevarría, a quien escribí una carta que envié con un sacerdote de Mérida que
viajó a Roma, pero que nunca llegó a sus manos, pues la carta se traspapeló.
Sobre san
Josemaría y el Opus Dei he escrito varias cosas en este blog. Aquí solo quería
recordar su 94 aniversario y con el recuerdo agradecer a Dios por tantas buenas
oportunidades que he podido vivir gracias a mi cercanía a la Obra, que es una
gran familia.
P.A
García
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