“¿PLEONASMO?”
Con el propósito de hacer la petición formal
de los ministerios laicales del lectorado y acolitado, escribí a mano una carta
que entregué al arzobispo la cual leyó en mi presencia y, de inmediato, me hizo
alusión a una frase en la que él veía un supuesto error gramatical. Le escuché
con atención y por un momento me resigné a aceptar el error, sin embargo, esa
misma noche encontré la respuesta a mi inquietud literaria gracias a un video de
la Dra. Martha Hildebrandt en el que explicaba con lujo de detalles la validez
de la expresión que yo había utilizado.
Copio a continuación mi carta manuscrita y resalto en ella
la frase por la cual puedo ligar a la Dra. Hildebrandt con mi petición de
ministerios:
Ayacucho,
24 de octubre de 2023
Mons. S. P. G-C.
Arzobispo Metropolitano de
Ayacucho
Yo, Pedro Andrés García Barillas, identificado con el CPP Nº
007014990, domiciliado en esta ciudad de Ayacucho desde hace tres años y
habiendo colaborado durante el mismo lapso de tiempo en diversas
pastorales de la Parroquia S. R. L., bajo la guía de su párroco el Pbro. B. A.
C., y luego de un tiempo de discernimiento y para el servicio de la Iglesia,
por medio de la presente me dirijo a usted para solicitarle ser instituido como
lector y acólito de la Santa Iglesia Católica, consciente de que estos
ministerios laicales afianzan más mi compromiso de servicio a Dios, pues al
proclamar la Palabra de Dios en las celebraciones litúrgicas, ayudo a la misión
evangelizadora de la Iglesia, a la vez que en la asistencia a los presbíteros y
diáconos en el ministerio eucarístico, participo de manera especial y me un al
Cuerpo Místico de Cristo, al cual deseo servir.
Suyo en Cristo.
Pedro
Andrés García Barillas
Bien, como habrán visto, la frase en cuestión es “lapso
de tiempo”, que evidentemente suena redundante y se podría pensar
que solo es suficiente con escribir “lapso” y no abundar con “de tiempo”, pues
suele comprenderse que un lapso es precisamente eso, un tiempo transcurrido,
tal y como era el comentario episcopal.
La Dra. Martha Hildebrandt, reconocida filóloga peruana,
explica en uno de sus tantos videos-entrevistas que es totalmente válido el uso
de la frase “lapso de tiempo”, y no ha de considerarse un “pleonasmo”, es
decir, una redundancia de palabras por las cuales se añade expresividad a lo
dicho. La también lingüista asevera que la frase “lapso de tiempo” es necesaria
al saberse que el término “lapso” cuenta en el diccionario con una acepción en
la que se puede interpretar como “caída en una culpa o error”, y no solo como el
“tiempo transcurrido entre dos límites”. Sin lugar a dudas, mi recurso
literario en la misiva antes copiada es válido, aunque no lo parezca.
No contento con la información fugaz recibida, me propuse
buscar en la feria del libro de Ayacucho algunas de las publicaciones de la
Dra. Martha Hildebrandt en donde ella abundara en explicaciones sobre la manera
correcta de comunicar las ideas en el castellano. Así fue como compré dos de
sus títulos más populares, el primero de ellos “Peruanismos” un ejemplar de la
primera edición de 1969, y el segundo “El habla culta (o lo que debiera serlo)”
en su segunda edición del año 2003, y es en este texto en donde la autora le
dedica un apartado completo a la defensa de la frase “lapso de tiempo”.
Hildebrandt, en la página 234 del mencionado texto, inicia explicando que la razón por la cual
muchos creen que se trata de una locución incorrecta, es, como ya hemos visto, “porque
lapso, por sí solo, expresa ya la idea de ´espacio de tiempo´, ´período´”,
sin embargo, en su etimología latina lapsus viene a significar un ´deslizamiento,
resbalón o caída´, de ahí que en el habla culta sea utilizada como una “falta o
equivocación cometida por descuido”, y continúa ejemplificando: lapsus linguae
es un error que se comete al hablar, y lapsus cálami es el error que
se comete al escribir.
Finalmente, la expresión “lapso de tiempo”, deduce Martha, “aunque
se sintiera (erróneamente) como expresión pleonástica, podría explicarse como
una locución nominal en que la idea de ´tiempo´ está doblemente expresada por
razones estilísticas.”
Es así como una cosa lleva a la otra, y en mi pretensión de
servir más a Dios como lector (el que lee la Palabra de Dios) y acólito (el que
acolita o ayuda en el altar en las celebraciones litúrgicas), me topé con la
filología exquisita de una peruana que trabajó muchos años en Venezuela y por
eso manifestó en su momento que comprendía a los venezolanos en su forma de ser
y de vivir.
Entre los años 1953 y 1961, Martha Hildebrandt fue docente
en la Universidad Central de Venezuela. Allí publicó en 1961 un extraordinario
trabajo de investigación intitulado “La lengua de Bolívar. I. Léxico” en donde
estudia y documenta la lexicografía del Libertador.
Martha Hildebrandt recuerda una anécdota de su estancia en Venezuela de la siguiente manera: "Estuve diez años en Venezuela y ahí tuve dos proyectos de investigación absolutamente distintos. En la mañana trabajaba en lenguas indígenas, esa sección estaba bajo el Ministerio de Justicia, y me traían los informantes de todas las tribus en avión. Yo nunca fui al campo. Me traían por una semana los hablantes de cada lengua y yo llenaba tres cuestionarios. Así que se documentaba la lengua con unos quinientos o seiscientos términos o más, y eso lo hice con 56 lenguas. Y en las tardes me ocupaba del castellano de Bolívar, o sea que era un cambio absolutamente abrupto y ahí tenía la dirección y colaboración de Ángel Rosenblat, que se portó maravillosamente bien conmigo. Él fue mi mentor y con tremenda paciencia me explicaba y me ayudaba a interpretar el castellano de Bolívar, que era un buen castellano para el siglo XIX, lleno de galicismos, anglicismos, arcaísmos, en fin, todo el gran cambio que se produjo en el castellano del siglo XIX está documentado allí. Por supuesto, ese libro, que ha sido editado en Venezuela tres veces, algunas veces sin mi consentimiento, por ejemplo cuando fue el sesquicentenario de la Batalla de Ayacucho vino un embajador de Venezuela a pedirme el permiso para que el Gobierno lo reeditara, y yo le dije:"bueno, en principio sí, pero lo voy a pensar". Para qué le dije eso, porque después me enteré que el libro había sido publicado y distribuido con motivo del sesquicentenario de Ayacucho, entonces llamé a Caracas y me dijeron: "sí, efectivamente se publicó" pero yo no había dado mi consentimiento, en Venezuela es así, absolutamente informal, "sí, pero el embajador se murió en su viaje de regreso". Como yo quiero a los venezolanos y me casé con un venezolano y los entiendo, ellos están contra toda pseudo seriedad de oficina. Bueno, lo publicaron."
P.A
García
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