LUMEN FIDEI
“LA LUZ DE LA FE”
Monseñor Luis Alfonso Márquez con el Papa Francisco en Roma. |
¿Usted cree que la fe sirve en los tiempos de hoy?¿No será
algo pasado de moda?¿Por qué?
Después de haber leído detenidamente la
Carta Encíclica Lumen Fidei “la luz
de la fe” del Sumo Pontífice Francisco, podría llegar a la certeza de que en nuestros tiempos la fe, “que
consiste en la disponibilidad para dejarse transformar una y otra vez por la
llamada de Dios” (LF, 13) puede llegar a considerarse como algo que ha pasado
de moda, sin embargo, no es así, ya que el hombre experimenta en su existir la
llamada de Dios, “la fe es la respuesta a una Palabra que interpela
personalmente, a un Tú que nos llama por nuestro nombre” (LF, 8). Así como Dios
llamó a Abrahán a conocerlo, así sigue llamándonos a nosotros, día a día, es
decir, que es una acción actual, el Dios vivo nos llama a amarle, de esta
manera no es algo pasado de moda, y en este sentido la fe es una respuesta de
amor a una llamada hecha por amor, y a la luz de esta Carta Encíclica, “en la
fe, don de Dios, virtud sobrenatural infusa por él, reconocemos que se nos ha
dado una gran Amor, que se nos ha dirigido una Palabra buena, y que, si
acogemos esta Palabra, que es Jesucristo, Palabra encarnada, el Espíritu Santo
nos trasforma, ilumina nuestro camino hacia el futuro, y da alas a nuestra
esperanza para reconocerlo con alegría” (LF, 7). La fe sirve en nuestros
tiempos, es muy importante ya que, “la fe, que recibimos de Dios como don
sobrenatural, se presenta como luz en el sendero, que orienta nuestro camino en
el tiempo” (LF, 4)
¿Por
qué la fe en Jesús es la máxima expresión de la fe?
Reconocemos que nuestro Señor Jesucristo
es la Palabra de Dios hecha Hombre, sabemos por los textos sagrados que Cristo
nos reveló al Padre Dios, al Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob; por sus
hechos, sus milagros y su misión predicadora del Reino de los Cielos, Cristo se
convierte en la máxima expresión de la fe, ya que esta, la fe, consiste en un
encuentro personal, en un conocer íntimo y Jesús, al venir al mundo, al caminar
entre nosotros se hizo personal, amigo de todos, todos lo tocaron, lo palparon,
hablaron con él, escucharon su predicación, es decir, se dejó conocer por sus
discípulos. “La historia de Jesús es la manifestación plena de a fiabilidad de
Dios” (LF, 15). “La fe cristiana está centrada en Cristo, es confesar que Jesús
es el Señor, y Dios lo ha resucitado de entre los muertos (Rm 10,9)” (LF, 15)
¿Por
qué la fe no es únicamente una opción individual que se hace en la intimidad
del creyente, como relación única y exclusiva entre Dios y yo?
La fe es algo individual, pero también
es comunitaria, ya que si una persona dice: yo creo en Dios, y otra persona
dice lo mismo, las dos personas están creyendo en el mismo Dios revelado, una
creerá de un modo, la otra de otro modo pero estarían creyendo en Dios y
podrían decir “creemos en Dios” y así la fe se convertiría en algo comunitario,
además “el acto de fe individual se inserta en una comunidad, en el ´nosotros´
común del pueblo que, en la fe, es como un solo hombre, ´mi hijo primogénito´
como llama Dios a Israel (Ex 4,22)” (LF, 14), es decir, la fe como encuentro
con Dios se basa en lograr la salvación que Dios desea darnos, como la
salvación es para todos, la fe es también comunitaria.
¿Cómo
explicarías la siguiente afirmación: “La fe no aparta del mundo ni es ajena a
los afanes concretos de los hombres de nuestro tiempo”?
Esta afirmación la encontramos en el
numeral 51 de la Lumen Fidei, y personalmente considero que hace referencia a
que este don sobrenatural de Dios no nos aparta del mundo ni es ajeno a los
afanes de nosotros los hombres, porque precisamente el afán del hombre es el
bienestar común y la justicia y a su vez estos sentimientos vienen puramente de
Dios, de su amor y de su bondad infinita. Por la fe conocemos a Dios y le
amamos, y este conocimiento y amor lo expresamos en nuestros hermanos de manera
que la fe no se aparta del mundo, sino que nos ayuda a verlo con los ojos de
Dios.
¿Cómo ilumina la fe nuestro trato con los demás, nuestros
sufrimientos y dolores, nuestras tareas de cada día?
“Asimilada y profundizada en la familia,
la fe ilumina a todas las relaciones sociales. Como experiencia de la
paternidad y de la misericordia de Dios, se expande en un camino fraterno” (LF,
54). En ese camino fraterno, iluminado por la fe en Dios como Padre
misericordioso, se va llevando el trato con nuestros hermanos, se van superando
los sentimientos de dolor, se van haciendo las ocupaciones diarias con los ojos
puestos en Dios y de la mano de nuestros hermanos. A través de la luz de la fe
podemos encontrar la solución a nuestros problemas, podemos confiar en Dios y
en nuestros hermanos, la luz de la de ilumina el peregrinaje de este mundo y lo
hace eclesial, comunitario y fraterno.
P.A
García
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