SOCIEDAD BOLIVARIANA ESTUDIANTIL
Foto de mi segundo grado de primaria |
En una ocasión, mientras estudiaba con la profesora Elena
Sánchez el cuarto grado de primaria, por allá en el año 2006, en mi querida
Escuela Bolivariana “Flor de Maldonado” de La Playa, fuimos convocados algunos
alumnos que quisiéramos formar parte de la Sociedad Bolivariana Estudiantil,
una organización encargada de instituir estudiantes con suficiente información
sobre el padre de la Patria, el Libertador Simón Bolívar. No recuerdo si yo me
apunté voluntariamente o tal vez la maestra me envió representando al salón, lo
cierto es que ahí estaba metido con mucha ilusión, la típica ilusión infantil que
me acompaña hasta ahora, la de querer “saberlo todo”.
Por fortuna formé parte de este grupo de niños patriotas y
un buen día nos correspondió participar de una actividad de la Sociedad, para
lo cual nos prestaron unas boinas de gabardina azul marino, del mismo color que
el pantalón del uniforme escolar, sobre el pecho una cinta tricolor sujetada
con un pequeño alfiler y salimos de la escuela hacia la población de
Bailadores, capital del municipio, donde nos encontraríamos con los demás
estudiantes de las distintas escuelas, todos miembros de la misma Sociedad
Bolivariana.
El punto de concentración fue la Casa de la Cultura del
Municipio Rivas Dávila. Recuerdo aquel maravilloso lugar de estructura colonial
y ambientada con mil y un motivos culturales, históricos, literarios,
pictóricos, artísticos, etc. El motivo del encuentro era recibir una charla
magistral sobre la vida de Bolívar, a cargo del licenciado Néstor Abad Sánchez,
Director de Cultura de Bailadores (INMUCU). Recuerdo que estuvimos todos muy atentos
a sus palabras, sentados en el suelo, éramos un grupo numeroso. Quedamos
admirados al escucharle relatar hechos significativos de la vida del Libertador
como si él mismo hubiese estado allí, acompañándolo en primera persona. Sin
duda alguna fue una conferencia magistral y todos quedamos muy contentos, con
las ganas de aprender más sobre este héroe venezolano, el más importante que ha
parido la Patria de la que él mismo es el padre. Sí, Bolívar es a la vez hijo y
padre de Venezuela.
Regresamos a la escuela de La Playa y, cuando llegamos al
salón de cuarto grado, nos esperaba la profesora Elena Sánchez, quien curiosa e
interesada me preguntó cómo nos había ido, pues ella se había quedado en La
Playa y nosotros habíamos subido a la actividad con otra maestra, la encargada
de la Sociedad, cuyo nombre no recuerdo. Yo muy animado empecé a imitar al
prodigioso conferencista, haciendo tal como él había hecho, traté de imitar su
tono de voz, expresiones corporales y un poco repetí lo que había memorizado de
su discurso, pero lo hice con tono jocoso e hiperbólico, cuando fui
interrumpido por la profesora Elena Sánchez para decirme que el conferencista
era su hermano, el licenciado Néstor Abad Sánchez. Aunque no había dicho nada
malo sobre él, quedé muy apenado por la coincidencia. “Pasé la pena.”
Ese cuarto grado de primaria, recuerdo, lo estudiamos en un
salón muy pequeño, que antes había sido depósito de la escuela y se ubicaba en
la parte final de la estructura. El salón no medía ni la mitad de un salón convencional,
tal vez no seríamos más de 15 niños allí, pero el espacio siempre fue muy
reducido, por lo que, una vez, mientras volteaba hacia el escritorio de la
maestra, sin querer tiré al suelo una pequeña imagen del Niño Jesús, la cual
quedó fraccionada en mil minúsculos pedazos, es decir, irreparablemente dañada;
lloré por lo ocurrido y de inmediato fui consolado por la maestra.
Ese año escolar fuimos el primer grado de niños que recibía
a la profesora Elena Sánchez, que a pesar de vivir justo frente a la escuela,
había trabajado como docente en otras escuelas del municipio y llegaba por
primera vez a ejercer su labor pedagógica (por cierto de modo excelente) en La
Playa. Recuerdo también que en ese cuarto grado fue cuando por primera y última
vez compartí grado con mi primo Raúl Hernando Riobó Calatayud, con quien fui
muy cercano toda la infancia hasta ese 2006, cuando él se fue a vivir a
Cabudare, estado Lara, por motivos laborales de su mamá. Ese mismo año fue
también el último que compartí con mi buen amigo Fernando José Espinoza
Sandoval, pues al final del año él tuvo que repetir de grado y yo pasé a
estudiar quinto grado, año en el que estuve por última vez en La Playa, desde septiembre
hasta diciembre, pues en enero de 2007 me fui a la Escuela de San Pablo, pues
había sufrido algunos inconvenientes con la profesora de quinto, pero ese
cuento es harina de otro costal, y quedará para una próxima ocasión.
Aprovecho ahora mismo, antes de que se me olvide -cosa que
difícilmente puede ocurrir- para escribir los nombres de mis docentes en los
diferentes grados de la etapa primaria, dejo para después la inicial y la
secundaria o bachillerato:
1-
Primer grado: La
docente oficial era la profesora Alicia (no recuerdo el apellido), pero ella
fue operada de la columna vertebral ese año y por tal motivo fuimos atendidos
la mayor parte del tiempo académico por la profesora Teresa Molina de García,
conocida y amiga de la familia por su cercanía en el sector de Las Delicias,
quien fue muy tolerante conmigo, pues con seis años de edad, me quedaba dormido
por las tardes sentado en los inmensos pupitres de hierro y madera (nuevos,
pesados e incómodos para unos niños tan pequeños).
2-
Segundo grado:
estuvimos con la profesora Beatriz Rosa, tovareña, quien tenía también una
hermana en la misma escuela. Recuerdo que con ella el comportamiento de alguno
de mis compañeros no fue el adecuado, y en una ocasión lloró desconsoladamente
frente a nosotros, pues manifestaba no aguantar más. Mientras estudiaba segundo
grado, me apunté en uno de los cursos que dictarían distintos profesores a los
de cada grado. Fue así como llegué al salón de la profesora Betsaida Barillas
(prima), para el curso de matemática, y una tarde, faltando 5 minutos para la
salida (4:00 p.m.) le pedí permiso para ir al baño, pero ella me dijo que ya
casi saldríamos, por lo que debía esperar unos minutos, pero yo no pude evitar
la micción sentado en el salón. Llamaron a mi mamá y vino a buscarme. Recuerdo
sus palabras de aliento: “usted tranquilo, normal, no ha pasado nada, eso le
puede pasar a cualquiera, llegamos a la casa y de cambia y listo…”
3-
Tercer grado: este año
estuve con la profesora Betsaida Barillas. Fue un año maravilloso. Recuerdo
siempre la exposición que hice sobre la Berenjena, por cierto, con una
compañera que aparece en la foto de este artículo, la primera de izquierda a
derecha.
4-
Cuarto grado: con la
profesora Elena Sánchez…
5-
Quinto grado: de
septiembre a diciembre en La Playa con la profesora Alicia Alarcón, tovareña,
para ella dedicaré otro texto aparte, ya que hay algo relevante de contar. De
septiembre a julio en San Pablo con la profesora Carmen (no recuerdo el
apellido). En ese quinto grado también tengo una anécdota que contar sobre una
golpiza que recibí recién llegado a la nueva escuela.
6-
Sexto grado: la primera
semana de clases con el profesor Carlos Guerrero, pero él después se fue de la
escuela a trabajar en cargos administrativos en el municipio referente a
Educación. El resto del año con la profesora Nadir Montoya, excelente
profesora. En sexto grado también tengo una anécdota de una pelea con una niña
evangélica, pero quedará para otra ocasión.
P.A
García
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