RAFAEL MERRY DEL VAL
“Moisés era un hombre muy humilde,
más que hombre alguno sobre la haz de la tierra”
(Números 12, 3)
En la Biblia la palabra “humildad” se menciona
11 veces, “humilde” 30, “humildes” 26 y “humildemente” 1. Esta virtud cristiana
tiene su origen etimológico del latín Humilitas,
atis, que puede significar: poca
altura o estatura, pequeñez, humildad, modestia, baja condición, abatimiento, cobardía,
abyección, carácter rastrero. Humildad en el castellano encuentra sus
mejores sinónimos en: Sumisión,
Obediencia, Acatamiento, Respeto, Fidelidad, Rendimiento, Dependencia, Disciplina,
pero todo esto está un poco lejos de la concepción religiosa de la virtud
en cuestión.
¿Qué debemos entender
por humildad?
La virtud que más debe caracterizar al hombre
es la humildad, pero debe ser comprendida como el procurar no ponerse por encima de los demás, no sentirse ni más grande
ni mejor que los otros. La virtud de la humildad debe ser una de las preocupaciones
del sabio; cuanto más sabio se es, más conciencia debe haber de lo lejos que se
está de la máxima sabiduría. San Pablo recomienda: “Tened un mismo sentir los unos para con los otros; sin complaceros en
la altivez; atraídos más bien por lo humilde; no os complazcáis en vuestra
propia sabiduría” (Romanos 12, 16).
El primer modelo de humildad que nos
presenta la Sagrada Escritura lo expuse anteriormente, en la cita de Números 12, 3, donde se concreta a
Moisés como el “hombre más humilde del mundo”, y la última persona de la que la
Biblia manifiesta su humildad es San Pablo, en 2 Corintios 10, 1. De modo que en toda la Biblia encontramos
modelos de humildad, y en este sentido el más perfecto sería el de María, la
Madre del Señor, Lucas 1, 48, pues el
Señor tomó en cuenta la humildad de su sierva, de su esclava.
Vayamos ahora directamente a conocer al
autor de las Letanías de la Humildad. Lo conocemos a él para luego comprender
sus Letanías.
El Cardenal Merry del Val
El gran Pontífice San Pío X pidió a
Rafael Merry del Val (1865-1930), arzobispo secretario del cónclave que lo
eligió, que se quedase con él como pro-Secretario de Estado y poco después le
confirmó definitivamente en el cargo. Merry del Val,
santo también hacia los altares, de sólo 38 años, era hijo del Embajador de
España. Igual que Sarto en el cónclave, Rafael rehusaba el cargo, pero recibió
del Papa la respuesta imperiosa: “Juntos
trabajaremos y sufriremos por la Iglesia. En el próximo consistorio le voy a
crear cardenal”. Y entre los dos -el
humilde campesino, y el noble, elegante y rico diplomático, que se
entendieron del todo y se quisieron entrañablemente-,
realizaron un pontificado glorioso[1].
Una vez
retirado de los asuntos públicos de la Iglesia y después de una notable
influencia en los asuntos de la Santa Sede, el cardenal Merry del Val, compuso
una encantadora Letanía de la humildad que recitaba todos los días después
de celebrar la santa misa:
¡Oh Jesús!, manso y humilde de corazón, escúchame:
—del deseo
de ser reconocido, líbrame, Señor
—del deseo de ser estimado, líbrame, Señor
—del deseo de ser amado, líbrame, Señor
—del deseo de ser ensalzado, líbrame, Señor
—del deseo de ser alabado, líbrame, Señor
—del deseo de ser preferido, líbrame, Señor
—del deseo de ser consultado, líbrame, Señor
—del deseo de ser aprobado, líbrame, Señor
—del deseo de quedar bien, líbrame, Señor
—del deseo de recibir honores, líbrame, Señor
—del temor de ser criticado, líbrame, Señor
—del temor de ser juzgado, líbrame, Señor
—del temor de ser atacado, líbrame, Señor
—del temor de ser humillado, líbrame, Señor
—del temor de ser despreciado, líbrame, Señor
—del temor de ser señalado, líbrame, Señor
—del temor de perder la fama, líbrame, Señor
—del temor de ser reprendido, líbrame, Señor
—del temor de ser calumniado, líbrame, Señor
—del temor de ser olvidado, líbrame, Señor
—del temor de ser ridiculizado, líbrame, Señor
—del temor de la injusticia, líbrame, Señor
—del temor de ser sospechado, líbrame, Señor.
—del deseo de ser estimado, líbrame, Señor
—del deseo de ser amado, líbrame, Señor
—del deseo de ser ensalzado, líbrame, Señor
—del deseo de ser alabado, líbrame, Señor
—del deseo de ser preferido, líbrame, Señor
—del deseo de ser consultado, líbrame, Señor
—del deseo de ser aprobado, líbrame, Señor
—del deseo de quedar bien, líbrame, Señor
—del deseo de recibir honores, líbrame, Señor
—del temor de ser criticado, líbrame, Señor
—del temor de ser juzgado, líbrame, Señor
—del temor de ser atacado, líbrame, Señor
—del temor de ser humillado, líbrame, Señor
—del temor de ser despreciado, líbrame, Señor
—del temor de ser señalado, líbrame, Señor
—del temor de perder la fama, líbrame, Señor
—del temor de ser reprendido, líbrame, Señor
—del temor de ser calumniado, líbrame, Señor
—del temor de ser olvidado, líbrame, Señor
—del temor de ser ridiculizado, líbrame, Señor
—del temor de la injusticia, líbrame, Señor
—del temor de ser sospechado, líbrame, Señor.
Jesús, concédeme la gracia de desear:
—que los
demás sean más amados que yo
—que los demás sean más estimados que yo
—que en la opinión del mundo otros sean engrandecidos y yo humillado
—que los demás sean preferidos y yo abandonado
—que los demás sean alabados y yo menospreciado
—que los demás sean elegidos en vez de mí en todo
—que los demás sean más santos que yo, siendo que yo me santifique debidamente.
—que los demás sean más estimados que yo
—que en la opinión del mundo otros sean engrandecidos y yo humillado
—que los demás sean preferidos y yo abandonado
—que los demás sean alabados y yo menospreciado
—que los demás sean elegidos en vez de mí en todo
—que los demás sean más santos que yo, siendo que yo me santifique debidamente.
De ser
desconocido y pobre, Señor, me alegraré.
De estar desprovisto de perfecciones naturales de cuerpo y de espíritu, Señor, me alegraré.
De que no se piense en mí, Señor, me alegraré.
De que se me ocupe en los empleos más bajos,
Señor, me alegraré.
De que ni se dignen usarme, Señor, me alegraré.
De que no se me pida mi opinión, Señor, me alegraré.
De que se me deje en el último lugar, Señor, me alegraré.
De que no me hagan cumplidos, Señor, me alegraré.
De que me reprueben a tiempo y a destiempo, Señor, me alegraré.
De estar desprovisto de perfecciones naturales de cuerpo y de espíritu, Señor, me alegraré.
De que no se piense en mí, Señor, me alegraré.
De que se me ocupe en los empleos más bajos,
Señor, me alegraré.
De que ni se dignen usarme, Señor, me alegraré.
De que no se me pida mi opinión, Señor, me alegraré.
De que se me deje en el último lugar, Señor, me alegraré.
De que no me hagan cumplidos, Señor, me alegraré.
De que me reprueben a tiempo y a destiempo, Señor, me alegraré.
Bienaventurados los que son perseguidos por
causa de la justicia, porque suyo es el Reino de los Cielos.
+ Rafael Cardenal Merry del Val
Después de una vida exitosa, como la del
Cardenal Merry del Val, cuán difícil será pasar a un segundo plano. Es por eso
que este famoso Cardenal español escribe sus Letanías justo en el momento en que
más las necesitaba. Para un alma ambiciosa puede parecer escandaloso el
contenido de las Letanías, sin embargo, pienso que nos ayudan a tener un recio
equilibrio de nuestras aspiraciones en la vida.
“Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de
mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”
(Mateo 11, 29)
P.A
García
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