domingo, 7 de febrero de 2021

Unas palabras sobre Harry Potter

HARRY POTTER


         A los que no son tan amantes de la serie de libros de Harry Potter, no los culpo por eso, yo mismo no lo era hasta hace unas semanas atrás, cuando pude comprar los dos primeros títulos de dicha saga de la famosa escritora británica J.K. Rowling: (Harry Potter y la piedra filosofal y Harry Potter y la cámara secreta). Antes de esto sólo me había complacido en ver al caraqueño Esteban Trinidad, un compañero en el seminario menor, que aprovechaba cualquier momento libre para internarse en la apasionante lectura de Harry Potter, por allá en el lejano año 2011.

         Personalmente pienso que la lectura de Harry Potter es de alguna manera provechosa. Desde la lupa católica la moral cristiana no parece verse atacada en ningún párrafo. El joven mago podría representar a todo aquel cristiano que libra la batalla en su vida entre el bien y el mal. Los buenos deseos y el procurar lo mejor para los demás son las características de Potter y sus amigos Ron y Hermione, quienes a pesar de contar con sus propios enemigos que le hacen la vida de cuadritos, actúan en todo momento con justicia.

         Del primer libro, Harry Potter y la piedra filosofal, me gustaría comentar solamente un párrafo, ubicado en las últimas páginas, específicamente en el capítulo 17, titulado “El hombre con dos caras”. La trama de este capítulo ubica a Harry luchando contra un profesor del Colegio de Magia Hogwarts, Quirrell, quien pretendía robar la piedra filosofal para entregársela a Lord Voldemort, el malvado mago que había asesinado a los padres de Harry.

         Voldemort, desde su desdichada inmaterialidad se había apoderado del profesor Quirrell y a través de él pretendía asesinar a Potter, pues éste evitaba que la piedra filosofal fuera hurtada, pero, extrañamente Voldemort en Quirrell no podía tocar al niño, la razón de esto la explica a Harry el director de Hogwarts, el venerable anciano Albus Dumbledore:

“Tu madre murió para salvarte. Si hay algo que Voldemort no puede entender es el amor. No se dio cuenta de que un amor tan poderoso como el de tu madre hacia ti deja marcas poderosas. No una cicatriz, no un signo visible... Haber sido amado tan profundamente, aunque esa persona que nos amó no esté, nos deja para siempre una protección. Eso está en tu piel. Quirrell, lleno de odio, codicia y ambición, compartiendo su alma con Voldemort, no podía tocarte por esa razón. Era una agonía el tocar a una persona marcada por algo tan bueno”.

         Esta frase anteriormente copiada encierra una gran verdad teológica que, desde el cristianismo podemos aplicar con la vida de la fe de todo creyente. Consideremos lo siguiente:

         En primer lugar, la madre de Harry murió para salvarle la vida, después de una feroz lucha contra la maldad personificada: Lord Voldemort. Por nuestra parte, los cristianos sabemos que con la muerte de Cristo tenemos vida, y vida en abundancia. El mismo Cristo es la Vida, con mayúscula. Ciertamente nuestro Señor venció la muerte al tercer día, diferenciándose en esto con la muerte de la madre de Harry, quién perdió la vida para siempre, sin embargo, el fruto de su amor es la vida de su hijo.

         Luego, Dumbledore continúa explicando que Voldemort es incapaz de entender el amor. De igual manera, el Demonio, el padre de la mentira y el odio, es incapaz de comprender el amor de Dios, por eso le aterra el signo de la cruz, pues la cruz es el símbolo del amor universal. Hay personas que no comprenden el amor, esas parecieran ser partidarias del mismísimo Satanás. Hay quienes no aman ni se dejan amar, viviendo en la amargura y amargando la vida a los demás. Finalmente, hay otros que no se sienten amados, estos últimos podrían ser los más desdichados de todos. Los cristianos sabemos que Dios nos ha amado primero y así nosotros podemos amar a los demás. En otras palabras, tenemos la capacidad de amar porque antes hemos sido amados por Dios.

         Lord Voldemort nunca pensó que un amor tan enérgico como el de la madre de Harry hacia él dejara marcas tan poderosas. Sucede equivalente con el Demonio, quien nunca pensó que con la muerte y resurrección de Cristo el amor de Dios se derramaría sobre todos nosotros, con el Espíritu Santo que se nos ha dado. La victoria en la muerte de la madre de Harry es la milagrosa vida de su hijo. La victoria sobre la muerte de Cristo es la vida de todos en Dios.

La marca que Harry llevaba sobre su frente, una cicatriz en forma de rayo, era la mejor prueba de que había sido amado con profundidad. Los cristianos también llevamos una marca, aunque invisible. Hemos sido marcados con la Sangre de Cristo, hemos sido sumergidos en las aguas del bautismo y ése es nuestro mejor signo. La cruz misma, esa que algunos llevan colgando sobre el pecho, es el signo visible del amor, de la victoria de Cristo, de la derrota del enemigo. Así como Harry Potter sabe que lleva una cicatriz en su frente y por eso es reconocido por todos, sintiéndose llamado para algo en especial, asimismo los cristianos que llevan la cruz en el pecho deben saber que por ese signo son reconocidos, lo que les hace comprometerse a vivir según Aquel que murió en esa cruz.

Albus Dumbledore, lleno de paciencia y cariño explica a Harry que el hecho de haber sido amado tan profundamente, aunque esa persona que le amó no esté, le dejó para siempre una protección. Esto serviría como imagen para comprender la presencia divina en nosotros, esa protección de la que gozamos todos los hombres, pero de manera muy especial los que tenemos fe en el Señor Jesús. El cristiano vive siempre feliz, aun en medio de las dificultades, porque se sabe amado por Dios. Dumbledore le dice a Harry que ese amor él lo lleva en la piel; los cristianos sabemos que el amor de Dios lo llevamos no en la piel, sino en el alma.

Finalmente, el director de Hogwarts expone la razón por la cual a Quirrell y Voldemort les resulta doloroso y casi imposible tocar a Harry. El relato describía que sus manos se llenaban de ampollas, como si se quemaran por el contacto. El enemigo del cristiano, al igual que el de Harry, está lleno de ambición, codicia y odio, porque sabe que con Cristo somos vencedores, porque es consciente de que con Cristo somos mayoría aplastante.

Ciertamente, para Satanás es una verdadera agonía el tocar a una persona marcada por algo tan bueno, el amor de Dios. Cuanto más nos dejemos amar por Dios, más lejos estará de nosotros el enemigo. El compromiso es sentirnos amados por Dios para amarle realmente, y a los demás como a nosotros mismos.

P.A

García

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