La situación de
la mujer en tiempos de Jesús era totalmente desfavorable y discriminatoria,
pues prácticamente no se le consideraba persona libre ni hija de Israel, sino
posesión primero de sus padres y luego de sus maridos, se consideraban siempre
en minoría de edad y su influencia estaba resumida en su función maternal. La
fragilidad del género femenino se inculcó en los tuétanos de la cultura hebrea,
pero esto cambió radicalmente con Jesús, quien fue amigo de las mujeres y más
aún, las admitió como seguidoras y discípulas suyas.
El evangelista
Mateo desarrolla la genealogía de Jesús (Mt 1, 1-16) especificando diversos
personajes de la historia de Israel, reyes y plebeyos y entre estos a cuatro
mujeres cuya mención en principio puede parecer innecesaria, pues no son Sara,
Rebeca, Lía o Raquel, grandes mujeres por sus virtudes, sino cuatro simples
paganas en las que, como veremos, se manifiesta el futuro de la salvación
universal. Comprendamos la intención de Mateo conociendo brevemente la historia
de estas cuatro mujeres, saber: Tamar (Mt 1,3); Rajab (Mt 1,5); Rut (Mt 1,5) y
Betsabé “la mujer de Urías” (Mt 1,6).
1. Tamar “la incestuosa” (Gn 38, 14-18)
Ante Judá y los suyos Tamar no cometió injusticia,
sino que, movida por su deseo de tener un hijo de la sangre de su difunto
marido Er, buscó acostarse con su suegro (incesto), pues Selá, último hijo de
Judá, no le había sido dado por esposo según la ley del levirato. El acto justo
de Tamar es recordado como una bendición de Yahvé en (Rt 4, 12). La iniciativa
de esta mujer es recordada como acto heroico.
2. Rajab “la prostituta” (Jos 2, 1-21)
Finalmente, en Jos 6, 22-25 se narra la salvación de Rajab
y su familia, quienes permanecieron y se integraron al Israel étnico, es decir,
se convirtió en prosélita. La fe de esta mujer le salvó la vida. Mateo la
menciona en su genealogía de Jesús, aún cuando no aparezca en las Sagradas
Escrituras un vínculo exacto de ella con el Mesías.
3. Rut “la extranjera” (Rt 1-4)
Solo Rut, a diferencia de las cuatro mujeres, tiene un
libro homónimo en la Biblia que narra a detalle su historia.
4. Betsabé “la adultera” (2 Sam 11, 1-27)
Betsabé era hija de Elián y mujer de Urías el hitita,
un mercenario extranjero al servicio de David. El rey David la había visto bañándose
y se prendó de su hermosura, la mandó a traer y se acostó con ella, dejándola
embarazada. Para eliminar a Urías lo mandó a batallar en primera fila, donde
murió. Luego tomó a Betsabé por esposa y ella dio a luz un hijo que murió al
poco tiempo de nacer. Después Betsabé dio a luz a Salomón, lo que confirmó el
perdón de Dios a David por su pecado (2 Sam 12, 24).
Mateo rescata para la historia las
acciones de estas cuatro mujeres “pecadoras y extranjeras” en razón de María
“la virgen, santa y judía”, la madre de Jesús. Benedicto XVI recuerda lo que se
ha dicho de estas cuatro mujeres, que habrían sido pecadoras, aunque no las
cuatro (tal vez a excepción de Rut); para él este recuerdo “implicaría una
indicación de que Jesús habría tomado sobre sí los pecados y, con ellos, el
pecado del mundo, y que su misión habría sido la justificación de los pecadores”.
Sin embargo, concluye el pontífice que “es más importante el que ninguna de las
cuatro fuera judía. Por tanto, el mundo de los gentiles entra a través de ellas
en la genealogía de Jesús, se manifiesta su misión a los judíos y a los paganos”,
pues, ciertamente “estas mujeres revelan una respuesta ejemplar a la fidelidad
de Dios, mostrando la fe en el Dios de Israel”, es así como Mateo presenta una “genealogía
de la gracia y de la fe: precisamente sobre la fidelidad absoluta de Dios y
sobre la fe sólida de estas mujeres se apoya la continuidad de la promesa hecha
a Israel”.
Para Charles Perrot Mateo incluye en su
genealogía la historia de estas cinco mujeres (incluyendo a María) por la
extravagancia de sus partos, pues es Dios quien interviene para modificar curso
normal de las cosas, de esta manera ellas son incluidas en la línea mesiánica
por pura gratuidad divina, pues Dios hace posible todas las cosas. De cualquier
manera, vemos en Tamar, Rajab, Rut y Betsabé el ímpetu y valentía de la mujer
que lucha por su realización y es fiel a su ser engendrador de vida.
Es esperanzador ver cómo la mentalidad
patriarcal y opresora en la que también la Iglesia ha incurrido está quedando
atrás y es cosa del pasado. Aunque es cierto que todavía falta mucho por hacer,
ya podemos ver a las mujeres en distintos puntos de autoridad y decisión en la
Iglesia y en la sociedad. El aporte de las mujeres en la Iglesia y en el mundo
actual es ciertamente la garantía de la plenitud, pues el hombre en solitario
no puede realizarse, Dios le ha puesto a un ser que lo perfecciona y le da vida.
La mujer no es complemento del hombre, sino su perfección.
P.A
García
Bibliografía
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Benedicto XVI (2009) Homilía del Santo Padre Benedicto
XVI en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico, Vaticano.
Jueves 17 de diciembre de 2009.
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Paola Polo Media (2024) Relatos de la infancia y la
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Wilton M. Nelson (1974) Diccionario Ilustrado de la
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Xavier León-Dufour (1975) Vocabulario de Teología
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