viernes, 8 de marzo de 2024

Las cuatro mujeres de la genealogía de Jesús en Mateo 1, 3-6

Tamar, Rajab, Rut y Betsabé

La situación de la mujer en tiempos de Jesús era totalmente desfavorable y discriminatoria, pues prácticamente no se le consideraba persona libre ni hija de Israel, sino posesión primero de sus padres y luego de sus maridos, se consideraban siempre en minoría de edad y su influencia estaba resumida en su función maternal. La fragilidad del género femenino se inculcó en los tuétanos de la cultura hebrea, pero esto cambió radicalmente con Jesús, quien fue amigo de las mujeres y más aún, las admitió como seguidoras y discípulas suyas.

El evangelista Mateo desarrolla la genealogía de Jesús (Mt 1, 1-16) especificando diversos personajes de la historia de Israel, reyes y plebeyos y entre estos a cuatro mujeres cuya mención en principio puede parecer innecesaria, pues no son Sara, Rebeca, Lía o Raquel, grandes mujeres por sus virtudes, sino cuatro simples paganas en las que, como veremos, se manifiesta el futuro de la salvación universal. Comprendamos la intención de Mateo conociendo brevemente la historia de estas cuatro mujeres, saber: Tamar (Mt 1,3); Rajab (Mt 1,5); Rut (Mt 1,5) y Betsabé “la mujer de Urías” (Mt 1,6).

1.    Tamar “la incestuosa” (Gn 38, 14-18)

Mujer cananea cuyo nombre significa en hebreo “palmera”. Primero fue esposa de Er, el hijo primogénito de Judá, pero al morir este quedó viuda y pasó a casarse con su cuñado Onán, quien tampoco le dio descendencia. Judá la apartó de su casa y Tamar lo engañó vistiéndose de ramera para acostarse con él. Al quedar embarazada fue enterado Judá de lo que había sucedido y de la unión con su nuera nacieron los mellizos Peres y Zéraj.

Ante Judá y los suyos Tamar no cometió injusticia, sino que, movida por su deseo de tener un hijo de la sangre de su difunto marido Er, buscó acostarse con su suegro (incesto), pues Selá, último hijo de Judá, no le había sido dado por esposo según la ley del levirato. El acto justo de Tamar es recordado como una bendición de Yahvé en (Rt 4, 12). La iniciativa de esta mujer es recordada como acto heroico.

 

2.    Rajab “la prostituta” (Jos 2, 1-21)

Rajab, (no Ráhab monstruo mítico de Jb 9, 13), prostituta de Jericó que hospedó en su casa a los dos espías que Josué había enviado para explorar esa ciudad y todo el país, reconoce que ellos son enviados por el Dios del cielo y de la tierra, por lo que hace un pacto con ellos para dejarlos escapar sin que sufran daño. Rajab se salva por la fe y es justificada por sus obras, pues aun siendo extranjera, acoge a los israelitas y así consigue salvar a toda su familia. Es recordada por St 2, 25 al ser justificada por sus obras y en Hb 11, 31 como modelo de la fe en la historia sagrada.

Finalmente, en Jos 6, 22-25 se narra la salvación de Rajab y su familia, quienes permanecieron y se integraron al Israel étnico, es decir, se convirtió en prosélita. La fe de esta mujer le salvó la vida. Mateo la menciona en su genealogía de Jesús, aún cuando no aparezca en las Sagradas Escrituras un vínculo exacto de ella con el Mesías.

 

3.    Rut “la extranjera” (Rt 1-4) 

Rut, en hebreo “amiga”, fue esposa de Quilión, hijo de Elimélec y Noemí, oriundos de Belén de Judá que se fueron a habitar en los campos de Moab, de ahí que Rut sea recordada como la moabita. Muerto Elimélec y su hijo Quilión, la viuda Noemí y sus nueras Orfá y Rut quedaron desamparadas. Noemí decide regresar a Judá y despide a las que fueron esposas de sus hijos, pero Rut no quiso apartarse de ella y la acompañó hasta Belén. Rut finalmente se casa con Booz, un pariente de Elimélec y de esta manera se convierte en madre de Obed, el padre de Jesé, el padre del rey David. De este modo Rut, la moabita, por su fidelidad a la madre de su difunto esposo y la fe en el Dios de Israel, se introduce en la genealogía de Jesús, descendiente de David.

Solo Rut, a diferencia de las cuatro mujeres, tiene un libro homónimo en la Biblia que narra a detalle su historia.

 

4.    Betsabé “la adultera” (2 Sam 11, 1-27)

Betsabé era hija de Elián y mujer de Urías el hitita, un mercenario extranjero al servicio de David. El rey David la había visto bañándose y se prendó de su hermosura, la mandó a traer y se acostó con ella, dejándola embarazada. Para eliminar a Urías lo mandó a batallar en primera fila, donde murió. Luego tomó a Betsabé por esposa y ella dio a luz un hijo que murió al poco tiempo de nacer. Después Betsabé dio a luz a Salomón, lo que confirmó el perdón de Dios a David por su pecado (2 Sam 12, 24).

De la madre de Salomón también se recuerda su alianza con el profeta Natán para que su hijo fuese proclamado rey y de esta manera ella se convirtió en la reina madre (1 R 1,11-40).

         Mateo rescata para la historia las acciones de estas cuatro mujeres “pecadoras y extranjeras” en razón de María “la virgen, santa y judía”, la madre de Jesús. Benedicto XVI recuerda lo que se ha dicho de estas cuatro mujeres, que habrían sido pecadoras, aunque no las cuatro (tal vez a excepción de Rut); para él este recuerdo “implicaría una indicación de que Jesús habría tomado sobre sí los pecados y, con ellos, el pecado del mundo, y que su misión habría sido la justificación de los pecadores”. Sin embargo, concluye el pontífice que “es más importante el que ninguna de las cuatro fuera judía. Por tanto, el mundo de los gentiles entra a través de ellas en la genealogía de Jesús, se manifiesta su misión a los judíos y a los paganos”, pues, ciertamente “estas mujeres revelan una respuesta ejemplar a la fidelidad de Dios, mostrando la fe en el Dios de Israel”, es así como Mateo presenta una “genealogía de la gracia y de la fe: precisamente sobre la fidelidad absoluta de Dios y sobre la fe sólida de estas mujeres se apoya la continuidad de la promesa hecha a Israel”.

         Para Charles Perrot Mateo incluye en su genealogía la historia de estas cinco mujeres (incluyendo a María) por la extravagancia de sus partos, pues es Dios quien interviene para modificar curso normal de las cosas, de esta manera ellas son incluidas en la línea mesiánica por pura gratuidad divina, pues Dios hace posible todas las cosas. De cualquier manera, vemos en Tamar, Rajab, Rut y Betsabé el ímpetu y valentía de la mujer que lucha por su realización y es fiel a su ser engendrador de vida.

         Es esperanzador ver cómo la mentalidad patriarcal y opresora en la que también la Iglesia ha incurrido está quedando atrás y es cosa del pasado. Aunque es cierto que todavía falta mucho por hacer, ya podemos ver a las mujeres en distintos puntos de autoridad y decisión en la Iglesia y en la sociedad. El aporte de las mujeres en la Iglesia y en el mundo actual es ciertamente la garantía de la plenitud, pues el hombre en solitario no puede realizarse, Dios le ha puesto a un ser que lo perfecciona y le da vida. La mujer no es complemento del hombre, sino su perfección.

P.A

García

 

         Bibliografía

·       Benedicto XVI (2009) Homilía del Santo Padre Benedicto XVI en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico, Vaticano. Jueves 17 de diciembre de 2009.

·       Benedicto XVI (2012) La infancia de Jesús. Librería Editrice Vaticana.

·       Biblia de Jerusalén (2018) Comentarios. Editorial Desclée De Brouwer.

·       Charles Perrot (1980) Los relatos de la infancia de Jesús. Editorial Verbo Divino.

·       Eric Thomas (1994) La Biblia ilustrada. Editorial Amereida.

·       Paola Polo Media (2024) Relatos de la infancia y la adolescencia de Jesús. Diplomatura en Teología PUCP.

·       Wilton M. Nelson (1974) Diccionario Ilustrado de la Biblia. Editorial Caribe.

·       Xavier León-Dufour (1975) Vocabulario de Teología Bíblica. Editorial Herder.

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