martes, 27 de septiembre de 2022

Chat con Marcos

AGNÓSTICO CON TENDENCIA AL ATEÍSMO


        Compartí con mi amigo Marcos, paraguayo, un popular vídeo de algún científico (físico) diciendo: “yo creo que la posición atea es muy arrogante y no científica, porque no estás dudando, estás diciendo “no existe”, y en el momento que dices “no existe”, ya estás presuponiendo un conocimiento que no tienes. Las respuestas que son categóricas bloquean el crecimiento intelectual porque simplemente no permiten ir más allá. Si de verdad quieres decir que no existe (Dios) tendrás que demostrarlo en las últimas consecuencias, y es imposible, porque demostrar la no existencia de algo es verdaderamente difícil. ¿Y no crees que es al revés, que es el que afirma algo quien tiene que demostrarlo? Pero siendo una cuestión tan importante sobre todo lo que tiene que ver del universo, creo que tenemos la responsabilidad científica de encontrarle una respuesta. ¿Los consideras que son prepotentes? Son muy prepotentes, me parece que no responde a la verdadera naturaleza de la ciencia, ni siquiera al espíritu científico de humildad y de búsqueda, y que luego deja de lado una cuestión fundamental, y es que ¿qué entendemos? ¿el 4% del universo?, estoy siendo muy optimista.

La respuesta de Marcos fue la siguiente: Ya lo he visto [el vídeo] y no estoy de acuerdo. Si bien soy agnóstico.

Yo le respondí citando lo que dice el diccionario de la RAE sobre ser agnóstico: “El agnosticismo es una actitud filosófica que declara inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de los que trasciende la experiencia”.

Marcos afirmó: “Algo así. Decir que soy agnóstico con tendencia al ateísmo es lo más cercano a mi creencia”.

Le pregunté: “¿Cómo negar lo que no se ha experimentado?”

Marcos se explayó un poco mediante notas de voz, aquí lo que dijo: “De entrada, te digo que yo no creo en el Dios cristiano, en el Dios de la Biblia, y tengo motivos para no creer en la existencia de un Dios creador o algo así, pero no son suficientes, digamos que aún soy muy ignorante respecto a eso. Entonces, como yo soy consciente que hay cosas que estoy ignorando, no declaro que no exista algún Dios, poque sé que hay cosas que estoy ignorando, que desconozco, y, claro, esas cosas podrían hacerme cambiar de opinión, tal vez, aunque lo dudo, por eso digo que es con tendencia al ateísmo, por varias cosas que ya me he planteado, pero no creo tener aún el conocimiento suficiente para decir que soy ateo o algo similar”.

Y lo que viene a continuación fue mi respuesta:

No sé si usted sea capaz de creerle a un científico, de trayectoria, con autoridad y de buena fama, que haya llegado a la conclusión de afirmar la existencia de Dios.

Porque por muy buenas que sean las dudas y preguntas que uno se pueda hacer, no hay que negar la posibilidad de que esas dudas hayan sido las mismas de otra persona, y tal vez ya se haya encontrado respuestas a tales dudas.

Yo pienso que, si uno reconoce su propia ignorancia, también es capaz de reconocer que tal vez haya otras personas menos ignorantes que nosotros, tal vez con más experiencia, con mayores posibilidades intelectuales, etc.

Yo personalmente me fío, frecuentemente, de lo que otros afirman, cuando esos otros son personas de fiar, porque no se le puede creer a cualquiera por ahí…

Pero al final de cuentas, es cuestión de fe, es cuestión de creer o no, porque podemos tomar el ejemplo de los terraplanistas que, demostrándoles con evidencias la esfericidad de la Tierra, se niegan a creer. O las innumerables dudas que existen de que el hombre haya podido llegar a la Luna, aun cuando se tienen pruebas científicas…

Como creyente suelo consumir más material afín a mi creencia, vídeos de YouTube, por ejemplo, en los que se da una y otra explicación a las cuestiones sobre si existe o no Dios, por eso comparto el criterio de tantos que han llegado a sus propias conclusiones, sin pertenecer, muchos de ellos, a ámbitos religiosos o eclesiásticos.

En fin, la duda es la mejor actitud filosófica para encontrar las respuestas a las interrogantes que tengamos, y desde una perspectiva religiosa se alaba al menos el deseo interior de las personas de buscar a Dios o de conocer un poco sobre él.

La Iglesia Católica cree que también pueden salvarse todos aquellos que buscan sinceramente a Dios, sean fieles a sus propias conciencias y en general hagan el bien a los demás, porque lo bueno que somos y que tenemos es también lo que nos relaciona con el Dios creador, que nos hizo a su imagen y semejanza.

P.A

García

domingo, 18 de septiembre de 2022

Donación de la biblioteca del padre Pernía

LIBRORUM


El sábado 5 de marzo de 2022 recibí la donación íntegra de la biblioteca personal del fallecido padre Ramón Emilio Pernía Noguera. Se trata de aproximadamente 5.000 libros o más. ¿Cómo fue posible esto? ¿Acaso yo quería esos libros? Por supuesto que sí los quería, pero no me los dieron cuando yo los quería, sino cinco años después, porque “los tiempos de Dios son perfectos” y “todo llega a su tiempo”, además “lo que es del cura va para la iglesia”. Aquí les cuento la historia.

Soy ahijado de agua (pseudo bautizo recibido recién nacido) de Elda Pernía, una sobrina del padre Ramón Emilio Pernía Noguera. Mi madrina Elda una vez me invitó a visitar al padre Pernía, concretamente fue en agosto de 2016. Ese día, al llegar a su casa en San Juan de Lagunillas, conseguimos al padre Pernía leyendo un libro en francés, cuestión que nos fascinó, en su mesa de noche había libros en francés e italiano. El padre en realidad estaba releyendo aquel texto franco. Aquella vez no vi su biblioteca, sino que simplemente lo saludé, conversé con él unos minutos y luego regresamos a La Playa. Mi madrina aprovechó para que el padre le bendijera dos garrafas de agua y a mí me bendijo dos anillos. Desde esa ocasión supe que el padre Pernía toda su vida había sido un buen lector y por eso poseía gran cantidad de libros, no supe cuántos, pero sí que eran miles y miles.

El padre Pernía falleció el 29 de abril de 2017, a los 91 años de edad. Pude participar de su funeral en compañía del seminarista Carlos Alberto Vivas Guerrero y Monseñor Eduardo Contreras, quién era primo del padre Pernía, ambos oriundos de Mesa de Quintero, Guaraque, en los pueblos del sur de Mérida. Cuando se supo del fallecimiento del padre, el rector del seminario nos mandó a llamar a Carlos y a mí para decirnos que participaríamos de los actos fúnebres, pues el padre Pernía había sido un abnegado sacerdote en Bailadores y merecía la presencia de al menos dos de los seminaristas del Municipio Rivas Dávila.

Pbro. Ramón Emilio Pernía Noguera

Algún tiempo después de la muerte del padre, la familia más cercana empezó a conversar sobre el destino de sus libros, que eran muchos y con urgencia se necesitaba reubicarlos para evitar su deterioro y propiciar su uso. El mejor candidato para recibir el tesoro bibliográfico era el mismo Seminario Arquidiocesano San Buenaventura de Mérida, a quien la familia propuso en primera instancia la donación total de los libros, pero, afortunadamente el seminario no tuvo interés en eso, nunca enviaron un carro a buscar los libros, pues dijeron aceptar la donación con la condición de que los llevaran hasta el mismo seminario.

Pbro. Ramón Emilio Pernía Noguera en Bailadores.


Como el destino de los libros era el seminario, mi madrina Elda me llevó de nuevo para San Juan de Lagunillas, a la casa que había sido del padre Pernía, para buscar uno o dos libros que la familia estaba dispuesta a regalarme, eran uno o dos, porque todos ya estaban destinados al seminario. Esa vez seleccioné dos libros, la Biblia de la Biblioteca de Autores Cristianos (Nácar-Colunga) y otro libro que no recuerdo cuál era. Lo cierto fue que esa vez, haciendo la selección, moví algunos textos y los fui reubicado por torres de libros, y providencialmente una de esas torres cayó dentro de una caja vacía, lo que interpretamos los presentes como un permiso del padre para llevar más libros. Esa vez en total fueron 120 libros los que traje a casa, pero, ya había conocido todo el valioso material que dejaba atrás y era más la tristeza por lo que dejaba que la alegría por lo que había conseguido.

Pasaron los años y, estando yo aquí en el Perú, en este año 2022, recibí la gran noticia comunicada por mi madrina. Ella venía de regreso de Mérida a La Playa, y justo frente a la entrada de San Juan de Lagunillas vio el carro de su sobrino Tony, él había sido el encargado de cuidar al padre Pernía hasta su muerte y por ende era el propietario de sus pertenencias, entre ellas los libros. Mi madrina sintió ganas de regresar para saludarlo y lo primero que Tony le dijo es que quería regalarme los libros del padre, ya que el seminario nunca fue a buscarlos y se estaban deteriorando pues estaban prácticamente abandonados en un cuarto. Concretamente fue así, él pensó en mí y recordó que yo era ahijado de su tía Elda.

Mi madrina no cabía en sí misma de la alegría que sintió por esa noticia, y con el mismo entusiasmo me envió audios por WhatsApp, los mismos que tuve que reproducir varias veces para poder creer lo que me estaba diciendo.

El sábado 5 de marzo de 2022 fueron a buscar los libros en un camión que facilitó Juan Alí Roa Ramírez, esposo de mi hermana Reylis Aurisbel García. En el camión fueron dos obreros, Miguel y Enrique, y mi madrina Elda. De ese día recopilé todos los videos que me envió madrina, quien me mantuvo al tanto de cada paso que daban. El vídeo completo está en mi canal de YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=WZzbPOQo9ug

Los libros finalmente fueron ubicados en la sala de mi casa en La Playa el lunes 7 de marzo, y allí permanecieron, en el piso, hasta que se logró comprar cuatro estantes metálicos que, una vez fijados en la pared, sirvieron para organizar gran parte de la biblioteca. Y es así como recibí, cinco años después, lo libros que estaban destinados para mí.

Todavía siento el enorme compromiso de, cuando regrese a Venezuela, ponerme a arreglar, catalogar y contabilizar todos los libros, que sé, pasan de los 5.000 textos de índole teológica y filosófica, al tratarse de un sacerdote, aunque sé que puedo encontrar muchas sorpresas literarias allí.

Mi pasión por los libros se ha ido incrementando día a día. No hay un día en que no revise o lea uno de mis libros. Acá en el Perú ya empecé a formar mi pequeña biblioteca, pero no me preocupo de nada, porque sé que tengo una enorme biblioteca que me espera en mi casa. Dios quiera y algún día pueda disfrutar de todos esos maravillosos libros, allá en Venezuela o, por qué no, aquí en el Perú. No descarto la idea de fijar mi residencia en este país y eventualmente traer los libros para acá. Sé que sería una inversión muy costosa, pero valdría la pena, pero para eso primero es necesario hacer una buena selección y así sí saber cuáles están aptos para trasladar, porque sé que hay muchos libros antiguos y otros muy deteriorados.

Esta buena noticia la comuniqué en confianza a mi amigo el licenciado Néstor Abad Sánchez, pues él es un bibliófilo y no sé si bibliómano, y le puse a su disposición cualquier texto que quiera consultar, pues se sabe que el padre Pernía tenía muy buena sensibilidad histórica y esto beneficia el constante trabajo de Néstor Abad Sánchez y todos los que nos dedicamos a escribir y a hacer historia.

Finalmente hago una merecida aclaratoria: el nombre de mi biblioteca personal es “Biblioteca Personal Presbítero Ramón Emilio Pernía Noguera” y esta decisión la tomé mucho antes de haber recibido los libros del padre, pues, desde siempre supe que el padre Pernía era un ejemplo a seguir en mi formación sacerdotal y en mi afán por leer, tener, cuidar y valorar los libros.

En este blog ya he publicado un catálogo o inventario de todos mis libros, que suman casi 2000, en cuya lista evidentemente no están incluidos los libros del padre Pernía que he recibido en merecida donación.

P.A

García















































miércoles, 14 de septiembre de 2022

¡Por fin el libro se publicará!

ACUERDO EDITORIAL

         Escribir un libro uno solo no es fácil, pero es más dificultoso aún cuando se escribe entre dos. Al menos una pequeña parte de las investigaciones e indagaciones sobre mi querido pueblo de La Playa por fin se verán publicadas en un libro que realicé en coautoría con el cronista del Municipio Rivas Dávila, el profesor Eufemiano Antonio Oballos Ramírez.

         La publicación no se hizo antes, cuando yo estaba en Venezuela, porque hubo ciertos desacuerdos de mi parte con el Concejo Municipal de Rivas Dávila, pues una de sus integrantes se empeñó, sin fundamento alguno, en aparecer como tercera coautora del libro en cuestión, cosa que me desagradó sobremanera, pues quería ganar la indulgencia con escapulario ajeno y sin fe (creo que es atea la mujer).

         Los autores de un libro son quienes lo han escrito, los investigadores, los que conocen de cabo a rabo el contenido del libro, no cualquier persona, por muy institucional que se realice el proyecto. Luego de casi dos años de paralizada la publicación, por mi firmeza en la objeción, finalmente se decidió por darme la razón y quitar el nombre de la descarada oportunista de la portada del libro.

         Ahora, en este 2022, el libro llega a una institución que se encargará de hacer la edición digital y, entre otras cosas, registrar los derechos de los dos autores, los dos auténticos autores, los únicos dos que nos sentamos alrededor de una mesa a proponer y quitar contenido al libro. El profesor Oballos y yo parimos el libro intitulado Historia Básica de La Playa.

         Aquí les dejo el texto de la autorización o “Acuerdo Editorial” que firmé y envié copia escaneada para Mérida, Venezuela. Se supone que ese documento valida la edición del libro y permite otras cuestiones más.

         Antes, me gustaría aclarar que el libro será motivo de juicios, críticas y en el mejor de los casos, correcciones, sin embargo, un libro solo puede refutarse con otro libro, no con berrinches de cualquier escribidor maledicente. La historia es subjetiva, difícilmente dos personas se pondrán de acuerdo para contar las cosas de la misma manera, cuestión que sí hemos hecho el profesor Oballos y yo.

         Aquí el ACUERDO EDITORIAL:

1.-Por medio del presente se acuerda la Edición y Publicación de la obra titulada: HISTORIA BÁSICA DE LA PLAYA, perteneciente al género de HISTORIA, por parte del Fondo Editorial Carmen Delia Bencomo perteneciente al Instituto de Servicios de Bibliotecas e Información del Estado Bolivariano de Mérida IBIME.

2.-El ciudadano, Pedro Andrés García Barillas, venezolano, portador de la cédula de identidad n° V-23.555.390 residenciado en Ayacucho, Perú, declara ser coautor de la obra antes descrita.

3.-El Fondo Editorial Carmen Delia Bencomo propone realizar la publicación de la obra bajo las siguientes condiciones:

a.) El objetivo de la publicación es la promoción de la lectura y la escritura.

b.) Se publicará en formato digital PDF.

c.) El libro en formato PDF se alojará en internet y figurará en el catálogo editorial del Fondo Editorial Carmen Delia Bencomo.

d.) El autor tiene total derecho sobre la difusión y promoción de esta publicación y podrá hacerlo como considere oportuno sin modificar los créditos Institucionales.

e.) Es una publicación sin fines de lucro y de distribución gratuita.

f.) La promoción de la obra se realizará a través de las redes sociales y espacios de comunicación del IBIME, respetando los derechos de su autor y las leyes de la República.

4.-Se hace constar que el ciudadano antes identificado, en calidad de autor hace entrega y autoriza la publicación de su obra por parte del IBIME bajo el sello editorial del Fondo Editorial Carmen Delia Bencomo, quien realizará las gestiones legales que correspondan ante el Centro Nacional del Libro y la Biblioteca Nacional de Venezuela.

5.-Para futuras reediciones de la obra se realizará un nuevo acuerdo ajustado a las condiciones de dicha publicación.

Acto celebrado en Mérida, estado Bolivariano de Mérida, a los 29 días del mes de agosto de 2022.

Firman conformes

Por el Fondo Editorial                   Por el autor

P.A

García