lunes, 29 de octubre de 2018

La teología de la música de Benedicto XVI


LA MÚSICA EN LA TEOLOGÍA DE JOSEPH RATZINGER[1]


El Cardenal Ratzinger, estudioso de la Teología litúrgica, ha propuesto su visión acerca de la música desde la perspectiva teológica-litúrgica, así pues, su reflexión litúrgica será aplicada generalmente a las características de la música en el arte sagrado, es por eso que Ratzinger concreta que el verbo “cantar” como sinónimo de música aparece en el Antiguo Testamento unas trescientas nueve veces, mientras que en el Nuevo Testamento sólo treinta y seis, en nada relevante el descenso notable, pues lo seguro es que canto se sitúa en el centro de toda la historia de la salvación, contenida en las Sagradas Escrituras. Desde el Éxodo (15,1) con el canto de Moisés y los israelitas al Señor luego de la proeza del Mar Rojo, hasta el Apocalipsis (15,2) con el Cántico del Cordero se ve enmarcada toda historia salvífica con la música.

Para Ratzinger, el fundamento teológico del canto litúrgico se nos revela al comprender que Cristo ha superado en gran medida esa hazaña del Mar Rojo, por eso el cristiano puede cantar el “cántico nuevo” de alabanza al Señor, para esto la Biblia misma nos enseña con los Salmos, que expresan del pueblo de Israel sus lutos, lamentaciones, miedos y también sus esperanzas, confianza y gratitud; este libro de los Salmos es atribuido a David, el rey cantor, y para la fe Cristo es el nuevo David, que por el Espíritu Santo canta, de este modo, con el salterio la Iglesia canta. Dice el Cardenal Ratzinger que “la música de iglesia surge como carisma, como don del Espíritu: esta es la «glosolalia», la nueva «lengua» que procede del Espíritu. En esta se da sobre todo la «sobria embriaguez» de la fe porque son superadas todas las posibilidades de la pura racionalidad”

Ahora en el libro de Cantar de los Cantares Ratzinger consigue un motivo nuevo para cantar, es el amor; citando a san Agustín concluye que “cantar es propio del amor”, y esto se ve reflejado en el libro sagrado, además Cristo es el novio (Mc 2,19) y la misma Eucaristía es un anticipación del banquete nupcial del Reino, por eso expresa Ratzinger que “el canto de la Iglesia proviene en definitiva del amor: esto es lo que, en el fondo, hay en el origen del cantar”. En resumidas cuentas la música llega a ser el lenguaje universal del amor.

Reflexionando sobre el tema litúrgico en general, el Cardenal alemán opina que “las formas artísticas que niegan la presencia del Logos en la realidad y fijan la atención del hombre en la apariencia sensible, no son compatibles con el sentido de las imágenes de la Iglesia”, esto puede aplicársele también al ámbito musical de la liturgia, donde “sin fe no hay arte adecuado a la liturgia”, por ende la música para Ratzinger debe apoyar el misterio vivido en la liturgia sagrada, no distraerlo.

P.A
García



[1] Un resumen del artículo de JORDI-AGUSTI PIQUÉ I COLLADO

No hay comentarios:

Publicar un comentario