martes, 31 de enero de 2023

La Playa en 1978, un comentario de Homero Arellano comentado por mí en 2023.

“LA PLAYA, MUNICIPIO GERÓNIMO MALDONADO”

Templo parroquial de San Vicente Ferrer

         Firmado en Caracas en enero de 1978, el playense Homero Arellano escribe un breve comentario sobre La Playa a propósito de su elevación a la efímera categoría de municipio. Inicia su escrito describiendo la población, para finalizar sin ilación alguna en datos biográficos del epónimo de la naciente municipalidad.

         Sobre La Playa, Homero Arellano escribe lo siguiente:

         “La Playa, escribe José Ramón Rangel, es uno de los lugares más pintorescos de los Andes venezolanos, con amplios panoramas de cumbres que descienden de los páramos de La Negra, El Portachuelo y Mariño, con un altiplano cultivado de cañamelar, cafetos y hortalizas, regado por el rumoroso río Zarzales, que en tierras tovareñas toma el nombre de Mocotíes, o mejor Mucutíes, por tener una voz indígena.” En esta primera sección sitúa geográficamente al pueblo, además de indicar la posible correcta grafía del nombre del río Mocotíes, con lo que curiosamente concuerdo en mi escrito sobre el posible significado de esta voz indígena.

         Continúa Arellano: “Vista desde la Mesa de Adrián o desde el filo del Morretón, La Playa parece un pequeño mar de verdura en que las tonalidades del verde se dan todas. Los sauces parecen flotar su tristeza y su parsimonia durante el día y en la noche semejan centinelas solemnes de aquel paisaje vegetal. Verdes amenazados hoy por el reseco deterioro de los montes circunvecinos durante años consecutivos castigados por los incendios forestales.” Y es que Homero Arellano no ha sido el primero ni el único en preocuparse por las constantes quemas de las montañas que rodean a La Playa, si esto lo escribía en 1978, significa que es cuento de nunca acabar, pues todos conocemos cómo periódicamente se incendian los cerros para la destrucción de la flora y fauna y para el deslumbrante espectáculo observable por la noche desde el pueblo; aunque en los últimos años ha habido gran conciencia ambientalista, la misma que se ha visto reflejada en la minuciosa reforestación de las montañas y en el combate directo contra los incendios por comitivas de playenses comprometidos con el medio ambiente y a los que no les importa tanto arriesgar sus vidas para enfrentarse a llamaradas de fuego que sobrepasan los dos o tres metros de altura.

Arellano parece tener claro que La Playa en la que él nació y creció no era la misma que para el momento en el que escribía su comentario, y lo más notable del cambio era el descenso del nivel del agua, por lo cual apunta: “Las aguas otrora abundantes y sonoras, comienzan a escasear. El río de las remotas leyendas mucutíes está resentido y disminuido; ya los alisos no habitan en sus orillas como antaño. Rescatar su verdor y salvar el viejo río es un deber del hoy municipio Gerónimo Maldonado.”

Luego Arellano nos brinda una información bastante olvidada, o al menos poco conocida por las generaciones actuales, y es referente al licor playero: “Del alambique de los años veinte que dio el aguardiente más famoso de aquellos años en los Andes, el aguardiente playero o ahinojado de grato recuerdo para los sobrevivientes de la pasada generación”.

Finalmente, hace mención particular de una supuesta variedad de papa playera, de la cual desconozco su veracidad o vigencia en la actualidad: “De su agricultura es famosa y muy conocida en la región occidental venezolana la alta calidad de la papa playera variedad especial de la zona merideña de fines del siglo diecinueve y primera década de veinte.” El comentario, como ya dije al principio, culmina con datos biográficos del doctor Gerónimo Maldonado, pero como no aporta mayor novedad prefiero dejarlo hasta ahí.

Es así como La Playa ha sido amada y recordada también por sus hijos que una vez tuvieron que dejarla atrás para perseguir sus sueños, estudios, o trabajos anhelados, como en el caso de Homero Arellano, que ejerció el periodismo en la capital de la República, y como él tantos otros profesionales que han hecho sus vidas fuera del pueblo, pero que recuerdan cada detalle con orgullo y melancolía, pues siempre se cree que fueron mejor los tiempos pasados y que los actuales ya no son tan buenos.

P.A

García

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