martes, 6 de junio de 2017

Seminario de Investigación Filosófica IV


TRACTATUS LOGICO-PHILOSOPHICUS

         Ludwig Wittgenstein (1889-1951), es el autor que a continuación vamos a considerar, especialmente a partir de su obra Tractatus Logico-Philosophicus, publicada en lengua alemana en 1918, y de la cual Bertrand Russel expresa que: “Wittgenstein intenta llegar a la verdad última en las materias que trata y merece por su intento, objeto y profundidad, que se le considere un acontecimiento de suma importancia en el mundo filosófico” (Albornoz, 2014, p. 263[1]), esto se pudo evidenciar con la lectura realizada en las horas de clase, haciendo un intento de comprender la materia que el autor trata.
         La obra de Ludwig Wittgenstein se encuentra enclavada en el cuadro del agudo debate acerca de los problemas de la lógica y del mismo lenguaje, que marca una de las direcciones del pensamiento de la primera parte del siglo XX, en este enfoque, el autor se esfuerza por realizar una crítica radical a la posibilidad misma de la filosofía, de sus tareas y de su lenguaje (cfr. Pulido, 2005, p.p. 278-279[2]).
Además de una investigación aproximada del autor, se llega a la conclusión de que se está estudiando la obra más importante de este filósofo austriaco, quien fuera profesor de filosofía de la Universidad de Cambridge, y de quien se conoce tuvo gran relación con los llamados filósofos del Circulo de Viena, además de ser considerado como uno de los mayores representantes de la filosofía analítica (cfr. Albornoz, 2014, p. 263).
El Tractatus Logico-Philosophicus se articula alrededor de siete grandes temas o también llamados “proposiciones fundamentales” con las cuales el autor elabora una teoría de la lógica consolidada alrededor de las nociones de “sentido” y “significado”, una teoría del mundo como conjunto de hechos atómicos, una teoría de la relación existente entre el lenguaje y el mundo, una teoría de la leyes científicas y una teoría lógica de la probabilidad (cfr. Méndez, 2000, p. 366[3]).
En el Prólogo de la obra estudiada, se veía cómo los problemas de la filosofía se pueden solucionar si se comprende cómo funciona la lógica entera del lenguaje, además se hacía una reflexión sobre este pensamiento: “todo aquello que puede ser dicho, puede decirse con claridad: y lo que no se puede decir, mejor quedarse callado”, con lo que se hacía alusión a que el estudio de la filosofía, y en este caso haciendo énfasis en una filosofía del lenguaje, encontraba en esta frase su justificación y razón de ser.
Desde un principio se dejó claro que el objetivo del Tractatus Logico-Philosophicus es trazar al pensamiento, o mejor, no al pensamiento sino a la expresión de los pensamientos; porque para trazar un límite al pensamiento tendríamos que ser capaces de pensar ambos lados de este límite, y tendríamos por consiguiente que ser capaces de pensar lo que no se puede pensar. Este límite, por lo tanto, solo puede ser trazado en el lenguaje y todo cuanto quede al otro lado del límite será simplemente un sinsentido.
En resumidas cuentas, para comprender a Ludwig Wittgenstein, es necesario precisar que su pensamiento evoca a la aseveración de que “conocer entonces el lenguaje, es conocer la realidad. El lenguaje es el espejo de la realidad” (Méndez, 2000, p. 369), con lo que se concluye una filosofía del lenguaje presente en las páginas del Tractatus Logico-Philosophicus, con la cual el autor pretende constreñir que el mundo, su parecer efectivo y concreto, se reduce al conjunto de hechos atómicos estructurados y en permanente relación biunívoca con las representaciones humanas, dentro de un espacio formal, lógico (cfr. Méndez, 2000, p. 369).
Termino presentando que no se puede abandonar los límites del lenguaje y tal aspiración nos aboca a contradicciones ilímites (cfr. Méndez, 2000, p. 373), además de esto, para que el lenguaje pueda representar el mundo, estos dos, tanto mundo como lenguaje, deben poseer alguna semejanza, algo en común, por eso nuestro autor dice que, el mundo y el lenguaje son isomórficos, es decir, que tienen la misma estructura, la misma forma lógica (cfr. Sarrión, 2009, p.p. 46-47[4]).
En última instancia, el objetivo que se plantea el Tractatus Logico-Philosophicus, es trazar unos límites al lenguaje, que de hecho, son los límites del mismo pensamiento. Este filósofo austriaco intentará separar el lenguaje que guarda sentido, del lenguaje sin sentido, además según Wittgenstein, el lenguaje consta de proposiciones o enunciados que intentan describir el mundo (cfr. Sarrión, 2009, p. 49).

P.A
García



[1]Albornoz, J. (2014). Diccionario de Filosofía. Caracas, Venezuela: Editorial Vadell Hermanos.
[2] Pulido, C. (2005). Introducción a la Filosofía. Los Dos Caminos, Venezuela: Universidad Pedagógica Experimental Libertador.
[3] Méndez, R. (2000). Clásicos del pensamiento universal resumidos. Bogotá, Colombia: Editorial Intermedio.
[4] Sarrión, A. (2009). Lecturas de Filosofía. Madrid, España: Editorial Akal. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario