lunes, 22 de marzo de 2021

Día del niño por nacer

CONCIPIES IN UTERO ET PARIES FILIUM

(Lucas 1, 31)

El 25 de marzo la Iglesia Católica festeja la Solemnidad de la “Anunciación” de María por parte del Arcángel Gabriel (Lc 1,28), cuando con palabras divinas este le anunció que sería la Madre del Mesías, tal como aconteció nueve meses después. Con la escena evangélica de la “Anunciación”, que también puede ser llamada la “Encarnación” del Hijo de Dios, la Iglesia y el orbe entero conmemoran el “Día del niño por nacer”, recordando que en este día se le dijo a María que sería madre de un niño, aceptando ella la voluntad celestial. El sí de María representa la Vida para la humanidad, es una imagen del sí de tantas madres que han aceptado el proyecto de Dios de traer un hijo al mundo, a pesar de las dificultades y riesgos que esto conlleva.

 

El espíritu del Cristianismo es por naturaleza amante de la vida y propagador de ella. La moral cristiana denuncia públicamente pecados como el aborto, donde se quita la vida a inocentes, de ahí que la Iglesia exprese con claridad la reprobación de la mentalidad eugenésica, la cual intenta aceptar el aborto selectivo, pretendiendo medir el valor de una vida humana siguiendo sólo parámetros de ‘normalidad’ y de bienestar físico (Evangelium vitae, 63); no es posible que nos adjudiquemos el derecho a decidir por la vida de los niños por nacer.

 

La concepción humana es un hecho natural en la que se ven involucrados los conceptos biológicos y la voluntad de Dios, por eso, técnicas como la fecundación ‘in vitro’ y todas sus conocidas posibilidades, son contrarias a la dignidad del embrión de la persona humana, pues se le puede manipular de tal manera que lesionen el derecho a nacer dentro del matrimonio (Donum vitae, 6); la intención de procrear debe orientarse siempre desde la natural unión conyugal, esto en relación a la importancia de respetar el natural desarrollo del feto. La dignidad de la vida da lugar a un principio inviolable: toda vida humana debe ser respetada, lo que exige que se proteja y defienda también la concebida y aún no nacida.

 

Para comprender la radicalidad de la negación del aborto es necesario conocer lo que etimológicamente significa esta palabra, en este sentido, ab-ortus expresa crudamente “privar de nacimiento”; y su sinónimo latino aborior: matar. Por lo tanto, abortar significa matar a un ser de la especie humana. Por rigor intelectual se ha de rechazar otra terminología falsa, como “interrupción voluntaria del embarazo”, pues en el aborto no hay posibilidad de reanudar la vida como lo implica la palabra “interrupción”.

 

Defender la vida a capa y espada no es solo una pretensión religiosa, por el contrario, la condena del aborto es ya una demanda científica, dado que los avances de la medicina muestran que, desde la concepción, el cigoto tiene su propio código genético, de forma que constituye un individuo distinto de su madre. Desde el inicio de la ética y de la ciencia médica, el aborto ha sido condenado. Ejemplo de esto es el primer Código ético de la medicina, el llamado Juramento Hipocrático, del siglo V a.C. que expresaba: “Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me lo soliciten; ni administraré abortivo a mujer alguna”.

 

La Iglesia en su defensa de la vida, en su respeto al niño por nacer, ha determinado la excomunión “latae sententiae si se produce el aborto (Código de Derecho Canónico, 1398), esto significa que las personas implicadas en el acto, no pueden recibir los sacramentos de la Iglesia, en razón de su pecado, animándoseles al arrepentimiento para volver a estar en comunión con la comunidad.

 

Este 25 de marzo, cuando se conmemora el “día del niño por nacer”, los cristianos y todas las personas de buena voluntad deben renovar su compromiso por defender la vida, sabiendo que siempre habrá posibilidades para sacar adelante una nueva criatura que se gesta en el seno de una mujer. El génesis de esta fecha es la promoción de la vida humana y su defensa desde la concepción en el vientre de la madre. Se busca principalmente concientizar sobre la oportuna necesidad de defender la vida en todas y cada una de sus etapas. Sí a la vida.

 

P.A

García

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