viernes, 25 de mayo de 2018

Biografía de la Beata Madre María de San José, contada por José Molano.


PRIMERA BEATA VENEZOLANA

Beata Madre María de San José

         Nacimiento e infancia

La Madre María de San José nace en la población de Choroní, en la zona costera del estado Aragua en Venezuela, el 25 de abril de 1875. Es la mayor de cuatro hermanos. Su infancia la inicia en pleno gobierno guzmancista, su papá era defensor y partidario de Guzmán Blanco, quien quiso acabar con la Iglesia Católica en Venezuela, él patrocinaba el ideal de que la sociedad debía construirse civilmente, retirada de la Iglesia, de ahí que Guzmán Blanco expropie templos católicos y expulse del país a varios sacerdotes y obispos. La Madre María de San José al nacer es bautizada con el nombre de Laura Evangelista Alvarado Cardozo. Desde muy joven la familia se traslada a Maracay, por motivos de trabajos del padre, allí la pequeña Laura conoce al padre Justo Vicente López Aveledo, párroco de la Parroquia San José de Maracay, la hoy Catedral de Maracay. El padre Justo fue un hombre de profunda oración, sacerdote entregado a su labor pastoral.

Génesis de su obra social

Cuando Laura llega a Maracay, aquel poblado estaba infestado por varias epidemias, la viruela y la tuberculosis. Para la época Maracay todavía no contaba con centro asistencial, por lo que la gente debía trasladarse a Caracas o La Guaira. Cuando una persona se enfermaba de alguna de estas terribles enfermedades eran botadas a la calle, para que no tuvieran ningún contacto con los de la casa. Se tenía entonces por costumbre vivir en la calle mientras le llegaba la muerte, por eso, las noches de Maracay eran propicias para “la carreta”, que pasaba recogiendo los cadáveres de quienes ya habían fallecido, pues ni los familiares se atrevían a enterrarlos por temor a contagiarse. El padre Justo alquiló una casa en la calle Sucre, en Maracay, fundando allí el primer Hospital de Maracay (hoy desaparecido), dedicado a San José, donde Laura, en compañía de tres compañeras más, acude para atender a los enfermos. Un dato curioso es que, ni Laura, ni sus tres compañeras se contagiaron nunca de ninguna enfermedad, a pesar de estar al pendiente de los enfermos y, por ende, susceptibles a contagiarse, sin embargo, el padre Justo no corre con la misma suerte y muere muy joven a causa de la tuberculosis. Con estas tres compañeras, años más tarde, Laura Evangelista fundaría la Congregación de Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús.

         Consagración a Dios

A los trece años Laura hace su Primera Comunión, y para esta ocasión pide a su mamá y a su abuela, que le confeccionen un vestido todo blanco, como de novia. Ese día la niña Laura, en secreto, hace votos de virginidad, consagrando su vida a Dios. Laura tenía el cabello largo y ondulado, y se lo corta casi a la altura de los hombros, y desde ese momento saldrá siempre a la calle con una pañoleta amarrada en la cabeza, que era para ella como un signo de consagración, por asemejar el velo de una religiosa, portando también sobre su pecho un crucifijo, lo que le valdría, de ahí en adelante, el apelativo de “la niña del Cristo”.

         El amor de Laura por su papá siempre era muy grande, ella amaba a su papá, y él también a ella, a pesar de que éste fuera totalmente contrario a las ideas religiosas, le llegó a permitir toda la devoción a su hija, ya que pensaba que esto eran cosas de mujeres. Laura desde muy pequeña demostró su querer por consagrarse a la vida religiosa, pensaba hacerse monja de clausura, para dedicarse a la contemplación y la oración, pero, como Guzmán Blanco había expulsado del país a los religiosos, no había convento donde Laura pudiera ingresar, por eso, el padre Justo planeaba esperar que Laura creciera un poco para mandarla a estudiar a España o Francia.

         Fundación de su congregación

Mientras la fundación del Hospital de San José, es el padre Justo quien va animando a Laura a fundar una congregación religiosa, cosa que a ella no le parece tan descabellada. El ambiente religioso de aquel entonces se veía animado por la devoción a Santa Rita de Casia. Laura y sus tres compañeras se hacen de una tela negra, de donde saldrían solamente tres hábitos para la profesión y fundación de la congregación. Para la época, la madre Emilia de San José y el padre Santiago Machado habían fundado las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía.

         Laura, un día antes de la profesión religiosa, le pide a Dios por intercesión de Santa Rita de Casia, que le consiga un hábito para ella poder participar de la fundación, Laura llegó a expresar en su oración que si Dios la tenía para ser religiosa debía llegar a sus manos un hábito, de lo contrario sería una señal de que ella no estaba para ser religiosa.

         El milagro del hábito

Una mujer de la sociedad maracayera, había hecho una petición a Santa Rita, y como Dios, por intercesión de la santa, le había conseguido el favor, decidió pagar la promesa con un hábito negro, igual que el de Santa Rita, y lo lleva al hospital, a estas tres muchachas para ver qué podían hacer con él. Precisamente ése es el hábito que se va a colocar la madre María en la primera profesión en la fundación de la congregación en 1901, acto realizado en la Iglesia San José de Maracay.

         Por la atención a los enfermos, Laura funda su congregación de vida a activa, al principio se llamó Hermanitas Agustinas de los Enfermos, más adelante, en los años 50, se llamarán Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, afiliándose así a la familia agustiniana recoleta.

         A los pocos años de la madre María de San José haber fundado su congregación, enferma su papá, y ella consciente del estado del alma de su padre, por haber apoyado las herejías de Guzmán Blanco y por no haber sido casado con su mamá, entra a la Catedral de Maracay, se arrodilla delante de la Virgen de las Mercedes, donde, dirigiéndose a la Virgen le dice que hasta que Ella no le conceda la conversión de su papá no se levantaría de allí. Dura alrededor de dos horas de rodilla, pidiendo por la conversión de su papá, para que pudiera morir en gracia, mientras este tiempo, su papá había llamado a un sacerdote para confesarse, casarse con su esposa y poder comulgar. La madre María de San José había ofrecido, por este favor de Dios, ayunar perpetuamente.

         El ayuno perpetuo

María de San José duró diez años sin ingerir alimentos, lo único que consumía era la Sagrada Eucaristía y agua, ella decía “con Jesús me basta”. Pasados estos diez años, enferma gravemente y el médico le prohíbe continuar con este ayuno tan riguroso, por lo que la madre empieza a comer alguna verduras y frutas, nunca carne, comía exageradamente poco, un almuerzo para ella consistía en una cucharada de arroz y una de caraotas, más nada, para ella la Sagrada Comunión era lo que realmente la alimentaba.

         Profunda devoción eucarística

La pequeña Laura, desde su niñez vivió una profunda devoción eucarística, desde los trece años consideró a Jesús Eucaristía como su esposo. De sus frases más conocidas se tiene: “en la Eucaristía está mi tesoro y ahí está mi corazón”, otra es “soy hija de la Iglesia y daría mi vida por defenderla”. A la madre María siempre le interesó ser monja de clausura, incluso, después de haber fundado su congregación pretendió retirarse a la clausura, pero las hermanas no se lo permiten.

         Hoy en día, en la Casa General de las Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, en Los Teques estado Miranda, se vive la Adoración Eucarística perpetua, ya que, las hermanas de ésta casa son custodias del milagro eucarístico de la Hostia Sangrante de Betania, cumpliéndose así el deseo de la madre María de San José, de vivir plenamente unida a Jesús Eucaristía. El carácter recio de madre María de San José le ayuda a realizar su gran obra, a pesar de ser una mujer de muy baja estatura, logró imprimir un carácter imponente donde quiera que estaba.

         Su gusto por hacer hostias la hace feliz, es en el hostiario donde nace la frase “hacer hostias es multiplicar las comuniones”. Una de las labores de la Casa General es la fabricación de hostias, que nunca están a la venta, sino que son regaladas a los sacerdotes para sus parroquias. Por la misma situación del país las hermanas reciben donaciones de harina con la cual hacen las hostias, algunas parroquias también deja su aporte monetario.

         Su obra social

Su gran obra social comienza con la co-fundación del Hospital de San José junto al ilustrísimo monseñor Justo Vicente López Aveledo. Más adelante funda el Asilo de San José, que tampoco existe hoy en día. Luego funda lo que hoy se conoce como la Casa Hogar Madre María de San José, donde todavía se conservan algunas plantas sembradas por la beata, que era amante de la naturaleza.

         En el Orfanato Inmaculada Concepción de Maracay, la madre María recibe inicialmente a niños y niñas, pero por las leyes eclesiásticas, que mandaban a las religiosas sólo a cuidar de las niñas y a los religiosos de los niños, la madre María tiene que limitarse a recibir a niñas.

         Madre María se convierte en el único referente de madre para la mayoría de estas niñas, es por eso que cariñosamente la empiezan a llamar “mamaita”. Aún hoy en día, las mujeres que fueron criadas por madre María de San José, cuando se refieren a ella la llaman “mamaita”. Igualmente, todo aragüeño al referirse a la beata la llama “mamaita”. Madre María es un ícono para el pueblo maracayero, precisamente por todo el amor y el afecto que puso en cada una de sus obras. Dicen las personas que la conocieron, que la madre María de San José transmitía mucha paz y mucha presencia de Dios, y resaltan su baja estatura.

         Madre María y Juan Vicente Gómez

Se cuenta que el Presidente Juan Vicente Gómez se topa, en cierta esquina de Maracay, con la madre María de San José, y el prepotente dictador le dice: “buenos días monjita”, a lo que la madre María le contesta: “buenos días benemérito”, y sigue caminando. Según cuentan Gómez le comenta a quien lo acompañaba, que era el secretario de estado: “si la monjita usara pantalones, aquí el Presidente de la República fuera otro”, haciendo este comentario precisamente por su admiración a la madre María de San José, ya que ella había realizado la labor social que él no había podido hacer, además de haberse ganado el cariño del pueblo de Maracay, cosa que el benemérito no logró.

         Profecía sobre su congregación

En una ocasión, estando muy anciana la madre María, una de sus religiosas le comenta que tras su muerte la congregación se iba a extinguir, ya que para el momento no tenían muchas vocaciones, la madre María le responde que después de su muerte ella va a ver desde el cielo cómo sus hijas florecen como blancas azucenas. Hoy en día, las Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, son la congregación femenina con mayor número de religiosas en Venezuela, además de poseer gran cantidad de casas por todo el territorio nacional, dos en Colombia y una en Perú.

         El don de la bilocación

Se llega a pensar que la madre María de San José tenía el don de la bilocación, ya que, para la canonización de San Pío de Pietrelcina, de la cual era fiel devota, algunos aragüeños afirman haberla visto en Roma, mientras que la madre María nunca salió de Venezuela y en ese momento rezaba fervorosamente el Santo Rosario en acción de gracias por dicha canonización.

         Un dato de importancia es saber que la madre María de San José rezaba todos los días por la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández, que era un santo para ella.

         Conoció a la segunda beata venezolana

Las dos primeras beatas venezolanas, María de San José y Candelaria de San José se conocieron, y cuando madre María hablaba de madre Candelaria decía que era una santa, del mismo modo, cuando madre Candelaria hablaba de madre María hacía referencia a su notable vida de santidad. La primera fue beatificada en Roma, la segunda en Caracas.

El milagro de la beatificación

El milagro que llevó a la beatificación de la madre María de San José es el de una religiosa paralítica. Esta hermana en una ocasión le había comentado a la madre que se sentía como una carga para la congregación, que no aportaba mucho sino que era más bien como un estorbo para las hermanas, porque tenían que atenderla, la madre María le dice a esta monjita que después de su muerte (de la madre María) ella iba a caminar. Tiempo después de haber muerto la madre María de San José, una de las hermanas, que era la encargaba de ver de la paralítica, sube a la habitación y consigue a una mujer de pie, esta hermana se asusta y sale corriendo, gritando que alguien se había metido a la casa, cuando las otras hermanas suben a la habitación, se dan cuenta que no es nadie extraño a la comunidad, se trataba de la hermana que estaba paralítica, la encuentran de pie, caminando. Todos caen en cuenta de que era el cumplimiento de la profecía de madre María. Sin ninguna intervención médica la monjita vuelve a caminar, la congregación presentó el hecho como el milagro que elevó a la hoy primera beata venezolana a los altares.

         La muerte de la madre María de San José

La madre María de San José muere en olor de santidad el dos de abril de 1967. Fue una religiosa muy longeva, fallece a los 92 años de edad. Fue muy activa, pero al final de su vida va enfermando, y su cuerpo se deterioró hasta que el Señor la llama a su presencia. El cuerpo de la madre María fue enterrado en la Capilla del Orfanato Inmaculada Concepción, tal y como ella había querido, cerca del Sagrario, a los pies de Jesús.

          El día del entierro de madre María, cuando el cuerpo sale de la Catedral después de la Misa Exequial, algunos aviones de la aviación militar sobrevuelan el cielo de Maracay y arrojan pétalos de rosas rojas, cosa que había pasado anteriormente el 31 de enero de 1965, con motivo de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de Belén, Patrona de Aragua.

         Mons. Feliciano González, obispo de Maracay, es quien apertura la causa de beatificación de la madre María de San José. Se convierte en la primera beata de Venezuela el 7 de mayo de 1995, proclamada por San Juan Pablo II en la Ciudad del Vaticano. Para esta ceremonia viaja a Roma el Presidente de la República, una delegación de las Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, el Padre General de los Agustinos Recoletos, y gran cantidad de venezolanos.  
    
         El cuerpo incorrupto de madre María

Como es de costumbre, para la beatificación de una persona debe exhumarse su cuerpo, en el caso de madre María fue un hecho prodigioso, ya que, al alzar el féretro, éste estaba totalmente podrido, el cuerpo de la beata quedó prácticamente en brazos de los hombres que alzaron el ataúd. Se dan cuenta de inmediato, el cuerpo de la madre María está incorrupto, aparece un poco oscuro, y seco, pero no se ha consumido. Desde la muerte de madre María, nunca se le aplicó ningún procedimiento de conservación, incluso, las hermanas no permitieron que se le inyectara formol. Hoy en día el cuerpo está recubierto con una fina capa de cera, para propiciar la veneración de la feligresía.

Aparte de la incorrupción del cuerpo de la madre, hubo otro hecho milagroso, y es que, la madre fue enterrada con un ramo de azucenas en el pecho, como señal de su virginidad, a parte estas flores le encantaban a ella; un palito de estas azucenas permanecía aún verde, con una hoja, y para mayor asombro había echado pequeñas raíces en el pecho de la religiosa con más de 20 años de fallecida.

El cuerpo de la beata madre María de San José reposa en el Santuario que lleva su nombre, en la Avenida Bolívar de Maracay.

La grandeza de la beata María de San José ha calado en lo más profundo de los corazones de todos los aragüeños, ellos la tienen por madre y hermana, y se sienten profundamente orgullosos de tenerla como principal referente religioso.

La vida de ésta santa mujer venezolana tiene mucho que decirnos a la sociedad venezolana, pues, a ella le tocó vivir y trabajar en tiempos muy difíciles, como lo fue la dictadura de Juan Vicente Gómez, pero ahí aprendió a dar lo mejor de sí, sobre todo, en la caridad y generosidad para con los más desposeídos.

Beata María de San José, ruega por Venezuela.

P.A
García

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