lunes, 5 de abril de 2021

Todo de Dios

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En mi vida he conocido el llamado de Dios a través de hechos y acontecimientos que involucran personas concretas. Desde la infancia me he sentido atraído por las cosas espirituales. Hubo momentos concretos, como mi bautizo, el 23 de diciembre del año 2000, cuando contaba con 5 años de edad, donde quedé impactado por lo que se estaba realizando, el rito del bautismo, los gestos del sacerdote, etc. Otro momento que recuerdo fue la misa Exequial de mi bisabuela, el 31 de julio de 2003, recuerdo la misa de ese día, las palabras del sacerdote, la realidad de la muerte… Lo que en un principio se manifestó como una atracción o inquietud hacia la vida espiritual, se fue aclarando con el paso del tiempo. Propicia fue la catequesis de la primera confesión y la primera comunión, a la par de formar parte del colegio de monaguillos de la parroquia, para ir formándome como cristiano. El compartir cercano con el párroco del momento me ayudó a ir aclarando dudas con respecto a la vida sacerdotal, así como ir aumentando el deseo de conocer cada día más la fe y la Iglesia. En diferentes oportunidades visité el seminario de la Arquidiócesis en convivencias infantiles, ahí aprovechaba de hacer amistades y de preguntar todo lo que se me ocurría con respecto a Dios, los santos, los sacramentos y el sacerdocio.

Finalizado el tercer año de bachillerato (secundaria) ingresé al seminario menor, con 15 años de edad, el 24 de julio de 2011. Desde ese momento empezó en mi vida una hermosa etapa de formación, oración y estudio, a la cual le debo todo lo que soy y todo lo que he logrado hasta el momento. Reconozco que he sido un privilegiado de Dios, por las personas que Él ha puesto en mi camino: mi familia, quienes me apoyan incondicionalmente, sacerdotes, párrocos y formadores, quienes han prestado sus manos a Dios para moldearme cual barro en manos del alfarero, tantas amistades, jóvenes y también adultos, con quienes siempre he mantenido una estrecha relación de amistad en el respeto y la responsabilidad.

Desde que ingresé al seminario menor y luego en el mayor nunca he sentido dudas con respecto a mi llamado a la vida sacerdotal, por el contrario, cada día se ha ido fortaleciendo de una manera más firme y convincente, además de haber sido admitido como candidato a las sagradas órdenes, el 13 de julio de 2018. Estoy seguro que Dios me pide que le sirva más de cerca, como otro Cristo, y sé que Él ha sido mi principal formador en este proceso discipular y configurativo. Distintos acontecimientos en la vida me han hecho entender que Dios me da la fuerza para seguir adelante y superar cualquier dificultad. Antes he dicho que me siento un privilegiado de Dios, pues bien, así lo vuelvo a aseverar, pues todo lo que con fe le he pedido, Él me lo ha concedido, todo a su tiempo.

Quiero ser todo del Señor, no quiero nada para mí. No pido nada, no exijo nada, sólo poder cumplir lo que el Espíritu Santo me inspire en el seguimiento del Evangelio con amor y disponibilidad, por eso, manifiesto mi total disposición a ser acompañado espiritualmente y vocacionalmente en este nuevo proceso de acercamiento a la formación para el sacerdocio ministerial católico en la Arquidiócesis de Ayacucho, Perú.

P.A

García

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