CUATRO SERES VIVIENTES
En el
templo de la Rectoría de Santa Lucía, en Caño Blanco, estado Zulia, existe una
hermosa pintura de su Patrona, la virgen y mártir de Siracusa, rodeada de la
simbología atribuida a los evangelistas. Cuando llegué a este lugar, el sábado
4 de enero de 2020, pude observar esa bella obra de arte, y en seguida me
trasladé, en recuerdo, al Sagrario de mi Parroquia en La Playa, pues en la
puerta del mismo también están, pero forjados en metal, estos cuatro seres
vivientes. Por motivos tan providentes, puedo decir que, al mirar el altar del
templo de Santa Lucía en mi oración diaria, me siento como en casa.
Pasemos ahora a considerar la simbología
de los cuatro evangelistas. El arte cristiano, desde hace muchos siglos, ha
venido representando a los evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) con los
cuatro seres vivientes del Apocalipsis –un hombre, un león, un toro y un
águila-, que aparecen al empezar la sección sobre la interpretación profética
de la historia en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, específicamente
en el capítulo (4, 6-8), símbolos que a su vez provienen de las imágenes usadas
por Ezequiel en su visión de la gloria de Dios (Ez 1, 5-10).
Conozcamos brevemente los textos base de
esta simbología y su interpretación bíblica:
Ezequiel
1, 10: Vistos de frente, los cuatro seres
tenían aspecto humano, pero la cara derecha de su cuerpo era cara de león, y su
cara izquierda, cara de toro. Los cuatro tenían también una cara de águila.
Esta visión de Ezequiel, profeta y
sacerdote de Dios en el exilio, da a entender la grandeza del Señor por medio
de las imágenes más conocidas de su tiempo. En los palacios de Caldea, la baja
Mesopotamia, eran comunes las efigies sobresalientes de seres fantásticos,
llamados “querubines”, en que se combinaban los atributos de lo que es más
fuerte en la naturaleza: el hombre, el águila, el león y el toro. Aquí pasan a
ser seres vivos, impetuosos, que rodean y protegen el misterio de Yahvé.
Apocalipsis
4, 6-7: Cuatro Seres Vivientes, llenos de
ojos por delante y por detrás, ocupan el espacio entre el trono y lo que hay a
su alrededor. El primer Ser Viviente se parece a un león, el segundo a un toro,
el tercero tiene rostro como de hombre y el cuarto es como un águila en vuelo.
En la visión apocalíptica de san Juan,
estos cuatro animales, o más bien seres, designan a espíritus celestes, figuras
poéticas que quieren expresar lo más noble, robusto, sabio y rápido de este
mundo. En el relato bíblico ellos fijan sus ojos, siempre despiertos, en el
seno del Ser divino y derraman las energías de Dios por todo el universo.
Ahora bien, el arte cristiano identificó
estos seres vivientes con los evangelistas por
la manera como cada uno inicia su evangelio, narración de la vida de Jesús
de Nazaret:
Mateo se representa con el hombre porque empieza con la genealogía
de Jesús a partir de Abrahán (Mt 1, 1-16). Mateo, uno de los Doce, también
llamado Leví, era cobrador de impuestos, y en su evangelio pone de relieve a
Jesús como el Mesías prometido del pueblo judío. Lo presenta como el mayor
profeta, que enseña la Nueva Ley y llama a ser fieles a Dios.
Marcos se representa con el león porque empieza diciendo que Juan,
el Bautista, grita en el desierto, de manera similar que los leones (Mc 1, 3).
Marcos no fue discípulo directo de Jesús, pero sí lo fue de Pedro, a quien
acompañó a Roma y en donde puso por escrito con fidelidad la enseñanza del
Príncipe de los Apóstoles. El evangelio de Marcos fue el primero en escribirse.
Retrata a Jesús como una persona activa que salva obrando milagros y aceptando
el sufrimiento que viene al hacer la voluntad de Dios.
Lucas se representa con el toro porque empieza con el anuncio del
nacimiento de Juan Bautista en el templo, y el toro era sacrificado en el
templo (Lc 1, 5). Lucas tampoco fue discípulo directo de Jesús, pero sí de
Pablo. Médico de profesión y de origen sirio presenta en su evangelio la misión
de Jesús a todas las personas, judías y paganas. Enfatiza de Dios la
misericordia, compasión y preocupación por los pobres.
Juan se representa con el águila porque empieza hablando de la
Palabra junto a Dios, en las alturas (Jn 1, 1-2). Juan, hijo de Zebedeo y
hermano de Santiago, fue el “discípulo amado” del Señor. Su evangelio fue el
último en escribirse. Muestra a Jesús como Dios y hombre, noble y poderoso, en
control total de su propio destino.
Finalmente
tengamos presente que los evangelios son las diferentes narraciones de la vida
del Señor, los mismos contienen elementos biográficos e históricos,
predominando un género literario de origen oral con fines teológicos. El
Evangelio, como Buena Noticia de Jesús, es uno sólo, pero en sus narraciones y
por sus autores son cuatro. Tener un solo evangelio, como relato, en vez de
cuatro evita muchos problemas, pero tener los cuatro evangelios nos ayudan a
captar el punto de vista de cada autor y su interpretación personal.
Recordemos:
Mateo-Hombre. Marcos-León. Lucas-Toro. Juan-Águila.
P.A
García
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