martes, 1 de julio de 2025

Los seis Herodes del Nuevo Testamento (a propósito de una corrección fraterna)

Ἡρώδης

En la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, me correspondió presidir la Celebración de la Palabra en la capilla de Miraflores, perteneciente a la parroquia de Pilcomayo. Durante la reflexión sobre las lecturas del día, cometí una imprecisión cronológica al referirme al Herodes mencionado en la primera lectura, la cual narraba la prisión de Pedro y su milagrosa liberación. Identifiqué erróneamente a este Herodes —Herodes Agripa I, también llamado el Mayor— con Herodes Antipas, su antecesor.

La confusión no pasó desapercibida. Para mi fortuna, al finalizar la celebración, uno de los asistentes se me acercó para aclarar el asunto, gesto que recibí con profunda gratitud como una auténtica corrección fraterna. Se trataba de un hermano exseminarista y docente licenciado en Teología, quien, con gran caridad, quiso invitarme —con su actitud y palabras— a preparar mejor las reflexiones o, al menos, a evitar afirmar con seguridad aquello de lo que no se tiene certeza. Al menos, ese fue el mensaje que yo recogí.

Como remedio a mi lapsus, me propongo ahora ofrecer una breve explicación sobre los Herodes que aparecen en el Nuevo Testamento, limitándome únicamente a aquellos que tienen referencia directa en los textos bíblicos[1].

Estos seis monarcas hebreos homónimos eran originarios de Idumea —aunque no todos habían nacido allí— y practicaban el judaísmo, aunque su fidelidad política se inclinaba claramente hacia el Imperio romano. Dependientes del poder imperial, enviaban a sus hijos a formarse en Roma y erigieron ciudades en honor de sus protectores, como Cesarea, Sebaste y Tiberíades, entre otras.

1.  Herodes el Grande:

Fundador de la última dinastía judía, fue rey de Judea desde el año 37 hasta el 4 a.C. Hijo de Antípatro, procurador de Judea designado por Julio César, Herodes fue reconocido por Roma como “monarca aliado”, lo que le otorgaba autonomía administrativa en su reino. Gobernó un amplio territorio que incluía Idumea, Judea, Samaria, Galilea, Perea y regiones al noreste del Jordán. A él se le atribuye la tristemente célebre matanza de los inocentes (Mt 2,13-18), así como el ambicioso proyecto de reconstrucción del Templo de Jerusalén, iniciado en el año 20 a.C.

 

2.  Herodes Felipe I o simplemente Filipo:

Hijo de Herodes el Grande, es mencionado en los evangelios de Marcos (6,17) y Mateo (14,3) como el primer esposo de Herodías, quien era hija de su medio hermano Aristóbulo. Herodías lo abandonó para unirse a Herodes Antipas. A diferencia de otros hijos de Herodes el Grande, Felipe I no ejerció ningún cargo de gobierno, pues fue desheredado.

 

3.  Herodes Antipas:

Hijo de Herodes el Grande y de Maltace, fue hermano menor de Arquelao (cf. Mt 2,22) y gobernó como tetrarca sobre Galilea y Perea, según señala Lucas (3,1.19). Convivió escandalosamente con su sobrina Herodías, quien era esposa de su hermanastro Herodes Felipe I. Fundó la ciudad de Tiberíades. Casi todo su gobierno coincidió con la vida pública de Jesús. Es recordado por diversos episodios evangélicos: fue llamado “zorro” por Jesús (Lc 13,32), se encontraba en Jerusalén como peregrino durante la Pascua (Lc 23,7), mandó decapitar a Juan el Bautista (Mc 6,27), creyó que Jesús era Juan resucitado (Lc 9,7-9), y finalmente, tuvo un breve encuentro con el Señor durante su pasión (Lc 23,8).

 

4.  Herodes Felipe II:

También hijo de Herodes el Grande, fue nombrado tetrarca de los territorios situados al este del Jordán, función en la que es mencionado por Lucas (3,1). Se le reconoce como el reconstructor de Cesarea de Filipo, ciudad edificada en honor del emperador romano y destinada a servir como centro administrativo de su región.

 

5.  Herodes Agripa I o el Mayor:

Hijo de Aristóbulo y nieto de Herodes el Grande, fue nombrado tetrarca de Galilea y Perea, y más tarde obtuvo el título de rey sobre un territorio casi tan extenso como el de su abuelo. Es recordado en los Hechos de los Apóstoles por haber hecho decapitar a Santiago, el hermano de Juan (Hch 12,2), y por haber mandado encarcelar a Pedro (Hch 12,3). Murió repentinamente en el año 44 d.C., según el relato lucano, “comido por gusanos” tras aceptar honores divinos (Hch 12,23). Tres de sus hijos son mencionados en el Nuevo Testamento: Agripa II, Berenice y Drusila.

 

6.  Herodes Agripa II o el Menor:

Hijo de Herodes Agripa I, nació en Roma en el año 27 d.C. Fue el último representante de la dinastía herodiana en ejercer alguna autoridad. Aparece en los Hechos de los Apóstoles como oyente de la defensa de san Pablo ante el procurador Festo, en Cesarea (Hch 25,13; 26,32). Se le atribuye la conclusión de las obras del Templo iniciado por su abuelo, Herodes el Grande. Con él se extinguió la línea judía de la casa de Herodes.

Esta breve exposición ha querido ser una modesta reparación del desliz cometido durante la reflexión litúrgica del 29 de junio. La confusión entre Herodes Agripa I —el rey responsable de la prisión del apóstol Pedro, según Hechos 12— y Herodes Antipas —tetrarca de Galilea en tiempos de Jesús— fue fruto de una simplificación apresurada y no de una contradicción doctrinal. Aunque ambos personajes pertenecen a la misma familia herodiana, vivieron en momentos distintos y ejercieron funciones diversas. Reconocer este error no solo me permite crecer en humildad, sino también reafirmar la importancia de una interpretación bíblica seria, contextualizada y bien informada.

Este episodio me ha recordado que el estudio de la Sagrada Escritura no se agota nunca y que nuestra tarea como predicadores y agentes de pastoral exige una constante actitud de aprendizaje. La Biblia no es un libro cualquiera: es Palabra viva de Dios, cuyo mensaje se nos desvela progresivamente, en la medida en que nos acercamos a ella con fe, responsabilidad y amor. Que este sencillo repaso a los Herodes del Nuevo Testamento sirva de aliento para todos los que desean conocer mejor la historia de la salvación y comunicarla con verdad, claridad y fidelidad evangélica.



[1] Nelson, W. (1974), Diccionario Ilustrado de la Biblia, Editorial Caribe, pp. 277-280.

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