GÁLATAS 3, 27
Monasterio de Santa Clara de la Concepción
Ayacucho, 31 de mayo de 2023
SOR MARÍA INÉS DE SAN JOSÉ
Religiosa del Monasterio de Santa Clara de la Concepción
Muy estimada hermana, la gratitud me mueve a dedicarle estas letras por la labor realizada por usted en beneficio mío con la dilecta confección de dos albas para el servicio del Altar.
Como es bien sabido por nosotros, el jubileo vocacional y la celebración de las Bodas de Oro Sacerdotales de nuestro arzobispo, me motivó a solicitar de usted la elaboración de un alba para acompañar a Mons. Salvador Piñeiro en esta solemne eucaristía, la cual se llevó a cabo el pasado sábado 6 de mayo, a las 10:00 a.m. en la Catedral Basílica de esta hermosa ciudad, donde felizmente pude estrenar dicho ornamento. Usted y sus hermanas asistieron a esta misa y pudieron observar que al alba le faltaba un pequeñísimo detalle, y es que, por las proporciones de mi talla, hubo un desliz de cálculo y entonces el alba se arrastraba con el piso, pero eso no representó mayor complicación, pues toda buena costurera sabe complacer al cliente para que la satisfacción sea al mismo tiempo un motivo de gratitud a Dios por los dones y carismas recibidos y perfeccionados al ponerse al servicio del prójimo.
Agradezco también la iniciativa suya en decidirse por elaborar otra alba más sencilla para el uso menos solemne que yo pueda darle, pues ciertamente aquella alba que me regaló el padre Braulio y que intenté alargarla lo máximo posible, no tenía más alternativa que cambiarla por otra nueva. Y me complace también, el hecho de que esa alba haya permanecido en la sacristía del templo del Monasterio, para el uso oportuno de aquel sacerdote que guarde cierta similitud con mi talla, aunque bien sabemos que no son muchas las probabilidades de que esto suceda.
La remuneración monetaria por las dos albas, aunque la hubo, no deja de ser simbólica, pues el valor espiritual que esto conlleva no puede ser pagado por ninguna suma, por generosa que esta sea. Usted me pide oraciones, y es lo mismo que yo solicito de usted, de manera que ahora estaremos unidos en la oración, por la perseverancia de nuestra vocación de entrega total al Señor. Cuando ore por las vocaciones sacerdotales, acuérdese de mí, y pida a Dios y a María Santísima que me dé la gracia de llegar a ser un sacerdote santo, como el padre Javier Obón, que vino del extranjero a santificar al pueblo ayacuchano. Yo oraré por usted y le estaré siempre agradecido por la paciencia y el cariño puesto en el trabajo realizado.
Suyo en Cristo.
P.A
García
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