sábado, 25 de julio de 2020

La historia de El Frutico

                                                                 INFANCIA FELIZ



         Que me ha gustado escribir desde pequeño es cosa cierta. Guardo entre mis cosas una narración que hice en el año 2008 sobre la historia de El Frutico, así fue como bauticé el solar de la casa de mi bisabuela Tomasa Castillo. Les copio el texto fidedigno, perdonarán la redacción de un niño de 12 años.

         La historia del Frutico

         Fue un día 5 (2) de diciembre del año 2000, amaneció un tuvo roto de la escuela, que botaba agua muy fuerte, derramó tanta cantidad de agua hasta lograr que se formara una inmensa laguna, cubriendo todo el terreno de atrás de la casa de Raúl.

         Para ese entonces, los niños Pedro y Raúl tenían 5 años de edad, Raúl tuvo la idea de construir un barco para navegar en la alguna, después de hacer el barco con una tabla grande y una hélice, Pedro, el más atrevido de los dos se fue a navegar sólo, “porque el barco no los soportaba a los dos”, el barco y Pedro llegaron a la mitad de la laguna y el remo se cayó del barco y se hundió,  Pedro estaba en la mitad de la laguna y no podía llegar a la orilla, tampoco nadar porque no sabía.

         Raúl ató una cuerda de un árbol de la orilla y le lanzó el otro extremo a Pedro, él la agarró y fue halando la cuerda hasta llegar a la orilla, donde lo esperaba Raúl, Pedro se bajó del barco ansioso de tocar “tierra”, pues ya había pasado largo tiempo en la laguna con el barco, cuando pone la pierna derecha en la tierra, se empezó a hundir poco a poco, hasta taparlo más arriba de la rodilla, Raúl lo agarró y lo haló del lodo y se pusieron a reír los dos.

         Pedro tuvo otra nueva idea, que era hacer un muelle de palos y piedras, Raúl buscó los palos y Pedro las piedras, después de hacer el muelle, Raúl lo probó y sí soportaba a los dos.

         Jugaron hasta cansarse y llamaron a Thalía, la hermana de Pedro, para contarle lo que les había sucedido. Thalía también jugó con ellos dos en la laguna.

         Pedro dijo “formemos un país para nosotros”, Thalía y Raúl respondieron sí, sí, Pedro dijo yo soy el presidente, y Raúl dijo yo soy el vicepresidente. El país se llamó “Caminito Bonito” y al tiempo se le cambió el nombre por “FRUTICO”, porque tenía muchas frutas.

         La laguna duró como 2 meses aproximadamente, el barco duró hasta el 2005 aproximadamente, y el Frutico duró hasta 2007, Pedro tiene 12 años, Raúl tiene 12 también, y Thalía tiene 13 años, ellos recuerdan lo que les pasó hace 8 años.

         Este cuento lo escribió Pedro García en mayo 2008

         31 de mayo del 2008 10: PM.

P.A

García

sábado, 18 de julio de 2020

Palabras para decirle el último adiós a Vicente

TOVAR JUNIO 5 DE 1954



La muerte precipitosa de José Vicente Escalante, “Vicente”, como todos le llamaban, hirió profundamente al pueblo de La Playa, a sus familiares y a sus compañeros de trabajo. La juventud vibrante de quien tenía todas las ganas de vivir, se frustró con el doloroso pero valiente acto del suicidio, como decisión irrevocable.

A continuación se trascriben las palabras pronunciadas por el jefe de la oficina en la que trabajaba Vicente con 28 años de edad. Se entrevé el profundo dolor que esta muerte causó, pero mejor aún, se conoce por palabras de su propio jefe, el desempeño de Vicente, su manera de actuar, de pensar, de ver la vida, pero manifiesta también el descontento por sus escondidos designios.

Nadie comprendió la muerte de un joven cuya nobleza de sentimiento y  generosidad de alma le habían caracterizado. Ninguno supo cómo un hombre cuyas cualidades de acrisolada honradez, grandiosa dignidad en su austera pobreza estudiantil había tomado tan cruel decisión. Todos se percataron que a quien despedían era un playense de contagiante humildad, con dotes de inteligencia vivaz.

         Transcrito del original que se publicó en el sepelio de José Vicente Escalante en Tovar. Copia facilitada por el Prof. Alejandro Castillo.

        

         Palabras para decirle el último adiós a Vicente

Dr. Miguel A. Villasmil h.

         Compañero… Amigo… y Hermano…

         Te nos vas, Vicente, con altiva protesta de las decisiones irrevocables, pero algo así como la hurtadilla, rumiando muy en silencio el lacerante dolor de una pena profunda y heroica, sin darnos a entender nada, sin delatarnos absolutamente una sola palabra siquiera, tal vez porque tu intuición y tu innegable perspicacia, presentían que de nuestros labios sinceros de amigos entrañables, saldría el primer reproche enérgico en contra de tus escondidos designios, porque sabías que nosotros amábamos y amamos la plenitud de la vida, con todos sus triunfos, todas sus desdichas, todas sus amarguras, todos sus éxitos, todas sus inconformidades y todas sus satisfacciones…

         Te nos vas, Vicente, “por la puerta franca del suicidio”, como en la realista expresión del escritor, y nos dejas este impresionante ejemplo de desprendimiento, porque desprendido y sin egoísmo siempre fuiste…

         Eras un joven de ansiedades, un espíritu inquieto, en quien no me fue difícil adivinar tu prisa por las grandes cosas; y así, de prisa, fue tu vuelo hacia la eternidad, sin un reclamo airado, sin una queja, sin una protesta…

         Tu afán de eternidad se hizo eclosión en el trágico instante de tu roja tragedia; pero aquí queda sembrado indeleblemente, nuestro gran disgusto, nuestra irreductible inconformidad con tu determinación, porque tu compañía nos hacía, nos hace, nos hará falta… tu presencia en la diaria batalla de nuestro común subsistir, era ya cosa de carácter necesario… y, aun cuando poco a poco, te vas separando de nuestras existencias y de su razón de ser, para elevarte al cielo, Antonio y Peñaloza y yo, y junto con nosotros, todos aquellos que te profesaban cariño, todos aquellos que te ofrecían aprecio de verdad, no vamos a encontrarnos y a sentirnos a gusto, en el tránsito de los rumbos y en el desbrozar de las esperanzas que aún nos quedan y nos apuntalan…

         Tal vez, Vicente, rebozadas la medida de tu vida, y los límites de este terrenal mundo, te resultaban insuficientes para contenerla y albergarla, porque tu madera era sencillamente desbordante, y tenía muchísimo de una dimensión plena de anhelos, quizá difíciles de cristalizar, por lo mismo nobles, por lo mismo fecundos, por todo lo humanos, por todo lo apasionados… por todo lo imposibles…

         ¡Cómo sabías compartir con nosotros, todos nuestros aciertos, todo el mayor número de los posibles desaciertos, todo el limpio fruto de nuestro infatigable tesón!... ¡Todas nuestras íntimas alegrías de saber y presentir que algún beneficio, en algún sentido, alguna utilidad por pequeña que fuese, estábamos rindiendo, desde nuestra modesta y humilde trinchera, en favor de nuestras gentes, y, por ende, de la total humanidad, porque nos sabíamos y nos sentimos parte integrante de ella!...

         ¡Qué nobleza de sentimiento para con nosotros, de la que hacías gala desinteresadamente!

         ¡Qué generosidad de alma la tuya para con nosotros, y para con la inmensa mayoría de tus coterráneos!

         ¡Qué cualidades de acrisolada honradez en todos tus actos, públicos y privados!

         ¡Qué grandiosa dignidad en tu austera pobreza estudiantil!

         ¡Qué contagiante humildad la tuya, en todos los días, para muchos quizá anónimos, de tu existir!

         ¡Qué dotes de inteligencia vivaz, en el análisis escudriñador de los hechos cotidianos!

         ¡Qué parquedad la tuya para sugerir e insinuar con tino, cuantas veces requerimos tu concurso!...

         Y, sin embargo… toda la agonía de una pena íntima, solamente vivida por ti, como tu propio drama, precipitándote hacia el portete del sepulcro, y preparando el enorme sacrificio cruel de tu vida útil, para traición contra nosotros, para sollozar incontenible de nuestras pupilas ya hechas para la vigilia, para congoja irremediable de nuestros atribulados corazones y meditación obligante de nuestras ávidas mentes…

         Compañero… Amigo… y Hermano…

         Llévate este girón de nuestro recuerdo inextinguible, que nosotros sabremos guardar y conservar el tuyo, para siempre…

         Tovar, junio 5 de 1954.

P.A

García

sábado, 11 de julio de 2020

Biblioteca Pública José Vicente Escalante

RESEÑA HISTÓRICA

       Biografía del Bachiller José Vicente Escalante

         José Vicente Escalante nació en La Playa, en su casa materna ubicada en el Sector Las Delicias, antiguo Mapuritos, el 30 de enero de 1926, hijo de Amable Escalante y Victoria Escalante. Fue el primero de 6 hermanos: Elba, Esperanza, Gregorio, Alejandro y Olinto. Obtuvo el título de Bachiller y fue para los jóvenes de la época un ejemplo a seguir en modestia, educación y trabajo, pues ejerció en Tovar el cargo de Secretario del Dr. Ángel Villasmil, abogado que tenía en esta ciudad una Oficina Múltiple de Asuntos Jurídicos. La responsabilidad y buen desempeño en esta faena le acarreó buenas amistades.

         José Vicente fue un consumado lector, era reconocido como uno de los jóvenes más queridos y prometedores de La Playa. Todos los días bajaba caminando desde La Playa hasta Tovar para su lugar de trabajo, vestido siempre con  impecable traje y corbata, y sus zapatos bien lustrados. Los que lo conocieron recuerdan que además de buen hijo, había sido un buen estudiante.

José Vicente era de trato afable, con una excelente cultura en diversas ramas del conocimiento: filosofía, historia, literatura, y para la época era el único que poseía una modesta pero bien surtida y completa biblioteca en su casa, en cuyo inventario se podían conseguir autores como Dostoievski, Tolsoi, Dickens, Kafka, Voltaire, Diderot, Cervantes y Gorki. Estaba en sus comienzos la famosa revista de cultura del Ministerio de Educación, José Vicente la leía, la asimilaba e interpretaba y estimulaba a hacerlo a los demás.

         En la Plaza Bolívar de La Playa, cuando se topaba con sus amigos, les explicaba sus últimas lecturas y les estimulaba a leer, para él era muy importante que la gente leyera, pues esa era la fuente de los conocimientos y el inicio de la sabiduría, así lo había aprendido él y así quiso inculcarlo a sus coterráneos. Siempre fue respetado en su pretensión educativa, pero su vida fue muy corta.

En la mañana del 4 de junio de 1954, José Vicente Escalante, con tan solo 28 años de edad, se quitó la vida con un disparo en la sien, el arma con la que terminó con sus días era un Revolver 38 cañón corto, que no era de su propiedad. La causa del suicidio se desconoce, sin embargo, se sabe que José Vicente había estado enamorado de una jovencita tovareña de nombre Asiloé Rodríguez, quien por su belleza había sido la Reina de las ferias y fiestas de Tovar.

El cuerpo sin vida del joven estudioso fue conseguido por el pequeño Iván Hernández, en la casa de su tía Félida Hernández de Márquez, en El Llano de Tovar, frente al Colegio La Presentación, donde José Vicente acostumbraba almorzar todos los días al salir de su trabajo. Fue enterrado en el Cementerio de Tovar, la conmoción por su trágica muerte estremeció a su pueblo natal La Playa y a Tovar.

Fundación de la Biblioteca de La Playa

Luego de ocurrida la muerte de José Vicente Escalante, por iniciativa del joven estudiante Iván Hernández del sector El Volcán, se comunicaron con la madre del fallecido, Victoria Escalante, para proponerle la donación de los libros de la pequeña biblioteca de su hijo, con el compromiso de ponerle el nombre de José Vicente a la misma que se fundaría con las demás donaciones que llegarían; la madre accedió a tal petición y comenzaron con la tarea de formarla, trasladando los libros a la sala que para tal efecto facilitó don Manuel Castillo sin cobrar nada.

Luego de esta sala fueron sede de la Biblioteca la casa de Pedro Mendoza, de allí se trasladó a la Casa Cural Antigua, al lado de la Iglesia, de allí para la casa de Juan Sandia, luego regresó a la casa de David Vivas, de allí fue nuevamente trasladada hasta el segundo piso de la Casa Municipal, hoy día Prefectura Civil de la Parroquia Gerónimo Maldonado, y finalmente, fue llevada a la construcción en la que actualmente se encuentra, en el sector Las Delicias, pasos arriba de la Plaza Bolívar.

         En la sala de Manuel Castillo se empezó a organizar la biblioteca y en una pequeña máquina se redactaron las comunicaciones que fueron enviadas a todas las Embajadas y Centros Culturales de Caracas, Mérida y San Cristóbal. De retorno enviaban numerosos libros y colecciones de revistas, así como comunicaciones de felicitaciones que eran leídas en las reuniones que se hacían, lo que estimulaba más el trabajo de conformar una Biblioteca para el pueblo de La Playa.

Posteriormente fue nombrada Carmen Márquez Secretaria de Actas quien continuó la labor de responder las comunicaciones y quien trabajó con mucho entusiasmo sin cobrar nada y llevando un pequeño archivo que luego se extravió. En ese libro estaba la huella del esfuerzo de muchos que contribuyeron a que esa idea se cristalizara, además se extravió parte de los libros y material educativo por las múltiples mudanzas, sin embargo se logró rescatar parte de la dotación bibliográfica inicial.

La idea y el entusiasmo para seguir adelante con la institucionalización de la Biblioteca de La Playa fue gracias a algunos jóvenes playenses, entre quienes hay que mencionar a Alejandro Castillo y a Carlos Gustavo Vivas, quienes lograron que esta biblioteca, que es patrimonio de todos los habitantes de la Parroquia Gerónimo Maldonado y áreas circunvecinas, se mantuviera hasta el estado actual como una institución útil a la comunidad.

         En 1993 se le dio sede fija en el costado norte de la Plaza Bolívar en terrenos de la Municipalidad, siendo Gobernador el Dr. Jesús Rondón Nucete y Alcalde del Municipio Rivas Dávila el Sr. Nelson Hernández.

P.A

García

“CORRECCIONES” Según Gregorio Escalante, hermano de José Vicente, el texto anterior presenta “algunos errores e imprecisiones”. A continuación las correcciones gregorianas:

         “No iba a pie a Tovar. Vivía a media cuadra del despacho del Dr. Villasmil. No inducia a los aldeanos a leer en la plaza Bolívar. Tenía que trabajar en Tovar. No se disparó en la sien, sino en el pecho. Su cuerpo no lo consiguió Iván; lo consiguió Nicolás Márquez, el hijo de don Blas.”


domingo, 5 de julio de 2020

La Capilla del Dr. José Gregorio Hernández en La Playa

HABEMUS BEATUM



         La religiosidad popular canonizó hace ya varias décadas la figura venerable del médico de los pobres, el trujillano José Gregorio Hernández Cisneros (Isnotú*1864, Caracas+1919), destacado personaje de la venezolanidad, digno de admirar e imitar por sus virtudes humanas y cristianas, y por su presencia milagrosa en la vida de todos sus devotos, quienes reconocen que Dios obra milagros donde quiere y cuando quiere, y de la manera que quiere, usando por pura bondad medios o canales para hacer sensible su amor a los hombres; estos canales son los santos, amigos nuestros que ya están en Dios, viéndolo cara a cara, tal cual es.

         En la población de La Playa existe una Capilla dedicada desde hace 49 años a este próximo beato venezolano José Gregorio, quien además es el primero en ser laico y varón, enalteciendo el nombre de la Iglesia Católica venezolana después de las beatas Madres María de San José, Candelaria de San José y María Carmen Rendíles.

         La capilla del Dr. José Gregorio Hernández está ubicada un poco más arriba de la mitad de la montaña que se levanta en la parte sureste de La Playa, a cuyo pie corre veloz el humilde río Zarzales. Fue construida en 1971, e inaugurada y bendecida solemnemente el 14 de septiembre de ese año. El tiempo de construcción fue escasamente cuatro fines de semana, con la ayuda y colaboración de muchos playenses, entre los que se pueden destacar: Cecilio Márquez, Vicente Montero, Manuel Guerrero, Alberto Montero, José Guerrero, Darío Guerrero y Orlando Guerrero. Con el caballo de Vicente Montero se subió gran parte del material para la construcción.

         En el mismo lugar donde hoy día está esta capilla hubo una cruz, probablemente de madera, la gente recuerda que ese era el sitio de la Santa Cruz, que las llamas devoraron en uno de los innumerables incendios forestales que ha sufrido esta montaña. A raíz de estos hechos se sembraron los pinos que rodean la pequeña planicie, cuyas figuras pueden observarse desde el pueblo, como la Capilla misma. También se reconoce que en el callejón cercano a la capilla, además de una naciente de agua, existió un clandestino alambique, cuyo licor era consumido por los mismos constructores del camino y de la pequeña obra en honor al Dr. José Gregorio Hernández. Eran tiempos en los que la Guardia Nacional perseguía este tipo de producciones de licor.

         La comisión anteriormente nombrada montó un “boliche” en la casa de José Guerrero en El Verde, para recaudar fondos monetarios con los que se compró el cemento y los bloques donde Adolfo Vivas en El Volcán. Se ayudaron con la venta de pasteles y chicha los domingos, además de apoyarse con un pote en el que los optimistas devotos depositaban sus aportes en pro de la animosa construcción. La imagen de yeso del Doctor Hernández también fue comprada gracias a esta recolección, es una imagen de tamaño grande, con su característico porte de pie y manos atrás, y actualmente está acompañada por otras once estatuillas del mismo taumaturgo andino que los fieles han llevado en acción de gracias por favores recibidos.

         Para la inauguración de este sitio que se convirtió en destino religioso estuvo presente el Padre Ramón Darío Moreno Calles, oriundo de Piñango, antiguo pueblo de La Sal, quien había tomado posesión de la Iglesia de La Playa el 6 de diciembre de 1970 y estuvo hasta mayo de 1976, año en que dejó la parroquia y el ministerio sacerdotal. El albañil encargado de levantar las cuatro paredes fue Vicente Vivas, el popular “Vicente Querosén”. Ese día acompañó un buen número de playenses, que, una vez culminada la celebración de la Santa Misa, y después de servido el sancocho, alegraron la bajada hasta La Playa con unos cuantos “palitos de miche”. Más de uno, tambaleante al caminar, cayó en la quebrada que baja desde el Rincón de la Laguna.

         Además de las cuatro paredes, la Capilla está cubierta por un techo de platabanda, donde se alza una cresta ornamental que da el aspecto de altura a la construcción, sobre la cual reposa una cruz de metal, donde se ha acostumbrado ubicar una flameante bandera blanca, en un asta improvisada de bambú, cuya planta madre puede hallarse en el callejón izquierdo a la Capilla.

         Actualmente el recorrido desde la Plaza Bolívar de La Playa hasta la Capilla del Dr. José Gregorio Hernández es de aproximadamente hora y media, a buen paso. Dicho camino está ornamentado con diferentes plantas que han sido ubicadas en consecución de un proyecto de reforestación de la montaña, cuyo promedio de vida es de apenas 20 años, pues son muy comunes los incendios. Son varias las personas de la comunidad que dedican parte de su tiempo a esta honorable labor.

         Este recorrido de esparcimiento es transitado diariamente por numerosas personas, que en beneficio de la salud, aprovechan la hermosa vista de este punto para lograr la mejor panorámica de La Playa. La brisa corre con fuerza, y el firmamento luminoso recuerda que existe un ser Creador, que ha permitido que sus creaturas gozaran de las maravillas de la naturaleza.

P.A

García