viernes, 24 de noviembre de 2017

Francisco Calvo, Escuchar la Palabra de Dios, el contenido de la predicación, el texto Bíblico

Escuchar la Palabra de Dios


EL CÓDIGO Y EL CONCILIO: la Iglesia resume en este numeral del Código de Derecho Canónico el ministerio de la Palabra: «Los predicadores de la palabra de Dios propongan a los fieles en primer lugar lo que es necesario creer y hacer para la gloria de Dios y salvación de los hombres» (CIC can. 768). Por su parte, El Código de Derecho Canónico resalta la necesidad de una predicación fundamentada en las fuentes de la revelación y sus intérpretes auténticos.

LECTURA DEL TEXTO: La constitución Dei Verbum (n 22) indica la necesidad de traer a la actualidad del presente, a través de traducciones adecuadas, una lengua que pertenece al pasado Para este propósito, será bueno disponer, por una parte, de una traducción literalmente fiel al texto y, por otra, de una traducción moderna.

EXEGESIS: con la exégesis se pretende que «que todos los clérigos, sobre todo los sacerdotes de Cristo y los demás que, como los diáconos y catequistas, se dedican legítimamente al ministerio de la Palabra, se sumerjan en las Escrituras con asidua lectura y con estudio diligente, para que ninguno de ellos resulte "predicador vacío y superfluo de la palabra de Dios, que no la escucha en su interior", puesto que debe comunicar a los fieles que se le han confiado, sobre todo en la sagrada liturgia, las inmensas riquezas de la palabra divina» (DV 25).

EL PAPEL DE LA TRANSMISIÓN: En la predicación hay que atenerse al sentido de la tradición y de los evangelistas o buscar el sentido original. Las dos fórmulas son posibles y están justificadas. Lo que no se debe hacer es mezclar las dos. Al final de esta labor debo disponer de la exégesis necesaria para la predicación la cual puede resumirse en tres puntos ¿Cuál es el sentido principal del texto? ¿Qué sentidos secundarios apoyan el sentido principal? ¿Cómo sirven al fin principal los diversos versículos?

POSIBILIDADES DE INTERPRETACIÓN: Para la cuestión de cómo se debe interpretar el contenido de un texto bíblico se ofrecen diversas posibilidades: la comprensión de un pasaje desde la doctrina de la Iglesia, la comprensión de una perícopa desde la composición del libro correspondiente, la ubicación del pasaje en el conjunto del libro, la idea fundamental del libro, el pensamiento del autor, la comprensión a partir de la misma perícopa, el «Sitz im Leben» de la Iglesia primitiva, el «Sitz im Leben Jesu, la comprensión de una perícopa desde la Eucaristía, el uso litúrgico, la agrupación con otros textos litúrgicos, el carácter didáctico, el relato de la Cena.


LA MEDITACIÓN: Al trabajo exegético le sucede la meditación. La meditación del texto sagrado de la predicación debe estar apoyada por una actitud de oración a lo largo de la semana. La predicación no puede ser sin oración La oración, según la recomendación de San Agustín, debe acompañar antes y después a la predicación. Sin la meditación, la predicación se convierte en un producto de la mesa de despacho, que luego hay que verter al pueblo desde el pulpito. La meditación de los textos bíblicos es la ayuda mejor para no quedarse en la superficie de la exégesis, en las opiniones de los autores sobre el pasaje, en lugar de experimentar en nosotros la fuerza viva del texto. En este sentido, nunca la predicación está acabada, sino que permanece viva en un proceso de crecimiento, como María que «guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón» (Lc 7,19). El esfuerzo principal de la predicación no hay que hacerlo en el ambón, sino ya antes de llegar allí, una predicación se tiene que preparar con diligencia mediante el estudio, la oración y la meditación.

P.A
García

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