martes, 24 de enero de 2017

La Semana de los Equipos de Vida

EQUIPOS DE VIDA
Grupo de seminaristas antes de salir de paseo
       
       “Equipos de Vida”, es una determinación utilizada en nuestro Seminario Arquidiocesano San Buenaventura de Mérida para designar a una cantidad de jóvenes seminaristas que comparten en primer lugar el curso académico, y en segundo lugar diferentes motivaciones, sobre todo vocacionales, que son el punto de encuentro más común y obvio en una Casa de Formación Sacerdotal.

         En esta oportunidad, se ha iniciado la “Semana por los Equipos de Vida” el pasado domingo 22 de enero, haciendo una especial presentación de videos y reflexiones que giraban en torno a lo que es el compartir fraterno característico de los cristianos, porque el hecho de vivir en un Seminario exige del Seminarista una capacidad de relacionarse con el otro, viéndolo como un hermano más, y no como cualquier otra persona. Es más, la misma vocación cristiana nos invita a amar a todos sin excluir a nadie y por la gracia de Dios, a llamarnos y sentirnos todos hermanos, porque tenemos un Padre en común.

         Esta Semana especial dentro de la vida del Seminario exige de cada equipo un logo, donde se represente a los integrantes, cada uno de ellos debe identificarse con dicho logo, además puede poseer simbología que exprese el sentir espiritual de los integrantes del Equipo de Vida.

La realidad de un Seminario es dura, es difícil, pero no imposible de llevar. Con el paso de los años los grupos van disminuyendo en cantidad, pero crecen en calidad, a pesar de que, los que ya no están guardaban también gran talento y dones que de Dios han recibido, sin embrago, los que, por misericordia de Dios, aún perseveran, aún permanecen en la formación y por eso la exigencia debe ser mayor, siempre en miras hacia una mejor formación ya que se trata de unos futuros pastores.

Ya sabemos que son distintas las personalidades que se fusionan en los equipos de vida y en todo el Seminario, pero se debe estar claros que el propósito de nuestra presencia en el Seminario es uno solo, y no es otro que formarnos para ser sacerdotes, servir a Dios con los dones y carismas propios, cada uno desde su realidad y personalidad.

 El Seminario hace hincapié en la vida de comunidad que se debe fomentar, cuando el curso está conformado por pocos seminaristas será más fácil, de todas maneras cuando vengan las dificultades es necesario enfrentarlas de una vez, no dejar para luego, porque se ha visto que hace daño y además si nadie expresa lo que siente o piensa se llenan las personas de suposiciones, es decir, como alguna vez leímos en un libro, nos envenenamos a nosotros mismos.

En una vida de comunidad hay que aprender de los errores pasados. Se debe aprovechar cada instante para la comunicación, hablar, decir las cosas, esos momentos libres, dentro del salón, en los recesos, en las comidas, en el deporte, en los paseos y actividades comunitarias se debe fomentar la comunicación lo máximo posible, solo de esta manera se podrá mantener una sintonía de comunidad y así nadie se sentirá desplazado o ignorado. Tampoco se trata de invadir la privacidad de los demás, pero como en el Seminario nadie es monje de clausura, por lo tanto es natural expresar ideas, manifestar sentimientos, poner en común deseos y anhelos. Claro está que a veces es mejor hacer un pequeño sacrificio si sabemos que con nuestras palabras vamos a herir al otro.

         Cada instante en el Seminario debe vivirse a plenitud, dar lo mejor que se tiene, donarse con generosidad, como lo hizo Cristo por sus amigos.

En una vida de comunidad no se puede confundir la tolerancia con la alcahuetería, ni la fraternidad con la necedad, ni la disposición con el abuso, mucho menos confundir personalidad con genio o manera de ser. La autenticidad debe caracterizar a los seminaristas, mostrarse tal cual se es, libres, sin miedo al qué dirán. Nadie es juez de nadie, solo Dios es Juez Justo y Misericordioso.

Para esta Semana, el Pbro. Cándido Contreras Ochoa ha preparado una oración que los seminaristas hacemos todos los días en una o varias oportunidades al día.

Señor nuestro Jesucristo
Hijo enviado del Padre,
que por la gracia del Espíritu
nos has llamado,
como a tus primeros discípulos,
para que estemos contigo
y para luego
enviarnos  a predicar.

Te agradecemos el llamado
y la confianza que cada día
depositas en nosotros;
te agradecemos tu fe
en nuestra capacidad
para responderte
con verdadera generosidad.

Bien sabes, Señor y Maestro,
que hay roces y enfrentamientos,
envidias y murmuraciones,
flojeras e irresponsabilidades,
entre los que vivimos
en este seminario;
como tus primeros discípulos,
muchos queremos
ocupar el primer lugar,
buscando que los demás
estén a nuestro servicio.

Por eso te pedimos
que renueves tu llamado;
ayúdanos a ser bondadosos,
serviciales, alegres y leales;
danos tu Santo Espíritu
para construir fraternidad
en respeto, tolerancia y libertad;
que cada día estemos convencidos
que hay mayor alegría
en dar que en recibir.

Que la Virgen Inmaculada
interceda por nosotros ante ti
y nos conceda la gracia
de hacer siempre
lo que tú nos digas.
Amén.

P.A
García

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