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Cardenal Julián Herranz |
El 2 de febrero de 1984, el joven
monseñor Julián Herranz tenía su primera audiencia con el Papa Juan Pablo II,
pues había sido nombrado por éste como Secretario del Pontificio Consejo de los
Textos Legislativos. En este panorama Mons. Herranz pensó que debía presentarse
ante el Santo Padre con algún obsequio como gesto de gratitud, pero al no tener
objetos de valor, decidió llevarle una cosa que tenía sobre su escritorio, “un
burrito de hierro, con una albarda pequeña de color azul y rojo”, que le había
sido entregado por san Josemaría Escrivá de Balaguer en el año 1961, cuando
Mons. Herranz empezó a trabajar con el beato Álvaro del Portillo en la
preparación del Concilio Vaticano II.
Al recibir el burrito de manos de san
Josemaría, éste le dijo: “hijo mío aquí tienes un burrito, es de hierro, porque
tienes que ser fuerte”, por lo que se apegó a aquella cosa de manera descomunal,
sin embargo, éste obsequio de san Josemaría era lo único que tenía de valor
sentimental y por eso decidió llevárselo al Santo Padre. Para hacer más delicado
el obsequio le prepararon una bolsita de terciopelo verde con una cinta para
cubrir el burrito, que metió en su maleta para la Audiencia con Juan Pablo II.
Como de costumbre, cuando llegó al
despacho pontificio, besó el anillo del Pescador del Papa, éste le mandó pasar
y se sentaron para iniciar la conversación. Mons. Herranz puso la bolsita hacia
un lado sobre el escritorio, por lo que el Papa quedó con mucha curiosidad. Mons.
Herranz le explicó que no quería llegar con las manos vacías, por eso le había
traído ese pequeño detalle. Iniciaron la Audiencia sobre cuestiones de
gobierno, pero el Papa seguía con la curiosidad sobre la bolsita de terciopelo,
casi como un niño, dirigiendo su mirada hacia la bolsita en reiteradas
ocasiones. Al finalizar las cuestiones de trabajo, Mons. Herranz tomó el regalo
y sacó de la bolsa el burrito de hierro, el Papa quedó impresionado y es
entonces cuando le explica que éste había sido un obsequio del Fundador del
Opus Dei, algo de un valor personal incalculable, pues Mons. Escrivá de
Balaguer estaba en proceso de beatificación. Para Mons. Herranz esa figura de
hierro le evocaba a la Teología del Burro, cuestión que el Papa ignoraba, por
lo que le explicó detalladamente
Santo
Padre, la Teología del Burro la escuché del Fundador del Opus Dei, al
explicarnos que cuando los hombres no habían querido acoger a la Sagrada
Familia, cuando le cerraron la puerta al Salvador del mundo, solamente en un
corral, como la Tradición cristiana ama recordar, le dieron calor al Niño un
burro y una mula, naturalmente junto a María y José. Luego, en el Evangelio hay
una única vez en la que se dice que el Señor tiene “necesidad” de algo, a parte
de la vez en que tuvo hambre o sed, y es en la escena en la que iba a entrar
triunfante a Jerusalén y no quiso el Señor ni un caballo, ni una cuadriga
romana. Es así como Jesús, para entrar en triunfo ante los hombres escogió a un
burro, y les dijo a sus discípulos que fueran a buscarlo y si el dueño les
decía algo que contestaran “el Señor lo necesita”, en latín: “quia Dominus opera
eius desiderat”.
Es
así como la necesidad de Dios es de un burro, y entra él en triunfo, pero no es
él, pues le han puesto los mantos para que se siente el Señor, y el burro sabe
muy bien que a quien aplauden no es a él, es al que lleva encima, que es Jesús,
el Señor. Es por eso que cuando uno se tiene que santificar en la vida
ordinaria, en las tareas del mundo, en la casa, en la oficina, en la universidad,
en el campo, en el taller, los cristianos que buscan ahí el encuentro con el
Señor, saben que están cubriendo una voluntad divina, y llevan, por tanto, al
Señor con ellos. Al burro no le entra ni la vanidad ni la soberbia, porque
sabía muy bien que no era a él al que aplaudían, pues aplaudían al que llevaba
encima. Opus Dei, trabajo de Dios, significa hacer el trabajo sabiendo que se lleva
a Cristo en el alma. Y esto es la Teología del Burro, que le encantaba a san
Josemaría meditar, y sabemos que en ocasiones se llamaba a sí mismo “Burrito sarnoso”.
En todas estas, mientras conversaban en
el despacho pontificio, toca a la puerta Mons. Estanislao, el secretario
personal de Juan Pablo II para avisarle que había un embajador esperándolo,
pues ya habían pasado diez minutos del cuarto de hora reglamentario para las
audiencias. El Papa prefirió que siguiera Mons. Herranz explicándole la
Teología del Burro.
Santo
Padre, también al Fundador del Opus Dei le gustaba recordar al borrico y la noria, ese que daba vueltas para sacar el agua del pozo, que le ponen unas anteojeras
y no puede ver, sin embargo da una vuelta y otra vuelta y ese es el trabajo de
todos los días. Por ello el Opus Dei, el Trabajo de Dios, no ve nada, pero está
sacando y sacando agua, y cuando le quitan las anteojeras, ha florecido un jardín
alrededor de ese burro.
P.A
García
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