HISPANOAMÉRICA
Y NO LATINOAMÉRICA
Los
pueblos son el resultado de la herencia de sus antepasados, los mismos que han
recibido, han aportado y han mezclado su cultura, idioma y religión con las de
los venidos de tierras lejanas. Ninguna nación del mundo puede jactarse de ser
"pura", pues todos tenemos un poco de aquí y de allá. En el caso de
los pueblos del continente americano es de opinión común el reconocimiento a la
hispanidad, a la herencia española, que impregna hasta los días actuales
nuestra sociedad, tal es así que, unos han preferido denominar a esta región geopolítica como Hispanoamérica,
principalmente por el catolicismo y el castellano como religión y lengua obtenidas
de aquel 12 de octubre de 1492, cuando el almirante Cristóbal Colón divisó las
islas caribeñas, en cuyos periplos posteriores, ya en su tercer viaje para ser
exactos, descubrió las aguas del Orinoco para así estar seguro de haber llegado
por fin a tierras continentales.
El 12 de
octubre es, pues, propiamente el Día de la Hispanidad, aunque por decreto en
nuestro país deba llamársele "Día de la Resistencia Indígena…", pero
no es este el momento para abordar opiniones políticas sobre el tema, ahora lo
más importante es recordar el origen de esta fecha y su aporte para nosotros,
que tenemos una misión concreta, la de hacer presente a Dios en todos los
ámbitos del mundo a través de la predicación del Reino de los Cielos, siendo
precisamente este el ideal que compartían los Reyes Católicos Fernando e Isabel
a finales de aquel lejano siglo XV de nuestra era.
Decíamos
al principio que los pueblos son la adición de diversos caracteres, en cuya
mezcla radica su riqueza, y este encuentro de diversidades no anuló a unos en
salvaguarda de otros, sino que, por el contrario, se conformó una mezcla tan
natural y necesaria, que ahora no podemos pensarnos sin ese pasado de luces y sombras
con el que debemos reconciliarnos, y en este sentido, Venezuela no ha sido la
excepción, pues, por ejemplo, fue uno de los primeros territorios explorados
por los grandes intelectuales, geógrafos y navegantes venidos de Europa, entre
ellos Américo Vespucio, quién después inspiró el nombre del continente; fue él
quien encontró similitudes en los pueblos costeros del Lago de Maracaibo, que
alzaban sus chozas por sobre las aguas, con la ciudad italiana de Venecia, y
así surgió el nombre de nuestra nación: Venezuela, es decir, "la pequeña
Venecia". Sin olvidar que fue en nuestro suelo patrio donde se celebró por
primera vez una Santa Misa en territorio firme americano, en Santa Ana de Coro.
Ahí la evidencia de que también nosotros hemos sido protagonistas de la
historia.
Hasta el
momento hemos enfatizado nuestro discurso guiados por el aspecto religioso, sin
embargo, este no es el único en que podamos detenernos, aunque sí el más
importante. Pensemos ahora en la natural organización de la sociedad que la
hispanidad nos legó, una cultura en la que se centraba el poder administrativo,
religioso, político, económico y cultural alrededor de las plazas mayores de
los pueblos fundados con la venia del Monarca ibérico que, aunque alejado por
la inmensidad del océano Atlántico, siempre se preocupó por llevar su bandera
cristiana civilizadora a todos los lugares donde sus emisarios pudiesen llegar,
procurando mediante Cédulas Reales y decretos el respeto y consideración de los
habitantes de estas tierras llamadas equivocadamente “Indias Occidentales”. En
este sentido, la historia de América no puede entenderse sin España y la historia
de España no puede entenderse sin América, y es que alguna vez fuimos lo mismo
y, llegado el tiempo oportuno, cual hijo que desea dejar de depender de sus
padres, los pueblos americanos vislumbraron su emancipación porque ya se
sentían con la mayoría de edad como para autogobernarse y seguir adelante en la
consolidación de sus ideales, aunque bien sabemos, este cambio costó la vida de
miles de personas, tanto americanas como peninsulares, ambas bajo idénticos
criterios jurídicos dependientes de la Corona española, de ahí que se pueda
concluir que las guerras independentistas fueron de facto una guerra entre
hermanos...
Pero el
12 de octubre no es propiamente un día para recordar las independencias, sino
más bien para fomentar la unidad que indiscutiblemente formamos como resultado
de aquella descabellada aventura del genovés don Cristóbal Colón y el grupo de
arriesgados hombres que le acompañaron, quienes pretendían llegar a la India
por el occidente, sin saber que en medio se encontraba un nuevo continente, de
ahí la expresión, "el encuentro de dos mundos".
Que hubo
resistencia, es cierto, pero no más que aquella que se ciega al cambio porque
ignora su benevolencia; que hubo mestizaje, también lo es, y al mirarnos las
caras ahora, somos nosotros mismos la certeza de esto, pues, ¿qué somos?, un pueblo
mestizo. Pues al final no quedó mayor remedio que ceder cada uno para poder
encontrarse en la constitución de una misma población, con las diferencias
naturales de cada cual, pues, por ejemplo, no podemos comparar el carácter
bélico de tribus como los Caribes en nuestra costa venezolana con la
tranquilidad y mansedumbre de los Taínos del actual Puerto Rico y República
Dominicana. En cada zona fue distinto el proceso, pero en todas ellas venció el
signo de la Cruz gloriosa de Cristo.
Pero,
hablar de hispanidad es reconocer también que con la llegada de los españoles a
estas tierras vinieron con ellos no solo epidemias y enfermedades que diezmaron
la población, sino también las Iglesias, para dar culto al Dios verdadero, las
escuelas y universidades, para enseñar las ciencias y las artes a todos, los
hospitales, para sanar las enfermedades con la medicina del momento, los
orfanatos y asilos, para atender las necesidades de los más pobres... en fin,
una “civilización” aportando a otra “civilización” lo mejor que podía ofrecer. En
aquel momento no había mejores ni peores, sino pensamientos, costumbres e idiosincrasias
distintas que se encontraron y caminaron juntas hasta nuestros días.
Finalmente,
no podemos olvidarnos que, junto a este Día de la Hispanidad, recordamos también
a nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, que es la única aparición de la
Santísima Virgen María antes de ser Asunta a los cielos en cuerpo y alma, pues
como lo narra la tradición, se apareció al apóstol Santiago para darle fuerzas
en su misión evangelizadora en las tierras de la Hispania romana. Y así es,
María es una madre bondadosa que se preocupa por sus hijos y de igual forma
como salió presurosa a ayudar a su prima Isabel, lo hace también corriendo
detrás de nosotros para sostenernos con su omnipotencia suplicante.
María es
la madre de la Hispanidad, es el orgullo de nuestra raza, a ella le pedimos de
manera especial por tantos hermanos venezolanos que están saliendo del país en
busca de mejores condiciones de vida para ellos y los suyos. María, Consuelo
para los migrantes, interceda por los hispanos en su día.
P.A
García
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