sábado, 27 de agosto de 2016

Un pequeño relato de la vocación

DIOS LLAMA…
Recién llegado a la Apostólica

         Queridos lectores, el texto que a continuación les presento, lo tracé cuando ingrese a la Apostólica de los Legionarios de Cristo en 2011; recién ingresados nos pidieron que escribiéramos la propia historia vocacional y esto fue lo que en el momento plasmé:

         “Recuerdo que en una ocasión de mi niñez, me encontraba solo en casa, encendí el televisor y estaban pasando la película de la Pasión de Cristo, una de las tantas versiones. Al finalizar la película, terminé con algunas lágrimas en las mejillas, al ver como habían matado a aquel Hombre que había hecho tantos milagros y que había ayudado a muchísima gente, así fue como supe algo sobre el gran Jesús de Nazaret

Nací el 10 de diciembre de 1995, soy el menor de mis hermanos, el deseo de ser sacerdote no recuerdo cuando llegó a mi mente, solo se, y así me lo recuerda mi mamá, que cuando era pequeño la gente me preguntaba qué quería ser cuando fuese grande, y yo, con una sonrisa inocente les contestaba: ´yo voy a ser padre´, más de uno me preguntaba: ¿padre de familia? Y yo con la alegría que me ha caracterizado les decía: ´no, padre de Iglesia, de los que dicen Misa´

Con el tiempo fui creciendo y por medio de mi abuela materna, Eva Castillo, que se hizo amiga del Sacristán de la Parroquia, ingresé a la Escuela de Monaguillos de la Parroquia San Vicente Ferrer de La Playa, siendo Cura Párroco el Presbítero Alfredo Uzcátegui Martínez, allí encajé a la perfección y en resumidas cuentas perseveré en el servicio del Altar, no falté a Misa ni un día durante tres años aproximadamente.

Yo era el monaguillo fiel, tocaba las campanas, recogía la colecta, buscaba a los lectores, encendía los cirios del altar, sostenía el Cáliz durante las Primeras Comuniones, entre muchas otras cosas que disfruté haciendo en la Iglesia de La Playa, mi pueblo querido.

Por alguna razón dejé de asistir a la Iglesia, pero en las vacaciones de 2011, mi mamá, quien no quería dejarme ir al Seminario sino después de haber culminado el bachillerato, tuvo la gracia de conocer a un par de padres Legionarios de Cristo. Mi mamá se encontraba en un pequeño restaurante en el centro de la ciudad de Mérida, cuando se acercan a la mesa donde ella desayunaba los jóvenes padres. Conversó con ellos y les comentó de mi inquietud vocacional. Ellos cuadraron un segundo encuentro, donde me mostraron un video sobre el Centro Vocacional. El día de la cita, mi mamá me llevó al mismo restaurante donde los había conocido y me dejó con ellos, allí compartimos el video en una computadora portátil que y traían y me explicaron todo sobre la Apostólica.

Con el Hermano Javier Mauricio Sayago, durante un paseo comunitario a La Culata

El día 24 de junio de 2011 inició el Cursillo Vocacional en la Apostólica de la Legión de Cristo en Manzano Alto, Campo Elías, asistí con mucha ilusión y allí nos congregamos jóvenes de varias partes de Venezuela.

Recibí el uniforme de Pre-candidato de la Legión de Cristo el 27 de agosto de ese año (hoy hace 5 años). La Legión de Cristo es lo mejor que existe para todos aquellos jóvenes que muestran interés por la vida sacerdotal, una vida que vale la pena, porque se vive con Cristo y bajo la maternal protección de la Santísima Virgen María, cultivando diariamente la Caridad a todos los hombres, teniendo siempre a la mano la orientación de un Director Espiritual, así como la excelente educación que nos brindan los mejores profesores del país.”

Eso fue lo que en el momento redacté, prometo extender el cuento, agregando más detalles que son importantes de conocer.

Con mis dos hermanas el día que salí de la Apostólica

P.A
García

domingo, 21 de agosto de 2016

La Biblia habla sobre el Purgatorio

BIBLIA Y PURGATORIO

         Muchos creen que la Iglesia Católica ha inventado la existencia del Purgatorio para amedrentar a los fieles. Existen quienes se encargan de transmitir un mensaje de falsedad, pues la ignorancia en las cuestiones de la fe los lleva a eso, pero para vuestra sorpresa no es así, ya que se pueden encontrar las bases bíblicas que comprueban dicha creencia.

         La Biblia enseña que: “ninguno se acercará a Dios sin haber sido purificado de todo pecado e impureza. La Iglesia siempre afirmó que una purificación se da en el momento de la muerte e incluso después para todos aquellos que se quedaron apegados a sus imperfecciones y deseos humanos”

         Pero para comprobar el Purgatorio que nos presenta la Santa Biblia, leamos detenidamente dos citas que nos van a ilustrar con la luz del Espíritu Santo, la primera es del Antiguo Testamento y la segunda es del Nuevo Testamento.

         2 Macabeos 12,43-45 dice: “Luego efectuó una colecta que le permitió mandar a Jerusalén unas dos mil monedas de plata para que se ofreciese allí un sacrificio por el pecado. Era un gesto muy bello y  muy noble, motivado por el convencimiento de la resurrección. Porque si no hubiera creído que los que habían caído resucitarían, habría sido inútil y ridículo orar por los muertos. Pero él presumía que una hermosa recompensa espera a los creyentes que se acuestan en la muerte, de ahí que su inquietud fuera santa y de acuerdo con la fe. Mandó pues ofrecer ese sacrificio de expiación por los muertos para que quedaran libres de sus pecados”

         La Biblia nos enseña que: “los soldados de Judas se sintieron alentados en su fe al comprobar que sus compañeros muertos en la guerra lo merecieron por algún pecado. En los tiempos pasados, por ejemplo en tiempos de Josué, los creyentes se conformaban con alegrarse de esta justicia de Dios y no se preocupaban de los hermanos culpables (Jos 7). En cambio, los compañeros de Judas se inquietan: los que pecaron, ¿dejan de ser nuestros hermanos? Ellos eran del pueblo de Dios como nosotros; ¿no compartirán con nosotros la felicidad venidera, resucitando para la vida? De ahí la iniciativa de Judas y la oración por los muertos. Acaban de descubrir la solidaridad entre los miembros del pueblo de Dios, ya sean vivos o muertos”

         2 Corintios 3,13-15 dice: “Un día se verá el trabajo de cada uno. Se hará público en el día del juicio, cuando todo sea probado por el fuego. El fuego, pues, probará la obra de cada uno. Si lo que has construido resiste al fuego, serás premiado. Pero si la obra se convierte en cenizas, el obrero tendrá que pagar. Se salvará, pero como a través del fuego”

         Hermanos, para estas cosas de fe, es necesario primero pedir la luz del Espíritu Santo, para tratar de comprender los designios de Dios. Nunca olvidemos que Dios nos habla a través de su Palabra, y esta Palabra ha sido revelada, es Cristo Jesús, y Él en cumplimiento de la voluntad del Padre quiso darnos unos guías, los doce apóstoles, quienes habiendo conocido de cerca al Señor, después de su muerte y resurrección enseñaron su doctrina. Hoy día esa doctrina de Jesús es el Magisterio de la Iglesia Católica, por eso cuando la Iglesia habla, nosotros debemos creer, porque es el mismo Jesús quien habla a través de su Cuerpo Místico.

         El Padre Antonio Rivero L.C. manifiesta que: Dicen que no existe el purgatorio y no sirven nuestras oraciones por los difuntos. La Iglesia, apoyándose en 2 Mac 12, 46, cree que mediante nuestros sacrificios, oraciones y buenas obras podemos ayudar a los difuntos que murieron en gracia de Dios y se están purificando antes de llegar a la Gloria. Por el hecho de que la Biblia no contenga la palabra “purgatorio” no se puede concluir que el purgatorio no exista. Tampoco la Biblia presenta la palabra Trinidad y existe el dogma de la Santísima Trinidad, reconocido por los hermanos protestantes.

         Ahora aquí me permito copiarles lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica con respecto al Purgatorio:

LA PURIFICACIÓN FINAL O PURGATORIO

1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.

1031 La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (Cf. DS 1304) y de Trento (Cf. DS 1820: 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:

Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquél que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno, dial. 4, 39).

1032 Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (Cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos:

Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su Padre (Cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Crisóstomo, hom. in 1 Cor 41, 5).

                       P.A                     
  García

viernes, 19 de agosto de 2016

Reflexión del Jueves 09-04-2015

DIOS EN SU INFINITO AMOR
Custodia y pintura de la Parroquia San Vicente Ferrer
        
Dios en su infinito amor y misericordia nos ha convocado como Asamblea Santa en torno al altar del Señor Jesús Resucitado, para adorarle, bendecirle y glorificarle con nuestras vidas, porque en lo cotidiano es donde nos santificamos, y esto es posible, porque Dios está siempre con nosotros, ya lo reza la Liturgia de las Horas de modo poético pero certero: Quien diga que Dios ha muerto, que salga a la luz y vea, si el mundo es o no tarea, de Dios que sigue despierto y más adelante para convencernos de la presencia de Dios entre nosotros, continua con estas palabras: Ya no es su sitio el desierto, ni en la montaña se esconde, decid si preguntan dónde, que Dios está sin mortaja, en donde un hombre trabaja, y un corazón le responde Lo que espera Dios de nosotros, en el aquí y en el ahora, es que le respondamos con amor, al amor que Él no tiene, porque Él nos amó  primero dicen las Escrituras, pues somos sus hijos y él es nuestro Padre y esta noticia es suficiente para hacer espacio a Dios en nuestras vidas.

         Venimos al Templo, a la Casa de Dios, que es Casa de Oración, no de relajos, con la disposición total para escuchar a Dios que nos habla a través de su Santa Palabra y a través de sus ministros, que aunque indignos, llevan el mensaje de Dios al pueblo fiel, al pueblo que ha puesto su confianza en el Señor y en ésta su Santa Iglesia Católica, porque la Iglesia como Esposa de Cristo, cumple también el papel de Madre y Maestra de la Fe.

         No podemos dejar que el maligno nos distraiga en este momento de reflexión, porque este es un momento sagrado el cual lo debemos dedicar plena, consciente y activamente al Señor, las ocupaciones que tengamos pueden esperar, los comentarios que nos resulten también pueden esperar y fuera de la Iglesia se pueden hacer, siempre y cuando no vallan dirigidas a destruir al prójimo. Que el Señor nos conceda la gracia de escucharle con humildad. Dispuestos a cambiar para bien, meditemos pues lo que Dios nos dice en la Liturgia de la Palabra.

         La primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, nos habla de la curación de un paralítico en el Templo de Jerusalén, este milagro fue presenciado por los judíos, y no salían de un asombro, impresionados estaban, porque a veces nos acostumbramos a ver a los demás como los paralíticos, estancados, o tal vez somos nosotros los que estamos caídos en el piso, en el suelo como lo peor y como no somos capaces de tender una mano amiga ni de proponernos salir adelante, viene Jesucristo, el que todo lo puede y nos levanta, nos levanta con su poder sanador, nos levanta de la esclavitud del pecado y nos da nueva vida en el amor y en el servicio.

         Esta lectura, nos hace reflexionar en las buenas consecuencias que tienen los milagros que de parte de Dios recibimos en nuestras vidas. Cuando reconocemos que Dios obra en nosotros, no debemos quedarnos cruzados de brazos, no, al contrario debemos glorificar a Dios con nuestro testimonio de vida, porque es Cristo, y el poder de la Fe la que nos libera de todos los males que a veces tenemos y de los cuales en necesario conocerlos para poder pedir la sanación al Señor Todopoderoso. A través de la curación de este hombre paralitico, la muchedumbre se reunió en torno al apóstol Pedro y éste les dirigió la palabra.

         Pedro les explicaba a los judíos todo lo que sucedió con el Mesías, cómo por petición de ellos mismos fue crucificado y murió maltratado y humillado, esto por la gracia de Dios no sucedió en vano, pues al tercer día resucitó y por la muerte de Cristo nos hemos lavado los pecados y por medio del bautismo, que es mandato suyo nos hemos ganado un puesto en el Cielo, al lugar que todos deberíamos aspirar llegar, aunque en este mundo, pareciera que algunas personas no se quisieran ir al Cielo después de morir, pues con su vida desordenada en muchos sentidos están rechazando a Dios.

 Recordemos que para Dios ya hemos sido salvados, sin embargo, en nosotros está la libertad de aceptar o rechazar esa salvación. Porque cuando no cumplo los mandamientos de Dios, cuando vivo sin Él, yo mismo me estoy condenando, yo mismo me estoy enviando para el infierno, para el lugar del castigo y Dios ahí no tiene voz ni voto, porque libres nos ha creado y libremente le rechazamos o libremente le aceptamos. Dice un santo sacerdote que si la Iglesia dejara de hablar del infierno o de la condenación eterna, sería una mentirosa, pues así como el amor de Dios y el Cielo existen para aquellos que aman al Señor, así también debe existir un lugar para aquellos que no se arrepienten de sus pecados. Conmovidos por esta verdad de fe, pidamos al Dios Justo que nunca se nos acabe el santo temor de Dios, no para temerle y escondernos de Él, sino para amarle y cumplir su voluntad, la cual consiste en que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado.

En esta primera lectura estamos invitados a considerar cómo Jesús Resucitado borra los temores, las dudas y desconsuelos que impiden la fe en El. Pedro y Juan predicaron sin temor alguno y con autoridad hablaron de las cosas de Dios, pues aquel que había salido victorioso de la muerte los acompañaba siempre y de toda maldad humana los iba a librar, con el poder de la fe se obró este milagro, es por eso que el Salmo de hoy reza: ¡Qué admirable, Señor, es tu poder!

El evangelista san Lucas nos sitúa en la escena de los discípulos de Emaús, ayer hablábamos sobre ese episodio donde reconocen a Jesús al partir el Pan, Cristo nos explica las Escrituras y parte para nosotros el Pan, he allí una primitiva Eucaristía. 

Los discípulos no terminaban de creer lo que estaba sucediendo, el sepulcro esta vacío, unas mujeres nos dicen que está vivo y se les ha aparecido, el corazón humano duro e incrédulo no creía en el milagro de la Resurrección, en medio de esta incredulidad el mismo Cristo se aparece y les dice: “La paz esté con ustedes” y esto es precisamente lo que Jesucristo trae para nosotros, paz, tranquilidad, amor, serenidad. Paz en la guerra, paz en las discusiones entre familias, paz en los ambientes de trabajo, paz en las almas de cada uno de nosotros, porque antes de desear la paz, debemos ser nosotros mismos constructores de paz y nadie da lo que no posee.

Una vez más Cristo nos enseña que compartiendo nos unimos a Él, este gesto lo podemos notar cuando pide a sus apóstoles de comer y con ellos come un trozo de pescado asado, hizo esto también para confirmarles que estaba vivo, que no era un fantasma.

Cristo les recuerda a sus discípulos lo que sucedió, y hoy también nos lo recuerda a nosotros con las palabras finales del Evangelio: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios y el perdón de los pecados.” Todos estamos necesitados de Dios, todos necesitamos arrepentirnos de nuestros pecados, para recibir de Dios el perdón y así vivir con Él, en este mundo que lo rechaza porque se enceguece en el pecado y la maldad.

Que nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela nos acompañe también en esta lucha por mantenernos firmes en la fe, alegres en la esperanza y activos en la caridad. María madre nuestra, tu que nos traes a Dios, llévanos a Él, que así sea. Amén.

PER REGNUM CHRISTI AD MAIOREM GLORIAM DEI

P.A
García

lunes, 15 de agosto de 2016

Reflexión de la Palabra de Dios

REFLEXIÓN DEL MIÉRCOLES 
08 DE ABRIL DE 2015
        
Queridos hermanos. En medio de las alegrías y tristezas de la vida, en medio de nuestras realidades cotidianas, debemos saber que, somos infinitamente amados por Dios, el Creador del Universo, y como bautizados por voluntad divina, formamos parte de la Iglesia de Dios compartiendo una misma fe, pues somos hijos de un Padre en común por la gracia de este Sacramento.

Cuando nuestro corazón se dispone a escuchar la santa Palabra de Dios, la cual es proclamada solemnemente dentro de los Templos, debe disponerse también el espíritu para que esa Palabra, que es Cristo, actúe en nuestras vidas, sanando, alegrando y fortaleciendo, de modo que salgamos de la Celebración (Eucaristía) como hombres y mujeres nuevos, pues la novedad de la vida se obtiene o comienza cuando nos encontramos con Jesucristo, el resucitado de entre los muertos, el Mesías, el Hijo de Dios, el que es verdadero Dios y verdadero Hombre, Jesús el hijo de María.

Importante es reconocer que el espacio que a veces tenemos en nuestra vida, ese espacio que no se llena con los placeres, las cosas materiales, ni lo amores desordenados, solo lo llena Dios con su amor de Padre Misericordioso. Son distintas las intenciones que nos tienen aquí, en la Casa de Dios, tal vez venimos porque esperamos de Dios un milagro, o porque de verdad le amamos y reconocemos que necesitamos de Él, de su Palabra, de su presencia sacramental… (Intenciones por las cuales se asiste a la Misa)

La primera lectura, tomada del Libro de los Hechos de los Apóstoles, recuerda los milagros y prodigios que Pedro y Juan hacían a los necesitados de Jerusalén, la ciudad santa, y esto es simplemente el poder de Dios que se manifiesta en medio de las debilidades de este mundo alejado de Él. Cristo vino al mundo a levantar a los caídos, a salvar a los perdidos. La misión de Cristo es llevarnos al Padre, hacernos buenos como Bueno es Él.

La escena de esta lectura se denota con un levantamiento del pecado a la vida, de la debilidad a la fortaleza, de la tristeza a la alegría, de la vida de miseria a la vida digna, de la vida sin sentido a la vida con Cristo, el único camino, verdad y vida… Cristo es el Principio, es el Camino y es la meta. Cuantas veces nosotros los cristianos estamos como ese paralitico, postrados he inmóviles en lo que se refiere a Dios, en lo que se refiere a los demás… Cuantas veces no nos queremos levantar porque es más fácil (decimos) como estamos, y resulta que el maligno nos engaña con placeres para alejarnos de Dios, eso no quiere decir que con Dios no se goza ni se es feliz… cuantas veces no dejamos que los demás se levanten de la esclavitud del pecado… porque eso nos causa admiración y envidia, y la envidia es reconocer que el otro posee un bien que yo no poseo.

El relato evangélico de hoy es muy rico en material espiritual, pero centrémonos en lo que nos puede hacer mayor bien… (Misión de Cristo-Mesías, Realidad de la Eucaristía, Encuentro con Dios-Evangelización…)

El Evangelio de hoy no dice: quédate con nosotros, porque atardece y el día ha declinado. Y entró para quedarse con ellos. La Liturgia nos recuerda el pasaje de los discípulos de Emaús; pidámosle al Señor que nunca nos falte su compañía, su amor y su misericordia, especialmente en los momentos de dificultad, en el momento en que se hacen oscuras nuestras relaciones familiares, en nuestros trabajos y en cada instante de nuestro actuar cotidiano.

Que María Santísima nos ilumine, proteja y acompañe en el fiel seguimiento de su Hijo nuestro Señor Jesucristo. Que así sea. Amén.

P.A
García

domingo, 14 de agosto de 2016

La Gran Campaña Admirable

COPLAS CAMPAÑA ADMIRABLE
Simón Bolívar el Libertador

La capitulación de San Mateo
Dio origen a un hecho llorado
Pues la primera República
Se había desmoronado.

El General Bolívar y Ribas
Se fueron a Nueva Granada
Donde con notable apoyo
Formaron la fuerza armada.

El Libertador tenía dos amores
El primero era Venezuela
Después de grabes dolores
Supo amar a Manuela.

Un pensamiento libertario
Idea de un hombre afable
Llevó al Bolívar revolucionario
A la Campaña Admirable.

Se inicia un ocho de enero
De mil ochocientos trece
Por caminos y senderos
No se acaba, siempre crece.

Girardot a la vanguardia
Muy bien lo realizó
Ribas a la retaguardia
Bolívar así lo ordenó.

Como algo muy esperado
Como si fuese una visita
Llegó el ejército armado
A la población de La Grita.

Marchaban cual vencedores
Bolívar venía a caballo
Pasaron por Bailadores
Un diecinueve de mayo.

Bailadores pueblo hermoso
Lleno de gran esplendor
Proclamó con veloz gozo
A Bolívar “Libertador”

En la casa de los Belandria
Noticia que pudo escapar
Fue que Simón Bolívar
Se pudo esa noche a bailar

Una legua más abajo
Lugar que él honró al pisar
El camino sin atajo
Los condujo hasta Tovar.

El Valle del Mocotíes
Supo hacerlo con cautela
Que fue proveer a Bolívar
De café, maíz y panela.

Llegado ya a Trujillo
A Ribas se le ordenó
Que partiera desde Mérida
A la aldea de Boconó

Glorioso quince de junio
Entre un descanso inerte
Bolívar con valentía
Firma la Guerra a muerte.

El día dieciocho de junio
Girardot luchó en las montañas
Del pueblo Agua de Obispo
Contra el realista Cañas.

El día cuatro de agosto
Por fin se lograría
Que España capitulara
Contaron con alegría.

Todo por liberar
Al occidente de Venezuela
Bolívar supo luchar
La victoria lo consuela.

Días después llegó Bolívar
A cuya ciudad era amante
Con su gente entró a Caracas
Sintiéndose ya triunfante.

España no quería perder
El hombre luchó con empeño
Al fin tuvo que ceder
Bolívar cumplió sus sueños.

Ahora pensemos también
En todas aquellas personas
Que lucharon en las batallas
Que hizo libre a estas zonas.

Reflexiona compañero
Y respeta la memoria
De quienes luchando vencieron
Y pasaron a la historia.

No pienses que en estas luchas
Todo era ganar y alegría
La guerra fue muy fuerte
Patriotas también morían.

 Por esto decimos todos
Con orgullo y con honor
Viva Simón Bolívar
Nuestro gran Libertador.

Escúchenme pues ahora
Debemos también saber
Que no es solo por medio de hombres
Como se ha de vencer.

Detrás de estas victorias
Y lo digo con compromiso
Está la mano de Dios
Fue así como Él lo quiso.

Honor a Simón Bolívar
Y a todos sus compañeros
Pero más honor a Dios
Que debe ser el primero.

Se cumplen doscientos años
De la Campaña Admirable
Recordemos el evento
Con sentimiento agradable.

Por último yo les digo
Estas coplas son de mi autoría
Con orgullo siempre lo afirmo
Mi nombre es Pedro García.

P.A
García