sábado, 3 de febrero de 2018

A 408 años del Terremoto que creó La Playa

LA PLAYA CUATRICENTENARIA


Hoy, 03 de febrero, día de San Blas, se cumplen 408 años del Terremoto de La Grita, que narrado por Fray Pedro Simón, especifica la formación geográfica de nuestro pueblo playense, pues, con este fenómeno natural se desplomó una gran montaña que cortó el cauce del río, formándose así una represa de agua que vino a reventar valle abajo el 24 de junio del mismo año, en el día de San Juan, dejando una explanada de tierra, arena y charcos que con el correr del tiempo se secaron y es sobre lo que hoy en día está ubicado el pueblo. En principio, para 1610, fecha del terremoto, los primero habitantes se ubicaron en las partes altas, donde no llegase el nivel del agua y las venideras crecidas del río y quebradas.

Dejemos que sea el mismo Fray Pedro Simón el que nos proporcione detalles de aquel suceso:

CAPÍTULO XXXV

III- VUELA UN CERRO DE UNA PARTE A OTRA CON EL TERREMOTO EN EL VALLE DE LOS BAILADORES

3- En este mismo y a la misma hora[1] se acrecentó otra de las más notables que hemos oído hayan sucedido en el mundo. Y fue que en el valle de los Bailadores, que corre, como dijimos, Norte Sur, a la mitad de él, a seis leguas de la ciudad, de la cordillera que demora a la mano izquierda voló la mitad de un valentísimo cerro[2], como si fuera de pluma, y casi a la mano derecha quedó plantado a la mitad del valle, haciendo, con el golpe que dio en la cordillera contraria, una notable abertura. Como también lo era la que quedó en el asiento de donde se levantó el cerro, por donde comenzó luego a salir un buen golpe de agua que permaneció en sus corrientes algunos días[3]. Con que se acrecentó el rebalso que hizo el río del valle con el asiento del cerro[4], quedando rebalsadas y haciendo un tan valiente y fondable laguna, que podían nadar en ella muy gruesos navíos[5], pues estuvo rebalsado sin que saliera gota de la mucha que entraba (por ser el río de más de dos bueyes de agua), desde este día hasta el de San Juan del mismo año. Que rompiendo por un lado[6], salió tan impetuosamente que, con dispendio de mucho ganado mayor que andaba seguro a la parte de abajo y de algunos sembrados de maíz y tabaco, se extendió por todo el valle. Que junta esta pérdida con la que sucedió de otras más de quinientas cabezas del mismo ganado que cogió el cerro debajo, cuando asentó el valle, no fue pequeña. Aunque muy mayor la de haber cogido debajo tres muchachos españoles de hasta diez o doce años y un indio gandul que estaba con ellos, a la sazón, a la mitad del sitio donde quedó plantado. Que con estos dos hijos y un sobrino de Francisco de Escalante, que quedaron enterrados entre las ruinas de una casa, que también cayó en el mismo valle, y los muchos que murieron, españoles e indios, hombres y mujeres, en la ciudad y otras partes, pasaron de sesenta personas, que para las pocas que tiene aquella tierra, fue muy gran cantidad[7].

Con los relatos de Fray Pedro Simón es que se puede tener una visión arcaica de lo que era antes el Valle del río Zarzales, y terrenos donde hoy está el pueblo de La Playa. Es posible pensar que una vez vaciada la represa haya quedado un lugar plano y cómodo para habitar. La Playa, en el actual lugar donde está, pudo haberse fundado para mediados del año 1610, o incluso unos años más tarde, al normalizarse el terreno que estuvo bajo agua.

P.A
García




[1] En los párrafos previos a este numeral III del capítulo XXXV, Fray Pedro Simón deja claro que el terremoto de La Grita ocurrió el tres de febrero, día de San Blas, en el año 1610, a las tres de la tarde, cuando la tierra se movía como las aguas del mar cuando están inquietas. Para esta época La Grita ya contaba con un Alcalde, que se llamaba Benito Rosal, con un cura, dos Iglesias y un convento. Las mujeres de La Grita en aquel día estaban unas reunidas con la madre del cura que venía de la ciudad de Mérida y otras en casa de una mujer honrada que estaba recién parida.
[2] En la Revista de La Playa una Visión al futuro (1999), del Profesor Alejandro Castillo, se ubica este cerro valentísimo como parte de las montañas de la parte norte de La Playa, donde hoy día se le conoce como Las Barrancas de Don Víctor Sánchez, lugar geográfico al que se le aplicará toda explicación hecha por Fray Pedro Simón.
[3] Puede estar haciendo mención de la quebrada La Arenosa, en la parte alta del sector Las Delicias. Quien observe desde esta perspectiva hacia abajo, notará como en el sector El Volcán, hay un pequeño cerro de piedras, el cual pudo haberse formado allí por las crecidas de esta quebrada, o por el mismo deslizamiento del valentísimo cerro en 1610.
[4] Fray Pedro Simón especifica que son dos corrientes de agua las que van llenando la represa que se forma al deslizarse el cerro y quedar plantado a la mitad del valle, una es la recién formada quebrada “La Arenosa”, y la otra es el mismo río que baja de Bailadores, el río Zarzales o río Mocotíes.
[5] En este apartado, puede darse razón al nombre que lleva el pueblo, pues, como lo refiere Fray Pedro Simón, en la laguna que se formó en el valle, podían navegar gruesos navíos, lo que deja a pensar que todo el territorio sobre el cual se asienta hoy en día la población de La Playa, estuvo bajo agua, razón por la que la geografía del lugar sea plana, semi-inclinada, arenosa y pantanosa.
[6] Este “lado” por donde salió toda el agua, puede ubicarse hoy en día en la llamada curva “Sogamoso”, que está frente a la antigua planta eléctrica de los Mora, en el sector El Volcán. Fray Pedro Simón precisa que para el día de San Juan del mismo año, es decir, para el 24 de junio de 1610, rompió la represa de agua, la cual duró un aproximado de cuatro meses y más en formación, de allí que algunos piensen que los pocos habitantes del lugar tuvieron que mudarse hacia zonas más altas, para no quedar sumergidos bajo el agua.
[7] Como es de suponer, la zona del valle, para el momento, ya era habitada por indios y españoles. Fray Pedro Simón menciona la pérdida de siembras de maíz y tabaco, al igual que ganado y un número superior a las sesenta personas fallecidas por la corriente de agua, entre indios y españoles, jóvenes y adultos, incluso menciona la existencia de una casa, lo que deja a pensar que por la zona al menos ya habían haciendas, probablemente trabajadas por indios y administradas por españoles opresores.  

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