BIOGRAFÍA DEL
EXCELENTÍSIMO MONSEÑOR
Excelentísimo
Monseñor Luis Alfonso Márquez Molina cjm.
El
día 17 de diciembre de 1936, mientras en la ciudad de Buenos Aires, Argentina
llegaba al mundo el actual Pontífice de la Iglesia Católica, en Tovar, pueblo
del Valle del Mocotíes del estado Mérida nacía, en el seno de una humilde
familia cristiana, Luis Alfonso Márquez Molina, quien se convertiría en el
décimo de los doce sacerdotes merideños en llegar al episcopado, plenitud del
sacerdocio, en su condición de Obispo titular de Torre Rotonda y Auxiliar de la
Arquidiócesis de Mérida.
Esos
doce Obispos merideños han sido Buenaventura
Arias, Ignacio Fernández Peña, Tomás Zerpa, José Humberto Quintero Parra, José
Humberto Paparoni Bottaro, Marcial Augusto Ramírez Ponce, Roberto Dávila
Uzcátegui, Sotero Valero Ruz, Jesús Alfonso Guerrero Contreras ofmcap, Luis
Alfonso Márquez Molina cjm, José Trinidad Fernández Angulo y Juan de Dios Peña
Rojas.
Si
Tovar fue la tierra que vio nacer a Luis Alfonso, La Playa, un hermoso pueblo
localizado entre la Sultana del Mocotíes y Bailadores, fue quien lo vio crecer
y en él aprendió sus primeras lecciones educativas, en su antigua Escuela
Federal Graduada Estado Falcón.
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Pintura de San Vicente Ferrer, Patrono de La Playa |
La piadosa madre de Luis Alfonso, Doña Angelina Molina,
mujer de visitas diarias al Santísimo Sacramento, fue quien inculcó en él los
valores cristianos, a su madre el niño Luis Alfonso siempre le escuchó decir
“donde se reza el Rosario, nunca falta lo necesario”, ya que en esta familia
todos los días con mucho fervor se hacía el rezo del Santo Rosario, así como
también acudían dominicalmente a las Eucaristías en el singular templo
playense.
Doña Flor de Maldonado, distinguida educadora de La Playa,
fue su catequista, y en la Iglesia de este pueblo, dedicada a San Vicente
Ferrer, Luis Alfonso recibe a Jesús Sacramentado de manos del Reverendo Padre
Clemente Aparicio, redentorista, el 8 de julio de 1945.
En La Playa, entre los grandes terrenos sembrados de caña de
azúcar, Luis Alfonso aprendió a valorar la creación de Dios, en su modesto
Templo aprendió a hablar con Dios y en su antigua escuela aprendió a reconocer
que en la educación se fundamenta toda la vida y el buen desenvolvimiento del
ser humano.
Su vocación desde la niñez se vio orientada hacia el
sacerdocio y la educación, por ello, en la Congregación de Jesús y María de los
Padres Eudistas encontró un lugar apropiado para discernir las dudas que pudo haber
tenido, para después, con firmeza entregar su vida por completo a Dios.
Parte de la primaria y del bachillerato lo estudió en el
Colegio Seminario Kermaría con los Eudistas en la población de La Grita, estado
Táchira, allí pudo acrecentar su formación académica y espiritual.
Desde
siempre, Luis Alfonso, comprendió que el sacerdocio no era una profesión para
subir en la escala social, ni para hacer dinero, ni para adquirir
conocimientos, sino para el servicio del pueblo de Dios, así él lo manifestó en
palabras pronunciadas el 12 de enero de 2002 en su consagración episcopal citando
la Carta a los Hebreos: “Un hombre tomado de entre los hombres para el servicio
de la humanidad en las cosas de Dios”, y a su vez recordó que esta misma cita
la plasmó en su tarjeta de invitación a la Ordenación Sacerdotal, acontecida el
29 de junio de 1962 en La Grita, en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo.
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Celebración de San Vicente Ferrer, presidida por Mons. Luis A. Márquez |
En
1950, Luis Alfonso va al Seminario de San Cristóbal, y por gracia de Dios, allí
compartió como Rector al ilustre padre Miguel Antonio Salas cjm. , hoy en día
en proceso de beatificación, primer eudista venezolano, quien años después se
convertiría en Arzobispo Metropolitano de Mérida, en este sacerdote descubrió
un modelo de vida, un hombre santo y por tanto digno de ser imitado; Luis
Alfonso, por el testimonio de vida del padre Miguel Antonio Salas, se vio
motivado a consagrar su vida a Dios.
En
1953 va al Noviciado de los padres Eudistas, en Santa Fe de Bogotá, Colombia,
allí se encontraba el Seminario Valmaría (que en francés significa “Valle de
María”) donde culmina sus estudios de filosofía y teología. Luis Alfonso
recibió una formación sacerdotal preconciliar, ya que en sus años de estudiante
aún no se había dado el gran “agiornamento”
de nuestra amada Iglesia Católica. Fue después de ordenado, cuando comienza a
tomar las pautas del Concilio Ecuménico Vaticano II al cual siempre ha
considerado como uno de los documentos
eclesiales más valiosos, y también menos aplicado en la actualidad.
Su vocación educativa y sacerdotal es muy
extensa, tiene varios títulos, maestrías y cursos, pero Monseñor Márquez
siempre los ha calificado como los instrumentos para ser cada día mejor
sacerdote y poder brindar un mejor servicio al clero que durante más de 40 años
formó y al pueblo cristiano en general.
Monseñor Márquez ha manifestado que, las
visitas pastorales son el alma del gobierno de un Obispo, en sus más de 60
visitas realizadas por toda la Arquidiócesis de Mérida pudo encontrarse con la
feligresía noble de esta Iglesia particular. Relata Monseñor Márquez, con
sentido del humor, que al finalizar sus trabajos como Obispo Auxiliar, entregó
las actas de todas sus actividades pastorales, incluida una en la que solo había
tres líneas, debido a que “comenzó la visita, se enfermó y regresó a Mérida”.
Las
homilías de Monseñor Márquez son muy particulares, ya que posee un admirable
sentido del humor, en la mayoría de veces le hemos escuchado la explicación de
los signos que utilizan los Obispos, mitra, anillo y báculo, y entre cuentos y
chistes hace sentir la alegría del Evangelio.
En
la actualidad, ya como Obispo emérito, colabora estrechamente con la Diócesis
de San Cristóbal, manifiesta que es un “Obispo jubilado, pero no desocupado”.
En oportunidades tiene la amabilidad de visitar el Seminario Arquidiocesano San
Buenaventura, y es en esos momentos en los que los seminaristas nos empapamos
de su sabiduría y humor de padre y pastor.
El
pasado 17 de diciembre de 2013, Monseñor Márquez concelebró una Eucaristía con
el Santo Padre Francisco con motivo de sus cumpleaños.
Monseñor
Luis Alfonso Márquez Molina es un Obispo merideño, humilde y con olor a oveja.
P.A
García
Gracias pedro por darnos a conocer la biografía de Monseñor Márquez
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