viernes, 31 de enero de 2025

Todos los días de enero

DIARIO CONFIDENTE

Miércoles 1 de enero. Escribir para recordar: un nuevo comienzo con Dios en el tiempo.

Hoy comienzo, con la gracia de Dios, el propósito de escribir cada día en esta agenda que recibí el año pasado como regalo del amigo secreto en el seminario. En 2024 no asumí este compromiso, pues ya lo había intentado en 2023, aunque debo reconocer que me costó mantener la constancia, especialmente en diciembre, cuando por razones que no logro recordar no escribí nada.

Para no olvidarlo, esta agenda y el lapicero que usaré me los obsequió el seminarista Santiago Ferrer Quispe Núñez. Aunque es originario de Puno, al igual que yo pertenece a la Arquidiócesis de Ayacucho.

Anoche, 31 de diciembre de 2024, se cumplió el segundo aniversario del fallecimiento del Papa emérito Benedicto XVI. Aunque no lo recordamos expresamente en las intenciones de la Misa, sí estuvo presente en nuestras oraciones personales. Benedicto sigue inspirando con fuerza a muchos en el seguimiento de Jesús, con una fe firme y esclarecedora. Personalmente, volví a leer y escuchar el audiolibro de La infancia de Jesús, para profundizar en este tiempo de Navidad.

Hoy, solemnidad de Santa María, Madre de Dios, acompañamos a monseñor Salvador en la catedral, sirviendo en las Misas de 10 a.m. y 6 p.m., ejerciendo con fervor los ministerios que me han sido confiados: el lectorado y el acolitado.

El pasado 29 de diciembre abrimos la Puerta Santa en nuestra catedral. Ese mismo día me confesé, con el deseo de acoger plenamente la gracia del Jubileo de la Esperanza, convocado por el Santo Padre Francisco.

Le pido a Dios la perseverancia necesaria para cumplir este objetivo de escribir diariamente en esta agenda. Deseo hacer memoria viva de mi caminar, y en ese ejercicio, aprender a hacer historia mientras vivo.

Jueves 2 de enero. Servir aún en el cansancio: una jornada de entrega en comunidad.

Apenas en el segundo día del año, ya tuve un pequeño lapsus con esta agenda: ayer, 1 de enero, no pude asistir a la Misa de 6 p.m. en la catedral, como había escrito inicialmente. Pasé toda la tarde en la parroquia Santa Rosa de Lima, respondiendo al pedido del padre Jesús Chuchón, quien viajó a su pueblo natal, Chuschi, para celebrar la Eucaristía en el primer aniversario del fallecimiento de su padre. En su ausencia, me encomendó cubrir las celebraciones que tenía programadas en Ayacucho: cuatro celebraciones consecutivas de la Liturgia de la Palabra, a las 2:00 p.m., 3:00 p.m., 4:00 p.m. y 5:45 p.m.

A la última celebración asistieron: Reina, Paula, Yance, Thalía y mamá, quien me acompañó desde más temprano. A lo largo de la tarde, me sentí algo mal de salud, como si estuviera por darme gripe. A pesar de ello, cumplí con cada celebración, tomando entre ellas una pastilla y un energizante que nunca antes había probado.

Ya por la noche, después de terminar el servicio, mamá y yo visitamos a la familia Juscamayta, una familia ayacuchana que vive en el jirón Londres. Compartimos una cena sencilla y una amena conversación. Al finalizar, tuvimos un momento de oración en el que bendije su hogar, recorriéndolo con agua bendita y pidiendo al Señor que habite en cada rincón de esa casa. Joaquín Nicolás, el hijo de la señora Betty, ya había conversado conmigo días antes en la catedral.

Doy gracias a Dios por la fuerza que me dio para servir incluso en el cansancio y el malestar, y por las personas que pone en mi camino, con quienes puedo compartir la fe, la oración y la vida.

Viernes 3 de enero. El poder del nombre, el valor del gesto.

Fiesta del Santísimo Nombre de Jesús.

Hoy celebramos la memoria del Santísimo Nombre de Jesús, una fiesta casi olvidada en muchos lugares del mundo católico, pero aún presente en Chuschi, donde Jesús es el titular de la parroquia. Monseñor recordó esta celebración durante la homilía, y reflexionó sobre el profundo significado que tienen los nombres en la vida de las personas.

Por la mañana, tuve la alegría de entregar personalmente a monseñor mi libro, con una dedicatoria que leyó y acogió con agrado. En ella, le escribí que juntos estamos dando continuidad al legado de Bolívar y Sucre, lo cual le pareció significativo. Conversamos largo rato, con la cercanía que siempre me anima.

Luego me dirigí al colegio Gustavo Castro Pantoja para obsequiar un ejemplar de mi libro al profesor Edgar Jayo Medina. Él lo recibió con entusiasmo y propuso que grabáramos un breve video para sus redes sociales. En él, destacó mi labor como venezolano comprometido con la realidad peruana, al punto de escribir y publicar sobre temas locales. Le agradezco profundamente, pues no olvido la valiosa oportunidad laboral que me brindó cuando más la necesitaba. Su apoyo fue clave para mi autogestión y crecimiento.

Al mediodía, salimos un momento con Bella —la mascota de la madre Julia— al mercado. Después, me dirigí al penal, donde entregué la documentación correspondiente de cada agente de pastoral, necesaria para la elaboración del carnet de ingreso al establecimiento penitenciario.

Ya en casa, pasé parte de la tarde viendo varios videos sobre Franz Kafka: su vida, su obra, su universo literario. Todo eso me sirvió para animarme a seguir leyéndolo y descubrir en él nuevas luces para mi pensamiento.

Sábado 4 de enero. Viaje al penal de Huanta: entre lectura, servicio y despedidas.

Por la mañana, leí el primer capítulo de La metamorfosis de mi amigo Franz Kafka. Su estilo, tan inquietante y profundo, me deja pensando durante horas.

Después fui a la catedral para pedir prestado un cáliz con su patena, pues me correspondía acompañar la misa en el penal de Huanta. Esperé al padre Carlos, y juntos emprendimos el viaje. No sé por qué, pero ese trayecto a Huanta siempre me afecta físicamente. Me mareo, me dan ganas de vomitar, me duele la cabeza y siento una incomodidad general. Esto solo me ocurre cuando viajo en la parte trasera del vehículo. Cuando voy al lado del conductor, en cambio, el viaje es mucho más llevadero. Supongo que ver el camino y contar con un buen flujo de aire son condiciones mínimas para que pueda viajar en paz —sin hablar del limitado espacio para mis piernas.

En el penal todo transcurrió con normalidad. Celebramos la Misa con las mujeres, en el ambiente que ellas llaman “la cuna”, un espacio destinado al cuidado de los niños pequeños. Allí, el Evangelio resuena con fuerza y ternura.

Durante el camino y en el tiempo compartido, la conversación con el padre Carlos Miguel Silva Canessa fue fluida y variada. Él es un hombre amable y conversador, y yo tampoco me quedo atrás. El diálogo con personas así es un regalo en el ministerio.

Ya por la noche, despedimos a Thalía, quien regresa a Lima. Siempre es difícil decir adiós, aunque sea por un tiempo. Que Dios la acompañe y la bendiga en sus pasos.

Domingo 5 de enero. Epifanía en el penal y comienzo de una convivencia vocacional

Esta mañana acompañé al padre Carlos en la celebración de la Misa en el penal. Antes del Evangelio, compartí con los internos un pasaje del libro La infancia de Jesús de Benedicto XVI, específicamente el capítulo dedicado a los Reyes Magos. Sus palabras, tan llenas de profundidad teológica y belleza espiritual, resonaron con fuerza en ese contexto de búsqueda y esperanza. Sentí que la semilla cayó en tierra sedienta.

Por la tarde, me dediqué a una tarea sencilla pero necesaria: pintar algunas prendas negras que ya estaban descoloridas. Es un gesto pequeño, pero ayuda a conservar la dignidad del hábito y la presentación personal, algo importante también en el servicio.

Por la noche, dimos inicio a la convivencia vocacional con jóvenes venidos de distintas partes. Se trata de un grupo diverso, tanto en edades como en niveles educativos. Al ver sus rostros y escuchar sus primeras palabras, sentí alegría y responsabilidad. Que este espacio sea para ellos un tiempo de discernimiento profundo, de escucha de la voz de Dios, y también de fraternidad auténtica.

Lunes 6 de enero. Convivencia vocacional: primeros pasos hacia el discernimiento.

Ayer comenzamos oficialmente la convivencia vocacional para los jóvenes aspirantes al Seminario Mayor San Cristóbal de Huamanga. Participan 12 jóvenes, cuyas edades oscilan entre los 13 y 21 años. Se trata de un grupo variado: algunos apenas empiezan a intuir lo que significa el sacerdocio, mientras que otros ya tienen una idea un poco más clara. Esta semana está pensada justamente para ayudarles a profundizar en ese discernimiento.

En este primer día, la hermana Pamela, de las Siervas del Plan de Dios, fue invitada por el padre César para ofrecer la primera charla de la mañana. Su intervención fue muy valiosa: habló sobre la vocación, compartió su experiencia personal y cómo, al inicio, no contó con el apoyo explícito de su padre. Su testimonio fue sincero, cercano y esperanzador.

La segunda charla estuvo a cargo del padre Fidel Alarcón Contreras, quien ofreció más bien un testimonio vocacional. Yo no pude estar presente en esa charla, ya que me encargué de otras tareas de apoyo logístico y organizativo.

Después del almuerzo, salimos a jugar fútbol en una cancha sintética ubicada en Carmen Alto. Para llegar, recorrimos unas calles que no conocía; siempre es bonito descubrir nuevos rincones de esta ciudad que también me ha acogido. El deporte, además de divertir, ayudó a fortalecer la convivencia fraterna entre los participantes.

Por la tarde, tuvimos una visita guiada al museo de la catedral, con la dirección del señor Alí, egresado del Instituto Víctor Álvarez Huapaya. Fue un momento formativo, de conexión con el arte sacro y la historia viva de nuestra fe.

Por la noche, celebramos la Santa Misa presidida por el padre Yoni Palomino Bolívar. Luego, vimos la película Un Dios prohibido, que narra el martirio de los seminaristas claretianos de Barbastro durante la Guerra Civil Española. Una historia conmovedora que confronta y alienta: seguir a Cristo implica estar dispuesto a darlo todo.

Martes 7 de enero. Ser guía entre risas, fe y zapatos nuevos.

Los jóvenes de la convivencia vocacional aún no saben muy bien cómo dirigirse a mí: algunos me dicen Pedro, otros, hermano Pedro. Sea como sea, yo los atiendo con cariño, sabiendo que, durante estos días, represento para ellos una figura de autoridad fraterna, una presencia que los acompaña y orienta en el discernimiento.

Ayer por la tarde salimos al mercado, y allí le compré a Frans —un joven de Vilcas Huamán— un par de zapatillas para que pudiera participar del deporte en Carmen Alto. Yo, por mi parte, no hice deporte, ya que me sentía algo delicado de salud. Preferí cuidar el cuerpo para poder seguir acompañando el proceso de los chicos con la debida energía.

Esta mañana me correspondió dar la primera charla, que originalmente tenía por tema “El Dios que nos llama”. Sin embargo, la dinámica del grupo y sus preguntas espontáneas me llevaron a desarrollar una catequesis más amplia y básica sobre distintos aspectos de la fe. Fue un espacio muy enriquecedor, donde sentí que el Espíritu nos guiaba hacia lo esencial.

Como el sacerdote encargado de la segunda charla no pudo asistir, tomé la iniciativa de llevar a los jóvenes a la sacristía de la catedral. Allí les di una breve explicación sobre los ornamentos, vasos y paños litúrgicos, dejando para otra ocasión la explicación de los libros litúrgicos.

Por la tarde visitamos el convento de Santa Clara. Las hermanas de clausura nos recibieron con mucha alegría y sencillez. Compartieron con nosotros sus testimonios vocacionales, palabras llenas de profundidad y ternura. Al final, nos ofrecieron unas galletas deliciosas, gesto que también habla del amor que viven y transmiten desde su vida escondida en Cristo.

Por la noche tuvimos la Santa Misa, nuevamente celebrada por el padre Yoni Palomino Bolívar. Luego de la cena, cerramos el día con una película ligera pero entrañable: El padrecito, con Cantinflas. Las risas compartidas también construyen fraternidad.

Miércoles 8 de enero. Dios llama en lo cotidiano: fútbol, teatro y misión.

Continúa la convivencia vocacional con los jóvenes participantes, que poco a poco se van abriendo más entre ellos y también con nosotros. Sus nombres ya suenan familiares: Anthony, Marlon, Mateo, Diego Aarón, José Antonio, Marco Antonio, Wilfredo, Derick, Smith, Kitler Vicente, Luciano y Julio. Algunos vienen de Huanta y otros son de la ciudad de Ayacucho. Es un grupo variado y muy especial.

Esta mañana, ante la ausencia del padre Renzo Mijael, quien tenía programada la charla del día, me tocó nuevamente asumir el espacio formativo. Nos reunimos en el salón y proyectamos varios videos vocacionales para provocar en los muchachos una reflexión más profunda sobre la opción sacerdotal. El diálogo posterior fue sencillo, pero sembró inquietudes.

Por la tarde, luego del almuerzo, volvimos a la cancha de césped sintético en Carmen Alto, gracias a las amistades del padre Renzo que generosamente facilitaron el espacio, como ya habían hecho el lunes. Esta vez sí decidí participar del partido, pues me sentía mejor de salud. Metí un gol de cabeza que fue celebrado con entusiasmo, y colaboré en otro gol que convirtió Marco Antonio. La alegría compartida en el juego es también una forma de evangelizar.

En la noche celebramos la Santa Misa con el padre Juan Manuel, un sacerdote misionero argentino que trabaja en el VRAEM, concretamente en la población de Quimbiri, dentro del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado. Lo acompañaba la hermana Dayana, una laica misionera también argentina. El padre estaba bastante resfriado, pero aun así celebró con entrega. Su sola presencia nos recordó el valor de la misión ad gentes y la entrega silenciosa en lugares difíciles.

Terminamos el día con una fogata en la que compartimos cantos, bromas y testimonios. El padre César, Brewin y yo presentamos una pequeña obra de teatro titulada El lobo de San Francisco, que fue muy bien recibida por los jóvenes. La risa y el simbolismo también forman parte del lenguaje vocacional.

Jueves 9 de enero. Formar el alma con libros, trabajo y adoración.

Un día como hoy, pero de 1902, nació en Barbastro el gran san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador de la familia espiritual del Opus Dei. Su testimonio de santidad en lo cotidiano sigue iluminando el camino de muchos cristianos en el mundo. Lo recordé con gratitud, especialmente al ver cuánto bien puede hacer una vida bien vivida.

Continúo acompañando y guiando a los jóvenes en la convivencia vocacional, especialmente en los momentos de oración comunitaria. En las Laudes de esta mañana notamos la ausencia de algunos: se quedaron dormidos. Poco a poco vamos aprendiendo que la fidelidad comienza en los detalles pequeños.

Durante la mañana, el padre Braulio me pidió apoyar en dos celebraciones en la parroquia Santa Rosa. Fui gustosamente y regresé a tiempo para seguir al pendiente de los jóvenes. Al mediodía, les compartí en la capilla una breve pero sentida recomendación de dos libros que pueden ser luz en su camino espiritual: La imitación de Cristo, de Tomás de Kempis, y Para salvarte, del padre Jorge Loring, SJ. Sentí que algunos recibieron con interés la propuesta.

Después del almuerzo, tuvimos una jornada especial de trabajo en el jardín principal del seminario, justo en la entrada. Nos organizamos para desyerbarlo adecuadamente. La laboriosidad y disposición de los muchachos fue admirable. Fue una experiencia concreta donde el trabajo se volvió también escuela de fraternidad.

Más tarde, reunimos a los cinco jóvenes que ya han culminado la secundaria, para hablarles con mayor profundidad sobre la experiencia del año propedéutico o introductorio. Percibimos cierta inseguridad e indecisión en ellos; aún no se sienten listos para quedarse en el seminario y vivir esta experiencia. Respetamos ese ritmo. Es el Espíritu quien llama y da fuerza en el momento oportuno.

En la tarde, expuse el Santísimo Sacramento en la capilla del seminario para un momento de Hora Santa. Luego participé en la misa en la catedral. Finalmente, tras la cena, cerramos el día viendo la película Que baje Dios y lo vea, una comedia religiosa que ayudó a distender el ambiente y provocó más de una carcajada.

Viernes 10 de enero. Un día para contemplar y reír en comunidad.

Hoy fue un bonito día de compartir comunitario con los jóvenes de la convivencia vocacional. Salimos de Ayacucho a las 8:30 a.m. con rumbo a Vilcas Huamán, en una jornada que combinó naturaleza, cultura y fraternidad.

Nuestra primera parada fue en el bosque de las Puyas de Raimondi, un atractivo turístico que conserva esta peculiar vegetación andina. El paisaje imponente fue también ocasión para un recuerdo especial: contratamos a un operador de dron para que nos grabara un video grupal. El resultado fue excelente, ideal para conservar la memoria del momento y compartir en redes sociales.

Antes de volver a la combi, animé al grupo a una carrera espontánea. Les di algo de ventaja... y aun así logré adelantar a todos, incluso a los que ya se habían adelantado. La escena fue bastante cómica y arrancó muchas risas; un momento ligero que estrechó vínculos entre nosotros.

La siguiente parada fue en el sitio arqueológico de Intihuatana, junto a la hermosa laguna de Pumaccocha. Ya había estado allí antes, pero no deja de maravillarme. Esta vez tuvimos como guía al joven Frans, oriundo de la zona, quien alguna vez se desempeñó como guía turístico. Fue una visita enriquecedora gracias a sus explicaciones.

Almorzamos en el pueblo de Vilcas Huamán, y luego fuimos al famoso Ushnu, la pirámide trunca. Sin embargo, una fuerte lluvia nos impidió hacer el recorrido con tranquilidad. Una vez que escampó, pasamos brevemente por la plaza principal, cuyas calles están actualmente en reparación.

De regreso, hicimos una parada en Vizchongo para saludar a las hermanas. Nos recibieron con un generoso compartir y regalaron a todos una estampa del beato Moisés Lira Serafín, fundador de su congregación, con una reliquia de tercer grado.

Llegamos a Ayacucho por la tarde, a tiempo para la santa misa. Todos estábamos visiblemente cansados, pero también agradecidos por un día lleno de paisajes, historia, espiritualidad... y alegría compartida.

Sábado 11 de enero. Servir con ternura: entre médicos y ancianos.

Hoy fue un día particularmente exigente y profundamente humano. Celebré dos Liturgias de la Palabra, en contextos muy significativos: una en la posta médica de Conchopata y la otra en EsSalud de Nazarenas, ambas con el personal médico y asistencial, con motivo de la tradicional Bajada de Reyes. En medio de tanta labor, también pude ofrecer una palabra de aliento y fe a quienes día a día se entregan al cuidado de los enfermos.

Por la tarde, junto a los jóvenes de la convivencia vocacional, visitamos el asilo de ancianos. Fue un momento profundamente conmovedor. Ayudar a los ancianos a cenar —a eso de las 4:00 p.m.— impactó fuertemente a los muchachos. En sus rostros se reflejaba la mezcla de compasión, sorpresa y respeto al ver a esos hombres mayores, muchos de ellos muy enfermos, algunos sin la fuerza siquiera para sostener una cuchara. Algunos jóvenes debieron darles de comer en la boca, un gesto pequeño, pero lleno de ternura y servicio.

Aproveché esta visita para conocer y saludar al padre Godofredo Barrientos, considerado el sacerdote ayacuchano de mayor edad. Se comenta que reconoció al menos dos hijos en su vida. Más allá de su historia, fue significativo poder estrechar su mano y ver en él una vida consagrada, con sus luces y sombras, sostenida por la fidelidad de Dios.

Puedo afirmar que, a lo largo de estos días, los jóvenes se han ido impregnando del espíritu de servicio que debe caracterizar a quien siente el llamado al sacerdocio ministerial en la Iglesia. Esta convivencia ha dejado huellas profundas. Sin duda, hoy fue uno de los días más inolvidables para todos nosotros.

Domingo 12 de enero. Semillas de vocación sembradas con esperanza.

Este domingo decidí no asistir al penal para poder acompañar los últimos momentos de la convivencia vocacional, una decisión que sentí necesaria para cerrar con atención y cariño esta semana tan especial.

Participamos todos de la misa de las 10.00 a.m. en la Catedral. Durante la celebración nos acompañaron dos hermanos seminaristas de Pro Ecclesia Sancta, José y Renato —el primero de ellos ayacuchano—, cuya presencia animó aún más el ambiente vocacional.

Después de la misa, el padre César entrevistó individualmente a todos los jóvenes participantes. Fue en ese espacio de discernimiento donde varios de ellos tomaron la valiente decisión de vivir la experiencia del propedéutico, o de ingresar al seminario mientras culminan sus estudios de secundaria. Una luz de esperanza y entrega comenzó a brillar más fuerte en sus corazones.

Luego del almuerzo, nos despedimos. Algunos compartieron palabras de gratitud por los momentos vividos, por la compañía, el aprendizaje y el servicio compartido. En sus miradas se percibía la huella de una semana intensa y significativa.

Mi oración por todos ellos: que el Señor confirme en cada uno su llamado y les dé la gracia para responder con generosidad y alegría. Amén.

Lunes 13 de enero. Después de la entrega, el descanso y la gratitud.

El sábado fue el cumpleaños de Aziel, el hijo mayor de nuestra amiga Julissa. Tras la misa de 6:00 p.m., decidimos comprarle un pequeño presente para él y para su hermano menor: medias, un bóxer y golosinas en igual cantidad para ambos. Contactamos a Julissa y ella accedió a venir a la casa de Tres Máscaras. Llegó trayendo un pollo para compartir, y así cenamos los cinco: Julissa, Aziel, la madre Julia, mamá y yo. Charlamos un buen rato y se retiraron pasadas las 10 de la noche. La mamá del niño quedó muy agradecida por el gesto sencillo pero significativo.

Hoy lunes aproveché para descansar. Me levanté tarde, cerca de las 10:00 a.m., y es que la semana pasada, con la convivencia vocacional, estuve muy pendiente de todo, lo cual me causó cierto cansancio. Nada grave, claro está, pero sí lo suficiente como para valorar con más admiración el trabajo de los formadores en el seminario. No sé si yo serviría para esa misión, pero sí puedo decir que me agradó mucho acompañar a los jóvenes y guiarlos en las horas comunitarias de oración.

Muchos de ellos se me acercaban con dudas sobre el llamado, el sacerdocio y la vida en el seminario. Sentí que el Señor también me hablaba a través de esas conversaciones.

En la tarde participé de la misa en la catedral y luego fuimos a cenar a casa de Reina. Aprovechamos para sacar a pasear a Bella, la mascota de la madre Julia, que se estresa al pasar todo el día encerrada en la habitación.

Hoy también fue el cumpleaños de la tía Edilia.

Martes 14 de enero. Un paso firme hacia la esperanza: avances para la Casa de Acogida San Vicente de Paúl.

Este día ha sido bastante importante para el desarrollo del proyecto de la Casa de Acogida San Vicente de Paúl. Desde la curia nos informaron que el dinero solicitado a la entidad benefactora alemana Ayuda a la Iglesia Necesitada ya había sido depositado en la cuenta del Arzobispado de Ayacucho. Por ello, la madre Julia y yo nos dirigimos a la curia para recibir el cheque, que nos fue entregado con amabilidad por don Alejandro Cabrera, síndico del arzobispado.

Tras esa gestión, dedicamos el resto de la mañana a cobrar el cheque, que era por un monto cercano a los 29,000 dólares, para luego transferirlo a la cuenta correspondiente y continuar así con los trabajos de la casa.

Por la tarde, tuvimos una reunión con el arquitecto Paolo Rossi Contreras Zea, encargado de la remodelación, a quien le comunicamos la buena noticia. Su reacción fue de genuina alegría, ya que nos compartió que su único beneficio personal al colaborar gratuitamente en el diseño y dirección del proyecto era poder postular esta obra a un concurso nacional e internacional en la categoría de proyectos sociales, un campo que su consorcio de arquitectos ha trabajado muy poco hasta ahora.

En la tarde fuimos a la misa en la Catedral, celebrada esta vez por el padre Edwin Quispe Palomino, párroco de San Pedro de Quinua, en reemplazo del padre César.

Miércoles 15 de enero. Día del Maestro, día de dignidad: entre documentos, visitas y esperanza.

Hoy, Día del Maestro en Venezuela, una fecha que nunca olvido, la mañana transcurrió dedicada a avanzar en documentación pendiente para el penal: preparamos un par de oficios y las listas de internos por pabellón, necesarias para que puedan asistir a la misa dominical de manera ordenada y voluntaria.

Llegamos al penal casi al mediodía. Al ingresar, fuimos testigos del gran sacrificio que realizan las mujeres familiares de los internos para poder visitarlos. Una larga fila se formaba en la entrada, todas ellas con faldas, cargando bolsas que no podían superar los 8 kg de peso. El técnico del INPE encargado del control en la puerta era estricto: toda mujer que excediera el peso permitido debía salir a reducirlo o dejar cosas afuera.

Dentro del penal, saludamos y conversamos con el doctor Ronald Porras Barboza, subdirector del establecimiento, y también nos encontramos con el director, el Dr. Manuel Jesús Cornejo Castro, quien se hallaba acompañado de dos generales del ejército peruano.

Antes de retirarnos, pedimos autorización para visitar los talleres de manufactura de los internos, donde se producen diversos productos. Allí nos enteramos con alegría de que Yiguer Laurente, un interno que ha pasado 14 años en prisión, saldrá en libertad el próximo 31 de marzo. Fue una noticia que nos llenó de esperanza. Quedamos atentos a reencontrarnos con él una vez recupere su libertad, como Dios lo creó: libre.

El jueves 16 de enero. Gregorio Samsa ha muerto… ¿y nuestra humanidad también?

Finalmente murió el pobre Gregorio Samsa, aquel comerciante solitario creado por el gran Franz Kafka. Una mañana cualquiera, despertó convertido en un insecto gigantesco —lo más parecido a un escarabajo—, aunque Kafka nunca especifica con exactitud en qué clase de criatura se transforma su protagonista. La metamorfosis de Samsa parece, más que una ficción, una autobiografía disfrazada, si tomamos en cuenta el parecido entre los apellidos y el tono íntimo y angustiado del relato.

Gregorio no soportó la actitud cruel de su hermana, la única persona en quien confiaba plenamente y a quien más amaba. Ella, al perder toda esperanza de ver a su hermano volver a la normalidad, terminó diciendo en voz alta que había llegado el momento de deshacerse de él. Gregorio, convertido en un ser repulsivo a los ojos de su familia, ya no aportaba nada en un hogar venido a menos. Fue entonces cuando comprendió que su presencia era una carga. Murió en silencio, rechazado por quienes antes lo amaban.

En este mundo hay personas que no encajan en los moldes que la sociedad impone. ¿Qué tan fácilmente las apartamos, como hicieron con Gregorio? ¿Y cuántas veces nosotros mismos terminamos siendo los insectos que el sistema quiere ocultar?

Ojalá que la Iglesia Católica no participe, ni directa ni indirectamente, de esa lógica de exclusión. A propósito de la fe, dejo constancia de lo ocurrido en estos días: la polémica provocada por un afiche de una obra teatral presentada por estudiantes de la Pontificia Universidad Católica del Perú. En él aparecía un hombre disfrazado como la Virgen María, con su Inmaculado Corazón expuesto, y el título —groseramente ofensivo— era “María maricón”. Una clara falta de respeto a un símbolo profundamente sagrado para millones de creyentes.

No se trata solo de arte o libertad de expresión, sino de comprender los límites que impone la dignidad del otro. Porque si Gregorio murió por la indiferencia de los suyos, no permitamos que nuestra humanidad muera por la banalización de lo sagrado.

Viernes 17 de enero. Tres máscaras y dos perritas.

Qué difícil es soportar con paciencia las deficiencias del prójimo, sobre todo cuando no hay espacio para una verdadera corrección fraterna.

Ahora sucede que, en la casa donde vivimos —que está aún en remodelación— han llegado dos pequeñas perritas. La encargada de la casa quiso traerlas, tal vez porque siente la necesidad de demostrar cariño y afecto a un ser vivo… y le cuesta hacerlo con las personas. Es evidente: le resulta más fácil canalizar esa carencia a través de sus mascotas.

Nosotros, internamente, no hemos estado de acuerdo con tener animales aquí. Las razones son varias: las perritas pasan todo el día solas, encerradas; hay pelos por todos lados, restos de comida en cada rincón, y sus desechos no siempre están bien controlados. Una de ellas, además, corre el riesgo de escaparse, pues antes de llegar a esta casa, ya estaba acostumbrada a andar sola por la calle. Este nuevo hogar, con sus límites, ha significado un gran estrés para ella.

La otra es aún muy pequeña, y llora por su madre. Sin embargo, se acostumbrará pronto, ya que tendrá la compañía de la mayor.

Qué difícil es, como decía, no poder expresar abiertamente una opinión que contradice el querer de quien nos ha dado la posibilidad de vivir aquí sin pagar alquiler. Es una situación delicada, donde el agradecimiento choca con el sentido común y el deseo de orden.

En esta casa de tres máscaras —como la hemos llamado— esperamos quedarnos hasta el día en que, si Dios quiere, yo sea ordenado sacerdote. Así sea.

Sábado 18 de enero. Encuentros que edifican.

Hoy fuimos a Huanta desde temprano. Allí tuvimos una reunión con el padre Julián, Luciano y Yuri. A este último no lo conocía personalmente, y me impresionó gratamente su forma de ser: pulcro al hablar, coherente en sus opiniones sobre la pastoral carcelaria, y con un buen humor que reflejaba claramente la alegría interior de este sacerdote redentorista.

La reunión se llevó a cabo en una casa especial: el lugar donde, hace años, llegó la familia Hiraoka, de origen japonés, al Perú. Hoy, esta casa está al servicio del Camino Neocatecumenal. Es significativo cómo un espacio puede transformarse y ser instrumento para distintas misiones evangelizadoras.

Por la tarde, presidí la celebración de la Palabra en el penal de mujeres. Fue un momento de encuentro sincero con la fe en medio del dolor y las historias difíciles. Luego, ya por la noche, de regreso en Ayacucho, tuvimos una reunión de formación con los agentes de la pastoral carcelaria de la diócesis.

Días como este renuevan la esperanza: por los buenos encuentros, por el testimonio de hermanos en la fe, y por la fuerza del Evangelio que no deja de resonar incluso tras los muros de una prisión.

Domingo 19 de enero. La Eucaristía que transforma.

Este domingo celebramos la Santa Misa en el penal de Ayacucho, junto al padre Polinario Tanta Ramírez, sacerdote jesuita. Estuvimos allí toda la mañana. El padre se extendió bastante en la celebración, comentando con profundidad —y con ideas muy personales pero oportunas— cada momento de la liturgia. Su intención era clara: promover una participación más activa por parte de los internos.

Al final, los rostros reflejaban agradecimiento. Muchos se sintieron parte viva del misterio celebrado. Fue una Eucaristía distinta, prolongada sí, pero profundamente vivida.

Sin embargo, al terminar la misa, uno de los internos se me acercó para pedirme un collar con una piedra de cuarzo. Aquello me molestó un poco. No porque no se pueda dar algo material, sino porque sentí que, en ese momento, lo esencial no era eso. Hay cosas que no son necesarias, y distraen de lo realmente importante.

También conocimos a Helmut, quien se encargará del taller bíblico con los internos. Su presencia será valiosa para seguir fortaleciendo este camino de evangelización dentro del penal.

Lunes 20 de enero. Libros caídos del cielo.

Hoy vino a hablar conmigo la hermana Arisa Estrella Cárdenas Hiraoka, sierva del Plan de Dios, para comunicarme una noticia triste: la disolución permanente de su comunidad religiosa, así como del Sodalicio de Vida Cristiana. Aunque ya conocía esta realidad por conversaciones anteriores con monseñor Salvador, la hermana Arisa quiso decírmelo personalmente, con ese respeto y delicadeza que la caracterizan.

Al hacerlo, dio también sentido a la generosa donación de libros que me hizo hace algunos meses, y que hoy volvió a repetir. Al llegar a casa, me obsequió dos verdaderas joyas espirituales, como caídas del cielo.

El primero: Un seminarista en las SS, de Gereón Goldmann, editorial Arcaduz. Es un texto que perseguí con insistencia cuando estaba en el seminario menor de los Legionarios de Cristo, pero que, por alguna razón, nunca logré leer. Hoy, sin buscarlo, ha llegado a mis manos.

El segundo: El holocausto claretiano de Barbastro (1930–1936). Los hechos y sus causas, de Pere Codinachs. Un volumen de 372 páginas con fotografías e información valiosa sobre los mártires claretianos, entre ellos el beato Pedro García Bernal. Estoy considerando escribir una breve biografía sobre él para mi blog.

Ojalá la llegada de estos libros sea verdadero alimento para mi vida intelectual y espiritual. Que me animen a rechazar el mal con valentía y a entregarme —hasta donde pueda— al bien.

Dios me conceda la fuerza y la perseverancia para emprender ambas lecturas con el firme propósito de aprender más para servir mejor. Beato Pedro García Bernal, intercede ante Dios por mí. Amén.

Martes 21 de enero. En todo, amar y servir.

Ayer, conversando con la hermana Arisa sobre lo triste e injusto que ha sido la disolución de su comunidad religiosa, saqué a colación el caso de la Legión de Cristo. Recordé que su fundador, Marcial Maciel, inició la congregación cuando aún era seminarista. Ante esto, la hermana Arisa, con su característico buen humor, me dijo que entonces yo podría fundarlas a ellas, para no perder el ánimo ni las ganas de servir a Dios que siempre las ha caracterizado.

Nunca había pensado en algo así. Y la verdad, ni se me ocurre imaginar que el Señor me llame algún día a fundar una comunidad. Ahora mismo no pienso en eso ni me entretengo con ideas de ese tipo. Lo que sé con certeza es que debo enfocarme en terminar bien mis estudios y prepararme de la mejor manera posible para ejercer con santidad el ministerio sacerdotal.

Por la tarde fuimos al penal de Ayacucho para el taller bíblico. Llegué puntual, el primero en llegar. Más tarde llegó la madre Julia, acompañada por el hermano Helmut Cuba, religioso jesuita que estará en la comunidad de Ayacucho y asumirá la conducción del taller bíblico los martes por la tarde. Como hoy asistieron pocos internos, decidimos ver una película sobre la vida de San Maximiliano María Kolbe.

Más tarde fui a la Misa en la Catedral, celebrada por el padre Yoni Palomino Bolívar.

Le pido al Señor que me colme de la paciencia que aún me falta, para actuar siempre con humildad, con serenidad, y en todo, amar y servir. Amén.

Miércoles 22 de enero. Lecciones de humildad y perseverancia.

El seminarista Santiago Ferrer Quispe Núñez —quien me regaló esta agenda el año pasado durante el intercambio de regalos del seminario— está desde hace algunos días en la ciudad. Anoche, después de la Misa de seis, lo saludé en la sacristía de la Catedral. En un intento de entablar conversación, y también como gesto de gratitud por su obsequio, le comenté que durante todo el 2025 me acordaría de él cada día, pues uso la agenda cotidianamente.

Sin embargo, su reacción me sorprendió. Con un tono algo fastidiado, dijo en voz alta: “Otra vez con lo de la agenda”, y se dio media vuelta para retirarse. Me quedé admirado. Jamás imaginé que algo tan simple pudiera causarle molestia. En fin, ahora sé que en próximas oportunidades debo evitar tocar el tema.

Por la mañana, aproveché para planchar algunas prendas que había teñido de negro. El pantalón me costó un poco más que las dos camisas, pero al final quedaron listas.

El padre Yoni Palomino Bolívar sigue insistiendo en que lo acompañe un par de días a su parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en San José de Cangallo. Sin embargo, debido a los compromisos ya asumidos con la pastoral carcelaria, no puedo ausentarme de la ciudad los fines de semana. El sábado por la tarde acompaño en el penal de Huanta, y el domingo por la mañana en el penal de Ayacucho.

Hace unos días escribí al rector del seminario de Huancayo, el padre Carlos Boulanger Limonchi —operario venezolano—, manifestando mi disponibilidad para colaborar con la catequesis en el penal de Huancayo. Amén.

Jueves 23 de enero. Mirar al Señor cada noche.

Entre los objetos litúrgicos que las Siervas del Plan de Dios han dejado y puesto a la venta para beneficio de la pastoral carcelaria, hay una pequeña custodia plateada para la exposición del Santísimo Sacramento. Tengo pensado limpiarla y pegarle el vidrio que está suelto, para luego llevarla a la Catedral durante la misa y dejarla ya con el Santísimo. Así podré traerla a la capilla de la casa de acogida y, por las noches, rezar el Santo Rosario con la puerta del sagrario abierta, teniendo una vista directa del Señor. Me emociona profundamente esta posibilidad de adorarlo cada noche en silencio y confianza.

En la mañana llevé a la Curia y al Centro Cultural y Turístico San Cristóbal de Huamanga unos flyers o anuncios para alquilar las dos tiendas que se construyeron en el espacio que antes era el garaje de la casa. Luego hice una visita al señor Juan Yauri, y más tarde me dirigí a la ODEC para ver el local que tiene la pastoral carcelaria. Al llegar estaba cerrado, pero al comunicarme por teléfono, vinieron y pude ingresar. Revisé una fuente que habíamos traído del penal para vender. Tiene algunas piezas rotas, pero creo que se puede restaurar.

Al mediodía almorzamos donde Reina. En la noche asistí a la misa en la Catedral, celebrada por el padre César. Hubo exposición del Santísimo Sacramento hasta las 6 p.m.

Ayer, el padre Yoni Palomino Bolívar habló largo y muy bien sobre la devoción eucarística que debemos cultivar, especialmente quienes nos preparamos para el sacerdocio. Cuánta más entrega y fe se espera de quien, por gracia de Dios, tendrá en sus manos el poder de hacer descender al Señor en un trozo de pan. ¡Misterio de amor tan infinito! Señor, que nunca me acostumbre. Que nunca deje de adorarte. Amén.

Viernes 24 de enero. Padres, ausencias y aprendizajes.

En horas de la mañana, mientras ordenaba mi habitación y seleccionaba definitivamente los libros que voy a llevar al seminario de Huancayo, escuché en su totalidad el audiolibro Carta al padre, del gran Franz Kafka. Puedo afirmar que me impresionó profundamente este texto, sobre todo por la transparencia con la que Kafka deja salir desde lo más hondo de su corazón los sentimientos más genuinos —y a veces desgarradores— hacia la figura paterna que le tocó tener.

Yo no puedo decir que me siento identificado con el autor, pues es bien sabido que la presencia de mi papá durante mi infancia fue muy poca, por no decir nula. Sin embargo, lo que sí trajo a mi mente el relato autobiográfico de Kafka fue al queridísimo padre José Gutstein, legionario de Cristo. Este sacerdote fue, durante los dos años de convivencia en la Apostólica de la Legión, una especie de pequeño tirano, un autócrata la mayoría de las veces. Creo haberlo dejado por escrito en otra ocasión: sin guardarle rencor, reconozco que él me hizo más difícil la experiencia del seminario menor.

A pesar de ello, mi conclusión general y definitiva es que lo pasé fenomenal durante aquel bienio formativo con los legionarios. Fui verdaderamente feliz. Si hubiese tenido una mejor relación con el padre Gutstein, estoy seguro de que habría perseverado en la congregación, y entonces, otra habría sido mi historia.

De cualquier manera, me siento profundamente agradecido con Dios: por tener papá, por las experiencias que he vivido, y por todo lo que me ha sido dado en estos cortos 29 años de existencia. Porque aún desde las ausencias y los desencuentros, Él ha estado y sigue estando. Gracias, Señor, por ser siempre Padre. Amén.

Sábado 25 de enero. Un maletín, una misa y una ayuda del cielo.

Las posibilidades de que nos dejen ingresar al penal un equipo de sonido para la misa, sin haber solicitado permiso previamente, son muy pocas. Sin embargo, hoy por la tarde, cuando fui a Huanta, llevé un maletín que tiene incorporado un sistema de sonido con su micrófono. Por el camino, temeroso de que me lo impidieran al momento del ingreso, le pedí a la madre Covadonga que me echara una ayudadita para no tener inconvenientes con los técnicos de ahora. Y así fue.

Entré con el padre Julián Cirilo Huamán Mendoza al penal para celebrar la misa, y la verdad es que el sonido fue una gran ayuda para tener una celebración más digna. Se pudo escuchar con claridad tanto las lecturas como la homilía, lo cual favoreció una participación más atenta y recogida de parte de las internas.

Al regresar de Huanta, tuvimos una reunión con los agentes pastorales, en la que expliqué el uso correcto de los vasos y paños litúrgicos, con el fin de ayudar a mejorar la organización de la misa. Hubo buena participación, y también se conversó sobre otros aspectos de la pastoral.

Gracias, Madre Covadonga, por tu intercesión. Gracias, Señor, por permitirnos celebrar tu amor incluso en las circunstancias más humildes.

Domingo 26 de enero. Una llave, una oración y un milagro.

Este domingo, de camino al penal, olvidé la llave de la capilla. Al darnos cuenta, nos angustiamos muchísimo. Las agentes pastorales comenzaron a rezar mientras yo, resignado, me preparaba para salir del penal y volver a la casa a buscarla. Todo parecía perdido.

Sin embargo, antes de retirarme, Raúl —uno de los internos— me saludó desde su pabellón y me indicó que él tenía la llave de la capilla. Fue un milagro patente. Raúl no está autorizado a tener acceso a esa llave, pero, como es el encargado de la limpieza, no había entregado aun la que le prestan para ingresar. Gracias a eso, pudimos celebrar la misa sin más contratiempos.

Creo en los milagros. Creo en el poder de la oración. Y, sobre todo, creo en la infinita misericordia de Dios, que se manifiesta con ternura en las cosas más simples. “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” (Mt 7,7). Amén.

Jueves 27 de enero. Cumpleaños de un pastor y ejemplo de un santo.

Hoy monseñor Salvador Piñeiro cumple 76 años. Este año prefirió celebrar su cumpleaños en Lima, con su familia. Hace un año le obsequié un cuadro en acuarela de su casa, gesto que guardo con aprecio. Le pido a Dios que le conceda la gracia de continuar como arzobispo al menos hasta cumplir los 80 años, o al menos hasta que pueda recibir las órdenes diaconal y presbiteral, si Dios lo permite, en los inicios y mediados de 2027 respectivamente.

Confío todo esto a Dios y a María Santísima, a San José, a San Vicente Ferrer, al beato Pedro García Bernal y a todos los santos que puedan interceder por mí.

En estos días estoy leyendo la vida del “Papa bueno”, san Juan XXIII. Me conmueve su humildad: un hombre nacido en un pueblo humilde y alejado, que sirvió como diplomático en diversas naciones, y que llegó al papado sin perder nunca la sonrisa, el buen humor ni la sencillez de un alma colmada de Dios y de celo pastoral. Se dice que él y el papa san Pío X, al llegar al trono de Pedro, gobernaron la Iglesia como verdaderos párrocos del mundo.

Como yo, Juan XXIII también fue secretario de su obispo, a quien acompañó durante diez años, aprendiendo en la práctica lo que significa gobernar con sabiduría y caridad pastoral. Estoy convencido de que solo la experiencia cercana con el pueblo sencillo y el trabajo en lo rural pueden preparar verdaderamente a un pastor según el Corazón de Cristo.

Que Dios me conceda la gracia del buen humor, la sonrisa constante, la alegría en el servicio y un celo ardiente por la salvación de todos los hombres. Amén.

Martes 28 de enero. Una jornada entre la Palabra, la historia y el arte.

Hoy fue un día bastante activo. Durante la mañana estuve leyendo y preparando la ponencia que tendría por la noche sobre la vida del Papa san Juan XXIII. Es curioso, pero desde hace ya algún tiempo deseaba poder dar esta charla precisamente al grupo de Retiros Parroquiales Juan XXIII. Finalmente, esta noche se cumplió ese deseo: les dirigí una charla de unos 45 minutos sobre los rasgos más importantes de la vida del que es su santo patrono. Fue una charla entretenida y bien recibida.

En la mañana también preparé la clase del taller bíblico que tuvimos por la tarde en el penal. El tema fue “Las cuatro mujeres en la genealogía de Jesús”: Tamar, Rajab, Rut y Betsabé. Hicimos una dinámica dividiéndonos en cuatro grupos, aprovechando que fuimos cuatro agentes pastorales: el hermano Helmut Cuba, religioso jesuita; Julissa Hoffmeister García y Rosa María Palomino, ambas del Centro Loyola Ayacucho, institución que están dejando luego de varios años de servicio intenso y altruista.

Después del penal, fuimos —esta vez sin Rosita— a compartir unas tortas en un local de Puente Nuevo. Disfrutamos un momento de comunidad, pero yo tuve que retirarme apresuradamente para llegar a la catedral, ya que debía asistir a la Santa Misa y luego dictar la charla sobre Juan XXIII.

Al salir de la catedral, el joven artista ayacuchano Jean Gamboa me entregó la obra que le encargué: un óleo del “Niño llorón”, pintado sobre tela, que quiero regalar al obispo. El cuadro, por el que pagué 200 soles, quedó muy bonito.

Miércoles 29 de enero. Un cumpleaños episcopal con gratitud y alegría.

Lo más resaltante del día fue la celebración del cumpleaños número 76 de monseñor Salvador Piñeiro, quien llegó hoy desde la ciudad de Lima. En la tarde lo acompañamos para dar gracias a Dios por su vida y ministerio. La misa de las 6:00 p.m. en la catedral estuvo muy concurrida, y alrededor de monseñor se congregaron una docena o más de sacerdotes, convocados y liderados por el padre César Augusto Samanez Berna, el dilecto capellán de la Catedral.

Como se ha vuelto costumbre en estas celebraciones, llevé en la procesión de entrada el evangeliario, vistiendo alba y paño humeral. Durante la misa, tuve el encargo de incensar al obispo, a los sacerdotes y al pueblo. En el momento de la comunión, después de recibir la Eucaristía de manos de monseñor —en la boca, como corresponde—, noté en la alfombra del altar una forma caída. La recogí de inmediato y, tras consultarle al arzobispo, la consumí con el debido respeto.

Luego de la celebración, toda la familia esperamos a que monseñor se quitara los ornamentos, y al salir de la sacristía le entregamos el obsequio que habíamos preparado. Le gustó mucho, a juzgar por su rostro de satisfacción. Como lo recibió antes de pasar al ambiente donde estaban los invitados, lo llevó en alto entre los brazos, y lo movía con entusiasmo, como bailando al compás de una canción tradicional huamanguina.

Durante la cena, compartí una amena conversación con Alí, el señor encargado de guiar a los turistas en la catedral. Hablamos sobre filosofía y temas de fe algo controversiales, sin dejar de tocar el inevitable tema de la situación en Venezuela.

Jueves 30 de enero. Entre vacunas, libros y la misión por delante.

Después del desayuno salí en busca de las vacunas que necesito para viajar tranquilo a la selva. El periplo fue largo e intenso: primero fui al Hospital Regional, luego al centro de salud de San Juan Bautista, de ahí al hospital Jesús Nazareno y, finalmente, al hospital de Nazarenas. Después de tantas vueltas, regresé caminando al centro, donde compré El proceso y Carta al padre, ambos de Franz Kafka. Aproveché también para adquirir un libro de álgebra y aritmética que me pidió, en calidad de donación, un interno del penal.

Al mediodía, pasé por una tienda de ropa para comprar algunos artículos que considero necesarios para el mes de misiones en la parroquia de Sivia, en el VRAEM ayacuchano.

En horas de la tarde, invité a Julissa Hofmeister García para que me acompañara a llevar documentación al penal; en concreto, dos oficios y la lista de los internos del pabellón 1C, quienes recientemente fueron trasladados desde el penal de Huanta. De más de 130 internos, solo 13 se han apuntado para asistir a la Santa Misa dominical. ¡Mucho trabajo pastoral por delante!

Fui a la misa de las 6:00 p.m. y, al culminarla, conversamos en la sacristía con monseñor sobre la triste situación que atraviesa el cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, ahora acusado de abuso sexual a un menor en los años 80, cuando aún era sacerdote de la prelatura del Opus Dei. Que san Josemaría interceda para que en todo esto prevalezcan únicamente la verdad y la paz interior de su eminencia.

Finalmente, cenamos con Julissa en casa de Reina, compartiendo una comida sencilla pero muy fraterna.

Viernes 31 de enero. Fiesta de San Juan Bosco.

Durante la mañana, mientras lavaba la ropa, escuché las Laudes y el Oficio de Lectura del santo del día. Una verdadera inspiración para creer en la adolescencia y juventud, y tener el valor y el empeño de guiarlos con sabiduría y paciencia por el camino de la fe y del amor, como lo hizo don Bosco en sus días, y como también lo hizo monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno en La Grita, a fines del siglo XIX y principios del XX.

En la noche participé de la Santa Misa en la catedral con monseñor. Nuevamente conversamos sobre lo doloroso que está resultando el caso del cardenal Juan Luis Cipriani. Que el Señor, que conoce lo oculto del corazón humano, actúe con justicia y misericordia.

Aunque la fiesta litúrgica se celebró formalmente después, la misa estuvo dedicada a san Juan Bosco. Más tarde, a las 7 p.m., cenamos en la casa de Tres Máscaras con algunos invitados: Carlos Francisco Gómez Vilcatoma —actual secretario de monseñor Salvador Piñeiro y mi sucesor en dicho servicio—, Julissa Hofmaister García —quien últimamente ha sido muy cercana, cariñosa, llena de detalles y palabras—, y Kenny Herbert Chuchón Tapahuasco, coordinador de la pastoral carcelaria.

Fue una cena amena, llena de buenas conversaciones e ideas compartidas. Julissa, además, tuvo la gentileza de obsequiarme un botiquín de la Cruz Roja Peruana, para llevarlo a las próximas misiones: un gesto práctico y simbólicamente lleno de cuidado.

Cerramos la noche temprano, pues debía hacer la maleta para el mes de misiones. Que san Juan Bosco interceda por nosotros, que deseamos ser santos y trabajar con pasión al servicio de los jóvenes.

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