sábado, 29 de junio de 2024

Exégesis de Filipenses 1, 19-26

 “PARA MÍ LA VIDA ES CRISTO Y EL MORIR UNA GANANCIA”

INTRODUCCIÓN

La elección del texto de la Carta a los Filipenses (1, 19-26) encuentra su razón en un testimonio sacerdotal, y desde preguntas constantes en la vida propia, como; ¿Qué es la vida? ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Por qué san Pablo decía que la vida para él es Cristo?, cuestionamientos firmes que forman parte de vida vocacional, interrogantes que fueron clave para elegir este camino. Así mismo, el testimonio de un sacerdote que decía con mucha convicción, que para él “la vida es Cristo…”; eso me generó mucha atracción, de cómo así llegó a tal punto de repetir las mismas palabras de Pablo. Desde luego, la pregunta seguía presente cuando tenía momentos existenciales o crisis de carácter vocacional. De igual modo, por la profundidad y radicalidad del texto con respecto a la vivencia en la fe. En ese sentido, quiero profundizar en estos versículos y entrar en sintonía con la vida de fe en Cristo, como lo vivió el Apóstol de los gentiles, san Pablo, a quien festejaremos el próximo sábado 29 de junio.

 

PROFUNDIZACIÓN

 

El texto elegido Flp. 1, 19-26 en griego koiné:

 

19 οδα Γγρ τι τοτό μοι άπο- βήσεται ες σωτηρίαν δι τς μν δεήσεως κα πιχορη- γίας το πνεύματος ησο Χριστο

20 κατ τν Γπο- καραδοκίαν κα λπίδα μου, τι ν οδεν ασχυνθήσο- μαι λλ' ν πάση παρρησί ς πάντοτε κα νν μεγαλυν- θήσεται Χριστς ν τ σώματί μου, ετε δι ζως ετε διά θανάτου.

21 μο γρ τ ζν Χριστς κα τ ποθανεν κέρδος.

22 δ τ ζν ν σαρκί, τοτό μοι καρπς ργου, κα τί Γαρήσομαι ο γνωρίζω.

23 συν- έχομαι δ κ τν δύο, τν πιθυμίαν χων Θες τ να- λσαι κα σν Χριστ εναι, πολλ [γάρ] μλλον) κρεσσον·

24 τ δ Γπιμένειν ο[ν] τ σαρκ ναγκαι- ότερον δι' μς.

25 κα τοτο πεποιθώς οδα Γτι μεν κα παραμεν πσιν μν ες τν μν προκοπν κα χαρν τς πίστεως,

26 να τ καύχημα μν περισσεύ ν Χριστ ησο ν μο δι τς μς παρουσίας πάλιν πρς μς

 

Para el desarrollo del presente trabajo exegético, utilizaremos la cuarta edición, totalmente revisada, de la Biblia de Jerusalén de la Conferencia Episcopal Española, aprobada el 18 de febrero de 2009.

19 yo sé que esto servirá para mi salvación, gracias a vuestras oraciones y a la ayuda prestada por el Espíritu de Jesucristo

20 pues espero firmemente no sentirme en modo alguno fracasado. Por el contrario, tengo la plena seguridad, ahora como siempre, de que Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte

21 pues para mí la vida es Cristo, y el morir una ganancia.

22 pero si el vivir en el cuerpo significa para mi trabajo fecundo, no sé qué escoger…

23 me siento apremiado por ambos extremos. Por un lado, desearía partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor;

24 más, por otro, quedarme en el cuerpo es más necesario para vosotros.

25 con esta convicción, sé que me quedaré y seguiré con vosotros para progreso y gozo de fe,

26 a fin de que tengáis por mi causa un nuevo motivo de satisfacción en Cristo Jesús, cuando yo vuelva estar entre vosotros.

 

UBICACIÓN DEL TEXTO (1, 19-26) EN EL CONTEXTO DE LA CARTA A LOS FILIPENSES

Este apartado lo desarrollaremos en cuatro aspectos importantes: la situación epistolar o de la comunidad; quién es el autor de la carta, su autenticidad y su remitente; cuál es la tesis general y los temas de la carta; y finalmente, cuál es la estructura de la misma y cómo podemos ubicar nuestra perícopa en ella.

Autor y fecha

La mayoría de los exegetas confluyen en que Pablo escribió esta carta hacia el año 56 en Éfeso[1], sin embargo, hay quienes mencionan que pudo hacerlo hacia el 61-63 desde Roma, o incluso antes, por los años 58-60 desde Cesarea[2]. Está dirigida a la comunidad de los cristianos de Filipos, una colonia romana (como lo refiere Hch. 17, 12) en donde los veteranos recibieron tierras para asentarse tras las batallas de las guerras civiles (42. a.C.). Como Tesalónica (situada más a Occidente), era Filipos un importante centro comercial en la Via Egnatia. Esta comunidad fue evangelizada por Pablo hacia el año 50 en su segundo viaje misionero. En la misma línea, Filipos se encuentra en la actual Grecia, a 180 m.s.n.m. Fue conquistada por el rey macedonio Filipo II de Macedonia (padre de Alejandro Magno) y en el 360 a.C. fue tomada de los tasios por ser estratégicamente un paso de control de las minas de oro de la zona, la ciudad tenía una mina aurífera importante, por lo cual fue motivo de grandes batallas[3].

En Filipos no había sinagogas judías, ni comerciantes judíos por la zona, posiblemente por ser muy conflictiva. En el aspecto religioso la ciudad era considerada como un lugar de profunda presencia pagana y supersticiosa[4]. Sin embargo, Pablo, apóstol destacado para la fecha, tal como hace mención, se encuentra en prisión, no se sabe con exactitud ni dónde ni cuándo, pero sí que se encuentra bajo una situación de privación de su libertad. La situación lo lleva a pensar sobre su “herencia” y la alegría, aún en la adversidad. Invita a los filipenses a seguir su ejemplo, y mejor, a seguir el ejemplo de Cristo[5].

Autoría de san pablo

La Carta a los Filipenses en cuanto a su autoría no se puede dudar de su autenticidad, pues efectivamente Pablo la escribió, o más precisamente la dictó; y con respecto a la unidad textual, ciertamente hay muchas discuciones frente a ello, incluso los investigadores están divididos al cincuenta por ciento, es decir, se encuentran repartidos en dos grupos, es así como hay quienes defienden que un redactor combinó dos o tres cartas para formar Flp, pero la defensa de la unidad tiene también argumentos muy fiables[6].

 

JUSTIFICACIÓN DE LA UNIDAD LITERARIA

Pablo se expresa aquí momentáneamente, como si no estuviera prisionero de los romanos. Su decisión, sus proyectos no proceden de un análisis empírico de la situación, sino de una necesidad religiosa, de un imperativo salvífico que siente él que, ante todo es apóstol del Evangelio. Quizás se le pueda reprochar su falta de sentido práctico, pero no es posible dejar de admirar el celo que saca de su fe[7].

La dicotomía, prisión - libertad o muerte - vida, es analizada por Pablo en (Flp 1, 19-26) como dos posibilidades idénticas de vivir en Cristo. Por eso, la lectura general del texto escogido es de una profunda fe y esperanza en el Señor, pues ante cualquier circunstancia, desde la prisión o volviendo a compartir con los filipenses, desde una muerte martirizada -que finalmente padeció Pablo- o desde una salvación (libertad) de las cadenas, Pablo encuentra su plena realización, el sentido de su existencia en la glorificación de Cristo a través de él, de su vida como de su muerte[8].

 

ESTRUCTURA DE LA CARTA

 

Saludo (1,1-2).
Acción de gracias y súplica (1,3-11).
Situación personal de Pablo (1,12-26).
Lucha por la fe (1,27-30).
Unidad en la humildad. La “kénosis” (2,1-11).
Trabajar en la obra de la salvación (2,12-18).
Misión de Timoteo y Epafrodito (2,19-30).
El verdadero camino de la salvación cristiana (3,1-4,1).

Últimos consejos (4,2-9).
Agradecimiento por la ayuda recibida (4,10-20).

Despedida (4,21-23)[9].

 

La perícopa tomada (1, 19 – 26) plantea la línea general de la Carta a los Filipenses, donde Pablo es totalmente consciente de las exigencias de la llamada y se plantea la disyuntiva de optar por Cristo definitivamente con la muerte o servir a la comunidad de la cual se siente responsable.

 

EXÉGESIS POR VERSÍCULO

 

Filipenses 1, 19-26 es un pasaje del Nuevo Testamento que contiene las palabras del apóstol Pablo, donde expresa su confianza en el propósito divino a través de las dificultades que enfrenta. Vamos a proceder con una exégesis del pasaje, fruto de la reflexión personal y en sintonía con las principales interpretaciones sobre esta perícopa paulina. El versículo, enunciado con el número encarnado se presentará en cursiva, y la reflexión posterior en redonda.

 

19 yo sé que esto servirá para mi salvación, gracias a vuestras oraciones y a la ayuda prestada por el Espíritu de Jesucristo

 

Pablo, citando a el libro de Job 13, 16 comienza expresando su confianza en que su situación (probablemente su encarcelamiento) cambiará debido a las oraciones de los filipenses y la provisión del Espíritu Santo. Esto muestra su firme creencia en el poder de la oración y la intervención divina. Aunque privado de su libertad, no se reconoce solo, todo lo contrario, la presencia de Dios y los suyos a quienes escribe le hacen de compañía.

 

20 pues espero firmemente no sentirme en modo alguno fracasado. Por el contrario, tengo la plena seguridad, ahora como siempre, de que Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte

 

Aquí Pablo revela su motivación principal: “que Cristo sea glorificado”, ya sea que continúe viviendo o que muera. Su enfoque principal no está en su propia situación, sino en cómo su vida puede reflejar la gloria de Cristo, independientemente del resultado. La cárcel plantea a Pablo una hipotética derrota de su ministerio, pensamiento que no prospera pues está seguro de que su opción por el evangelio, dando testimonio con su muerte o continuando con la predicación a las comunidades, tendrá el éxito de los trabajan para Dios.

 

21 pues para mí la vida es Cristo, y el morir una ganancia.

 

Este verso es uno de los más famosos de san Pablo en la Carta a los Filipenses. En él el autor expresa su convicción de que vivir significa servir a Cristo y que morir significaría estar con Él en su plenitud, lo cual considera una ganancia superior. Como lo refiere más adelante en el capítulo 3, versículo 8, todo lo considera basura con tal de poseer Cristo, y con esto se refiere el Apóstol a un vínculo vital íntimo. El pensamiento fariseo del autor le asegura la vida después de la muerte y esto sin duda compagina con la propuesta central de la predicación de Jesús de Nazaret. Frases como esta compendian del Corpus Paulino toda la existencia de su autor; ciertamente ha sido el texto elegido para el epitafio de san pablo en Roma. Ahora bien, nosotros nos preguntamos: ¿por qué la muerte es ganancia para Pablo?, y nos respondemos sabiendo que desde la perspectiva cristiana, el trance de la muerte no es simplemente el fin de la vida terrena, sino que es propiamente la entrada en el gozo de Dios, la posesión total de Jesucristo, ya no por la fe sino en visión cara a cara[10].

 

22 pero si el vivir en el cuerpo significa para mi trabajo fecundo, no sé qué escoger…

 

Aquí Pablo reflexiona sobre la dualidad de su deseo: por un lado, le gustaría morir y estar con Cristo, pero, por otro lado, ve que su vida en la tierra aún puede ser útil para el ministerio y la obra de Dios. La intuición profética de Pablo nunca descartó la posibilidad del martirio, sin embargo, todo apunta a una preferencia por la vida debido al provecho espiritual de los filipenses y de otras comunidades fundadas por él y en estrecha relación epistolar.

 

23 me siento apremiado por ambos extremos. Por un lado, desearía partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor;

 

Pablo revela su inclinación personal hacia la muerte, porque sabe que esto significaría estar con Cristo, lo cual considera extremadamente superior a cualquier cosa que esta vida pueda ofrecer. Vida y muerte son dos modos de estar con Cristo. Lo característico de este versículo sería la profunda convicción de Pablo de sentirse, a través de la muerte, encaminado de inmediato a la gloria del Señor sin esperar la resurrección universal final, de la cual desarrolla él mismo su teología.

 

24 más, por otro, quedarme en el cuerpo es más necesario para vosotros.

 

A pesar de su preferencia personal por estar con Cristo, reconoce que es más necesario para la iglesia en Filipos que él permanezca en la tierra para continuar ministrando y fortaleciendo a los creyentes. Pablo, fundador de comunidades, fomentó un vínculo paternalista o pastoral que lo llevó a desarrollar una comunicación eficaz a través de sus cartas, en las que, tratando diversos temas teológicos, no dejó de manifestar su amor por aquellos a quienes había engendrado en el Evangelio.

 

25 con esta convicción, sé que me quedaré y seguiré con vosotros para progreso y gozo de fe,

 

Pablo concluye diciendo que está seguro de que permanecerá con ellos para contribuir a su crecimiento espiritual y su alegría en la fe cristiana. El deseo del Apóstol de regresar personalmente a Filipos es evidente en este versículo pues, escribiendo desde Éfeso, (o Roma o Cesárea), deja abierta la intención de seguir construyendo la fe de los filipenses con su presencia; lejos de sentirse el protagonista, Pablo actúa siempre en referencia a Cristo, su norte, su vida, el motor de su existir.

 

26 a fin de que tengáis por mi causa un nuevo motivo de satisfacción en Cristo Jesús, cuando yo vuelva estar entre vosotros

 

Finalmente, Pablo expresa su deseo de que la presencia y el ministerio continuado entre ellos resulten en una mayor gloria para Cristo, mostrando cómo su vida y servicio pueden ser un testimonio poderoso para la iglesia en Filipos. El orgullo que Pablo quería, para los filipenses, concebido por su presencia entre ellos, se tradujo después en que fue la vida testimonial de esta comunidad la fuente del orgullo de Pablo.

 

En resumen, Filipenses 1, 19-26 muestra la profunda fe y la perspectiva centrada en Cristo de Pablo, así como su disposición a enfrentar la vida o la muerte con confianza, sabiendo que ambas situaciones están bajo el cuidado y el propósito divino, sintiendo su protección y la cercanía de la oración de los suyos.

 

SÍNTESIS TEOLÓGICA

 

¿Qué es la vida y la muerte para el Apóstol?

 

Pablo ve toda su vida como una vida consagrada al servicio de Cristo. La muerte es una aparente pérdida. Pero Pablo la ve como una ganancia, porque significa tener para siempre a Cristo, como lo plasmó en su Carta a los Gálatas 2, 20: Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Pablo manifestó la intención de permanecer con vida hasta la parusía. En Flp reconoce que, vivo o muerto, igual gozará de Cristo. La inmediatez que expresa el Apóstol es característica y determinante en la interpretación de su fe. Para su bien propio Pablo prefiere la muerte, pero en bien de las necesidades apostólicas prefiere estar con vida. Pablo cree que Dios quiere esto último, que siga viviendo.

 

¿En qué sentido es la muerte una ganancia?

 

No sentido filosófico, que creía liberarse de la corporeidad, sino en la intensificación de la unión con Cristo, unión que Pablo ya vive desde su bautismo. Jesucristo confiere sentido a la existencia del Apóstol, pues para el la vida es Cristo, es decir, el sentido de la existencia. Dejar la vida para Pablo no es una opción voluntaria, sino que es disposición del Señor. Para Pablo vivir significa ir multiplicando los frutos del Evangelio. Mientras que morir es solo una ganancia personal. Ambas cuestiones se encuentran en la carrera cristocéntrica del Apóstol. La muerte para Pablo es la introducción en el perfecto conocimiento de Cristo, y en la unión completa con él.

 

La muerte no es la simple liberación de los males. La vida en sí misma no es atrayente para él, sino el bien que puede obrar en beneficio del prójimo, Pablo afirma que la vida es un bien no solo del tiempo presente, sino también venidero, como lo refiere en Rm 6, 1-11. La verdadera vida no se sujeta a los límites del mundo presente, apuntó en Rm 7, 1-13.

 

APLICACIÓN PASTORAL

 

En su epistolario Pablo demostró cuán convencido estaba de su llamada, por eso desde su encuentro personal con Cristo, cambió radicalmente, hasta de nombre, dejando de ser Saulo de Tarso, para llamarse Pablo, el Apóstol de los gentiles, a quienes engendró en el Evangelio y comunicó su pasión por el Señor.

 

La vocación del Apóstol es, sin lugar a duda, un ejemplo para los que se sienten actualmente llamados por Dios a desarrollar una tarea específica en la Iglesia desde el ministerio sacerdotal ordenado. Pablo procura llevar a cabo su vocación y mantiene firme su esperanza en no sentirse fracasado (Flp 1, 20). La posibilidad del fracaso en la vocación puede ser una barrera para que ella misma tenga la posibilidad de abrirse camino en la vida de los llamados.

 

La configuración total con la persona de Cristo a la que están invitados los que se preparan al sacerdocio, fue aquella que experimentó san Pablo en su vida, y fue tal el nivel de identificación con el Señor, que estuvo seguro de que en su vida o en su muerte, Cristo mismo sería glorificado (Flp 1, 20), he aquí un eje primordial que no se puede perder de vista: no es Pablo el que se gloría en Cristo, sino Cristo mismo a través del cuerpo (vida-testimonio) de Pablo, ya sea en vida o en muerte.

 

El fin último de nuestra vocación cristiana es la santidad, es decir, la salvación, en lo que se gloría Dios que nos ha creado para que tengamos vida, y la tengamos en abundancia (Jn 10, 10). Cristo mismo dijo de sí que él era el camino, la verdad y la vida (Jn 14, 6). San Pablo reflexiona a cerca de esta aseveración evangélica y joánica, por eso concluye que, efectivamente, para él la vida es Cristo (Flp 1, 21).

 

En el versículo 22, Pablo menciona un vivir, el del cuerpo, dando a entender que existe otro vivir, el del espíritu. La vida que Cristo ofrece es plena, en cuerpo y espíritu. Ciertamente hemos sido creados para ser plenos en Dios, y para eso es necesario traspasar la temporalidad y mortalidad de nuestros cuerpos, para gozar de la visión beatífica que solo en el cielo se puede obtener, de ahí que, para Pablo, la muerte sea una verdadera ganancia (Flp 1, 21).

 

Ahora, bien, ¿creemos en la actualidad en un mensaje tan esperanzador? La realidad de nuestras vidas nos indica que estamos muy lejos de esta teología paulina, pues es común pensar en la muerte solo como aquel trance de sufrimiento y fatalidad para los seres queridos, e incluso para aquellos que la han experimentado, es decir, de ninguna manera vemos el lado positivo de la muerte corporal, ¿será que se nos olvida el mensaje de la resurrección?

 

El credo nos lo recuerda constantemente, cuando en las eucaristías dominicales, previo a la petición de los fieles, renovamos nuestra fe en la profesión del Credo, cuando conscientes o inconscientes repetimos “creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna...”.

 

Pablo en su discurso en el Areópago (Hch 17, 28) profetizó lo que más adelante en su vida habría de testimoniar, que la existencia plena, el moverse, el vivir está solo en Dios, “en él vivimos, nos movemos y existimos”, así, pues, la existencia del cristiano es una constante invitación a descubrir a Cristo en sus hermanos, sobre todo, desde el servicio desinteresado en la medida en que hayamos recibido de Dios los dones que él nos quiso dar para servirle gratuitamente.

 

La vida es, en definitiva, el espacio temporal que Dios nos otorga para demostrarle nuestro amor en una entrega desinteresada y constante por los demás, desde cada misión o vocación especial que tengamos en el corazón. Esta corresponsabilidad en la obra salvífica de Cristo, la compartimos con el pensamiento de san Pablo, cuando supo concluir que “quedarme en el cuerpo es más necesario para vosotros” (Flp 1, 24), pues consciente de su misión evangelizadora, prefería permanecer, o al menos manifestar a los filipenses su intención de volverlos a ver, para da continuidad a la obra que Dios le había permitido iniciar en esta comunidad cristiana, como en tantas otras a las que también dedicó sus epístolas. Ciertamente, una vida y una vocación bien vivida es, para Dios y para el pueblo fiel, un motivo de satisfacción (Flp 1, 26).

 

En conclusión, hemos de encaminarnos también nosotros a desear, como Pablo, que el Señor que nos llamó sea glorificado cada día en nuestra entrega y servicio, en el ejercicio de nuestra vocación, solo así podríamos pronunciar con san Pablo que nuestra vida es Cristo y el estar con él, en vida o en muerte, es la mejor de las ganancias.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Biblia de Jerusalén (2009), Conferencia Episcopal Española, Barcelona, España.

Federico, P. (2009), Corpus Paulino II, Desclée de Brouwer, Heano, España.

Gnilka, J. (1998) Teología del Nuevo Testamento, Trotta, Madrid, España.

Gordon, F. (2004) Comentario de la Epístola a los Filipenses, Clie, Barcelona, España.

Leal, J. et. al. (1965) La Sagrada Escritura, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España.

Légasse, S. (1981), La Carta a los Filipenses, Verbo Divino, Pamplona, España.

Vanni, U. (2002) Las Cartas de Pablo, Claretiana, Buenos Aires, Argentina.

 

Autores: CHOQUE ARIAS, Juan Sixto y GARCÍA BARILLAS, Pedro Andrés



[1] Cf. Federico, P. (2009), Corpus Paulino II, Desclée de Brouwer, Heano, España, p. 64.

[2] Cf. Ibidem

[3]  Cf. Légasse, S. (1981), La Carta a los Filipenses, Verbo Divino, Pamplona, España, pp. 3-4.

[4] Cf. Gordon, F. (2004) Comentario de la Epístola a los Filipenses, Clie, Barcelona, España, p. 61.

[5]  Cf. Vanni, U. (2002) Las Cartas de Pablo, Claretiana, Buenos Aires, Argentina, p. 80.

[6]  Cf. Gordon, F. (2004) Comentario de la Epístola a los Filipenses, Clie, Barcelona, España, p. 72.

[7] Cf Biblia de Jerusalén (2009), Conferencia Episcopal Española, Barcelona, España, p.

[8] Cf. Gnilka, J. (1998) Teología del Nuevo Testamento, Trotta, Madrid, España, p. 21.

[9] Federico, P. (2009), Corpus Paulino II, Desclée de Brouwer, Heano, España, p. 64.

[10] Leal, J. et. al. (1965) La Sagrada Escritura, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, p. 60.

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